Comisaría de Villa Martelli

(Buenos Aires)

 
 

Ubicación: 

Armenia 2646, Villa Martelli, provincia de Buenos Aires. 


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Ubicada en el Area 450 de la Zona 4, operó como CCD durante 1976/1977.

En los legajos N° 1639 y 6493 Iris Etelvina Pereyra de Avellaneda, da testimonio del secuestro de ella y de su hijo de 13 años de edad. El 15 de abril de 1976, aproximadamente a las 2 hs fue allanado el domicilio de la familia Avellaneda; el personal interviniente, ostensiblemente disfrazado, inició la búsqueda del Sr. Avellaneda, y al no encontrarlo detuvo en calidad de rehenes a su esposa, Iris Etelvina Pereyra de Avellaneda y a su hijo Floreal Edgardo.

Vendadas y encapuchadas, las dos personas fueron llevadas a la Comisaría de Villa Martelli, donde fueron torturadas con picana eléctrica a la vez que eran interrogadas sobre el paradero del Sr. Avellaneda.

En el libro "Campo Santo (Testimonios del ex sargento Víctor Ibáñez) de Fernando Almirón", la señora de Avellaneda cuenta su secuestro y paso por la Comisaría de Villa Martelli:

"En la vereda nos ataron y encapucharon. Dejé de escuchar los gritos de Estela y el llanto de mis cuñadas y sobrinas cuando me metieron violentamente adentro de un auto. "Tanteaba el asiento para ver si 'el Negrito' estaba conmigo. Como no lo encontré les empecé a preguntar a los gritos qué habían hecho con él. 'Pará che. No te desesperés que ya te lo traen. Pará de gritar, hija de puta', me dijo uno de los secuestradores, el que se mostró más nervioso durante todo el operativo."

"Y así fue, me lo sentaron al lado. El tenía las manos atadas a la espalda y giraba para tratar de agarrarme las mías. 'Mami, quedate tranquila. Todo va a salir bien', me dijo, y justo pudo llegar a apretarme fuerte las manos. No me soltó hasta que nos separaron. Pero antes pasó un buen rato. Llevaron el auto hasta un lugar donde lo dejaron parado como dos horas con nosotros adentro, solos. Después nos llevaron a la comisaría de Villa Martelli."

"Apenas llegamos me bajaron de los pelos y me ataron a una columna de hormigón que estaba junto a una piletita para lavarse las manos. Se escuchaban gritos espeluznantes, de gente a la que estaban torturando. Me preguntaba para qué me querrían a mí, cuando en ese preciso momento me llevaron frente a un muchacho que decía haber trabajado en Tensa con mi marido. " 'Dígale que yo estuve en su casa y que Floreal era compañero de trabajo', me dice este muchacho. Yo pensé que si decía que sí iban a pensar que sabía más cosas y me iban a reventar a palos para que confesara lo que en realidad no sabía. Yo estaba encapuchada y respondí: 'A esa voz no la conozco'. 'Dele, Iris, dele. Dígales que me conoce', volvió a insistir la voz. Yo pensaba que era una trampa, que me querían hacer pisar el palito. Me mantuve en la negativa y enseguida fui a la 'parrilla'. "

"Después de atarme a un elástico de cama metálico me tiraron unos baldazos de agua. Uno, que creo que le decían 'el 220', me dijo: 'De esta no te olvidás más, te lo juro'. Me picaneó sin piedad. Me preguntaba dónde nos reuníamos, cuándo... Todo para que yo 'cantara' nombres. Y mientras me torturaban a mí, también torturaban al 'Negrito'. Me volvía loca, gritaba. 'Ni a vos ni a tu pibe les van a quedar ganas de joder más', me decía el hijo de puta masticando las palabras con bronca. Escuchaba a mi hijo Floreal, al que estaban torturando. Me desesperaba ante cada uno de sus gritos, me retorcía de dolor e impotencia. Cada vez que él gritaba, me aplicaban la 'máquina' con más ganas."

"No sé cuánto tiempo pasó. Cuando terminó la sesión me llevaron hasta la columna en la que me habían atado antes. El 'Negrito' ya estaba ahí. 'Mamá, deciles que papá se escapó por los techos, por favor', me dijo. Fue la última vez que escuché su voz. Después se lo llevaron. Me separaron definitivamente de él. Tenía 13 años."

(El cuerpo de Floreal Avellaneda apareció flotando en aguas del Río de la Plata, cerca de la costa uruguaya, el 15 de mayo de 1976, un mes después de que fuera secuestrado junto a su madre. Estaba atado de pies y manos con alambre. Tenía una profunda herida sin cerrar en una de sus piernas. Luego se comprobaría que había muerto a causa del 'empalamiento' al que fue sometido por los torturadores en 'El Campito'.)