Miércoles 11 de Mayo de 1999 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Monseñor Grasselli: "La memoria me falla"
La Cámara Federal le preguntó a Monseñor Grasselli por desaparecidos El clérigo recolectaba nombres de desaparecidos durante la dictadura. Tenía un fichero, y llegó a juntar 2.500 casos. Pero al prestar declaración, negó recordar episodios concretos. Afirmó que por su tarea recibió amenazas. En tanto, declaró una Abuela de Plaza de Mayo que hizo imputaciones al médico Bergés. También declaró un ex ordenanza de la Dirección de Sanidad de la Policía de la Provincia. Finalmente declaró un matrimonio de Bahía Blanca: después de 22 años, llegó la primera noticia de su hija. Se llama Elsa y estudiaba psicología. En diciembre de1977 la secuestraron y sus padres nunca más supieron de ella. La semana pasada escucharon por la radio la difusión de un documento de la represión ilegal donde figura el nombre de su hija. Por eso, pidieron a la Cámara Federal de La Plata que investigue y fueron citados.

Por Francisco Martínez y Lucas Miguel (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA.- El ex secretario del Vicariato Castrense durante la dictadura, Monseñor Emilio Teodoro Grasselli, declaró ayer en el Juicio por la Verdad, y negó recordar si hizo gestiones por el desaparecido José David Aleksosky, quien fue secuestrado en 1976 cuando hacía la conscripción.

Preocupándose en demostrar que hacía esfuerzo por recordar, Grasselli aportó muy poca información: confirmó que tenía un fichero en el que anotaba los nombres de las personas desaparecidas cuyos familiares, para saber su suerte, acudían a él. Pero dijo no recordar nombres concretos, cuando los jueces de la Cámara Federal de La Plata o los abogados de la APDH preguntaban en ese sentido.

En lo que pareció el colmo de la desmemoria, el clérigo también dijo que no se acordaba de haber declarado en la CONADEP. El Tribunal le leyó su declaración ante la comisión que en 1984 investigaba a la represión ilegal, y entonces Grasselli expresó: "La verdad es que me había olvidado de haber hecho esto. Ratifico esta declaración".

El religioso fue llamado a declarar para que informe si conocía el destino de José Aleksosky, un joven que desapareció mientras hacía el servicio militar en el Regimiento de Granaderos a Caballo. 

La testigo Zivana Aleksosky -hermana del desaparecido-, declaró la semana pasada que a Grasselli "lo pusieron los militares para que entretenga" a los familiares de los desaparecidos y que en un encuentro que tuvo con él "vi que debajo de la sotana tenía un arma". Cuando el Tribunal le preguntó si en esa época se armaba, Grasselli sentenció: "Jamás. Soy enemigo de las armas".

En su declaración ante la CONADEP, que Grasselli no recordaba, el prelado contó que recibía "llamados anónimos" que le daban datos sobre dónde estarían los detenidos ilegales. Sobre Aleksosky, Grasselli averiguó que el desaparecido "estuvo en (el centro clandestino de detención de) Arana", y reconoció que hizo gestiones por él ante el Ministerio del Interior para sacarlo del país. 




Recolección de datos


El clérigo explicó cómo era el sistema que, junto con su superior -el monseñor Adolfo Tortolo-, ponían en práctica. Grasselli se encargaba de recibir a los familiares de las personas detenidas ilegalmente, y les tomaba sus datos. Luego le remitía a Tortolo una lista, que hacía en forma periódica, para que éste a su vez la envíe al Ministerio del Interior o a las Fuerzas de Seguridad. Pero el religioso negó que alguna vez le haya dado información a algún familiar sobre dónde estaba su ser querido, contradiciendo a varios testigos que declararon en el Juicio por la Verdad.

El presidente del Tribunal le expresó que no podía comprender cómo era posible que recolectara tanta información, si nunca podía informar a los familiares qué había pasado. "La pobre gente estaba desesperada porque nadie los atendía. Yo les decía: 'caminen, vayan a todos lados'", señaló Grasselli.

"Yo no tenía autoridad, era secretario, no podía hacer nada", dijo el prelado cuando se le preguntó si hacía gestiones por las personas secuestradas. Indicó que el que se ocupaba de eso era monseñor Tortolo. "¿Con qué jefes militares se reunía Tortolo?", quiso saber el Tribunal. "Con todos", subrayó Grasselli. Monseñor Tortolo era el vicario castrense y realizaba la "atención espiritual" del personal de las Fuerzas Armadas.

El Tribunal también le preguntó si no consideraba que tener esa información era peligroso. "¿Me lo va a decir a mí que fui amenazado innumerables veces?", contestó Grasselli, al tiempo que agregó cuando le preguntaron si no había hecho la denuncia: "¿A quién se la iba a hacer?. ¿Al enemigo?".

Grasselli recordó, no obstante, los casos en los que, según él, ayudó a salir del país a algunos detenidos. "Los ayudé a salvarse de aquel incendio. Les conseguí visa y trabajo en el exterior", manifestó. El religioso se refirió de esta forma a episodios en los que él trataba con detenidos ilegales que tenían un régimen especial: podían salir del centro clandestino de detención, hablar con Grasselli, y luego volver a su cautiverio. Mientras tanto, Grasselli hacía gestiones en los consulados extranjeros para que puedan exiliarse.

Más tarde, se le preguntó si recordaba casos en que los familiares pedían por recién nacidos hijos de las personas secuestradas. "Chicos, chicos. . .", murmuró Grasselli mientras se rascaba la cabeza. "Tengo alguna foto de una embarazada", expresó. Pero cuando se le preguntó por un caso puntual, dijo que no recordaba.

Los abogados de APDH pidieron a la Cámara que se secuestre el fichero de Grasselli, que el clérigo aun conserva. Una comisión policial partió anoche con Grasselli para cumplir esa disposición. Finalmente a la madrugada se concretó el secuestro del fichero de Grasselli, que el clérigo aun conservaba en su casa, y que tiene alrededor de 2.500 nombres de desaparecidos.

La tarea que se piensa realizar ahora es cruzar los nombres que la APDH y la Cámara tienen -en los hábeas corpus que iniciaron la causa del Juicio por la Verdad- con los de Grasselli. No obstante, desde la APDH se estima que el fichero no aportará mucha información.Además, se pidió un careo entre el monseñor y los testigos Lázaro Aleksosky -hermano del conscripto- y Albano José Nocent (ver "Después de 22 años...").




Las contradicciones de monseñor Grasselli


La declaración del religioso ante la Cámara Federal deja varias dudas sobre su rol en la dictadura. El clérigo se contradice a sí mismo, si se comparan los testimonios que brindó a la CONADEP, a la Cámara Federal de La Plata y el que brindó en el Juicio a las Juntas. En tanto, ayer a la madrugada se realizó el secuestro de su fichero, que tiene 2.500 nombres de desaparecidos.

Al declarar ante la Cámara Federal de La Plata, el ex secretario del Vicariato Castrense durante la dictadura, monseñor Emilio Teodoro Grasselli, incurrió en varias contradicciones, con respecto a otros testimonios que había dado.

Las siguientes son los puntos en los que los abogados de la APDH trabajan, para determinar si existió o no falso testimonio en la declaración que el prelado ofreció el lunes: 

· Grasselli dijo a la Cámara que su trabajo se limitaba a recibir a los familiares de desaparecidos y tomar sus nombres. Y que nunca supo nada sobre el destino de las personas secuestradas ni pudo informarle de eso a sus seres queridos. Pero en su declaración del 10/9/84 ante la CONADEP -que increíblemente el clérigo dijo no recordar haberla dado-, Grasselli afirmó que pudo enterarse por personas liberadas de la suerte corrida por "algunos desaparecidos que permanecían aun en cautiverio, lo cual se lo comunicaba a los familiares". Concretamente, sobre el caso de José David Aleksosky, Grasselli señaló a la CONADEP "que por una infidencia de un ex detenido-desaparecido" pudo saber que Aleksosky se encontraba "en el campo de detención clandestino Arana". 

· Además, Grasselli dijo a la Comisión que investigaba la represión ilegal que hizo gestiones por Aleksosky, y entregó documentación sobre eso. Y que por un llamado telefónico se enteró que "se había ido al cielo". Sin embargo, ante la Cámara Federal de La Plata el prelado señaló que no hacía gestiones por casos puntuales. Al ratificar la declaración ante la CONADEP y a la vez negar su contenido, Grasselli incurre en falso testimonio.

· Por último, en su declaración del Juicio a las Juntas, Grasselli dijo que por los testimonios que recibió sabía sólo de un centro clandestino de detención: la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Sin embargo, según sostuvo ante la CONADEP, Grasselli sabía que también existió el "Pozo de Arana", lugar donde permanecieron secuestradas muchas personas.



Imputaciones a Bergés


También declaró ayer Rosaria Isabella Valenzi, hermana de Silvia Isabella Valenzi, desaparecida en La Plata el 22 de diciembre de 1976. La testigo contó que Silvia estaba embarazada cuando fue secuestrada, y que nunca vio al bebé. E involucró en esa desaparición al ex médico policial Jorge Bergés.

"Nos enteramos que estuvo detenida en la Brigada de Quilmes", relató Valenzi. Cuando llegó el momento de parir, Silvia Valenzi fue llevada al Hospital Municipal de Quilmes, contó la testigo. 

Rosaria Valenzi dijo que se enteró del nacimiento de la beba por un testimonio que dieron una enfermera y una partera, que luego fueron secuestradas y ahora están desaparecidas.

Un médico le dijo a la testigo que la nena había nacido y que estaba viva. Pero el director del hospital en esa época, Roberto Iriarte, negó todo. Más tarde, los médicos que declararon en una causa que se abrió en la justicia penal también negaron todo, diciendo que la beba había muerto.

La mujer relató ante la Cámara que su hermana fue llevada al Hospital de Quilmes con dos policías y el médico Jorge Bergés. Según contó, éste le dijo a un funcionario del hospital: "Esa nena (la beba) no sala saca de acá ni Videla sin mi orden". Bergés estuvo procesado dos años por este caso, pero salió libre por la ley de Obediencia Debida.

Valenzi informó además que su caso es uno de los que investiga el juez Adolfo Bagnasco, que intenta probar la existencia de un plan sistemático de secuestro de bebés durante la dictadura. También se hizo una presentación al juez español Baltasar Garzón.




Nadie vio los libros de Sanidad


En otro orden, declaró un ex ordenanza de la Dirección de Sanidad de la Policía de la Provincia. Héctor Viscuzi, quien trabajó en Sanidad entre 1981 y 1995, dijo no recordar ver cuando se trasladaron los Libros de Partes Médico-legales que busca la Cámara, cuando fueron enviados a un juzgado o cuando volvieron de éste.

Viscuzi argumentó que sólo "hacía limpieza o servía café" y que nunca entró al archivo de Sanidad, donde podrían haber estado la documentación.




Después de 22 años, llegó la primera noticia de su hija


La Cámara Federal de La Plata recibió ayer el testimonio de familiares de una estudiante y una enfermera desaparecidas durante la última dictadura en nuestra región, en el marco del Juicio por la Verdad que tiene como fin averiguar lo acontecido con el paradero de más de 2000 personas detenidas en forma ilegal por las Fuerzas de Seguridad en aquellos años. 

En primer término declararon los padres de Elsa Alicia Nocent, estudiante de psicología, detenida entre el 16 y 18 de diciembre de 1977. 

José Albano Nocent y Elsa Gelatti hacía 23 años que no tenían noticias sobre su hija, cuando la semana pasada en Radio Mitre se difundió un documento que daba cuenta de la detención de Elsa por parte de las Fuerzas Armadas. De esta manera se contactaron inmediatamente con la radio para constatar los datos, y más tarde enviaron a la Cámara un pedido de investigación sobre el caso de su hija. 

El matrimonio Nocent se enteró de la detención de Elsa el 22 de diciembre, por medio de una carta anónima que le llegó a su casa de Bahía Blanca. "A la gorda hace varios días que no la vemos y sospechamos que ha sido detenida", rezaba la misiva. 

Así, los Nocent se trasladaron ese mismo día a La Plata para buscarla. Recorrieron toda la ciudad pero no la hallaron. No tenían una pista firme que los llevara a su hija.

Días más tarde, el matrimonio recibió en su casa otra correspondencia anónima. "En la carta nos pedían 20 mil pesos a cambio de información. Teníamos que llevar la plata en una caja y encontrarnos con el informante en una plaza", afirmó Albano Nocent al Tribunal, al tiempo que sostuvo que no concurrió a la cita porque la consideraba "una maniobra oportunista de alguien que sabía lo que estábamos pasando".

Desalentados ante la falta de información sobre el paradero de Elsa, Albano y Rosa Nocent se dirigieron al Batallón 181 de Bahía Blanca para encontrar una respuesta. Allí se entrevistaron con el mayor Delmé, quien "nunca nos dio un dato -relató Albano- y nos terminó echando" junto a otros familiares que también buscaban a sus seres queridos desaparecidos. 

En otra oportunidad, el matrimonio se entrevistó en la parroquia Stella Maris con monseñor Emilio Teodoro Grasselli, quien presuntamente tenía datos sobre los detenidos ilegales. "Grasselli sacó de un fichero una ficha con el nombre de mi hija, pero no nos dio ningún dato", dijo Albano.

El sacerdote, quien fue secretario del vicariato castrense, declaró ayer como testigo y negó haber tenido información sobre el destino de desaparecidos (ver "Monseñor Grasselli..."). Asimismo reconoció la existencia de un fichero con datos de más de 2500 detenidos ilegales, que él iba confeccionando con los elementos que le aportaban los familiares que iban a verlo.

Grasselli afirmó que confeccionaba las fichas cuando concurría algún familiar de desaparecidos para pedirle que hiciera gestiones, mientras que Nocent sostuvo que cuando fue a verlo, el sacerdote ya tenía una ficha con el nombre de su hija. Estas contradicciones dieron pie para que la Cámara dispusiera un careo entre ambos, que se realizó en la medianoche.

Finalmente, Grasselli dijo que el nombre de Elsa lo podría haber obtenido con el reclamo de algún amigo de ella, anterior a la visita de sus padres.

Por otra parte vale destacar que la orden de detención que libraron las Fuerzas Armadas sobre Elsa Nocent especificaba que, como objetivo secundario, debían apresarse a quiénes la acompañaran en ese momento: "Con quien se encontrase", dice el documento.




Otro caso sin datos


En la audiencia de ayer también declaró Claudia Arce, hermana de Elena, detenida durante un allanamiento ilegal. 

Elena Arce, 24 años, se había recibido de enfermera en Bahía Blanca y vivía en Buenos Aires, donde trabajaba, y viajaba todas las semanas a La Plata a dar clases en la Cruz Roja. En esta ciudad se alojaba en la casa de una amiga bahiense, Nora Formiga.

El 22 de noviembre de 1977 la familia de Elena recibió una llamada de un amigo que les contó que en ese momento la estaban secuestrando. "En dos autos particulares, el Ejército y la Policía se la llevaron junto a tres amigas", relató Claudia.

La testigo también sostuvo que "al otro día fue un camión del Ejército y cargaron todos los muebles de la casa". Y agregó: " por eso le dejaron un recibo a la encargada del edificio".

El padre de la mujer hizo varias gestiones en juzgados y comisarías, "pero nadie le contestó nada", afirmó Claudia.

En otro episodio de la búsqueda de Elena, su padre se dirigió a un coronel de Bahía Blanca, quien le dijo que "Elena debía estar en el cielo y que no buscara más", señaló la testigo. Entonces reclamó el cadáver y, según Claudia, le respondieron que "los cadáveres no se devuelven".

Las tres amigas de la enfermera fueron liberadas al poco tiempo de ser detenidas, mientras que la familia Arce en 22 años no tuvo un dato acerca del paradero de Elena. 

  

 

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