Buscados. Represores del Alto Valle y Neuquén
por Noemí Labrune
VII.
Encubridores varios
(54)
9. Etica profesional
Pero por lo visto, en la banda
de represores de la Subzona 52, también tocaban civiles solistas. Alguno llegado
de la universidad, donde había jurado poner su profesión al servicio de la Vida,
y, cuando no pudieran curar, al menos no dañar.
Muchos en Neuquén supieron de la existencia de un "médico militar de apellido
SOSA". Y de su doble empleo: tras curar dispepsias y forúnculos en el Comando de
la VI Brigada, corría al Instituto de Seguridad Social del Neuquén, donde
oficiaba de auditor médico. El instituto administra los aportes de la totalidad
de los empleados públicos, provinciales y municipales. Una millonada por mes.
Dos puestos, dos casas. Cuando el doctor SOSA, ascendido a coronel médico, fue
destinado a Santa Rosa, La Pampa, como jefe de sanidad del IV Cuerpo del
Ejército, era propietario de un departamento en un plan oficial de vivienda,
sobre la Avenida Argentina, trepando la barda; y de una casa de rentas en el
Neuquén residencial, sobre la calle Roca.
¿Tendría acaso también una doble vida, médico en el comando; médico en "La
Escuelita"? Vida oficial y vida clandestina.
Vidas y funciones, a veces, difíciles de diferenciar, Como cuando el general
SEXTON le ordena firmar el certificado de defunción -y supuestamente efectuar la
autopsia- de José Luis Albanessi, dirigente cooperativista y productor frutícola
del Alto Valle, detenido en abril de 1977 con la excusa de la guerra
antisubversiva y llevado a "La Escuelita" donde su corazón de sexagenario no
soportó los tormentos,
Cuando fue indagado por este caso, bajo los cargos de privación ilegítima de la
libertad agravada, tormentos y homicidio agravado, SEXTON dio la versión
siguiente, aun cuando su elocuencia no lo salvó de quedar procesado:
"Después de su detención por la Policía de Cipolletti, Albanessi fue llevado a dependencias de la Compañía de Comunicaciones N° 6 donde permaneció por uno o dos días, El 29 de abril, el dicente fue llamado a su domicilio por el segundo comandante de la Brigada, coronel Vicente CONTRERAS SANTILLAN, quien le informó que según el sumariante, mayor Adolfo Enrique DIAZ QUIROGA, estaba prácticamente probada la culpabilidad de Albanessi en el incendio del Galpón de la Cooperativa "La Colmena".
Como tenía en su casa un grupo importante de médicos invitados a cenar ordenó a CONTRERAS SANTILLAN telefónicamente que le comunicara a Albanessi que el deponente había dispuesto en ese momento trasladarlo a la Unidad Penal N° 9.
Pasadas una hora o dos, vuelve a llamarlo el coronel CONTRERAS SANTILLAN, y le informa que poco antes de arribar a la U9, el señor Albanessi se había muerto," (67)
La declaración testimonial del joven que estuvo detenido junto a Albanessi, y
sobrevivió a los tormentos sufridos, difiere significativamente del relato del
general:
"Preguntado para que diga cómo sabe que estuvo detenido en el centro denominado "La Escuelita".
De Filippis: que todo el tiempo estaba vendado, pero levantándose un poco las vendas pudo ver las habitaciones, un agujero en el techo de una de ellas donde había una garita. Y por los sonidos, ya que para el 25 de mayo se sentía el redoblar de los tambores, típicos del ejército. Que el guardia hacia sus labores en el puesto N° 3, ya que el dicente hizo tiempo después el servicio militar en el mismo batallón, reconociendo el lugar...
Preguntado para que diga si durante todo el tiempo de detención estuvo solo o si lo hizo en compañía de otras personas.
De Filippis: que junto a él estaba el dueño del galpón de empaque donde trabajaba el dicente, el señor Albanessi, a quien mataron a golpes. Incluso en una oportunidad hicieron que el dicente se sacara las vendas para que viera cómo un perro tipo policía lo mordía." (68)
"En toda guerra muere gente." Pero a esa altura de las investigaciones,
importaba averiguar si SOSA, el de los dos puestos, tenía también dos vidas.
Si ese SOSA, recordado por su actuación en el Instituto de Seguridad Social,
llamado HILARION DE LA PAZ, era el mismo del certificado de defunción que firmó
a secas, sin consignar nombre de pila ni matricula profesional, sin tampoco
denunciar el hecho ante la Justicia, por tratarse en el mejor de los casos de la
muerte dudosa de una persona privada ilegítimamente de su libertad.
Por último, era preciso averiguar si HILARION DE LA PAZ era el nombre de "ese
médico de apellido SOSA" que presuntamente encontró la solución final a los
padecimientos de los desaparecidos, bajo la forma de inyecciones no
convencionales.
(54) Capitulo 13: Encubrimiento.
Artículo 277: Será reprimido con prisión de seis meses a tres años el que, sin
promesa anterior al delito, cometiere después de su ejecución alguno de los
hechos siguientes:
1°) ayudare a alguien a eludir las investigaciones de la autoridad o a
sustraerse a la acción de ésta, u omitiere denunciar el hecho, estando obligado
a hacerlo.
2°) procurare o ayudare a alguien a procurar la desaparición, ocultamiento o
alteración de los rastros, pruebas o instrumentos del delito, o a asegurar el
producto o el provecho del mismo.
Código Penal de la República Argentina, edición al cuidado del Dr. Fernando
Marcelo Zamora, Buenos Aires, Zavalía Editor, 1987, pág. 83.
(67) Declaración Indagatoria, José Luis SEXTON, Causa 11/86 C.F.B.B., fs. 1269 a
1272.
(68) Expte. 25/86 C.F.B.B., fs. 69 y 70.