Capítulo II
Víctimas

A. Niños desaparecidos y embarazadas (Continuación)

 

El Hospital Campo de Mayo


Pero, sin duda, uno de los hechos más oprobiosos que la Comisión Nacional pudo conocer e investigar sobre los alumbramientos en cautiverio de jóvenes desaparecidas, fue lo ocurrido en ciertos sectores del Hospital de 

Campo de Mayo y que necesariamente requiere un tratamiento propio.

En efecto, en dicho Hospital, ubicado en jurisdicción de la Provincia de Buenos Aires, se produjeron gravísimos hechos que han sido denunciados a la Justicia por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas el 14-VIII-84.

En el escrito pertinente expresamos: "a tenor de los testimonios recibidos, particularmente importantes dado que se trata de la declaración de seis médicos obstetras, cuatro parteras y dos enfermeras que, excepto una de las médicas, trabajan hasta el día de hoy en el Hospital de Campo de Mayo, y de un técnico radiólogo que, con el grado de cabo primero, prestó servicios en dicho Hospital durante los años 1976-1977, resulta lo siguiente:

a) los testigos reconocen unánimemente que en el Servicio de Epidemiología de dicho Hospital se alojaban detenidas cuyo ingreso no era registrado;

b) que estas detenidas eran mujeres en estado de gravidez;

c) que permanecían en estas dependencias vendadas o con los ojos cubiertos con anteojos negros y custodiadas;

d) que en la mayor parte de los casos eran sometidas a operaciones de cesáreas y que después del parto el destino de la madre y el hijo se bifurcaba, desconociéndose totalmente el lugar adonde eran trasladados".


"La plena coincidencia de los testimonios en estos puntos revela la gravedad de los hechos que derivan no sólo de la privación ilegal de la libertad de las personas que se encontraban recluidas en determinado sector del Hospital de Campo de Mayo, sino que dichas personas eran mujeres embarazadas que dieron a luz secretamente, presumiéndose que en la mayor parte de los casos los partos se precipitaron y se realizaron operaciones cesáreas..." (presentación de las denuncias a la Justicia por la Comisión el 14 de agosto de 1984 radicada ante el Juzgado en lo Criminal y Correccional de San Isidro, Dr. Mollard).

De los testimonios mencionados, el del Sr. C.C. (cuyos datos personales completos figuran en la respectiva presentación judicial) aporta una serie de datos por demás esclarecedores. El declarante, que se presentó en forma espontánea ante la CONADEP el 30 de enero de 1984, relata que siendo enfermero con grado de cabo primero, prestó servicio en el Hospital Campo de Mayo durante los años 1976 y 1977 y que pudo comprobar en las habitaciones individuales del servicio de Epidemiología, Sala de Hombres, la permanencia de mujeres embarazadas en trance de tener familia, atadas de pies y manos a las camas y con suero permanente para acelerar el proceso de parto. C.C. vio personalmente en esas condiciones a cuatro o cinco mujeres que creía eran extremistas, custodiadas por personal de Gendarmeria Nacional, pero también tenía conocimiento por sus compañeros de servicio que había un movimiento permanente de embarazadas en esa sala y que el Sargento carpintero de apellido Falcón había violado a una de ellas siendo sancionado con diez días de arresto por este hecho pero que, luego de cumplirlos, había seguido normalmente en servicio. Agrega que, cuando llegaba el momento del trabajo de parto, las prisioneras eran transportadas, presumiblemente por la noche, al servicio de Ginecología y Obstetricia, cuyo jefe era el Mayor Caserotto, actualmente en el mismo cargo pero con el grado de teniente coronel, según entiende el denunciante. A través de comentarios generalizados del personal del Hospital sabe también que, una vez nacido el hijo, las prisioneras eran separadas del niño e inmediatamente desaparecían del Hospital de Campo de Mayo con destino desconocido. En cuanto a los niños permanecían en el servicio de nursery.

El testigo C.C. relata también que, estando de guardia, vio a las prisioneras embarazadas. Siempre tenían los ojos vendados y, por referencias, supo que después del parto eran llevadas a los hangares de Campo de Mayo. Recuerda que en una oportunidad fueron llevadas al Hospital alrededor de 40 o 50 personas de ambos sexos, encapuchadas y atadas de pies y manos hacia la espalda, completamente inmovilizadas. Fueron depositadas en la Sala General de Epidemiología del Pabellón de hombres por personal de Gendarmería y custodiadas por los mismos gendarmes. C.C. ignoraba el motivo por el cual aquel grupo de personas era llevado allí, pero fue testigo directo de su arribo en un día hábil de la semana, aproximadamente a las nueve de la mañana. Eran bajados de unos vehículos cerrados, especie de furgones, como si fueran bultos ya que carecían de todo movimiento y permanecieron tirados en el suelo de la Sala de Epidemiología, donde él los vio fugazmente. Ubica aquella escena en los años 1976/77 aunque no puede recordar la fecha exacta.

A través de un enfermero que concurría al Hospital de Campo de Mayo, el testigo C.C. tuvo conocimiento que en el Comando de Instituciones Militares se formaban los llamados Grupos de Tareas, algunos de los cuales incluían enfermeros para brindar asistencia a los integrantes de dichos grupos.

Este enferinero era técnico radiólogo y su destino era la Escuela de Servicios General Lemos. En la actualidad tiene destino en el Comando de Sanidad con el grado de Sargento Ayudante.

También relata que todas las noches salía un avión de transportes Hércules del campo de aterrizaje de la base de Campo de Mayo. Era un tipo de avión inconfundible, que salía siempre con rumbo sur-este. La hora de salida era entre las 23 o 24 horas, regresando aproximadamente entre la 1.00 y la 1.30 horas de la madrugada, en un vuelo que no excedía una hora de duración. El rumbo que tomaban los vuelos hacía que el avión pasara entre la Escuela Sargento Cabral y el Hospital de Campo de Mayo. El testigo da fe de lo anterior por haberlo comprobado personalmente durante sus noches de guardia. Cuando estaba en su casa, en el barrio de suboficiales de Campo de Mayo también escuchaba el vuelo del mismo avión y lo comentaba con su esposa. En tales ocasiones no escuchaba el regreso por encontrarse durmiendo.

Estos vuelos diarios, que excepcionalmente dejaban de escucharse o verse, eran motivo de comentario entre el personal del Hospital. Se decía que llevaban personas que eran tiradas al mar. Y con referencia a las 40 o 50 personas que viera C.C. una mañana en la Sala de Epidemiología, lo que más llamó su atención fue el completo silencio e inmovilidad de las mismas aunque era evidente que estaban con vida por la falta de rigidez que presentaban.

El 3 de mayo de 1984 se presentó ante la CONADEP el Dr. M. S. (Legajo N° 6514), cuyos datos completos figuran en la presentación judicial respectiva, quien manifestó que ingresó como médico concurrente al servicio de Ginecología del Hospital Militar de Campo de Mayo y luego como médico de planta y que a partir de 1976 tomó conocimiento directo de la existencia de mujeres embarazadas denominadas N.N., que se encontraban en instalaciones alejadas del Servicio de Ginecología. Añadió que en ese período comenzó a hacer guardias de 24 horas, con lo que amplió sus informaciones sobre este tema. En efecto, pretendieron entonces obligarlo a asistir y revisar a esas mujeres, a lo cual el Dr. M. S. se negó sistemáticamente y aunque no entró nunca en la Sala en cuestión pasó cerca de ella y pudo ver que estaba dotada de vigilancia con guardia armada, como si fuera una celda. Quien ordenaba al Dr. M. S. visitar a esas internas era el médico militar Dr. Julio César Caserotto que resultaba evidentemente responsable médico de tales embarazadas.

El Dr. M.S. manifestó ignorar el destino que pudieran tener tanto las madres como sus hijos porque nunca observó nada personalmente en ese sentido. Sin embargo, por comentarios supo que en horas de la noche se practicaban operaciones cesáreas a las internas que llegaban a término y en este sentido recuerda que, en una oportunidad, el mayor médico Dr. Caserotto con unas "copas de más" comentó lo siguiente: "Qué bueno sería practicar en las N.N. la cesárea extraperitoneal" aludiendo a una técnica operatoria que no era habitual.

En una oportunidad estando de guardia, fue llamado desde el Servicio de Guardia General para revisar a dos N.N., es decir a dos mujeres embarazadas, a las que el declarante vio. Tenían los ojos cubiertos con anteojos negros y estaban acompañadas por cuatro personas de civil con aspecto de pertenecer a algún servicio de Seguridad o Inteligencia. Las habían llevado allí para que se determinara si estaban realmente embarazadas. Como en ocasiones anteriores el Dr. M.S. se negó a revisarlas.

De acuerdo al testimonio de este facultativo, en dos oportunidades, estando de guardia, vio a niños pequeños con el personal del Servicio de Obstetricia. La primera vez eran dos chiquitos de 3 y 5 años aproximadamente, muy parecidos, por lo que dedujo serían hermanos. En la segunda oportunidad, una de las monjas tenía consigo a una criatura de aproximadamente 2 años, que lloraba pidiendo a su madre. En ambas oportunidades el Dr. M.S. preguntó qué hacían esos niños allí y se le contestó que habían "entrado" durante la noche y que no había otros datos al respecto. Al pasar algunas horas más tarde por ese lugar, los chicos ya no estaban.

El Dr. M.S. permaneció en el Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital de Campo de Mayo hasta 1980 y destacó en su declaración que está casi seguro que en aquel año todavía continuaban allí los casos de N.N. embarazadas. En Ginecología todos eran médicos civiles al igual que en Obstetricia, salvo el Mayor Caserotto ya mencionado y otro médico militar que apareció hacia 1978 y tenía la pretensión de "mejorar la raza" y que era una persona muy exaltada y excitada de la cual el Dr. M.S. tiene referencias como activo participante de la lucha contra la subversión. Los médicos civiles mantenían la misma actitud que el Dr. M.S. (por lo menos aquellos que integraban el plantel de Ginecología) al no prestarse a colaborar en prácticas obviamente irregulares que ocurrían en el sector mencionado.

Los testimonios de otros cuatro médicos declarantes ante la CONADEP coinciden plenamente con los testimonios del cabo enfermero C.C. y del Dr. M.S. Todos concuerdan también en que el Dr. Julio César Caserotto, Jefe del Servicio de Maternidad, impartía las órdenes.

La Comisión Nacional dirigió entonces al Mayor médico Dr. Julio César Caserotto un cuestionario con preguntas que se formularon por oficio dirigido al Sr. Jefe del Estado Mayor del Ejército. Con fecha 10 de junio del corriente año el Dr. Caserotto contestó el cuestionario y en sus respuestas reconoce haberse desempeñado como jefe del Servicio de Maternidad de Campo de Mayo durante el período que transcurre desde de enero de 1977 hasta diciembre de 1983. Señala también que tuvo conocimiento del ingreso de personas enfermas en el Servicio de Epidemiología pero que "ignora si eran o no registradas" y manifiesta "desconocimiento de los otros hechos sobre los que se lo interroga".

También se ha enviado a la justicia el testimonio de las obstetras que se desempeñaban (lo siguen haciendo) en el Hospital de Campo de Mayo. Estas profesionales señalaron que declaraban con la autorización de sus superiores.

La señora Lorena Josefa Tasca (Legajo N° 6522) manifestó el 5 de abril/84 a la CONADEP que en 1978 fue comisionada para atender a una parturienta que se encontraba en la Cárcel de Encausados de la Guarnición de Campo de Mayo. Fue trasladada en una ambulancia en compañía de un médico cuyo nombre no recuerda. Vestía su acostumbrado uniforme pero sin el membrete con su nombre en la parte superior ya que le habían ordenado que se quitara la identificación. La parturienta se encontraba sola en una habitación, no tenía los ojos vendados, aparentaba alrededor de 30 años, morocha, de contextura delgada y baja estatura. La señora de Tasca no recuerda si el embarazo era de 5 ó 6 meses. La parturienta estaba tranquila y manifestó no necesitar nada. Después de verificar su estado, la obstetra se retiró del lugar e informó de los hechos a su jefe el Dr. Caserotto.

En otra oportunidad, en el propio Hospital de Campo de Mayo, en las piezas del fondo de la Sección Epiderniología la Sra. de Tasca recuerda que había una "puérpera cesareada" o sea que ya había sido operada. Esta señora estaba sin venda en los ojos y con su bebé en la cuna a su lado. La partera concurrió a aquella habitación porque el Dr. Caserotto le solicitó que lo acompañara a realizar la curación correspondiente.

También llevaron a otra enfermera. Relata la Sra. de Tasca que la joven madre se encontraba en perfecto estado y que el Dr. Caserotto expresó que pronto la podrían dar de alta. Había además allí otra señora vestida de civil que no se presentó y que se mantuvo de pie todo el tiempo.

También en su declaración, la partera recuerda un tercer caso ocurrido durante una guardia. En horas de la madrugada fue llamada por una enfermera para asistir a un parto. La señora de Tasca pensó que se trataría de una parturienta llegada desde el exterior de Campo de Mayo cosa que ocurría con frecuencia. Para su sorpresa, al entrar a la sala de parto, se encontró con una embarazada que tenía los ojos vendados, sobre una camilla. En la habitación se hallaban, además, dos soldados y una tercera persona uniformada que aparentemente comandaba el grupo y que nada dijo. Esta última persona que vestía ropa de fajina le dio la orden de atender el parto, lo que la testimoniante hubiera hecho de todos modos por una elemental razón de humanidad. El parto fue normal, cayéndose la venda de la parturienta durante el transcurso. Al terminar el parto quien comandaba el grupo preguntó a la Sra. Tasca si todo estaba en orden a lo cual ella contestó que en aquel momento efectivamente así era. La declarante manifestó ante la CONADEP no saber cuál fue el destino posterior de ese bebé, aunque, dijo, lo normal era llevarlo a la nursery. La partera tampoco recuerda el sexo del bebé que entregó a la enfermera. Recuerda, en cambio, que por pedido del director las internas estaban perfectamente atendidas.
Otra obstetra, la Sra. Margarita Allende Vda. de Bottone (Anexo VIII, en la presentación judicial de la CONADEP), testimonia que durante sus guardias de los sábados, en los años de la represión, tuvo la ocasión de ver a niños que, según información del personal de enfermería, eran hijos de "subversivas" que habían dado a luz en el Hospital de Campo de Mayo.

También recuerda haber acompañado a su jefe, el Dr. Caserotto, en tres oportunidades al reconocimiento de pacientes detenidas y que ellas se encontraban en el pabellón de Epidemiología de hombres en unas salitas "aparte".

Por su parte la Sra. Rosalinda Salguero (Anexo XII, en la presentación judicial de la CONADEP), manifestó que "la particularidad de esas pacientes era que no se consignaba ni el nombre ni el apellido de la paciente sino que figuraban en las planillas solamente dos letras 'N.N.' ".

En este sentido cabe asimismo consignar el grave testimonio de la Sra. Nélida Elena Valaris (Legajo N° 6372), quien manifestó que en razón de sus tareas profesionales tuvo conocimiento de que existían personas detenidas de identidad desconocida en el Hospital de Campo de Mayo y que tuvo contacto con las mismas cuando, acompañando al Dr. Caserotto u otro médico militar, controló estos embarazos sin recordar a cuántas personas atendió. Pero, en una oportunidad -cree fue agosto de 1977- recibió la orden de atender un parto. La paciente se encontraba en la enfermería de la Cárcel de Encausados de Campo de Mayo, camino a Don Torcuato. La Sra. Valaris se había negado rotundamente a ir pero tuvo que cumplir la orden emanada de la Dirección, es decir, del Dr. Di Benedetto. Al llegar a la cárcel se encontró con mucha gente vestida de fajina que le indicó el camino hasta el sector de Enfermería donde se encontraba la parturienta. Era una muchacha rubia de unos treinta años, con los ojos vendados con venda de gasa como en los otros casos. No manifestó dolor y el parto se desarrolló normalmente. Durante todo el tiempo los hombres de custodia, también con traje de fajina verde, y los otros vestidos de civil, permanecieron inmutables en el lugar. La Sra. Valaris manifestó también que el hecho se le quedó grabado porque la situación la desbordó tanto por la cantidad de custodios y uniformados que había allí como por las condiciones en las que se llevaba a cabo el parto. Finalmente, nació un niño varón. Declaró no saber más nada sobre el hecho pues apenas terminada su tarea fue introducida en una camioneta que la llevó de vuelta al Hospital.

 

 

 

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