Papá:
Cuando te secuestraron el 13 de marzo de 1976, tenías 64 años. Las personas que lo hicieron tienen nombre y
apellido, sin embargo nunca fueron castigados y tenemos que encontrarlos todos los días, ocupando cargos
políticos o públicos o caminando libremente por las calles; hiriendo profundamente, no sólo a la familia
que sufrió tu pérdida, sino también a la dignidad de un país que sufre una herida sangrante que no
cicatriza.
En un momento lograron transformar tu identidad de padre, hermano, esposo, político, hombre inquieto que se preocupaba
por la gente de su pueblo, defensor de presos políticos y de derechos humanos, que luchaba por principio y valores
desde muy joven, cuando militabas en el movimiento estudiantil en la Universidad de Córdoba, cuando fuiste diputado y
cuando representaste al país en los Congresos Mundiales por la Paz.
En el instante en que el taxi que viajabas fue cruzado por dos vehículos, te sacaron a la fuerza y te subieron a uno de
los autos, pasaste a ser un "desaparecido".
Nunca supimos a donde te llevaron, nosotros no sabíamos, la gente no sabia, pero ellos sí sabían, ellos
si saben, lo que hicieron contigo, a donde te llevaron, a donde te escondieron, a donde te torturaron. Ellos saben, siempre
supieron.
Desaparecido
¿Qué buscas solitaria figura,
deambulando por la Plaza?
Deja que te inunde el sol
que el calor cure el oscuro silencio de tu alma.
Todo está allí, llena de ruidos
¿Por qué no te quedas tú?
¿Por qué dejas tu lugar vació?
La armónica estructura cambia.
Te arrancaron de la Plaza
Padre
No quiero que me digan
De tu muerte
Tú sabes
Que nunca olvidaremos,
tu rabia
tu amor
tu verdad
Surgirá tu sangre ardiente
Como un torrente…
Será río
y en él
ahogaremos el infortunio.
- Nenina Lescano
Época negra de la historia argentina
- Por Jorge Lescano
El año 1976 fue la culminación de un largo proceso de persecuciones políticas y de limitación de
las libertades de los argentinos, proceso este que comenzó en el año 1966 con la instauración de la
dictadura de Onganía, en esta década se sucedieron los atropellos contra la civilidad y las clases obreras y
estudiantiles de nuestro país, las clases pensantes y combativas, defensoras de los derechos elementales de la libertad
y del hombre fueron marginadas y perseguidas por grupos militares y paramilitares, en marzo de 1976 el 24 para ser mas exacto
comenzó el peor genocidio que conoce la Argentina después de las masacres consumadas por Roca y la conquista
española, este genocidio del que aun recibimos coletazos es el principio de todas las crisis de impunidad posteriores
en el país, la inseguridad de hoy es producto de esa época negra de la historia argentina.
Las prerrogativas que tenían los asesinos integrantes de "grupos de tareas" pasaban desde la impunidad para matar robar
y saquear a los perseguidos políticos como la de privarlos de su libertad , torturarlos y asesinarlos en
cárceles clandestinas creadas y fomentadas desde el Estado, todos estos asesinos continuaron después de la
dictadura con sus practicas delincuenciales, otrora disfrazadas con una ideología perversa, la mayoría eran
policías y militares, gendarmes y guardiacárceles, quienes funcionaban en conjunto en una cadena de impunidad.
Esto como prólogo, el motivo de mi carta es para recordar el 13 de marzo de 1976, fecha del secuestro y, se supone
posterior asesinato de mi padre el Dr. Luis Alejandro Lescano. Es importante para mí recordarlo, y creo que
debería serlo para todos ya que el crimen se mantiene impune y sin embargo no percibo urgencia ni en la Justicia ni en
la sociedad por resolverlo, imputar y someter a juicio a los culpables.
Sin embargo, mi familia y yo hemos sobrevivido a esto y continuaremos nuestras vidas, pero es importante que sepamos que para
que ocurran cosas como éstas se requiere de la complicidad de muchos sectores.
Se cumplen 33 años de la desaparición de mi padre y sostengo que los argentinos no podemos echar al olvido a los
mártires de nuestra historia, si esto hubiese ocurrido con las valientes mujeres de cottom en Nueva York hoy no
recordaríamos a las mujeres el 8 de marzo, si olvidamos nuestros héroes, si olvidamos a quienes cayeron para
recuperar nuestra libertad estamos sembrando impunidad, inseguridad, rencores y olvido que es lo peor que le puede pasar a una
sociedad.
Por último, es muy importante agradecer al ex intendente Mario Bonacina, quien puso el nombre de mi padre a una calle
del barrio Borges; al jefe de Gabinete, Elías Suárez, por el monolito que se erigió en el lugar de su
secuestro; y al intendente Julio Alegre, quien le rindió un homenaje, imponiendo su nombre al anfiteatro de la plaza
Sarmiento.