Capítulo II
Víctimas

E. Religiosos (continuación)

 

Profesión de fe cristiana de los militares
frente al anticristianismo de la represión


La ambivalencia de los responsables de la represión no conoció límites: mientras se preconizaba aquello del «estilo de vida occidental y cristiano», el desprecio hacia la criatura humana fue constante.

En abril de 1976, el entonces Coronel Juan Bautista Sasiaiñ quien fuera más tarde Jefe de la Policía Federal afirmaba que «el Ejército valora al hombre como tal, porque el Ejército es cristiano» (La Nación, 10 de abril de 1976). Al año siguiente el Almirante Emilio Massera expresaba:

«Nosotros, cuando actuamos como poder político seguimos siendo católicos, los sacerdotes católicos cuando actúan coma poder espiritual siguen siendo ciudadanos. Sería pecado de soberbia pretender que unos y otros son infalibles en su juicios y en sus decisiones. Sin embargo, como todos obramos a partir del amor, que es el sustento de nuetra religión no tenemos problemas y las relaciones son óptimas, tal como corresponde a cristianos». (Entrevista concedida a la revista Familia Cristiana, reproducida por el diario «Clarín» el 13 de marzo de 1977). Es posible también recordar cuando en época más reciente el General Jorge Rafael Videla se refirió al «Informe final sobre desaparecidos» dado a conocer por la última Junta Militar (abril de 1983) como «un acto de amor».


Veamos cómo se interpretó ese amor al semejante, trascribiendo a continuación algunos testimonios:

«Para Navidad de 1977 se reforzaron las medidas de seguridad internas y ocurrió algo inaudito. Alrededor de 15 prisioneros fuimos llevados a una Misa oficiada en el Casino de Oficiales de la E.S.M.A. En el hall del salón de los dormitorios habían levantado un altar sencillo y habían colocado bancos. Todos estábamos engrillados, esposados con las manos detrás de la espalda y encapuchados. Nos sacaron las capuchas y el Capitán Acosta nos dijo que para celebrarse la fiesta de Navidad cristiana habían decidido que pudiésemos oír misa, confesarnos y comulgar los que éramos creyentes y los que no lo fueran para que tuviesen tranquilidad espiritual y pensáramos todos que la vida y la paz son posibles, que la Escuela de Mecánica todo lo podía hacer. Entre tanto se oían gritos de los que eran torturados y el ruido de las cadenas arrastradas de los que eran llevados al baño en la sección «Capucha». En mi caso, mi formación cristiana y la presión de todo lo que estaba viviendo hizo que me confesara. Allí, nos pusieron la capucha» (Testimonio de Lisandro Raúl Cubas, Legajo N° 6974). 


«En una fecha próxima al 24 de diciembre de 1976, se hizo presente el Almirante Massera junto con el Contralmirante Chamorro, el Capitán Acosta y algunos miembros del Grupo de Tarea 3. En esa oportunidad, exhibiendo un cinismo e hipocresía sin límites, ante una treintena de prisioneros con sus piernas sujetas con grilletas, nos deseó «Feliz Navidad» (Testimonio de Graciela Daleo y Andrés Castillo, Legajo N° 4816).


«...antes de permitirnos acostar en el suelo para dormir, el personal de guardia nos obligaba a rezar en voz alta un «Padre Nuestro», un «Ave María», a la vez que nos exhortaban a «dar las gracias a Dios porque han vivido un día más» y también para que «ese día no fuese el último. Después nos acostábamos» (Testimonio de Juan Martin, Legajo N° 440).


«...Luego sufridos simulacros de muerte: uno por fusilamiento y el otro, por envenenamiento. Previamente a esos simulacros me preguntaron si quería rezar y me ofrecieron un rosario. Por el tacto (conservaba los ojos vendados) pude reconocer que el objeto que me habían dado no era un rosario sino la cruz que mi hija llevaba siempre al cuello (un objeto muy característico de tipo artesanal). Entendí que se trataba de un modo sádico de anunciarme que mi hija también se encontraba allí. Yo rezaba y lloraba. Entonces me respondían con obscenidades, amenazas y gritos. Decían: "Callate. Esto te pasa por andar con ese barbudo, con ese p... (se referían a Jesucristo). Por eso estan así ahora"» (Testimonio de Leonor Isabel Alonso, Legajo N° 5263).


«...Nos llevaron a la Comisaría 36 de la Policía Federal de Villa Soldati... Cuando gritaba ellos silbaban, hacían ruido para tapar los gritos. Después me llevaron a un calabozo y al rato vinieron otros a decirme que «iba a los militares», que iba a ver que los romanos no sabían nada cuando perseguían a los primeros cristianos en comparación con los militares argentinos» (Testimonio del Sacerdote Patrick Rice, Legajo N° 6976).


«Por medio de una amiga que trabaja en una empresa privada donde pedían informes al SIDE para tomar empleados, mamdé el dato de María Leonor y la respuesta decía «detenida en el operativo antijesuita en Mendoza»...Hablé con el Padre Iñaqui de Azpiazu y él averiguó por un militar conocido que el operativo había existido pero no podía el dar más información». (Denuncia de la desaparición de María Leonor Mercuri Monzó formulada por su madre Dolores Monzó de Mercuri, Legajo N° 378).


«Sin embargo los torturadores se hallaban aparentemente confundidos, sin mayores datos sobre el tema del interrogatorio fundamentalmente la Iglesia. Cuando supieron que era católico, me hicieron rezar y que hiciese rezar a todos los presos, lo que culminó violentamente cuando pedía por aquellos que nos tenían secuestrados». (Testimonio de Néstor Busso, Legajo N° 2095).


«...la persona que me interrogaba perdió la paciencia, se enojó diciéndome: «Vos no sos un guerrillero, no estás en la violencia, pero vos no te diste cuenta que al irte a vivir allí (en la villa) con tu cultura, unís a la gente, unís a los pobres y unir a los pobres es subversión. 

Alrededor de los días 17 ó 18 volvió el otro hombre que me había tratado respetuosamente en el interrogatorio y me dijo: «...usted es un cura idealista, un místico, diría yo, un cura piola, solamente tiene un error que es haber interpretado demasiado materialmente la doctrina de Cristo. Cristo habla de los pobres, pero cuando habla de los pobres habla de los pobres de espíritu y usted hizo una interpretación materialista de eso , y se ha ido a vivir con los pobres materialmente .

En la Argentina, los pobres de espíritu son los ricos y usted, en adelante, deberá dedicarse a ayudar más a los ricos que son los que realmente están necesitados espiritualmente». (Testimonio del sacerdote Orlando Virgilio Yorio, Legajo N° 6328).


«...Ya sabía que me encontraba en la tristemente célebre Escuela de Mecánica de la Armada. Permanecía en aquel sótano durante ocho meses de los cuales los cuatro últimos me llevaban a dormir al altillo. Descubri allí el horror de «Capucha» que hasta ese momento sólo conocía por referencia. En el sótano vi llegar a secuestrados, vivía en medio de los gritos de la tortura, conocía el llanto de recién nacidos en cautiverio. Supe de verdad lo que era la «guerra sucia» llevada adelante por seres que decidían el destino de una vida como si se tratara tan sólo de un número, guiados -según decían- por la mano de Dios que la hahía encomendado "la gran tarea". » (Testimonio de Nilda Noemí Actis Goretta, Legajo N° 6321)


«...En una oportunidbd se presentó en la cárcel el Obispo Witte acompañado por el Capitán Marcó quien llevaba en sus brazos al hijo de Graciela Borelli, nacido en cautiverio, estando ella detenida en otro sector de la misma cárcel; el Obispo nos dio una misa a los detenidos quienes éramos tenidos del brazo por un guardia cárcel durante el oficio religioso; terminada la misa el Obispo procedió a entregar a cada detenido una medalla y un abrazo que nos enviaba el Papa Paulo VI a los presos políticos. Al darle el abrazo le dije al oído al Obispo que avisara a mi familia que me encontraba en ese lugar, que estaba bien y que no se preocuparan; mi familia nunca recibió el mensaje...» (Testimonio de Plutarco Antonio Schaller, Legajo N° 4952)

 

 

 

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