Miércoles 4 de Agosto de 1999 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Denuncian un caso de apropiación de un menor
Una ex detenida denuncia un caso de apropiación de un menor. Ella convivió en cautiverio con la madre del niño o niña. Además, contó el horror de los campos de concentración. En otro orden, hoy comenzó la investigación del caso de un conscripto desaparecido. La titular del CELS, Laura Conte, declaró sobre el secuestro de su hijo, que cumplía el servicio militar en la Base Aeronaval de Punta Indio. "La desaparición de conscriptos es una demostración de que existió un plan sistemático", señaló. En tanto, una ex empleada de Sanidad policial dio datos sobre importante documentación.

Por Francisco Martínez y Lucas Miguel (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA.- María Susana Reyes, ex prisionera de un centro clandestino de detención (CCD), denunció hoy un caso de apropiación de un menor durante la dictadura ante la Cámara Federal de esta ciudad, en el marco del Juicio por la Verdad.

Reyes, que estaba embarazada, fue secuestrada por un grupo de tareas en la casa de sus suegros el 16 de junio de 1977 junto a su esposo, Osvaldo Mantello, y una amiga, Liliana Vietti, y permaneció detenida durante tres meses, hasta el 16 de septiembre. De los tres, ella fue la única liberada y nunca más supo del paradero de su marido y su amiga.

Luego de ser secuestrados, todos fueron llevados al CCD conocido como "El Vesubio" -ubicado en la autopista Ricchieri y Camino de Cintura, donde antiguamente funcionaba el Regimiento Güemes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires-. "Yo no era la única embarazada que estaba allí", declaró Reyes ante el tribunal. De inmediato, contó la historia que le tocó vivir a Rosa Taranto de Altamiranda, quien hoy se encuentra desaparecida y en aquel momento estaba a punto de dar a luz.

Reyes declaró que a principios de septiembre de 1977 Rosa Taranto fue llevada a un lugar -que no supo determinar- para tener familia, donde fue atendida por religiosas: "Le hicieron cesárea porque estaba de ocho meses", sostuvo la testigo. Luego de haber dado a luz, Taranto fue nuevamente llevada a "El Vesubio", donde contó esta historia a Reyes y a las demás detenidas. "Ni me lo mostraron", dijo Taranto a las prisioneras, al tiempo que afirmó que ni siquiera pudo enterarse del sexo de su hijo.

En otro orden, María Susana Reyes relató su experiencia en un centro clandestino ante una sala de audiencias colmada. Ni bien arribó a "El Vesubio" los guardias le dijeron que se "olvidara" de su nombre y que desde ese momento pasaba a llamarse "M17". A continuación "nos pusieron en habitaciones diferentes y comenzaron los golpes y las preguntas", afirmó Reyes. Las preguntas estaban dirigidas a dar con Ariel Ferrari, un compañero de su amiga Liliana Vietti, que se encuentra desaparecido. Los represores también querían que "hiciera un organigrama de la organización política a la que ellos decían que yo pertenecía", sostuvo la testigo.

En el centro clandestino los detenidos pasaban sus días engrillados a la pared y adentro de "cuchas", a las que Reyes definió como "cajones sin tapa donde entraba un cuerpo acostado".

La testigo también afirmó que un oficial de apellido Chamez le hacía regalos periódicamente. "Ese (por el bebé que estaba por nacer) va a ser mío", le decía. "Un día me trajo de regalo una capuchita negra para el bebé, hecha a mano", declaró Reyes ante un auditorio indignado y, a la vez, sorprendido.

Asimismo, Reyes contó que fue golpeada ferozmente por un oficial -cuando estaba embarazada de seis meses- mientras permanecía encadenada a la pared y que, entre otros tormentos, también le tocó soportar, junto a las demás detenidas, el humo de un insecticida en una habitación cerrada.

Osvaldo Mantello, el marido de Reyes, estaba en otro sector de "El Vesubio" junto a los detenido varones. Su mujer dijo hoy a la Cámara que un día Osvaldo le envió una carta con un ex detenido para avisarle que pasaba a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y que si a él le pasaba algo pusiera de nombre "Juan Pablo" a su hijo que estaba por nacer, en caso de ser varón. Juan Pablo Mantello, de 22 años, acompañó hoy a su madre durante la declaración.

Inicialmente, Reyes fue citada por el Tribunal para que aportara datos sobre la desaparición de Marta María Brea, una psicóloga secuestrada por un grupo de tareas en el hospital Aráoz Alfaro de Lanús que estuvo prisionera en "El Vesubio". La testigo Reyes no pudo brindar datos sobre este caso ya que "nunca la vi ni me la nombraron mientras estuve detenida", afirmó.




Un conscripto desaparecido


También declaró hoy ante la Tribunal Federal platense Olga Martegani, madre del desaparecido Alejandro Horacio García, quien estaba haciendo la conscripción cuando su familia perdió el rastro de él.

En 1976 Alejandro García estaba estudiando el segundo año de arquitectura y debió suspender su carrera para ingresar a las filas castrenses en el Batallón 601 de City Bell. Allí trabajó en el correo, por lo que tenía libertad para salir e ir de visita a su casa.

Una noche un grupo de tareas "con gente disfrazada" -según el testimonio de su madre- fue a buscarlo a su casa, pero Alejandro pasó esa noche en lo de su abuela.

Al otro día, cuando se presentó en el regimiento, fue detenido "porque su nombre figuraba en la agenda de un subversivo", le dijo el teniente coronel Amiano a la familia García, que no obstante podía visitarlo.

Alejandro permaneció detenido durante varios meses con la promesa de que iba a recuperar la libertad en el corto plazo porque "su situación no era comprometida". Sin embargo, en enero de 1977 su familia fue notificada de que Alejandro iba a ser trasladado al Regimiento 10 de Montaña en la provincia de Neuquén "para su seguridad". Antes de su traslado, Alejandro le contó a su familia que en City Bell lo habían encapuchado y picaneado.

En Neuquén no permanecía detenido y cumplía con el servicio militar normalmente. Asimismo, Alejandro se comunicaba periódicamente con su familia por carta. Pero durante un mes sus padres no recibieron misiva alguna, lo que los extrañó. Por esto, llamaron al Regimiento: "Nos dijeron que el 3 de mayo habían dado las bajas", afirmó Olga Martegani ante el Tribunal. En ese momento era 7 de mayo y su familia no sabía nada de él.

Así, decidieron viajar hasta Neuquén para saber qué había pasado.

Cuando el matrimonio García esperaba ser atendido por el teniente coronel Ventura, a cargo del Regimiento, un suboficial de apellido Olaguer se acercó a Olga Martegani y le espetó: "Las madres no quieren aceptar que sus hijos son desertores ¿no será 'zurdón' su hijo? De acá salió solo y sin dinero".

Ventura no supo qué responder cuando Martegani le comentó indignada lo que le había dicho el militar antes de entrar. El teniente coronel le dijo que Alejandro era desertor desde el 16 de marzo, fecha en que había salido de licencia junto a tres conscriptos. "Yo le respondí que me había dicho que lo vieron salir solo y sin dinero y se quedó mudo", comentó Martegani ante la Cámara.

No obstante, la madre de Alejandro pidió a los militares las direcciones de los tres conscriptos que, según Ventura, habían salido junto a su hijo.

Le dieron domicilios falsos, pero la mujer, que no ahorró en viajes y gestiones, logró hallarlos a todos. Un conscripto vivía en Mendoza, otro en Villa Regina -provincia de Río Negro- y el último en Junín, provincia de Buenos Aires.

Según Martegani, todos coincidieron que al salir del Regimiento un oficial de apellido Machado lo llamó a Alejandro para darle una carta. El grupo intentó esperarlo parado en la puerta del cuartel, pero Machado les dijo que caminaran y no se quedaran parados. Por eso, lentamente, los soldados salieron rumbo a la estación de trenes. Pero Alejandro no los alcanzó y nunca más supieron de él.

No obstante, uno de los conscriptos se dio vuelta, mientras caminaba, y observó cómo introducían a Alejandro García dentro de un auto verde.

Hasta que pudo reconstruir esta historia truncada con el testimonio de los conscriptos, Martegani presentó habeas corpus, hizo denuncias en comisarías, estuvo con representantes de la Iglesia, dialogó con ex detenidos y volvió una vez más al Regimiento 10 de Montaña de Neuquén, donde al verla junto a su familia le gritaron: "Qué hacen aquí; no tienen nada que hacer".

Martegani estuvo con sacerdotes que la ayudaron en su búsqueda y con otros que trataron de dificultársela, como Monseñor Emilio Grasselli -un sacerdote de la Armada que atendía familiares de desaparecidos y con los datos que le proporcionaban confeccionaba un fichero que llegó a contar con más de 2500 fichas-, quien cuando le contaron el caso dijo: "pero eso fue hace mucho tiempo". "¿Y usted cómo sabe que fue hace mucho tiempo?", le preguntó Martegani. "Es una forma de decir", se justificó Grasselli.

Después de tanta confusión, a la familia García lo único que le quedó claro es que Alejandro fue secuestrado y que pasó por la "La Cacha", un CCD que funcionaba en La Plata, en los antiguos talleres de Radio Provincia, según le contaron a Martegani dos ex detenidos que lo vieron allí.




Historias de conscriptos desaparecidos


La presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Laura Jordán de Conte, declaró ayer ante la Cámara Federal de La Plata y relató la desaparición de su hijo Augusto Conte Mac Donell durante la última dictadura militar.

Laura Conte contó que Augusto estaba haciendo el servicio militar en la Base Aeronaval de Punta Indio (50 kilómetros al sureste de esta capital), y que desapareció el 7 de julio de 1976, un día que fue Capital Federal a realizar una gestión que le fue encomendada por sus superiores.

El hijo de la testigo había comenzado a cumplir la conscripción en enero de 1976, a los 21 años. El día que llegó a la base de la Marina, fue sometido a un "interrogatorio de inteligencia". Su madre relacionó el hecho con una anterior detención que Augusto tuvo, en 1974, cuando volvía de una reunión con sus compañeros de militiancia justicialista.

Augusto Conte Mac Donell tuvo un régimen especial durante su servicio militar, según contó su madre ante el Tribunal: "No le permitían hacer guardias externas ni entrar a las oficinas".

En mayo las cosas mejoraron, y Augusto comenzó a trabajar en la Contaduría de la Base y a hacer comisiones a Buenos Aires, lo que le daba la oportunidad de visitar a su familia. "Los jefes inmediatos hablaban bien de él", dijo Laura Conte y agregó: "El 30 de junio le dieron un premio al «mejor compañero», otorgado por unanimidad. Fue la última vez que lo vimos".

El 7 de julio, Augusto Conte Mac Donell fue a realizar una comisión a Capital Federal. Era un fin de semana largo, por lo que su familia lo esperaba en casa. Pero no fue y sus padres nunca se enteraron qué pasó con él: "No hay quién, ni cómo, ni dónde", expresó acongojada Laura Conte.

Al ver que Augusto no aparecía, su padre se dirigió a la Base Aeronaval, para averiguar qué había pasado. El jefe de la guarnición, capitán de fragata Félix Médici, le dijo que su hijo no había vuelto de hacer la comisión. Lo mismo le comentó el superior inmediato de Augusto, Carlos Corti. "Al tiempo la Marina lo declaró desertor", señaló Laura Conte ante la Cámara.

La familia escribió cartas al dictador Emilio Massera, y se reunió con el Ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, con el de Interior, Albano Harguindeguy y con el almirante Armando Lambruschini. Ninguno les dijo qué había pasado con Augusto.

"A los dos meses supimos que lo habían matado", manifestó su madre, y señaló que ese dato surgió de una versión cuyo origen fue el Subjefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, coronel Guillermo Trotz. La testigo manifestó que Trotz era allegado suyo, y que "mandó decir que no lo busquen (a Augusto), que estaba muerto".

La desaparición de Augusto Mac Donell es uno más de los casos de conscriptos desaparecidos que investiga la Cámara Federal (ver Nota I: "Denuncian un caso de apropiación..." y más adelante). En su declaración, Laura Conte dijo que estos hechos "son una demostración palmaria de que existió un plan sistemático, que ya estaba en funciones en enero de 1976 y creo que antes".

Sobre el final de su testimonio, por momentos con voz quebrada y lágrimas en los ojos que contagiaron a parte del público, la presidenta del CELS dijo que el "Juicio por la Verdad" es "un juicio importante, porque la verdad es fundamento de Justicia".




Otro conscripto desaparecido


También declaró ayer María Alejandra Napp, ex cuñada de Eduardo Navajas, y de Victoria Flores de Navajas, desaparecidos durante la última dictadura. Eduardo Navajas también estaba cumpliendo el servicio militar (en el Regimiento 7 de La Plata) cuando desapareció. Napp contó que Navajas estuvo arrestado, mientras hacía la conscripción, durante veinte días, "por averiguación de antecedentes".

Después de esto, el joven decidió durante un franco no volver al cuartel. La familia pudo verlo, en encuentros esporádicos. Pero un llamado telefónico anónimo les avisó que Eduardo había sido secuestrado en la estación Caseros del ferrocarril. Nunca superion más nada de él. Sobre Victoria Navajas, Napp contó que fue secuestrada junto a su marido, Gustavo Ogando, en un departamento del Gran Buenos Aires.




Libros de Sanidad


En tanto, declaró una ex empleada de la Dirección de Sanidad de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en donde se confeccionaban durante la dictadura libros de Partes Médico-legales sobre cuerpos NN de personas muertas en supuestos enfrentamientos. La Cámara Federal de La Plata estaba buscando esa documentación desde hace varios meses, y considera que el responsable de la desaparición de esos libros es el ex director de Sanidad Néstor De Tomas, ya que es el último que los tuvo en su poder.

Elida Rosa Alberetche fue empleada de la Dirección de Medicina Legal (una escisión de Sanidad) desde 1987 y prestó declaración testimonial ayer. Al exhibírsele durante la audiencia un ejemplar de los libros que busca el Tribunal, la mujer comentó que "vi libros como éste" en una oportunidad en que fue al archivo de la Dirección de Sanidad, en el año '87 u '88.

Entre 1976 y 1980, la Dirección de Sanidad era la encargada de realizar las autopsias a las personas muertas en la vía pública por "enfrentamientos".

Varios médicos de esa época contaron que no veían los cadáveres a la hora de firmar certificados de defunción, y que en estos escribían "lo que decían los libros".

En estos libros constaban las causales de defunción de los cuerpos N.N. En gran parte, la causa de muerte era "destrucción de masa encefálica por herida de arma de fuego".




Caso Mariani


Declaró también ayer ante la Cámara Federal de La Plata un ex detenido de centros clandestinos de detención. Nieves Luján Acosta, un albañil que hoy tiene 48 años, dijo que conocía a Daniel Mariani, un joven muerto en un "enfrentamiento" con fuerzas represivas en una casa de 132 y 35, de La Plata, el 1° de agosto de 1977.

Acosta relató que estuvo ilegalmente detenido con el matrimonio de desaparecidos compuesto por Roberto Aued y María Graciela Médici, quienes vivían en la casa en la que murió Daniel Mariani, y le contaron cómo fue su muerte.

El testigo recordó que Mariani militaba en una Unidad Básica del barrio de 15 y 530, en Ringuelet. "Ellos invitaban al barrio a charlar de sus problemas. Nos juntábamos los vecinos y hacíamos zanjas o ayudábamos a construir casas", contó.

Sobre su propia detención clandestina, Nieves Acosta dijo que fue secuestrado dos días después de la muerte de Mariani y llevado a la Brigada de Investigaciones de La Plata (55 e/13 y 14), donde fue torturado con picana. Al mes de su detención ilegal, Acosta fue llevado al Pozo de Bánfield -"donde dormíamos en el piso y nos daban de comer una vez por día"- y más tarde a la comisaría 3° de Lanús, en Valentín Alsina, donde en diciembre de 1977 recuperó la libertad. 




Nueva presentación


La Asociación de ex Detenidos-Desaparecidos pidió hoy a la Cámara Federal de esta ciudad ser parte en el "Juicio por la Verdad" promovido por la APDH La Plata, y al que ya adhirieron las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo.
 

  

 

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