Miércoles 3 de Noviembre de 1999 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Historia del secuestro de una familia
Dos hijos de un matrimonio desaparecido relataron la detención ilegal que sufrieron junto a sus padres. Además, un sobreviviente de un centro clandestino contó que los represores lo drogaban.

Por Francisco Martínez y Lucas Miguel (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA.- Los hermanos Carlos Alberto y Juana Eva Campero contaron hoy a la Cámara Federal de esta ciudad cómo las Fuerzas de Seguridad desaparecieron a sus padres durante la última dictadura militar. 

Con una pequeño cartel en la solapa con la consigna "HIJOS", Carlos Alberto Campero relató el secuestro de sus padres, Juan Carlos Campero y Haidé García Gallo, la noche de Reyes de 1978. 

Esa noche Carlos había salido con quien hoy es su ex mujer, Olga Del Valle Paz. Cuando volvió, cerca de la medianoche, encontró su casa poblada por quince personas vestidas de verde que ostentaban armas largas. Afuera había una camioneta y dos autos, que más tarde servirían para el secuestro.

"Entré; estaban mi padre, mis dos hermanos y mi mamá, todos apuntados", recordó Carlos Campero ante el Tribunal.

Los represores no esperaron y comenzaron con la violencia dentro del mismo domicilio. El padre de Carlos, Juan Alberto, fue conducido a una habitación, donde comenzaron a golpearlo e interrogarlo. A los demás familiares, los interrogaron a punta de pistola. Luego, se llevaron a Juan Alberto.

El episodio no terminó ahí. A los dos de la madrugada volvió una comitiva menor de integrantes de las Fuerzas de Seguridad. Juana Eva fue introducida en el baño, donde también la interrogaron: "Me golpearon contra la puerta del baño para lastimarme", sostuvo la testigo. A Haidé García Gallo, la madre de los chicos, los represores la llevaron para la despensa, propiedad de la familia. "Nosotros escuchábamos sus gritos y cómo la golpeaban", relató por su parte Olga Del Valle Paz, ex nuera de las víctimas.

En la segunda visita, los represores secuestraron a Haidé García Gallo, a los hermanos Juana Eva, Carlos Alberto Campero, y a la ex esposa de éste, Olga Del Valle Paz.

Ninguno de los tres testigos que declaró hoy pudo ubicar el centro clandestino en el que estuvieron, debido a que permanecieron todo el tiempo encapuchados. Carlos Alberto, Juana Eva y Olga fueron liberados la madrugada del 8 de enero, a los dos días del secuestro. Haidé García Gallo y su marido Juan Carlos Campero integran la lista de 30 mil desaparecidos.

No obstante la imposibilidad de ubicar con exactitud el lugar de detención, los testigos dieron algunas aproximaciones. "Yo declaré que estuve en el Colegio Militar frente a la Base Aérea de Palomar, pero en la CONADEP me dijeron que pude haber estado en Campo de Mayo", dijo hoy Carlos Alberto. Además, los hermanos y la ex mujer del testigo coincidieron en que era frecuente escuchar el despegue y aterrizaje de aviones cerca del centro clandestino. "Cada vez que pasaba un avión, teníamos que tirarnos al suelo", contó Olga Del Valle Paz.

Según los testigos, en el lugar de detención había "mucha gente" y estaba divido para hombres y mujeres. Todos también coincidieron en que, cuando llegaron, los engrillaron de los pies junto a los demás prisioneros y los tiraron en el suelo, encapuchados.

Así pasaron el primer día y, al siguiente, fueron interrogados acerca de la militancia, los amigos y unas supuestas armas que habría tenido Juan Carlos Camparo en su domicilio. "En mi casa no encontraron nada", aclaró Carlos Alberto durante la audiencia. Y continuó: "La sala de interrogatorios era grande. Los represores hacían un semicírculo alrededor de la silla donde nos sentaban y todos preguntaban".

Mientras estuvo detenido, Carlos Alberto reconoció a un guardia que había sido su compañero en la conscripción, el sargento ayudante Esquillán. "Se hacía pasar por médico; a mamá le recomendó Cafiaspirina para los ojos (amoretonados)", sostuvo el testigo.

A los dos días del secuestro, cuando los dos hermanos Campero y a Olga Del Valle Paz fueron liberados, los dejaron en las cercanías de la estación de trenes de Villa Lynch (Gran Buenos Aires), junto a otra detenida que "tenía las plantas de los pies quemadas" por la picana, según expresó Juana Eva Camparo.

Cuando los ex detenidos regresaron a su casa encontraron todo revuelto. En la despensa también no había nada en su lugar, pero un detalle les llamó la atención: en el salón había una silla y, a los costados, botellas de agua mineral abiertas, que completaban la escena junto a un cable pelado. "A mi madre la sentaron y picanearon con un cable que arrancaron de un ventilador. Destapaban botellas de agua mineral y se la arrojaban encima para hacerle peor", sostuvo Carlos Alberto.

Ese mismo día el testigo concurrió a una comisaría a hacer la denuncia por lo que habían vivido sus familiares y por lo que estaban pasando sus padres. Según Carlos Alberto, el oficial que le tomó declaración le dijo: "Cuidado con lo que ponés (en el testimonio) porque (los represores) pueden volver".

Durante la deposición de Juana Eva Camparo, el Tribunal le leyó la declaración que prestó ante la Cámara Federal de San Martín en 1987. En ésta, la testigo omitió varias circunstancias que hoy se encargó de describir. Por eso, el fiscal Julio Piaggio le solicitó una explicación por el cambio en el testimonio de hoy respecto del de 1987: "Cuando declaré tenía 27 años y tenía miedo como a los 17 (que tenía en 1978, cuando se produjo el secuestro). Creí que no iba a durar la democracia. Recién ahora estoy empezando a hablar, me siento más fuerte y orgullosa de ser hija de desaparecidos", sostuvo Juana Eva, quien se fue despedida por los aplausos del público.




Drogaban a los prisioneros


Héctor Malacalza, otro ex prisionero de un centro clandestino, relató también su historia. El testigo dijo que en el lugar donde estuvo ilegalmente detenido los guardias drogaban a los prisioneros. "Nos traían algo de comer que seguro tenía algo de droga. Yo veía cosas", manifestó Malacalza.

El ex detenido contó que durante su cautiverio de siete días fue torturado con picana. Y que "nos golpeaban siempre, gritáramos o no". El lugar en el que estuvo Malacalza sería un centro clandestino de Arana. "Era un cuarto grande, y todos estábamos tirados en el piso, encapuchados y atados", afirmó.

El ex detenido contó que en oportunidad de ser torturado los represores le hicieron escuchar acusaciones contra él, grabadas en una cinta de audio. "Se notaba que inventaban", explicó.

Señaló que fue liberado en el camino que une a La Plata con Magdalena, después de un viaje en el baúl de un auto. Allí se encontró con dos compañeros suyos, Jorge Lucatti y Emilio Cullota, quienes fueron secuestrados junto a él, en Ensenada, el 25 de noviembre de 1976. Malacalza habló también sobre las consecuencias que la represión ilegal le dejó: "Vivía pensando que podía sufrir de nuevo la tortura. Me fui a vivir al norte y después volví. Por varios años, con mi esposa no dormimos en casa, alquilamos un cuarto en una pensión para ir a dormir", recordó.




"Nos robaron todo"


Un hombre que estuvo secuestrado casi dos meses en un centro clandestino declaró también hoy en el Juicio por la Verdad. Luis María Emma relató que fue sacado de su casa de Villa Elisa, a 10 kilómetros de La Plata, el 2 ó 3 de marzo de 1977.

Emma contó que un grupo de personas disfrazadas con pelucas lo sacaron de su casa en presencia de su familia, en un operativo que incluyó robos y destrozos en la vivienda. "Me preguntaban por 'los fierros' (armas). Yo no sabía nada, no sabía lo que pasaba", expresó.

Al comienzo de su testimonio, Emma se mostraba nervioso y ofrecía pocos datos: "No es que no recuerdo -dijo-, no quisiera recordar pero lo voy a hacer por los que no están, por los hijos que están en otras manos".

El testigo afirmó que fue llevado a un centro clandestino -que sería "La Cacha"- en donde fue golpeado y torturado. Emma señaló que permaneció encapuchado durante el tiempo en que estuvo en cautiverio: "No sabía si era de día o de noche", sostuvo.

Luis Emma identificó como uno de los represores a un hombre apodado "el Francés", quien según otros testigos se trataría de Raúl Fierro, torturador también en el "Pozo de Arana" y otros centros clandestinos.

También contó que en una oportunidad los represores lo tomaron de los pelos y lo amedrentaron, ya que alguien "había hecho una colecta" para él. "Donde trabajaba yo, si alguien tenía problemas hacíamos colectas", expresó Emma y agregó: "Ellos sabían lo que pasaba en todos lados".

El ex detenido relató que un mes antes de ser puesto en libertad fue llevado a la comisaría 8° de La Plata, en donde también funcionó un centro clandestino durante la dictadura.

La esposa de Emma, Delia Abaca, también declaró y dijo que durante el secuestro de su marido "nos robaron todo, hasta la máquina de coser". La mujer expresó que desde el secuestro de su marido tiene problemas nerviosos y que por esa razón se encuentra jubilada.




Secuestro antes del Golpe


En otro orden declaró Juan Alberto Tomassi, hermano de la desaparecida María Ester Tomassi, secuestrada en su casa la madrugada del 6 de marzo de 1976, días antes del golpe de Estado.

Juan Alberto no tuvo noticias después de la desaparición de su hermana, quien tenía 24 años y se desempeñaba como asistente social en la Escuela N°1 de San Vicente, una localidad distante 40 kilómetros de La Plata. Un día antes también había sido secuestrada María Beatriz Díaz, compañera de trabajo de María Ester.

Tomassi afirmó que los secuestradores se identificaron como policías y que le dijeron que se dirigiese a la comisaría. "Fui a la comisaría de Adrogué (la más cercana) y no sabían nada", sostuvo el testigo.

La familia Tomassi hizo varias denuncias y libró hábeas corpus por María Ester. Estaban muy preocupados por ella porque su salud era muy mala. Antes del secuestro estuvo internada durante un mes. "Tenía vómitos de sangre y no se sabía cuál era su enfermedad", sostuvo, afligido, Juan Alberto Tomassi.
 

  

 

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