Primera Parte
La amenaza militar externa

Documento Santa Fe I

 

Propuesta Nº 1

 

Revitalizar el sistema de seguridad hemisférica apoyando el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y tomando el liderazgo en la Junta Interamericana de Defensa, a fin de apoyar la larga lista de resoluciones dirigidas a incrementar la seguridad del Hemisferio contra las amenazas externas e internas.

La política cambia, pero la geografía no. Este Hemisferio es todavía la mitad del globo, nuestra mitad, la mitad americana. Nuestro futuro geoestratégico, económico, social y político debe estar asegurado por un sistema hemisférico de seguridad. Los sueños de Simón Bolívar y Thomas Jefferson son tan válidos en la actualidad como lo fueron en 1826. El TIAR, o Tratado de Río, es tan vital actualmente como lo era en 1948, cuando se firmó en Bogotá.

La política de Estados Unidos debe dirigirse hacia la reconstrucción de un sentido de comunidad e intereses mutuos, los cuales son elementos esenciales de la revitalización de este tratado. la amenaza representada por los masivos esfuerzos del eje soviético-cubano para subvertir internamente y para atacar desde fuera a los gobiernos legítimos de este Hemisferio, sólo puede ser contrarrestada dentro del marco de referencia de tal acuerdo de seguridad. La armada soviética de mares cálidos, junto con la masiva presencia soviética en Cuba, representa un claro peligro para todas las naciones libres del Hemisferio. El Tratado de Río es una respuesta medida y prudente a esta flagrante amenaza.

El órgano del Tratado de Río es la Junta Interamericana de Defensa, la cual se estableció con el propósito de aconsejar y recomendar a los gobiernos miembros aquellas medidas que fueran necesarias para la seguridad de este Hemisferio. Las políticas actuales han sido destructivas de la utilidad del Tratado y de la Junta. Las resoluciones claramente planteadas por la JID en relación con la amenaza soviético-cubana, han sido totalmente ignoradas y pasadas por alto por las recientes administraciones. Estados Unidos debería apoyar y ayudar a la JID en la consecución apropiada de sus funciones.

El sistema de seguridad de este Hemisferio debería consistir en tres elementos o niveles. El primero y básico es el Tratado de Río; el segundo sería un subconjunto del primero: las organizaciones de seguridad regional; el tercero consistiría en acuerdos bilaterales entre los diversos miembros de los primeros dos niveles.

 

Propuesta Nº 2

 

Estimular acuerdos de seguridad regional que contribuirían a la seguridad, tanto hemisférica como regional, contra las amenazas externas o internas a la seguridad.

Como se delineó en la primera propuesta, el acuerdo básico de seguridad para este hemisferio debería ser el Tratado de Río. Sin embargo, esto representa sólo el primer aspecto de un conjunto que tendría tres elementos. Operando bajo el paraguas nuclear que protege a todo el Mundo Libre, el Tratado de Río representa un acuerdo estratégico de primera magnitud, a un mismo nivel que la OTAN y que nuestros acuerdos de seguridad con Japón, Australia y Nueva Zelanda.

Por mala fortuna, este acuerdo no es suficiente. La gente no se relaciona fácilmente sobre una base hemisférica: el concepto es abstracto y la capacidad de un ciudadano medio para relacionarse con un acuerdo es difícil, si no imposible. Por lo tanto, necesitamos algo con lo cual ellos sí puedan relacionarse.

El acuerdo regional cumple con este requisito. Un argentino o un paraguayo pueden entender sin dificultad la existencia de un acuerdo regional para la seguridad del Atlántico Sur. Les asegura su alimentación, sus exportaciones y sus importaciones. Es inmediato y claro, mientras que el concepto de seguridad hemisférica es difícil de visualizar, es confuso para sus experiencias, y también sugiere una pesada mano norteamericana.

La política de Estados Unidos debe consistir en estimular y apoyar tales acuerdos de seguridad regional. Lo anterior está en claro contrate con las políticas actuales, que han estado dirigidas a desanimar tales mecanismos. El fracaso del acuerdo de seguridad regional de Centroamérica (CONDECA) es un buen ejemplo. Esta organización de seguridad regional ha sido y es un obstáculo importante para la subversión cubano-panameño-norteamericana (sic.N.del.E.) de los gobiernos bajo ataque: El Salvador, Honduras y Guatemala.

 

Propuesta Nº 3

 

Reactivar, como el tercer elemento de nuestro sistema hemisférico de seguridad, nuestras tradicionales vinculaciones militares en el continente, ofreciendo entrenamiento militar y ayuda a las fuerzas armadas de continente americano, con un énfasis particular en los oficiales más jóvenes y en los suboficiales. Ofrecer ayuda técnica y psicológica a todos los países de este Hemisferio en su lucha contra el terrorismo, independientemente del origen de este último.

 

Las políticas de la década pasada con respecto a la venta de armas y a la ayuda para la seguridad, han fracasado y están desacreditadas aquí y en el extranjero. La única justificación a las ventas de armas y a la ayuda de seguridad, es el fortalecimiento de la seguridad y la viabilidad de Estados Unidos y sus aliados en el sentido más amplio. Nuestro papel de líderes y nuestra tecnología nos imponen esta onerosa responsabilidad. Los tràgicos fracaso recientes en el área, particularmente en este Hemisferio, han animado a nuestros enemigos y enfurecido y confundido a nuestros amigos.

Ahora nos debemos poner en marcha a fin de enfrentar tanto la amenaza externa como la interna, utilizando la ayuda de seguridad para fortalecer nuestros intereses nacionales. Esta ayuda toma muchas formas y debería ser cuidadosamente diseñada para satisfacer las necesidades mutuas de nuestros aliados y amigos. A través de una cuidadosa evaluación conjuntamente realizada con nuestros aliados, podemos utilizar las grandes reservas de talento y fuerzas disponibles en este Hemisferio a fin de contener la amenaza combinando nuestro arsenal de armamentos con los contingentes humanos del continente, podemos crear un Hemisferio libre, capaz de parar la agresión soviético-cubana.

Utilizando el entrenamiento militar de nuestro país, Estados Unidos puede proporcionar no solamente un liderazgo profesional de primera clase, sino también un modelo moderado para el resto del personal militar del continente americano y sus familias. Viviendo en Estados Unidos y observando nuestro proceso político en acción, los líderes militares de este Hemisferio pueden volver a sentir el respeto y la admiración que antes tenían por Estados Unidos.

Las ventajas militares estratégicas que se ganarán gracias al entrenamiento, al equipo y a la logística comunes son obvias. Mientras que se esforzaba heroicamente para conseguir esto en la OTAN, la Administración Carter destruyó sistemáticamente todos los intentos de cooperación y comunidad en este Hemisferio, con la única excepción de la dictadura de extrema izquierda y brutalmente agresiva de Omar Torrijos. Esta política debe revertirse.

 

 

Propuesta Nº 4

 

Si los presentes tratados fracasaran, colocar al Canal de Panamá bajo la protección de la Junta Interamericana de Defensa, con el objeto de asegurar que las naciones de este Hemisferio tengan un acceso libre y justo a las cuencas del Atlántico y el Pacífico.

 

Los Tratados del Canal de Panamá, a pesar de los mejores esfuerzos realizados por la Administración Carter y ciertos elementos del gobierno panameño, se encuentran en problemas. El presidente Arístides Royo ha formalizado algunos de estos problemas en una reciente carta dirigida al presidente Carter. La Casa Blanca no ha aclarado la situaición; en realidad, el presidente Carter no ha expresado una sola palabra al respecto de la situación. Básicamente, los dos países han ratificado y están hablando sobre dos conjuntos diferentes de tratados.

El problema ahora es cómo manejar un tema bilateral potenciallmente peligroso y explosivo. Tradicionalmente, en los asuntos interamericanos, cuando las negociaciones bilaterales fracasan en la resolución de alguna cuestión estratégica importante, los enfoques multilaterales a menudo sirven para solucionar problemas que de otra manera aparecen como intratables.

El Canal de Panamá tiene un valor estratégico vital para la mayor parte de los países de este Hemisferio. Su seguridad y disponibilidad son de gran interés para los países del Norte, Centro y Sudamérica. Si adjudicáramos esta responsabilidad a los firmantes del Tratado de Río, los cuales a su vez podrían designar a la JID como su agente, el problema estaría ubicado en un plano estratégico adecuado y se elevaría a la posición de visibilidad internacional que tanto merece.

Si trasladáramos la JID al Canal, estableciéramos una zona de seguridad bajo las diecinueve banderas de la JID y relizáramos ejercicois combinados, los países libres del continetne americano estaríamos haciéndole saber a los soviéticos y a sus aliados comunistas en este Hemisferio, que nos encontramos listos, deseosos y capaces de defender nuestros intereses vitales.

La operación diaria y el necesario mantenimiento del Canal podrían ser realizados por personal panameño y norteamericano, o por medio de contratistas privados.

 

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