Hermanos, Gustavo Kehoe Wilson “HABRIA QUE RECONSTRUIR LA HISTORIA DE LOS DESAPARECIDOS” Entrevisté por primera vez a Gustavo Kehoe en 1986. El hermano de Gloria Kehoe Wilson se encontró conmigo la tarde de un miércoles con el consensuado propósito de recordarla. Pretexto para esa charla fue una nota sobre ella que yo estaba escribiendo para “El periodista de Buenos Aires”, y que finalmente salió publicada algunos meses después, con el título “Reconstrucción de una escritora”. “Mi relación con Gloria había sido siempre muy conflictiva -dijo en aquel reportaje; en esos días Gustavo estudiaba composición en la Universidad Católica Argentina, y guitarra con un profesor particular. Su ambición era formar un conjunto o una banda. -No desde el afecto, sino desde la ubicación. Yo también escribía; desde los catorce años escribía ; pero escondía mis poemas porque la escritora de la casa era ella: ella ocupaba ese lugar... Cuando la secuestraron los nudos del conflicto siguieron estando, y me quedé con la sensación de no haber podido hablar muchas cosas... Por eso tengo pocos recuerdos de diálogos. Tengo presente sí una charla donde le empecé a contar mis cosas... y que nunca pude terminar. Esa es una de las cosas que más lamento: la cantidad de cosas que quedaron truncas. Porque aunque haya habido muchas vallas insalvables, siempre hubo una corriente de afecto muy grande entre nosotros”. “Las imágenes que tengo de ella de la infancia son de juegos de hermanos. Ella jugando a las muñecas y poniéndose de papá. Ella tocando la guitarra, aunque nunca supo tocar bien. Los dos cantando canciones folklóricas irlandesas con el viejo... En los grupos de juego, ella estaba por supuesto con los más grandes, que a nosotros no nos daban mucha bola... pero yo no la veía como líder, yo la veía como una más... por lo menos hasta la adolescencia. Ahí sí. Ahí empieza a escribir. Pero también, dentro de su estilo exhortativo, era muy cariñosa. Me llamaba el nenito. Yo lo tomaba mal, pero también me daba cuenta de que ésa era la forma de expresar afecto. Y tal vez porque siempre la veía tan segura, discutiendo vehementemente de polítca, me sorprendía tanto cuando la veía flaquear, o débil... Gloria se desmayaba mucho, y eso me daba como sorpresa. Cada una de sus inseguridades era sentir que un poco la perdía... Cuando la secuestraron, su pérdida real fue distinta que una muerte concreta. Porque Gloria seguía viviendo. Estaba y no estaba. Su presencia seguía jugando un rol en el ámbito familiar. Creo que por eso, durante años, todos tuvimos una esperanza ciega de que apareciera”. En aquella reconstrucción publiqué también los testimonios de sus padres, Pelusa y Ernie. “Ya en el jardín de infantes la maestra me decía que Gloria podía llegar a ser actriz -contó Pelusa-. Siempre estaba creando. En su cuarto, siempre estaba produciendo algún acontecimiento. Le gustaba encerrarse a jugar sola con las mu;ecas, pero no por solitaria sino porque las mu;ecas se convertían en sus personajes imaginarios... Después. Ya grande, ya casada, recogía todos los perros que encontraba por la calle. Un día trajo a dos criaturas que halló en el tren: los bañó, los vistió, les dio de comer... y los devolvió.. La política la marcó en su adolescencia, sin duda, pero después empezó a crecer y a preocuparse mucho más por la literatura. Creo que tuvo también que ver el psicoanálisis en esto, que ella había empezado desde chica, cuando Ernie y yo nos separamos. Luego empezó a escribir con mucha más energía. Necesitaba la literatura. Se sentía feliz. Y al cabo de dos a;os escribió su libro de cuentos. Mucha gente se cree que le puso de título Pico de paloma por mis palomas de cerámica. Pero no fue así. Gloria decía que más bien era por una actitud típica de las palomas, que es la de escudri;ar, meter el pico y escarbar en los problemas de la gente. Ella me decía: los cuentos que estoy escribiendo son así, picotean en la gente... Creo que su libro es realmente bueno, y no lo digo únicamente yo: Sofía laski la comparó a Gloria con Ana Frank. Habló de su libro como algo verdaderamente bien escrito. E incluso hizo leer dos cuentos en su colegio. Creo que eso pinta sus valores literarios”. “De chicos -contaría por su parte Ernie- tanto Gloria como Gustavo vivían un poco a lo Tom Sawyer. Vivíamos en una hermosa casa con parque, cuyo sótano se había convertido en nuestro lugar de recibo permanente. A ellos les gustaba espiarnos por el tragaluz... Yo era un poco el que fomentaba la costumbre de Gloria de juntar toda clase de animales por la calle, Pelusa era la que quería poner un poco de orden... Gloria era la que más disfrutaba una casa que tuvimos en el Tigre durante tres a;os. Fue una época muy linda. Todos los chiquilines la esperaban. Salíamos en canoa y empezaban las aventuras. Gloria era la que se tiraba al agua desde más alto, todo el mundo se asombraba de su agilidad. Como también se asombraban de ella mis amigosm después, en su adolescencia, por la facilidad y la polenta con que podía quedarse discutiendo de política con ellos. Era muy seductora... Esa pasión, sin embargo, no tuvo nada que ver conmigo. A ella le interesaba la política muy a fondo; ya cuando tenía catorce a;os yo solía tener serias discusiones por su trabajo como delegada de colegio: eso le exigía un abandono total con el cual yo no estaba de acuerdo. Pero era difícil conradecirla... Cuando conoció a Fito, que era bastante más grande que ella, se sintió inmediatamente atraída. Al principio no me gustaba que hubiera tanta diferencia de edad... hasta que lo fui conociendo, y lo empecé a querer. Me acuerdo que les había regalado una alfombra y una cortina para la casa, y ella estaba encantada porque quería tener su casa, vivirla. Debía ser una casa muy especial, claro, donde pudiera tener sus animales. Porque Gloria era eso. Esa era la Gloria que volvía siempre, como decir, a las fuentes. Una Gloria muy familiera, que en el 77, cuando se habían mudado a la casa de la abuela, había tenido una vuelta a su ternura original: adoraba a su esposo, le gustaba la casa, quería tener hijos...” El artículo de “El periodista...” finalizaba con la transcripción de una cinta que Gloria le había grabado a Gustavo a fines de mayo de 1977, mientras él cumplía el servicio militar en la Patagonia. Todavía recuerdo la ronquera de su voz, postrada como estaba en cama, por una peluritis: “Gus -dijo, dice, decía- los perritos de Soledad están muy lindos. Los machitos ya han sido regalados y hoy nos quedan nada más que dos hembritas, Fedra y Violeta, muy lindas las dos. Soledad, lamentablemente, tuvo un ataque de ciancia porque como buena madre que es, todo el calcio que hacía en un día se lo daba a sus hijos al mamar. Pero ya se solucionó. Otras noticias con respecto al libro te cuento en la carta. Lo que sí, hoy a la ma;ana me llamaron para invitarme al Instituto Argentino Irlandés para ver si me dan un premio por mi libro. Vamos a ver qué pasa: es el 14 de junio, espero poder estar levantada para el acto... Siempre creí, sabés, que a pesar de las distancias y las latitudes diferentes y todas esas cosas, dos personas que se quieren mucho, amén de los vínculos sanguíneos (porque a veces dos hermanos pueden ser hermanos y no quererse), logran comunicarse un poco, digamos, extrasensorialmente. Y yo te lo pongo un poco en la carta y te vas a cagar de risa cuando te digo lo de las enfermedades, pero fijate vos que de alguna forma exitió esa comunicación entre nosotros. Porque vos estuviste en la enfermería con una bronquitis , y al tiempo caigo yo con una pleuresía o pleuritis (no sé cómo mierda se llama esta enfermedad de los pulmones), que son dos cosas del cuerpo humano que están más o menos vecinas, ¿no? Además, no sé, pero me acuerdo de cuando jugábamos juntos a la escondida. Cuando te decía mi nenito chiquitito. Cuando te hacía ese mechón de bebé al a;o, y vos te enojabas mucho... Y me imagino ahora, que estás hecho un hombre, así como te vi en la foto, marchando con marchas militares y la bandera flameando, que todos nos desvivimos para tratar de immaginarte... en fin; mejor no sigo con la lata porque ando bastante ronca... Así que bueno, te mando un abrazo grandote, un beso en la garganta... en la frente... en la... panza, otro en la cola, otro en la... nariz, que siempre la tenés chiquitiz, y el más grande cari;o de tu hermana, que a pesar de estar, como dice el chanta de mi viejo, en la ultratumba, que no es así, está en la cama, y muy contenta de haber hablado con vos...” En los meses posteriores a la aparición del artículo la figura de Gloria Kehoe Wilson se me presentó varias veces en sueños. Esa chica preciosa, parecida a María Schneider, a quien yo sólo conocía por fotos, venía dulcemente a pedir que me ocupara de sus escritos sueltos, de su obra inédita. Llegué a pensar en terminar una novela que ella había estado haciendo sobre los irlandeses en Buenos Aires. Y una mañana en que caminaba con mis hijos por la plaza Irlanda me acordé de un cuento a lo Haroldo Conti que ella había publicado en ese único libro, “Pico de paloma”, basado justamente en uno de los caballitos de madera de la calesita de la plaza. Gloria fue la primer persona secuestrada por la dictadura -el 13 de junio de 1977- de la que al menos yo tuve noticias. En el reportaje de “El periodista...” contaba que su cuento nos había llegado casualmente en un sobre con papeles inéditos de otra revista literaria, que había dejado de salir; que quise conseguir más textos de esa escritora que me gustaba y que me fui hasta la dirección que había en su curriculum. Pero me encontré con que el departamento del barrio de Belgrano que figuraba como dirección estaba vacío, y que nadie sabía a donde se habían mudado quienes vivían ahí. En octubre de 1983 las organizaciones de Derechos Humanos sacaron una solicitada preguntando cómo y dónde habían votado los detenidos-desaparecidos. Leí nombre por nombre las seis páginas de diario buscando a nadie en especial y reencontré a Gloria Kehoe Wilson. Entonces yo, con otros cientos de miles, entendí que todo lo que se decía sobre la desaparición de personas era cierto. Volví a hablar con Gustavo Kehoe Wilson acerca de Gloria en los primeros días del nuevo milenio. Antes del reportaje pasé por su trabajo para dejarle una copia del viejo artículo publicado en “El Periodista...”, porque él no lo podía encontrar. Le di unos días para que releyera la nota. Combinamos encontrarnos en mi casa un par de tardes después, como habíamos hecho quince años atrás. Gustavo llegó puntual. Nos saludamos cordialmente y pusimos en el equipo de música un CD grabado por él que había traído para que yo lo escuchase. Lo que sigue son los momentos principales de la larga conversación que mantuvimos sobre Gloria. -Releí todo el artículo antes de venir acá... -dijo haciendo chirriar las ruedas mal aceitadas de mi silla de escribir, donde se sentó con naturalidad- lo pensé bastante. Tenía, pucha, una cosa de duda, no sé, de miedo a venir a hablar. De sentir que iba a entrar a mover un poco de las aguas que están ahí, ¿no? A veces la sensación es que mejor es seguir siempre adelante con las anteojeras y no meterse mucho en el... Pero bueno... Está todo bien y yo sé que a mí aparte me hace bien hablar de Gloria... de lo que era nuestra relación... Me parece también que es como un... un... - ¿Un homenaje...? -Como pequeños homenajes a los desaparecidos. Son recordatorios. Para que la memoria no desaparezca también. -¿Qué recordás del artículo? -Te decía que mi relación con Gloria era de mucho afecto pero también de mucho conflicto. Una relación de hermanos en algunos aspectos difícil. Ella era la mayor. Era la niña brillante de la familia y bueno, como que a mí me costó un poco acomodarme a la vida del hogar, desde chico te estoy diciendo, ¿no? -Decías entonces que siempre hubo vallas difíciles de salvar entre ustedes... -Leyendo la entrevista del año 86 encontré esa palabra en un párrafo pequeño que me duele leerlo así como lo dije. La palabra es "insalvables", cuando digo "vallas insalvables". Hoy me parece que de ninguna manera mis vallas con Gloria eran insalvables. Hoy siento que hace mucho que ya dejé esos rollos de la adolecencia, hoy mi relación con Gloria, con la Gloria que sigue viva adentro mío, es muy clara, de mucho amor y ternura. -¿Cuántos años te llevaba? -Cuatro... Yo soy del ´58 y Gloria es... del ´54. Tres años y medio. Yo soy de enero y ella era de setiembre. -¿Te pregunté la vez pasada cuál había sido tu primer recuerdo de Gloria? -¿Mi primer recuerdo en qué sentido? -El recuerdo más viejo que tengas de tu hermana. Gustavo se quedó un rato pensativo. -Creo que tengo muchos. No sé cuál es el más antiguo. Pensá que era mi hermana mayor. Desde que tengo conciencia ella estuvo conmigo... Pienso que será alguno de la casa de mis abuelos, una casa muy grande en Belgrano: en el jardín, en el arenero de atrás; andando en bicicleta por el barrio, una cosa así. Me acuerdo de una siesta los dos solos jugando por todo el living de la casa. Yo estoy parado arriba de una silla y me estoy por tirar a caballito de ella. Eso es una cosa que estaba en la nota de “El periodista”: Gloria jugaba mucho a que yo era su bebé. Creo que ese es mi primer recuerdo. -¿Y el último? -El último recuerdo de contacto físico con ella es de marzo del 77. El 18 de marzo de 1977 yo me presento a hacer la colimba. En ese momento vivía con mi vieja un departamento que ella había alquilado después de separarse de mi viejo; habré vivido ahí unos tres meses, antes de ir a la colimba. Y el día anterior hubo una reunión con toda la familia, y no sé si algún amigo. La pasamos bárbaro. Nos cagamos de risa, aunque ella ya sabía que me tocaba el sur y estaba con un poco de bronca por eso. Y bueno, esa fue la última vez que la vi. -¿Es un recuerdo triste? -No. Tengo un recuerdo alegre. Si bien en el país había un clima muy denso y muy terrible, del cual no éramos ajenos como familia, porque estábamos perfectamente al tanto de lo que pasaba, esa reunión fue alegre. -Porque la vida continuaba, ¿no? -Si, pero digamos que la nuestra no era una familia acosada por la represión. -¿No sentían la inminencia del peligro? -No. Por eso te digo: a mí me sorprendió muchísimo el secuestro de Gloria. Gloria había dejado de militar hacía más de un año largo. -¿En qué consistió su militancia? -Por lo que yo sé, estaba más ligada con intelectuales, gente de literatura... Había hecho como grupos de profesionales. Había periodistas, gente de cultura... -¿Te acordás de algún nombre? -No, no. No eran conocidos. Por lo menos no públicamente. -¿No te da curiosidad saber quiénes eran, quiénes compartieron sus ideales? -En realidad mi relación con el tema es así... a veces prefiero no enterarme... Por ejemplo tuve la posibilidad de encontrarme con una persona que supo más o menos cómo fueron los últimos momentos de Gloria. Yo sabía que había caído en la ESMA, y que fue trasladada, digámoslo entre comillas, al poco tiempo... lo que en general hacían con la gente más perejil... los que no les resultaban útiles. -¿Cómo lo supiste esto? -Mi viejo y mi vieja se encontraron con una persona conocida de la pareja de Gloria. Esa persona estuvo en la ESMA y la vio. Me acuerdo que hablamos mucho el hecho de ir o no ir a conversar sobre Gloria. Pero yo nunca quise encontrarme con él a hablar del tema. -¿Por qué no? -Es una pregunta que aún hoy me sigo planteando. No estaba seguro de que tuviera sentido saber los detalles. De todas formas, creo que habría que reconstruir la historia de los desaparecidos. -¿Rearmarla? -Pero no sé si tengo ganas... -¿Por qué no? -Porque no. La verdad, me van a contar que la llevaron a un avión, que le pusieron una inyección de Pentotal y la tiraron al río. Para que me cuenten éso... Ya más o menos creo que lo sé. Hasta sería una cosa... Hay momentos en que sí, quiero ir a ver a esa persona que la vio... y decime, contame qué sabés; tuve inclusive la oportunidad de ver a una periodista que escribió sobre Gloria en Página 12 : ella sabe que la trasladaron enseguida, y recuerda que en el piso de la celda quedó tirado el tapado marroncito... uno que tenía puesto cuando la secuestraron de la casa... Sí, es una historia que tendría que... Pero después digo que no, yo no, y bueno, calculo que lo mismo le habrá pasado a mis viejos... Alguien tendría que... Bueno, no están más mis viejos... -¿Llegaste a hablar con ellos espontáneamente sobre los últimos días de Gloria? -Hay muchas cosas que no se hablaban claramente en esa época. Por el tema de la muerte y porque se había salido recién de la dictadura. Te hablo del año 84. Todavía estaba el miedo como reflejo de la dictadura. Recién empezaba la democracia. Hoy se habla más abiertamente del tema. -En principio, hablás con más soltura. Narrás. La vez pasada tenías más reparos. ¿Qué edad tenés ahora ? -Es posible. Tengo cuarenta y dos años. -¿Soñás con Gloria a veces? -Tengo un sueño recurrente. En ese sueño me encuentro con Gloria y ella me cuenta que estuvo secuestrada, que fue todo muy duro, pero que ahora está bien. Es un sueño alegre, hermoso te diría. El contraste con el despertar es tremendo y dificil de llevar... a cuestas. -¿Qué aspecto tiene Gloria en ese sueño? -Bien. Como las últimas veces que la vi. Nada demacrada, al contrario. Bien. Creo que tal vez vestida con jeans. Pero bien. Alegre y de buen talante, contenta. Como diciéndome: “Quedate tranquilo. Fue todo muy duro pero estoy acá”. Una cosa así. -“Ya pasó”. -Sí. Eso. -¿Gloria llega a ese sueño con algún anuncio previo? -No. Los sueños son así. Algo misterioso que irrumpe. A veces me doy cuenta más tarde que soñé con Gloria. A veces ya sé que soñé con ella en el momento en que me despierto. Y de alguna manera me marca un poco el día porque estoy bajoneado, triste. Por más que la vida te va llevando para adelante, por más que están los pibes, el laburo, Gloria sigue estando ahí como un... -En la época que hicimos... -... como un latido. -“Destello” dijiste cuando hicimos la otra nota. Lo tengo en mis apuntes. ¿Ya soñabas con ella en ese entonces? -Probablemente. Probablemente. Porque creo que es un sueño que tengo dsesde aquella época. Quizás no lo tenía tan presente. En los últimos años es como que está más en la superficie. Tendría que hablar con mi mujer para ver cómo es esto de los sueños... Y es que a la vez también tengo muchas pesadillas. Y a veces me levanto con muchos sobresaltos, y ahí no sé qué es lo que pasa mientras duermo. -¿El hecho de tener una hermana desaparecida te resultó últil alguna vez? -Es una pregunta buena ésa. A veces me he encontrado en situaciones en que me he tenido que frenar para no usar el tema, a pesar de la tentación, quizás un poco mezquina, de utilizarlo. -¿Como un minusválido, dicho esto con todo respeto, aprovechándose de su defecto para inspirar... ? -Como inspirando una especie de compasión, digamos. Digamos que sí. En general me he dado cuenta antes y me frené. Esto lo he hablado mucho en análisis, y creo que me ha servido. -¿Hiciste terapia? -Hice algún tipo de terapia distinta, y ahora hace bastantes años que hago psicoanálisis. No me tiro muy a fondo con el tema. Si bien aparece en los sueños, y es lógico, creo que he podido poner cada cosa en su lugar. -¿En qué te ayudó el tratamiento psicoanalítico? -Como te decía la otra vez, lo de Gloria fue siempre una relación difícil. Todas las relaciones de hermanos deben ser complicadas, con sus bemoles y sus particularidades. En la nuestra, Gloria tuvo desde chiquita una luz propia muy fuerte. Cantaba. Tocaba guitarra. A los diez años escribía cuentos. Fue la primer nieta de mis abuelos. Y yo, bueno, esto que te decía, un perfil más bajo. Quizás se trataba como en todos lados, de encontrar un poco de ubicación, un espacio propio. El psicoanálisis me ayudó en esto. A poner un poquito la cosa más clara : el amor, el afecto profundo... -¿A pesar de los celos y de la competencia? -El psicoanálisis me ayudó mucho a que no se mezclen los terrenos. Creo que me ha hecho bien. Y creo que el sueño es un poco eso, un sueño de mucho cariño. -Además del psicoanalista, ¿con quién hablás de este tema hoy en día? -Con Vicky, mi mujer... Y con algunos amigos con los que, bueno, el tema ya está tan incorporado que... En realidad no es un tema que hable mucho. Es un tema muy íntimo. Muy de fondo. Muy mar de fondo. -¿Escribiste alguna canción relacionada con la desaparición de Gloria? -Una canción que se llama “Canto robado”. La escribí más o menos para la época en que hicimos la nota. -¿Cómo dice la letra? -Dice: “Cuesta mirar atrás / con el rostro frío de la verdad / con la sonrisa herida / la fe dormida no vale más / con los ojos vacíos. / Fuimos errantes sin pestañear / fuimos como rebaño / de un lado a otro por el corral”. Habla del Proceso básicamente. Y en la canción aparece como un dato lo de Gloria. Hay una estrofa : “Fueron los años duros / del aire oscuro / de aquel Mundial. / Todos con la bandera / la noche entera para gritar. / Pero la vuelta misma de aquellos gritos sin voluntad / mi amigo con barrotes / y de mi hermana hoy no sé más”. -¿Escribiste algo más? -Un soneto. “Libertad de tu nombre siempre Gloria / desde aquella niñez en las miradas / has quedado precisa en la memoria / y en la voz como el filo de la espada. / Has dejado de lluvia nuestra historia / en un 13 de junio acorralada / y en el canto y su espacio de victoria / tu amor, mi amor, la llama inacabada. / Fue después de saber que no morías / o es que acaso ha dejado de existirme / que pude hallar viviendo tu presencia / que pude dar amor en ciertos días. / Fue después de llorar hasta partirme / que pude hacer un himno de tu ausencia”. por Alejandro Margulis próximo reportaje Copyright 2001 ayeshalibros.com.ar / Todos los derechos reservados http://www.ayeshalibros.com.ar/anteriores/reportajes/reportajeshermanoswilson.htm