Miércoles 3 de Mayo de 2000 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Vuelven a identificar a un represor de la comisaría 5ª
Se trata de Luis Vicente Patrault, sindicado por segunda vez como “el Tío”, un policía que tenía contacto con los detenidos ilegales del centro clandestino que funcionó en el fondo de la dependencia. También declararon un sobreviviente y dos familiares. Desestiman la citación a indagatoria para Miguel Etchecolatz.

Por Vanina Wiman, Lucas Miguel y Francisco Martínez (Secretaría de Prensa)

 

LA PLATA.- Por segunda vez en lo que va del Juicio por la Verdad, un policía que trabajó durante la dictadura en la comisaría 5° de esta ciudad señaló al ex sargento Luis Vicente Patrault como el represor apodado “el Tío”, una persona que tenía contacto con los detenidos ilegales del centro clandestino que funcionó en ese lugar. 

La declaración de hoy del policía retirado Edgar Rivero se suma de esta forma a la de José Orellana, quien el 5 de abril pasado indicó que Patrault era conocido como “el Tío”. Ese mismo día, el propio Patrault lo negó antes del testimonio de Orellana.

Rivero, quien se desempeñó en la Comisaría 5º de esta ciudad entre 1976 y 1980, aseguró que no estaba enterado de la presencia de detenidos ilegales en el establecimiento durante ese período: dijo que se enteró “por los diarios” y que ningún compañero le comentó algo al respecto. 

También dijo que los calabozos estaban en un “área restringida a la que él no tenía acceso, “por órdenes del comisario”. 

Rivero declaró que no notó “ninguna diferencia en el movimiento dentro de la seccional” desde que ingresó en marzo de 1976 hasta que fue trasladado a Ensenada, en 1980. Sin embargo, reconoció que en un principio podía moverse libremente dentro del edificio, pero que más adelante a la zona del fondo (en donde se encontraban los calabozos) sólo podían acceder el comisario de la 5º, el oficial de servicio y el ayudante de guardia. 

Sobre la identidad de las personas que desempeñaban esos tres cargos durante su permanencia en la dependencia policial, Rivero primero aseguró no recordar ningún nombre. De hecho, se excusó por su mala memoria debido a “un accidente en mi casa, un golpe en la cabeza en 1998”, por el cual perdió “un poco pero no mucho” de sus recuerdos anteriores. Pero más adelante en la audiencia, al oír el nombre de Osvaldo Sertorio, afirmó que “él fue el comisario desde el año ’76 o ’77, no recuerdo”. 

Se le dio una larga lista de nombres, con la intención de que recordara alguno de los policías que trabajaron junto a él en la 5º. Respondió con un rápido “no, señor” en la mayoría de los casos, y dudó por un momento cuando escuchó el de Edgar Rivero: “Ese soy yo, señor”. 

Por otra parte, cuando se le preguntó por alguien al que le decían “el Correntino”, dijo que “ese era el cabo Gauna”, y que Luis Patrault era “el Tío”. El 5 de abril pasado, el ex policía José Orellana afirmó que Patrault tenía ese apodo. El mismo día, el propio Patrault negó ser “el Tío”. 

Según los testimonios de ex detenidos de la comisaría 5º, “el Tío” y “el Correntino” eran los guardias con los que tenían contacto durante el cautiverio. 

Por otro lado, Rivero aseguró que en los últimos diecisiete años, desde su retiro en el ´83, no se encontró “con ningún compañero policía, porque me mudé a Villa Elisa”. 

Sobre la función que desempeñó en la comisaría, Rivero la definió como “encargado de las notificaciones y citaciones judiciales y policiales y, a veces, cuidaba el portón”. Aseguró que en ningún momento vio que a la comisaría entraran vehículos militares, que jamás vio pasar a detenidos clandestinos hacia los calabozos y que “leía o sentía en la radio que había subversión, pero a mí no me preocupaba para nada”. Sin embargo, afirmó más adelante que a su hermano “lo mató la subversión”. 

Rivero reconoció que no se preguntó qué pasaba detrás de las puertas de los calabozos y que “no sé a donde iba el personal cuando hacia procedimientos, no recuerdo que la policía haya dado algún golpe contra la subversión”. 




Ex detenido 

El ex detenido Rodolfo Torresi, por su parte, contó su secuestro que comenzó el 6 de octubre de 1976 y duró cinco días. Afirmó que estuvo en tres centros clandestinos: el primero no lo supo identificar, pero los otros dos fueron la Caballería de la Policía provincial y el Destacamento de Arana. 

Torresi dijo que en el primer sitio fue torturado, y que en los otros dos las condiciones de detención no variaron, ya que estuvo siempre encapuchado. 

También sostuvo que en Arana, durante las noches, “llegaba la patota alcoholizada, a los gritos”, y que un domingo este grupo de personas tuvo un almuerzo y luego practicó tiro al blanco. “Ese día me dijeron que me iban a volar la cabeza”, manifestó el ex detenido en su testimonio. 

Rodolfo Torresi relató que luego de ser liberado se fue de La Plata, a vivir al campo. Tiempo después, un grupo de militares allanó su vivienda en la localidad de Rivera, partido de Adolfo Alsina, “en busca de no sé qué piedra preciosa”, ironizó el testigo. También se allanaron otros domicilios de la zona. 

En otro orden, Juan Alberto Schudel declaró sobre la desaparición de su hermano Luis Horacio, el 18 de agosto de 1976 de un departamento de 62 y 139, en Los Hornos (La Plata). 

El testigo expresó que en el operativo se allanaron otros dos departamentos contiguos al que se encontraba su hermano, y que también fue detenido ilegalmente el dueño de las tres viviendas, que se alojaba en el piso superior. 

Dentro de este secuestro múltiple se encontraba también Rubén Beratz, un joven por cuya desaparición declaró su hermana en diciembre pasado. Delia Beratz dijo en esa oportunidad que en el procedimiento actuaron personas vestidas de civil, y que el único que se salvó fue el dueño del departamento, que era de nacionalidad boliviana. 




Familiares

Por otra parte, también declaró Ana Luisa Frizola por la desaparición de Néstor Abel Leyes. 

La testigo, que viajó desde Resistencia (Chaco) para testimoniar, no aportó demasiados datos. Declaró que “el negro”, apodo de su hermano, desapareció en los primeros días del mes de diciembre de 1977. Por entonces tenía 23 años, era misionero y su pareja, hermana de la testigo, también había sido detenida en un tren cuando llevaba bajo su poder unos panfletos. 

Hada María Frizola estuvo secuestrada una semana en un lugar de la ciudad de La Plata, que la testigo no pudo precisar, y donde “fue torturada, recibió picana en la vagina, violaciones”, declaró Ana Luisa Frizola. 

Además, dijo que su hermana estaba embarazada de seis meses cuando fue secuestrada. Tras recibir las torturas fue internada en un hospital público de La Plata, luego legalizada y trasladada a Olmos donde dio a luz a su hija. Después fue conducida a Devoto hasta 1980, cuando fue puesta en libertad. 




Etchecolatz 

La Cámara Federal decidió por mayoría rechazar los dos recursos —de reposición y nulidad— interpuestos por la APDH La Plata, luego de que en diciembre pasado ese cuerpo desestimara la citación a declaración indagatoria del ex represor Miguel Osvaldo Etchecolatz, y decidiera que la “denuncia” recayera en el Fiscal de Cámaras, quien debía, a su vez, radicarla en un juzgado de primera instancia. 

En este momento, la APDH La Plata estudia la posibilidad de presentarse como querellante en la causa que, finalmente, recayó en el juzgado federal a cargo de Humberto Blanco. La secretaria general de la Asamblea, Marta Vedio, afirmó que “no obstante entendemos que la competencia en estos casos la tienen las cámaras federales, en virtud de la ley 23.049, estudiamos la posibilidad de presentarnos como parte querellante”. 

A fines de 1999, la Asamblea había interpuesto un recurso de reposición y otro de nulidad sobre la resolución que desestimó la citación de Etchecolatz. En el primero, requería a los jueces que revieran su voto. Por el segundo, el organismo entendía que el fallo 168/99 “ha sido adoptado en violación de formas procesales de carácter esencial, circunstancia que lo vicia de nulidad absoluta”. 

La APDH La Plata entendió que en esa resolución se discutieron temas para los que no había sido convocado el plenario, como la competencia de la Cámara en estos casos —ya resuelta antes de comenzado el Juicio por la Verdad— o la forma en que se debe citar a los magistrados para que integren el cuerpo. Por eso exigió su nulidad. 

En respuesta a los reclamos de la APDH, el martes pasado, casi cinco meses después, la Cámara decidió declarar “improcedente” el recurso de reposición y “desestimar ‘in límine’ el incidente de nulidad”. 

De esta manera, la resolución 168/99, que tomó el cuerpo judicial el 14 de diciembre pasado, sigue su curso. En ese fallo se otorgó el carácter de “denuncia” a la presentación del juez Leopoldo Schiffrin —quien pidió la indagatoria a Etchecolatz por casos que entiende que no fue juzgado— y se ordenó que pase al Fiscal General de Cámaras, quien debía radicarla ante un juzgado de primera instancia. El representante del Ministerio Público cumplió con la medida y la “denuncia” recayó en el juez federal Humberto Blanco.
 

  

 

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