Miércoles 5 de Abril de 2000 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Comisaría 5°: un policía rompió el pacto de silencio
Contradijo a todos sus colegas y afirmó que "todo el personal" podía ingresar al lugar donde funcionaba el centro clandestino. Sostuvo que en la dependencia ocurrían cosas "aberrantes" y que trataban a los prisioneros como "basura".

Por Lucas Miguel, Francisco Martínez y Ximena Martínez (Secretaría de Prensa)

 

LA PLATA.- En la jornada de audiencias de hoy un policía que se desempeñó en la comisaría 5° durante la última dictadura militar rompió el "pacto de silencio" que guardaban sus colegas en los testimonios ante la Cámara Federal de La Plata, y sostuvo que él y los demás policías tenían acceso a la parte trasera de la dependencia, donde funcionó un centro clandestino de detención. 

José Alfredo Orellana trabajó en la 5° desde 1974 hasta 1979, razón por la cual vivió los cambios que se produjeron en la seccional durante el régimen militar. 


Orellana: "Todo el personal tenía acceso a la cocina" 

Orellana afirmó que "todo el personal tenía acceso a la cocina, se paseaba por el patio: lavaban las camionetas, baldeaban". De esta forma contradijo a todos los policías que habían declarado ante el Tribunal que no se podía ingresar a la parte trasera porque existía un "área restringida". En este sentido, Orellana dijo que el sector que les estaba vedado era sólo el de los calabozos y señaló que desde allí "se escuchaban quejidos de la gente que sufría". 

El policía, que fue elogiado por los jueces por su colaboración, enfatizó: "Le puedo afirmar que había mujeres" entre los detenidos ilegales. Dijo que esto lo supo por los comentarios que corrían por la dependencia. No obstante no pudo constatar la presencia de embarazadas y, en este sentido, dijo que ignoraba que se hubieran producido partos. 

Sobre la cantidad de prisioneros afirmó: "Pienso que serían más que la capacidad del ambiente. Estarían amontonados". 

"De día —momento en que cumplía horario Orellana: de 6.00 a 13.00 o de 13.00 a 21.00— llegaba gente que no conocíamos en vehículos particulares. Llamaban la atención porque bajaban agresivos, armados hasta los dientes, como si fueran los dueños. Nos teníamos que correr porque si no nos empujaban", remarcó el ex agente de 48 años. 

Asimismo, Orellana manifestó que estas personas se reunían a diario con el comisario Osvaldo Sertorio —quien ya declaró y negó cualquier vinculación con el centro clandestino— en su oficina. "Lo vi a (el jefe de la Policía, coronel Ramón) Camps y a (Ovidio Pablo) Ricchieri", afirmó cuando le preguntaron con quién se reunía con el comisario. 

Por otro lado, el policía manifestó que sus compañeros del turno noche "comentaban que habían llevado gente, que había torturas. Según dicen, la cámara de torturas funcionaba en la cuadra", un sector del fondo de la dependencia, lindante con los calabozos. Y continuó: "Me comentaron que de noche venían grupos de ocho o diez detenidos encapuchados y atados, y los metían a empujones en las celdas". 

Orellana, que fue el único policía de la 5° que reconoció que allí ocurrían cosas "aberrantes", remarcó que el personal "tenía libre circulación por toda la comisaría durante el día". 

En la audiencia también le preguntaron por los apodos de otros policías y dijo que le decían "el tío" a Vicente Patraul, quien había declarado antes que él y había negado conocer a un personaje con ese apodo. "El tío" fue mencionado por varios ex detenidos como un represor de la 5°. 

En otro orden, Orellana contó que durante los años '76 y '79 la comisaría "se basaba en la parte de oficina", es decir que sólo funcionaba la atención al público pero no los calabozos en forma oficial. 

En contraposición con el resto de los policías que ya declararon, Orellana también relató que "desde el interior de la dependencia era visible el patio" que comunicaba con el centro clandestino. 

Respecto de los detenidos ilegales, el ex agente —se retiró en 1986— expresó que "a esta gente la tiraban como bolsa de basura en el calabozo". 

—¿Sabía que había torturas?— le preguntó el juez Julio Reboredo. 
—Por versiones. Había comentarios de que los agarraban del cuello (a los detenidos) y los golpeaban contra la pared para sacarles información— indicó Orellana. 




"A la parte de atrás, no pasa nadie" 

Antes que Orellana declaró el policía Luis Vicente Patrault, quien repitió la tesis que sostuvieron otros efectivos en el Juicio y dijo que al personal de la comisaría 5° le estaba vedado el acceso a la parte trasera de la seccional. 

Patrault, que reconoció la presencia de detenidos no legales, llegó a sostener que nunca se enteró que en esa dependencia funcionó un centro clandestino de detención. Cuando fue preguntado en ese sentido, expresó: "No había contacto con esta gente (detenidos ilegales). Desconocíamos el caso". 

En contra de lo que dijo su colega Orellana, Patrault remarcó todo el tiempo que "a la parte posterior no pasaba nadie. La puerta estaba cerrada con candado". Asimismo, manifestó que desde el interior de la dependencia no se podía visualizar el patio porque "los vidrios de las ventanas fueron pintados". 

Por otro lado, el ex policía dijo que el Destacamento de Arana -donde también funcionó un centro clandestino de detención- dependía de la 5° pero afirmó que durante la dictadura "se cortó la relación" con esa dependencia policial. 

Preguntado sobre si conocía apodos de sus antiguos compañeros, Patrault respondió que no. 

—¿Quién era "el tío"?- preguntó el juez Reboredo. 
—"El tío", no sé....- respondió el ex policía, entre balbuceos. 

Minutos después, Orellana confirmaba que a Patrault le decían "el tío" porque "era el oficial más viejo del personal". 




Gestiones 

Por otro lado, Julio César Calvo, hermano de la ex detenida Adriana Calvo, declaró sobre las gestiones que realizó mientras su hermana se encontraba secuestrada. Julio Calvo es periodista y durante la dictadura trabajó en radio Rivadavia con el relator José María Muñoz. 

Por diversos medios, Calvo se contactó con el comisario inspector Alberto Rousse. A partir de ese momento comenzó a tener "citas" con este represor en el bar "El viejo almacén". "Las reuniones eran a las cinco de la mañana —afirmó el testigo— y en una de ellas me dijo que mi hermana y Miguel Laborde, mi cuñado, estaban vivos, estaban limpios". 

Calvo, también se reunió con el capitán de fragata apodado "Pichu" Carbajal, quien le señaló: 'No damos información del enemigo'. "Tiempo después, lo encontré en Londres y me pidió disculpas", agregó el testigo. 

A su vez, el hermano de Adriana Calvo relató que concretó una entrevista con un "capitán Fernández", funcionario del Ministerio del Interior. Tras la charla que mantuvo, Fernández lo tomó del brazo y, en respuesta a los cuestionamientos que Calvo le había formulado sobre la contestación negativa de los hábeas corpus de su hermana, el militar le dijo: "No nos haga caso". "No podía creer que el Ministerio del Interior mintiese de esa manera", añadió Julio Calvo en su declaración. 

En tanto, Angela Angelini, esposa del desaparecido Alfredo Valcarce Soto, declaró hoy que su marido fue secuestrado de su casa de Berazategui, el 3 de abril de 1976. 

Valcarce trabajaba en la cristalería Rigolleau y hasta allí se dirigieron los represores para avisar que su hijo estaba enfermo. Esto fue una artimaña para Valcarce fuera a su casa y así el secuestro pudiera concretarse. 

Angelini dijo ante los jueces que "a nivel oficial" nunca supo del destino de su marido. Sólo se enteró que un ex detenido de apellido Farías estuvo con él en un centro clandestino que podría ser el "Pozo de Bánfield". 

Además, la mujer afirmó que concurrió "infinidad de veces" a plantearle la desaparición de su marido al ex secretario del Vicariato Castrense de la Armada, Monseñor Emilio Grasselli, quien recibía a familiares de desaparecidos. El cura le prometió: "En cualquier momento lo tenés de vuelta por tu casa". 

Grasselli llegó a enviarle información por escrito a Angelini. "Pida al Señor que le conforte con la alegría de la esperanza", le expresó el sacerdote en una de sus cartas.
 

  

 

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