Buscados. Represores del Alto Valle y Neuquén
por Noemí Labrune
VIII. La
"DOCTRINA" y sus frutos
8. La Guerra Permanente
Entonces se proyecta, verosímil
y coherente, la escena descrita por el ex fotógrafo: algunos hombres del
Destacamento 182 -esos "represores subalternos", cuyo ascenso no figura en el
Boletín Oficial-, cavando la entraña pedregosa de la barda (87),
para sepultar el secreto de los desaparecedores jefes.
El secreto de las sepulturas. ELLOS lo necesitan para preservar la impunidad de
la Institución militar, ante un reclamo que no cesa: "Queremos Justicia".
Pero ese secreto, también lo habían impuesto en el marco de la autoamnistía del
Proceso, porque favorece el clima de terror, y es corolario obligado de la
Doctrina de la Seguridad Nacional y de la "guerra permanente".
Los desaparecidos no son personas: son el "enemigo interno"; ELLOS pretendieron
aniquilarlo; robar sus retoños para que no dieran frutos; destrozar sus raíces,
mutilar sus ramas. Asegurarse de que nunca, sus seres más queridos puedan ver
germinar en su tumba flores de consuelo y de paz.
Sin embargo, no pudieron borrar de la memoria colectiva la razón de su lucha, y
agregaron nuevas razones para luchar por la Vida y la Justicia.
Los militares arrebataron la impunidad para los camaradas de armas que
asesinaron y torturaron. Sin siquiera renegar de asesinatos y torturas. Sólo
conquistaron, todos por igual, la repulsión de un pueblo más libre y fuerte,
porque ahora conoce la Doctrina, los grandes crímenes y los gestos cotidianos
con que el Poder Militar pretende desplazar la soberanía popular.
Ese poder acosado por la Historia, que se enfrenta, como idiotizado pero aún
vociferante, a una Sociedad dispuesta a repeler sus amagos retornistas, apta de
hoy en más para reconocerlos en el correr de cada día: le ha arrancado la
capucha.
(87) Bardas: mesetas que limitan los valles de los grandes ríos de la zona.