Brizuela Cortés, José Antonio

El Escuadrón Perdido, por José Luis D'Andrea Mohr.
  
 


Nació: 22 de febrero de 1949 
Desapareció: 14 de septiembre de 1976 
Unidad: Compañía de Policía Militar 141 
Comandante Cuerpo de Ejército III: General Luciano Benjamín MENENDEZ 
Comandante de Subzona: General Antonio VAQUERO 
Jefe de Area: General Juan Bautista SASIAIÑ 
Jefe del Destacamento de Inteligencia 141: Coronel Oscar BOLASINI
Jefe del CCD "La Perla": Capitán Héctor VERGEZ


El momento de hacer el servicio militar llegó, para José Antonio, a los 27 años. Había pedido prórroga para poder terminar sus estudios de abogacía y cursaba ya el último año. Estaba casado con Luisa Inés, tenían un hijito de un año, ella estaba embarazada de cuatro meses y él, ilusionado con recibir el bebé con el diploma de abogado. Confiaba en que su situación de casado con hijos apresurara la llegada de la baja. Declarado "apto" en la revisación médica, lo destinaron a la Compañía de Policía Militar 141, cerca de su casa en Córdoba y dependiente del Cuerpo de Ejército III.
Corría el año 1976 y la Zona 3 acumulaba desapariciones forzadas de personas y muertes en enfrentamientos reales y simulados. Comandaba esa Zona el general Luciano Benjamín MENENDEZ, y de él dependía el Destacamento de Inteligencia 141, unidad operadora del centro clandestino de detención "La Perla".

El domingo 12 de septiembre de 1976 a las cinco y media de la mañana José Antonio dejó dormidos a su mujer e hijito y salió hacia el cuartel para cumplir con un servicio. Dos días después, una patrulla de la Policía Militar se presentó en la casa del conscripto con una orden del teniente Leonel Amílcar RAMOS MONSO para que José Antonio se presentara "de inmediato en el cuartel". Su esposa aclaró que el soldado había salido hacia la compañía el domingo, y la patrulla se retiró.

Luisa Inés se comunicó por teléfono con la guardia de la Compañía de Policía Militar 141, y quien se identificó como el jefe le informó que el soldado BRIZUELA "estaba franco y sin servicios a cumplir".

Ante esa situación incomprensible, la desconcertada esposa se presentó en el cuartel, donde fue recibida por el teniente RAMOS MONSO con la explicación de que el soldado, pese a estar castigado, había logrado hacerse comisionar y no regresó. De nada sirvió que la mujer demostrara la suma de incoherencias del episodio. No consiguió saber qué clase de comisión se le dio a su esposo ni quién la ordenó. Días después, y ante las denuncias e insistencias de la mujer, el teniente RAMOS MONSO le advirtió: "Deje de investigar, que eso nos encargamos nosotros".

Fueron inútiles los habeas corpus y los reclamos ante organismos internacionales. Cinco meses después de la desaparición de José Antonio nació Marcos Ernesto. Esa familia desesperada no sabía que el padre del bebé era otro prisionero del centro clandestino de detención 'La Perla", último lugar donde fue visto.

El 24 de diciembre de 1981, por la tarde, un hombre muy correcto se presentó en casa de los BRIZUELA y entregó un sobre después de expresar: "Felicidades". Luisa Inés abrió el papel con curiosidad y alguna esperanza. Se encontró frente a una figura de la muerte, negra y amenazante, y la leyenda "FELICES ULTIMAS FELICES FIESTAS'. ¿Qué vio y comentó José Antonio BRIZUELA CORTES, casi abogado, para ser pasado al escuadrón perdido? Es fácil de imaginar si tenemos en cuenta el siguiente relato.

El teniente Leonel Amilcar RAMOS MONSO y su colega de igual grado Luciano Teodoro PARSZYK fueron vistos en la Unidad Penal 1 de Córdoba en mayo de 1976. Los ex soldados testigos recuerdan que un día de ese mes una patrulla militar de la Compañía de Policía Militar 141 trajo a la cárcel a un hombre fornido, de pelo largo y barba. Lo golpearon de manera brutal, lo torturaron y aparentemente no lograron que el individuo "confesara".

Por la noche lo estaquearon semidesnudo a la intemperie. Hacía mucho frío. Por orden del "oficial ALSINA", mojaban el cuerpo lastimado varias veces durante la noche, con el agregado de bastonazos y patadas. A la mañana, el teniente RAMOS MONSO comprobó, mediante empujones dados con su borceguí, que el estaqueado había muerto. El cuerpo fue cargado en un camión militar, y, según testigos, conducido hasta un lugar cercano y de olor nauseabundo al que se accedía después de sortear un portón metálico de dos hojas. Allí ordenaron a los soldados tirar el cuerpo en un zanjón donde yacían otros cadáveres. Un suboficial que prestaba "servicios" en ese sitio explicó que los muertos eran incinerados mediante "el asadito".

Ramos MONSO y PARSZYK continuaron su "especialización" en la Escuela de Inteligencia. De ese lugar egresaron en 1979 y, por lo dispuesto en el Boletín Militar número 4851, fueron asignados a los destacamentos de Inteligencia de Misiones y Córdoba respectivamente.

 

 

 

 
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