Miércoles 10 de Noviembre de 1999 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

La detuvieron en forma ilegal y después la juzgaron
Declaró una ex detenida que estuvo más de un año prisionera y luego fue juzgada por un consejo de guerra. Además, prestó testimonio un sobreviviente de centros clandestinos que pasó cinco años detenido.

Por Francisco Martínez y Lucas Miguel (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA.- En la jornada de hoy la Cámara Federal de La Plata recibió el testimonio de Nora Patricia Rolli, una ex detenida que pasó por el centro clandestino de detención "La Cacha" y que fue juzgada por un tribunal militar. 

Nora y su padre fueron secuestrados de su casa la madrugada del 15 de abril de 1977 por un grupo de personas que se identificaron como "fuerzas conjuntas" y que irrumpió violentamente en el domicilio. "Usaban pelucas, gorros, pasamontañas y barbas y bigotes postizos", declaró Rolli durante la audiencia.

La ex detenida sostuvo que cuando llegó al centro clandestino la hicieron desnudar y recostar en un elástico metálico y la ataron. "Preguntaban violentamente por mis compañeros de (la Facultad de) Medicina y por vecinos del barrio, y me aplicaron picana con una araña de cables que partía del abdomen hacia las extremidades", manifestó. Y agregó: "Un guardia me dijo: 'Bienvenida a La Cacha'". 

Rolli contó que se enteró que su padre -quien también recuperó la libertad- sufrió tres simulacros de fusilamiento y que mientras la torturaban a ella, lo pusieron en una sala contigua para que escuchara: "Eso era tortura psíquica", sostuvo la ex detenida. Nora Rolli contó que un día pudo escuchar cuando un oficial informaba a Enrique Reggiardo que su esposa había dado a luz: "'¡Quique, Mochocha (María Rosa Tolosa) tuvo mellizos!'", le habría dicho el represor al padre biológico de los mellizos Reggiardo Tolosa, protagonistas de unos de los tantos casos de niños apropiados durante la dictadura. 

A principios de junio del mismo año, padre e hija fueron trasladados a la comisaría 8° de esta capital, donde permanecieron detenidos durante un año y pudieron recibir visitas. Después de este período, el padre de Rolli fue trasladado a la Unidad Penal N°9 de Olmos y ella al Penal de Devoto. Ambos fueron juzgados por un Consejo de Guerra, bajo el cargo de asociación ilícita. En el veredicto, los militares sobreseyeron al padre de Rolli y a ella también la sobreseyeron pero provisoriamente. "Tenía que presentarme en el Regimiento de Patricios una vez por año y no podía salir del país. Además, tenía inhabilitación para cargos públicos", relató la ex detenida. Con el retorno de la democracia, Rolli averiguó cual era su situación en esa causa y no encontró ningún documento de todos los trámites legales a los que fue sometida. Por otro lado, otra ex detenida de "La Cacha" también contó su experiencia ante la Cámara Federal. María Inés Paleo fue detenida en julio de 1978 y liberada a principios de septiembre de ese mismo año. Durante este período, pasó, además, por la comisaría 2° de esta ciudad. Los represores, que se identificaron como policías federales, la secuestraron junto a su bebé y fueron a la casa del hoy desaparecido Alejandro Gutiérrez sin un motivo aparente. Allí a María Inés le permitieron dejar a su hijo y luego se la llevaron.

La testigo identificó como represores de "La Cacha" a dos individuos apodados "El Oso" -un oficial de la Policía de la provincia cuyo apellido sería Acuña- y "El Pájaro". Además contó que en la puerta del baño del centro clandestino había un dibujo que ilustraba a un grupo de personas sobre un bote, con una valija de dinero, identificados como integrantes del movimiento Montonero. Según Paleo, el dibujo estaba acompañado por la leyenda: "Ustedes están acá y ellos se fueron con la plata".




Cinco años detenido


En la jornada de hoy, la Cámara Federal de esta ciudad también recibió el testimonio de un ex detenido que estuvo privado durante cinco años de su libertad. 

Rubén Saposnik militaba en el Partido Comunista de La Plata y, justo después del secuestro de un militar que vivía cerca de su casa, las Fuerzas de Seguridad comenzaron con allanamientos y operativos en su domicilio, porque -según contó- lo vinculaban con ese hecho. Los operativos comenzaron un día que él y su hermano habían ido a cursar a la Facultad de Ciencias Médicas. Rubén, antes de volver a su casa, llamó por teléfono: "Acá hay unos señores de la Policía Federal que te buscan", le había dicho su madre. "Yo, por supuesto, no fui porque sabía la realidad que estaba viviendo el país", sostuvo Saposnik hoy ante la Cámara. El testigo afirmó que estuvo mucho tiempo sin volver a su domicilio, porque sabía que los procedimientos eran reiterados. 

"Un día hicieron un operativo con militares. Se llevaron a mi padre y a mi madre a 1 y 59 -sede de la Guardia de Infantería de la Policía bonaerense- y los torturaron. Estuvieron allí cerca de 33 días", manifestó Saposnik. Una semana después de que las Fuerzas de Seguridad se llevaran a sus padres, a principios de junio de 1976, Rubén Saposnik se encontraba parado en la esquina de 19 y 44 esperando un colectivo, y un hombre se le acercó: "Era un cabo del Regimiento 7; me preguntó si yo lo conocía a él, porque hacía un mes que yo había sido dado de baja del servicio militar. Sacó un arma y me dijo: 'Lo estamos buscando'", relató Saposnik ante el Tribunal. Con el revólver en la mano, el militar detuvo un taxi que pasaba por allí y se llevó a Saposnik detenido al Regimiento, donde lo encerraron en un calabozo. Según el relato del testigo, previamente, un cabo junto a tres oficiales le preguntaron por qué no se presentaba si sabía que lo estaban buscando y le propinaron una golpiza. 

Después del encierro en el calabozo, Saposnik se entrevistó con el teniente primero Del Río, quien le reiteró la misma pregunta que sus subordinados. "En otra habitación -contigua a la de Del Río- había una foto de mi hermano Jorge y otra mía con un cartel que decía 'buscados'", contó el ex detenido. El periplo de Saposnik continuó en un centro clandestino. Después de viajar media hora vendado y esposado, el auto que lo llevaba se detuvo: "Me bajaron y entramos a un lugar donde había otras personas (detenidas). Me desnudaron, me ataron de manos y pies a un elástico y comenzaron las sesiones de torturas", dijo el testigo ante los jueces del Tribunal. La estancia en ese centro clandestino -que sería Arana, según le manifestaron otros ex detenidos a Saposnik- duró aproximadamente un mes y medio. Durante este tiempo, su padre, ya liberado, comenzó a hacer gestiones por Rubén y se dirigió al Regimiento 7 a preguntar por él. Los militares que lo recibieron, reconocieron la detención de Rubén. Por eso, inmediatamente, el padre del detenido envió cartas a una decena de funcionarios públicos, entre ellos el dictador Jorge Rafael Videla, agradeciendo que el Ejército reconocía que tenía detenido a su hijo. "A los dos días, dos personas de inteligencia del Ejército fueron preocupadas a mi casa a preguntarle a mi padre cómo sabía que me tenía el Regimiento 7", relató Saposnik.

Después del paso por el centro clandestino, el ex detenido fue trasladado a la comisaría 3° de Valentín Alsina junto a otros 18 prisioneros, donde las condiciones de detención fueron distintas: sin vendas, sin esposas y hacinados en un pequeño calabozo.

Cuando ya había pasado esto, su padre, que todavía ignoraba su destino, tuvo una audiencia con el Jefe de la Policía provincial, coronel Ramón Camps, quien le prometió que iba a resolver la situación de Rubén. Días más tarde, el padre de Saposnik fue notificado de que su hijo estaba detenido en la comisaría 3° de Valentín Alsina y la Policía le expidió un certificado para que pudiera visitarlo. Así, Rubén tuvo contacto con su familia. 

Pero la historia de su detención ilegal no terminó ahí. Recién terminaría casi cinco años después, el 18 de octubre de 1981. Para ese entonces, a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, había pasado por la Unidad Penal N°9 de Olmos y el Penal de Caseros.

Cuando recuperó la libertad, Rubén se enteró de algunos episodios que había vivido su familia. Cuando fueron liberados de la Guardia de Infantería de la Policía, los padres de Rubén salieron con un "certificado donde constaba que no tenían actividad política", sostuvo el testigo, y explicó que de alguna manera ese documento trataba de legalizar una detención que había sido ilegal.




Sin rastros


Por otro lado, también declaró Rubén Gorosito, Director de Servicios Sociales de la Universidad Nacional de La Plata. Gorosito testimonió en la causa por la desaparición de dos amigos, entre ellos el estudiante de Derecho, Fernando Fracchia. El testigo contó que poco después del mediodía del 16 de noviembre de 1976 escuchó ruidos en el patio de la pensión donde vivía, ubicada en 4 y 36 de esta capital. "Me asomé y vi personas armadas corriendo. Me fui por una puerta que da a 36 y, después, pude observar cómo personas de civil armadas hacían un procedimiento", relató Gorosito ante la Cámara. Adentro de la casa había quedado Fernando Fracchia y otro amigo que vivía junto a ellos, a los que Gorosito no vio nunca más. El testigo contó que cuando ya estaba en la calle comenzó a escuchar varios disparos. Al otro día, cuando abrió el diario, se enteró que ese operativo había arrojado un saldo de cuatro víctimas que no fueron identificadas.

En otro caso en el que tampoco se tuvo rastros de la víctima, declaró Laura Gerenschtein, hermana del desaparecido Rubén Gerenschtein, secuestrado en su casa la tarde del 27 de mayo de 1977. La testigo contó escuchó el timbre de su casa y cuando fue a atender vio correr a una persona armada. Después de ver eso, volvió hacia adentro de su casa y se encontró que en el patio había "una persona arriba de mi hermano con un arma", según contó. Tres secuestradores más entraron en la casa, la encapucharon y se llevaron a su hermano. Nunca más supo de él, sólo que una amiga ex detenida lo vio en "La Cacha".




Declaró un ex comerciante


Por último, en las audiencias de hoy declaró Héctor Siniego, un ex comerciante de esta ciudad, en la causa por la desaparición de Alejandro Gutiérrez. 

Siniego era propietario de una vidriería y Gutiérrez había sido contratado por él para la colocación de vidrios en un colegio de la Capital Federal . Según la familia Gutiérrez, cuando fueron a avisarle a Siniego que Alejandro había desaparecido, el vidrierista les respondió que ya sabía del secuestro porque había hablado con los integrantes de la Fuerzas de Seguridad que se habían llevado a Alejandro.

Ruth Penette, madre del desaparecido, contó el mes pasado a los jueces de la Cámara que al concluir su tarea, los dueños de la obra le habían entregado a Alejandro el "final de obra", un documento que confirma la finalización del trabajo y que con su presentación se pueden cobrar los honorarios por el trabajo realizado. Según Ruth Penette, sin el "final de obra" "Siniego no podía cobrar la colocación de los vidrios. Entonces se preocupó mucho porque Alejandro no venía y llamó a dos amigos de él: oficiales Nuñez y Vacaro, de la Policía Federal. Estas personas le trajeron el 'final de obra' que tenía Alejandro en su bolsillo, para que pudiera cobrar". Además, en la oportunidad que declaró, Penette agregó: "Yo le pedí a Siniego si podía interceder por la suerte de Alejandro, si conocía a esta gente (los oficiales). Él me dijo: 'Si no hizo nada, quédese tranquila porque lo van a largar' y no ofreció ningún tipo de ayuda".

Hoy Siniego negó la existencia de un documento como el "final de obra" y afirmó que se enteró de la desaparición de Alejandro porque un día que tenía que presentarse a trabajar no fue: "Lo mandé a buscar con un empleado y volvió desesperado porque vio a la Policía y al Ejército en la casa de Gutiérrez", sostuvo Siniego. Además, el ex comerciante manifestó que conocía a Vacaro -sindicado por la madre del desaparecido como policía federal- desde la infancia pero que no sabía a qué se dedicaba. Y contó que éste lo fue a ver junto a un "hombre vestido de verde", que sería Núñez, y se lo presentó. Según Siniego, Vacaro se limitó a presentarlo ante Núñez, quien le preguntó si sabía que tenía Montoneros de empleados. "Yo les dije que todo el mundo sabía que ellos defendían sus ideales", dijo hoy el ex comerciante.
 

  

 

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