Buscados. Represores del Alto Valle y Neuquén

por Noemí Labrune
 


 

V. Los conscriptos
 

1. Los chicos de las guerras

 

Singular experiencia la de los ciudadanos llamados bajo bandera durante los años del Proceso de Reorganización Nacional. Protagonistas forzosos de Malvinas; movilizados hasta la frontera y adiestrados para tirar sobre sus hermanos, durante el conflicto con Chile; eventualmente, espectadores de algún episodio de la "guerra sucia". Un infierno del que no se vuelve sin heridas indelebles.

Fue necesario el desenlace catastrófico de Malvinas para que explotara, como un absceso, la indignación de la comunidad -a merced del Poder Militar desde hacía siete años- por la forma en que los dueños del país se adueñaban de estos chicos, "carne de cañón" para uno de los campos bélicos en que dividían al mundo.

Esto, que no empezó con Malvinas (ojalá terminara a causa de Malvinas), no empezó tampoco en 1976. Pero esa fecha marca un hito en la situación de indefensión de los jóvenes que, sorteo mediante, accedían durante 12 meses al estado militar, dentro de un Estado copado por los militares.

Sujetos físicamente al total arbitrio de los jefes mediatos e inmediatos, casi doscientos conscriptos desaparecidos durante el Proceso indican que esta particular situación fue aprovechada con absoluto desprecio de las normas nacionales e internacionales. Porque en los países que llamamos civilizados, cuando una ley impone y organiza el servicio militar obligatorio, son las Fuerzas Armadas la Institución responsable por los ciudadanos sometidos de ese modo a su jurisdicción. En cambio de ello, los militares argentinos los "chuparon".

La Subzona 52 no es excepción a esta práctica aberrante. Dos de las desapariciones forzosas ocurridas en su territorio corresponden a jóvenes que cumplían su servicio militar en unidades que integran la VI Brigada de Infantería de Montaña: José Delineo Méndez en el GAM N° 6 de Junín de los Andes, y Alejandro Horacio García Martegani en el RIM N° 10 de Covunco:

"El 16.03.77 Alejandro Horacio García Martegani se aprestaba a salir del Regimiento 10 de Infantería de Montaña de Covunco, provincia de Neuquén, en uso de licencia para dirigirse a su hogar de La Plata. Cuando está por trasponer la Guardia junto con otros tres soldados, lo demora el teniente 1° MACHADO, para encomendarle un sobre que el conscripto debla entregar a los familiares de aquél, en la ciudad de destino. Sus compañeros abandonan por lo tanto el cuartel antes que él, y cuando están sobre la ruta 40 haciendo dedo para llegar a Zapala, ven dos vehículos Ford Falcon color azul transitando por la misma ruta, en dirección al Regimiento. Observaron también que, instantes después, los rodados volvían del cuartel; en el interior de uno de ellos, observaron claramente a García Martegani. Los conscriptos en cuestión señalaron además que, a pesar de contar con bastante espacio en los automóviles, los ocupantes de éstos ignoraron sus señas, dejándolos de a pie: tampoco pudieron encontrarse con su compañero, tal como hablan convenido, en la estación ferroviaria de Zapala. Nada se supo de la suerte corrida por la víctima a partir de entonces." (43)


Hay indicios que permiten suponer que la primera etapa del viaje sin retorno de Alejandro Horacio culminó con su llegada a "La Escuelita" de Neuquén; cuando el Falcon azul hizo señas con las luces frente a la tranquera, para que le franquearan la entrada.

Conscriptos desaparecidos, victimas de la represión ilegal, Una situación fácil de resolver para los represores: se decreta su deserción, y se impone a sus familiares el pago del uniforme y "demás efectos faltantes, provistos por la Institución".

Conscriptos testigos de la represión ilegal. Víctimas también ellos; más bien cuasi-testigos, porque apenas vislumbraban alguna de las secuencias del crimen. Para el represor, situación más compleja que la anterior. Grávida de peligros. Grávida de peligros también para el soldado.

Tal el caso de los soldaditos del BING 181. A una cuadra escasa de la construcción clandestina, cuya finalidad debían fingir desconocer, nadie "sabía" de su existencia.

En la época del Proceso la dotación de conscriptos del BING 181 superaba los 400. Los que vivieron en el Batallón las vicisitudes de la guerra con Chile pertenecían a la clase 1960: una de las primeras camadas de chicos de 18 años. Vaya estreno.

Aún hoy se mezclan las pesadillas de esa guerra, evitada milagrosamente, mientras los obligaban a cavar trincheras, con los recuero dos turbios de muertes y tormentos que ellos no pudieron evitar. Tampoco denunciar.

Convocados para cumplir con la ley, les ordenaron tapar manchas de sangre.

 
 

 


Nota:

(43) Conscriptos detenidos-desaparecidos. Colección "Memoria y Juicio". Buenos Aires. Centro de Estudios Legales y Sociales - CELS 1982, pág. 13.


 

 

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