D. La represión no respeto inválidos ni lisiados

 

Cuando comenzaba la primavera en la ciudad de Córdoba, en la madrugada del 21 de setiembre de 1976, un grupo de personas de civil fuertemente armado, toma por asalto la vivienda de la calle Lagrange N° 3460 del barrio de Villa Belgrano. Pese a la repetición de los hechos, en este caso existe una diferencia. Luego de penetrar a la vivienda por los techos, se llevan al matrimonio formado por Mónica Protti de Guillén (legajo N° 2252) y su esposo Enrique Guillén (legajo N° 2253), este último lisiado de una pierna.

Desde todo punto de vista un operativo de secuestro de persona significa un estado de extrema indefensión. La impunidad, la desmesurada desproporción de fuerzas empleadas, la nocturnidad y clandestinidad de los operativos, la demostración de estar actuando en ejercicio de alguna autoridad pública y la gran violencia ejercida, convierten a cualquier «chupada"" en un huracán agresivo, imposible de contener.

¿Qué decir entonces cuando se trata de disminuidos físicos? ¿Existió alguna diferencia en el trato de sufrido por las personas discapacitadas?

El matrimonio Guillén fue visto en el CCD La Perla, despiadadamente torturado. Mientras sus padres los buscaban afanosamente, realizando imnumerables gestiones ante organismos nacionales e internacionaks, oficiales y privados, el «país subterráneo y clandestino» no daba ninguna respuesta.

En su desesperación, los familiares tomaron contacto con un militar retirado, informante oficioso quien aseguró que «los chicos estan bien en La Perla», agregando tiempo después que «ya habían sido juzgados y que serían trasladados», sin aportar desde entonces ninguna otra información.

Casi inmediatamente se produjo otro caso, esta vez en la Capital Federal.

Tres personas, una de las cuales inválida, presenciaron en plena vía pública, en las barrancas de Belgrano, cuando personas de civil introdujeron en un Ford Falcon a Claudia Inés Grumberg (Legajo N° 233), estudiante de sociología que desde los cinco años sufría de artritis deformante en todas sus articulaciones; dedos sin extensión, además de una renguera evidente luego de diez años de no poder caminar.

Dos años después, los tres testigos, entre los que se encontraba José Liborio Poblete, serían también secuestrados.

El General Videla contesta sobre este caso a unos periodistas ingleses: «El caso de esta niña a quien Ud. hace referencia, que no conozco en detalle (se refiere a Claudia Inés Grumberg, presa por subversiva) entiendo que esta detenida a pesar de estar lisiada. Vuelvo a la parte inicial: el terrorista no sólo es considerado tal por matar con un arma o colocar una bomba, sino también por activar a través de ideas contrarias a nuestra civilización occidental y cristiana...» (Gente, 22-12-77, Diario Popular, Clarín, La Opinión, Crónica y otros medios de difusión nacional con fecha 18-12-77). Claudia Inés Grumberg continua actualmente desaparecida.

En la víspera de cumplir sus veinte años, Rosa Ana Frigerio (Legajo N° 6875) fue retirada de su casa en la calle Olavarría 4521 de la ciudad de Mar del Plata. El 25 de agosto de 1976 un grupo de personas armadas vestidas de civil cargaron en una camilla a esta joven y se la llevaron. En ese momento, la víctima de este secuestro tenía todo su cuerpo enyesado por haber sido operada de la columna vertebral.

Por investigaciones realizadas por la familia se tuvo conocimiento que se encontraba alojada en la Base Naval de Mar del Plata.

Este hecho fue posteriormente ratificado por la contestación de un hábeas corpus de fecha 25 de febrero de 1977, que confirmaba que Rosa Ana Frigerio se encontraba a disposición del Poder Ejecutivo nacional, firmado por el nuevo Jefe de la Base, Capitán Juan José Lombardo.

Este mismo cita a los padres de Rosa Ana el 31 de marzo de 1977 para notificarles que su hija había sido muerta en un enfrentamiento el día 8 de marzo pasado, a las 3 de la madrugada. En esa oportunidad le entregaron a los familiares un papel escrito a lápiz con el número de una sepultura.

Con fecha 4 de mayo de 1984 se dictó la prisión preventiva del hoy Vice-Almirante Juan José Lombardo, en el juicio seguido por el homicidio de Rosa Ana Frigerio, ante el Juzgado Federal a cargo de Dr. Pedro Hooft.

En la-ciudad de Rosario, en septiembre de 1977, desaparece el matrimonio formado por María Esther Ravelo Vega (Legajo N° 3223) y Emilio Etelvino Vega (Legajo N° 4372). Ambos son ciegos.

La Sra. Alejandra Fernández de Ravelo, al no tener noticia de su hija, concurre al domicilio de la calle Santiago N8 2815, donde vio:

«Un camión del Ejército llevándose las últimas cosas que quedaban en la casa, advirtiéndome los vecinos que no me acercara porque me iban a llevar a mí también. Se llevaron todos los muebles, los artefactos del hogar, la ropa, una máquina para fabricación de soda- actividad a la que se dedicaba mi yerno- y un camión con el que se repartía la soda. También se robaron una perra guía, de raza ovejero alemán, que el matrimonio usaba como perro lazarillo...»

Pese a la gran cantidad de diligencias realizadas, nunca se tuvo noticia alguna sobre el paradero de esta joven familia.

El día 27 de octubre de 1977, la Sra. Juan Sigaloff de Nuguer y su hijo Hernán Gerardo Nuguer (Legajo N° 1767) salen de su domicilio rumbo a sus respectivos trabajos, en un automóvil marca «Renault 6», adaptado para el manejo de una persona lisiada, ya que Hernán Gerardo sufría de parálisis en sus miembros inferiores.

Mientras estaba poniendo en marcha el automóvil, se le apareó otro vehículo, con cuatro personas a bordo y del cual descienden tres de ellos, vestidos de civil , pero con botas borceguíes, portando armas cort as y uno de ellos una ametralladora.

Hernán en ese momento entabla una conversación con los mismos, pidiéndoles que se identifiquen, ante lo cual exhiben sus credenciales. (Todo esto es presenciado por un vecino, el Sr. Calleja, el almacenero y el encargado del edificio). Al ver las credenciales, Hernán Gerardo les manifiesta que en las mismas no consta identificación alguna que los sindicara como personal dependiente de algún organismo de seguridad. Mientras tanto, los individuos abrieron las puertas del auto y ante la pregunta de su madre hacia dónde se lo llevaban, le contestaron «al Departamento de Policía», metiendo inmediatamente a Hernán en el interior de un Ford Falcon, color marfil, cuyo número de chapa su madre anotó en un papel ( posteriormente averiguó que el mismo no pertenecía a ese vehículo).

La última imagen de su hijo fue verlo alejarse en el vehículo descripto, seguido por otro similar que oficiaba de escolta.

Personas que se encontraban notoriamente impedidas de poder realizar movimiento alguno, no fueron por ello motivo de ninguna consideración dentro de la metodología empleada en la desaparición forzada de personas. Tal el caso el Juan Di Bennardo (legado N° 4500), metalúrgico, de 26 años de edad, quien es atropellado por un vehículo en la calle, e internado en terapia intensiva en el Hospital Alvear, el día 23 de abril de 1978, habiéndose programado una intervención quirúrgica para el día 15 de mayo de 1978. Tres días antes, por la noche, se presentaron algunos sujetos armados, vistiendo guardapolvos blancos, quienes obligaron a los pacientes internados en la sala 14 de Traumatología a permanecer en sus camas, tapándose la cabeza con las sábanas. Estos sujetos colocaron a Juan en una camilla y se lo llevaron en una ambulancia. Su madre recibió un llamado telefónico de un liberado, quien dijo que «había sido detenido en un Hospital de La Plata» y que luego, «durante su cautiverio, había conocido a Juan Di Bennardo», sin dar precisiones del lugar de detención. Tiempo después siguió recibiendo llamados, en uno de los cuales le contaron que Juan estaba en el C.C.D. «El Olimpo». Nunca más se supo algo de él.

José Liborio Poblete (Legajo N° 3684) es chileno, técnico tornero. Tuvo la desgracia de perder sus dos piernas a causa de un accidente automovilístico y la felicidad de casarse con Gertrudis María Hlaczik (Legajo N° 3685), a quien había conocido en un centro de rehabilitación del Barrio de Belgrano. Gertrudis lo hizo padre de una criatura, Claudia Victoria (Legajo N° 3686), que tenía 8 meses de edad el 28 de noviembre de 1978, cuando fue secuestrada en la vía pública en Plaza Once, en la Capital Federal.

Mientras tanto ocurre lo mismo con su familia. Un grupo de hombres con uniformes de la Policía de la Provincia- de la Brigada de Lanús, por posteriores investigaciones- allana su domicilio en la localidad de Guernica, sacando del mismo a su esposa que llevaba en brazos a Claudia Victoria, introduciendo a ambas en uno de los patrulleros. Luego llega otro grupo uniformado al mismo domicilio con un camión del Ejército y saquean y destruyen parcialmente la casa.

Al mes siguiente Gertrudis se comunica telefónicamente con su madre y le pregunta si le habían entregado a su pequeña hijita. La Sra. de Hlaczik le preguntó entonces si se encontraba bien, o si la estaban obligando a decir algo, y antes que Gertrudis pudiera contestar, una voz masculina le dice: «MODERE SUS PALABRAS, su hija esta mejor que el resto de sus compañeras. Acá no estamos en Rusia», interrumpiéndose la comunicación.

Nunca se obtuvo información oficial sobre el paradero de esta familia. Hoy, por el relato de algunos liberados del C.C.D. «Olimpo»: E. Ghezan (Legajo N° 4151), S. Caride (Legajo N° 4152), E. Lombardo (Legajo N° 3890) y Mónica Brull de Guillén (Legajo N° 5452), entre otros, se conoce la suerte corrida por ellos. «La niña sólo permaneció dos días en el Olimpo, al cabo de los cuales fue retirada con destino incierto»

Tanto Gertrudis como José Liborio- a quien los represores apodaban «Cortito», burlándose de la falta de sus piernas- fueron brutalmente torturados. A ella «la pasearon desnuda, arrastrándola de los pelos mientras la castigaban»; a su marido lo recuerdan «cuando lo veían pasar por el baño todos los días arrastrándose sobre sus manos, ya que no tenía piernas y le habían sacado la silla de ruedas».

En el testimonio de dos personas que estuvieron en el «Olimpo», publicado por Amnesty International y luego receptado por esta Comisión, se afirma que en uno de los traslados del año 1979, José Liborio Poblete es sacado en su silla de ruedas; «dos días después vimos la silla tirada en un rincón de la playa de estacionamiento». Gertrudis Marta Hlaczik de Poblete fue vista por última vez el 28 de enero de 1979. Claudia Victoria Poblete continua desaparecida desde el día de su secuestro.

En el mismo lugar estuvo otro lisiado: Gilberto Renguel Ponce (Legajo N° 5254), quien es secuestrado mientras esperaba un tren en la estación de Ciudadela, a las 16 hs. del 7 de diciembre de 1978. Diez personas, entre las cuales -lo supo luego- estaban los apodados «Paco», «Turco Julián» y «Colores», lo tiraron sobre una balanza que había en la estación, lo golpearon y lo condujeron esposado a un auto estacionado del otro lado de la Avda Rivadavia.

«Al rato me hacen hablar con Gertrudis, esposa de Poblete, quien me dice que hable porque estábamos todos presos. Como no tenía nada que decir, los represores comienzan a castigarme con latigazos. Luego escucho que uno ordena que me lleven a la máquina, entonces me arrastran de los pelos hacia otra habitación y me tiran sobre una superficie dura, que podría ser una plancha de acero. Allí me atan y comienzan a aplicarme la picana por todas las partes del cuerpo: por el pecho, la boca, en la lengua, en los testículos y en el ano. Mientras, me preguntan dónde guardaba las armas y me amenazaban con matar a mi hijo y a mi esposa que estaba embarazada».

Antes que pueda recuperarse, el «Turco Julián» lo levanta y lo sienta en una silla con un papel, para que escribiera todo lo que sabía.

«Anoté los nombres de los compañeros que conocía y que no desarrollaábamos ninguna actividad subversiva, ya que el grupo «Cristianos para la Liberación», de orientación peronista, se dedicaba a la divulgación de dicha doctrina política y a ayudar y trabajar por las necesidades de los discapacitados. Los represores me decían que éramos utilizados por el sionismo internacional y que los judíos nos habían engañado».

Gilberto Renguel Ponce fue liberado el 21 de diciembre de 1978, con la obligación de llamar por teléfono todos los días el número 58-4778.

El mismo día de la desaparición de Gilberto Ponce, a las 18.30 hs., mientras caminaba por la calle Cangallo en dirección a Pasteur, Mónica Brull de Guillén (Legajo N° 5452), no vidente, que vivía con su esposo y su pequedo hijo, sintió que la tomaban del brazo y escuchó una voz masculina que le decía «vení que te cruzo». Le respondió que no tenía intención de hacerlo, a lo que el otro con la ayuda de un tercero le replica «cruza que ya perdiste...».

La subieron a un auto y durante el trayecto de unos veinte minutos, uno de los sujetos que se identificó como «Clavel» la interrogó sobre sus actividades, a lo que ella respondió que «desde el año 1973 participé de un grupo de discapacitados que hacemos tareas sociales y vecinales con personas que estan en mi misma situación y que nos conocemos del Instituto Nacional de Rehabilitación, ubicado en la calle Echeverría al 900...»

En el Centro de detención clandestino -que no es otro que «El Olimpo»- el «Turco Julián» le pregunta si en su casa tenía «el mimeógrafo de los lisiados» contestándole ella que sí. A continuación le pregunta qué nivel tenía. Mónica niega que tuviera alguno.

«Entonces Julián dice que me lleven a la máquina, apareciendo unos monos que me llevan a una habitación y me comienzan a golpear porque me niego a desvestirme. Uno me arranca la camisa y me tiran sobre la plancha metálica donde me atan los pies y las manos. Les digo que estoy embarazada de dos meses y el "Turco Julián" me contesta: -si fulana aguantó la máquina estando embarazada de seis meses, vos vas a aguantar, además viólenla, ordena. Los torturadores se ensañaban conmigo cada vez más, por dos razones: porque era de familia judía y porque no lloraba, cosa que los exasperaba.»

Durante una prolongada sesión de tortura, en la que le preguntaban donde se encontraba su esposo Juan Agustin Guillén (Legajo N° 5339):

«...termino dando la dirección de mi casa. Me dicen que si les miento mataran a mi hijito. Me preguntaban sobre la estructura de la vivienda, si Juan ofrecería resistencia, si tenía fierros... yo les dije que tenía poca posibilidad de resistir, ya que mi marido también era discapacitado.

Cuando capturaron a mi marido se llevan con ellos a mi hijito .»

El sábado 9 de diciembre, «Soler», haciéndose pasar por el «capitán Echeverría», le llevó el bebé a la madre de Mónica y le explicó que su hija y su yerno estaban detenidos pero que «no se trataba de una cuestión policial, están a disposición de las fuerzas legales porque son subversivos», aconsejándole que no haga la denuncia.

El día 21 de diciembre de 1978 Mónica Brull de Guillén y su esposo Juan Agustin Guillén son liberados. Como consecuencia de los golpes, castigos y tratamiento al que se la sometió, Mónica perdió su embarazo. Luego supo por su esposo que el bebé en gestación tenía un bracito atrofiado.

 

Ir al tema siguiente: E. Religiosos

 

Volver al índice