Buscados. Represores del Alto Valle y Neuquén
por Noemí Labrune
III. El sueño
del chupadero propio
4. Afinar la tecnología tucumana
Un hombre estudioso, el general
SEXTON. Tal la imagen que dio al prestar declaración indagatoria ante la Cámara
Federal de Bahía Blanca, en abril de 1987, durante cinco jornadas que adornó con
floridas citas de célebres talentos, ya fueran clásicos o no, desde San Agustín
a Hans Kenzel. También emprendedor, como lo demuestra su pedido de ampliación de
indagatoria, para exhortar a los jueces a que decretaran sin más demora la
prescripción de los delitos por los que está procesado.
"Así las pruebas de cargo son de tal 'insoportable levedad', como dice el
escritor Milan Kundera, que no caben aquí opciones ni alternativas, dudas ni
demora. Deviene un único camino inmediato a tomar: mi desprocesamiento ya."
(34).
Y muy dedicado. A su arribo al nuevo destino, este general, barnizado a la
prusiana durante su estadía como agregado a la Embajada Argentina de Berlín
Oeste, pero refractario a fatigas y fajines de la vida militar, leyó informes y
"registros que se llevaban actualizados con el mayor detalle."
(35) Debió así enterarse de lo ocurrido en
los meses anteriores, y también espantarse de las deficiencias endilgadas a "La
Escuelita" de su colega de la Subzona 51, en los informes cuidadosamente
archivados por el jefe de personal de su Estado Mayor, el también mayor Luis
Alberto PARIAS.
El hecho de que, a la hora de rendir cuentas a la sociedad civil, hayan sido
desarchivados, y quizás incinerados, no puede llevarnos a dudar de la calidad de
dichos informes. Muy por el contrario.
De su lectura podía deducirse que reinaba en el LRDT, enclavado en pleno Comando
del V Cuerpo, una peligrosísima y objetable promiscuidad.
Porque si bien el héroe de Tucumán alojaba -cada vez que el número total de
prisioneros lo permitía (36)- a hombres y mujeres en
habitaciones diferentes, compartían en cambio el mismo recinto quienes estaban
en la antesala de la muerte con los cautivos destinados a la liberación o el
blanqueo. Ellos arrastrarían consigo y difundirían en el mundo de los vivos sus
recuerdos del infierno. Sin duda, esto aportaba algunas ventajas como
instrumento multiplicador del terror, que el general VILAS no dejaba de
aprovechar.
Pero en comunidades pequeñas e intercomunicadas como son las ciudades del Alto
Valle, sin la saturación militar que aqueja a Bahía Blanca, con el obispo De
Nevares inclaudicable en la denuncia y el reclamo frente a cada nuevo secuestro,
y el diario RIO NEGRO dispuesto a informar pese a las crecientes restricciones a
la información, parecía aconsejable no salirse de un enfoque más ortodoxo de la
clandestinidad.
Este otro enfoque establecía que ningún sobreviviente debía llevar consigo, al
abandonar el chupadero, evidencias que comprometieran concretamente al personal
militar con respecto al cautiverio clandestino de los que serían asesinados. Sin
embargo, los informes del mayor FARIAS daban cuenta de varias transgresiones a
este esquema en jurisdicción del "Chacal" bahiense.
(34) Véase ampliación de la declaración indagatoria del
general (R.E.) José Luis SEXTON, recibida a su pedido en la Causa 11/86 C.F.B.B.
el 17 de junio de 1987.
(35) Declaración indagatoria del general (R.E.) José Luis SEXTON, causa 11/86
C.F.B.B.
(36) Declaración indagatoria del general (R.E.) Acdel VILAS en causa 11/86
C.F.B.B.