Miércoles 6 de Septiembre de 2000 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Dos ex funcionarios provinciales contaron su secuestro en “Puesto Vasco”
En ese centro clandestino, estaban detenidos varios ex funcionarios de la Gobernación. Dijeron que por ese lugar pasaban el médico Bergés, el cura Von Wernich y el jefe de policía Ramón Camps. En tanto, el padre de un desaparecido se quejó de la lentitud de la Justicia.

Por Francisco Martínez, Vanina Wiman, 
Ximena Martínez y Lucas Miguel (Secretaría de Prensa)

 

LA PLATA.- La Cámara Federal recibió el testimonio de dos ex funcionarios de la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires que fueron secuestrados durante la última dictadura militar: el ex Director de Ceremonial, Héctor Ballent y el ex Ministro de Asuntos Agrarios, Pedro Goin. 

Ballent fue secuestrado el 5 de mayo de 1976, en presencia del gobernador de facto Ibérico Saint Jean. “Fue un operativo monstruoso”, dijo el testigo, y agregó que el Ejército rodeó toda la manzana para detenerlo. Goin, por su parte, fue detenido ilegalmente en Pigüé (interior de la Provincia) el 5 de septiembre de 1977.

El ex funcionario fue llevado en un primer momento a la comisaría 8° de La Plata, que en ese tiempo estaba comandada por un amigo suyo, cuestión que lo benefició en sus condiciones de detención. “Me interrogaban todas las noches preguntándome si había viajado a Europa con una chica. Yo no tenía pasaporte”, aseguró Ballent. 

El testigo contó que estuvo detenido ilegalmente en esa comisaría durante nueve días, tras los que le presentó a Saint Jean su renuncia, después de haber trabajado 30 años en la Gobernación. 

Un año después, el 17 de mayo del ’77, fue nuevamente secuestrado. Esa vez lo llevaron al Comando de Operaciones Tácticas N°1 (COT1) de Martínez, en el norte de Gran Buenos Aires, un lugar al que Ballent definió como “un matadero”: “Había chicas que le faltaban partes del cuerpo”. 

“Me acuerdo el 29 de mayo, Día del Ejército, en que me torturaron. Las preguntas indicaban que el nivel intelectual de esta gente era muy bajo. Tenían poco conocimiento de cómo funcionaba un Gobierno”, recordó Ballent. “Me preguntaban si otorgaba subsidios y yo estaba en Ceremonial”, añadió. 

El ex detenido recordó que permaneció en cautiverio con el periodista Jacobo Timerman, “quien me cedía chocolates que le enviaban, porque él no los podía comer”. Y reseñó un episodio en el que un guardia sentó a él y a Timerman en una mesa y les preguntó si conocían de qué modelo era una pistoal. Repentinamente, el arma se disparó y la bala pasó por encima de la cabeza del periodista. “Nunca supe si lo quiso matar en serio o si se le escapó el tiro”, expresó Ballent. 

También mencionó a Rafael Perrota, un funcionario de la Gobernación que llegó trajeado al centro clandestino y le dijeron: ‘Desnudáte que no necesitás la ropa’. “Se lo llevaron y no volvió nunca más —contó—. Está en la lista de desaparecidos”. 

Del ex detenido Alberto Liberman, Ballent recordó que “pagó doble precio: por ser funcionario y por ser judío”. Y del secretario general de la CGT, Rubén Dieguez, manifestó que “le dieron picana sólo en los pies. Se los quemaron”. 

En ese centro clandestino también estaba el juez Ramón Miralles, padre del actual juez federal de La Plata, que estaba secuestrado con su esposa y dos hijos. Ballent manifestó que la tortura que sufrió Miralles fue muy fuerte, y que “esa fue la primera vez que me puse a llorar”. 

Entre los represores del COT1 de Martínez, el ex funcionario nombró al jefe de ese centro, Valentín “Saracho” Pretti, y a un policía de apellido Verdún. Sin olvidar al médico que “vigilaba” la aplicación de tormentos, el represor Jorge Antonio Bergés, y a quien los ejecutaba, el comisario administrativo Eros Amílcar Tarella (a) “capitán Trimarco”. Pablo Díaz menciona a este represor como uno de los responsables del secuestro de los chicos de “La Noche de los Lápices”. 

“Un día me encontré a Bergés y le dije: ‘Qué pedazos de asesinos que son. ¿No te da vergüenza ejercer la Medicina así?’. No me contestó”, relató el testigo. 

El 13 de julio, Ballent y otros detenidos ilegales fueron llevados al centro “Puesto Vasco”, en la localidad de Don Bosco, en el partido de Quilmes. El testigo reveló que antes de ser centro clandestino “Puesto Vasco” era una sociedad de fomento —vio la chapa en la puerta al ingresar—, y que luego se convirtió en la Unidad 13 de Investigaciones. 

En este centro lo visitó el cura Cristian von Wernich. “Yo me di cuenta que su discurso no parecía al de un cura. Un día dijo: ‘Vamos muchachos, confiesen así los dejan de torturar’”. Ballent contó que entonces lo increpó a Von Wernich diciéndole que esas no eran palabras de un sacerdote. “No me contestó y se fue”, recordó el testigo. 

Días después, antes de ser liberado, Héctor Ballent fue llevado al Departamento de Policía y dejado en la oficina del Director de Investigaciones, Miguel Osvaldo Etchecolatz. Por su cargo en la Gobernación, el hasta entonces desaparecido conocía al represor, que había sido jefe de Seguridad en la Casa de Gobierno en la dictadura de Onganía. 

“Cuando me atendió, me agarró una crisis de nervios y lo agarré del cuello”, relató el ex detenido. Etchecolatz dio las explicaciones del caso y Ballent fue puesto en libertad. “Por esa época tenía ‘persecuta’ con los quinieleros. Era porque su esposa se había ido con un capitalista”, contó el testigo del ex Director de Investigaciones y agregó: “Después pasó a ser jefe de Seguridad de Bunge & Born”. 




Ex ministro 

Por su parte, Pedro Augusto Goin relató ante la Cámara las circunstancias de su detención ilegal, ocurrida el 5 de septiembre de 1977. Fue secuestrado de su domicilio en Pigüé por un grupo de tres personas armadas, vestidas de civil, que se identificaron como personal del Ejército. 

Goin había sido Ministro de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires en el Gobierno de Victorio Calabró. “Supe que me andaban buscando, porque varios compañeros de gabinete que yo conocía habían sido secuestrados, y me enteré de que también preguntaban por mí”, señaló. 

Después de ser esposado y vendado, Goin fue trasladado “a un lugar que podría ser en Olavarría”, donde se oían gritos y quejidos. Horas más tarde, fue llevado a otro lugar en una camioneta de la policía provincial. “Escuché que preguntaban cuál era el destino del ‘paquete’, que era yo, y dijeron ‘a Arana’. Ahí me di cuenta de que estaba cerca de La Plata”, expresó el testigo. 

Goin estuvo secuestrado en un centro clandestino de detención en Arana cerca de un mes. Allí compartió el cautiverio con otros funcionarios que conocía. “Eramos como 11, me acuerdo de Ramón Miralles y de Juan Gramano, entre otros. Estábamos en el mismo pabellón, y dormíamos todos uno encima del otro, en el suelo”, manifestó el ex detenido. 

Estando detenido en Arana, Goin fue interrogado varias veces. “En los interrogatorios estuvieron presentes Etchecolatz, un policía de apellido Zamora y alguien apodado ‘Miguelito’. Los vi porque no tenía los ojos vendados en ese momento”, afirmó el testigo. 

Fuera del perímetro del centro clandestino de detención, Goin vio que habían cavado una fosa, que estaba rodeada de neumáticos y bidones de nafta. “Varias veces hubo humo y olor a quemado; el comentario era que ahí quemaban cadáveres”, aseveró el testigo. El 9 de junio pasado, Francisco Fanjul, hermano de un desaparecido, dijo ante la Cámara que el represor Roberto Grillo le confió que ese procedimiento era la función que tenía en un centro de Arana. 

Más adelante, fue trasladado a «Puesto Vasco». “En ese lugar encontré a muchos que habían estado conmigo en Arana y que también fueron trasladados, y además recuerdo haber visto a (Jacobo) Timerman”, contó el testigo, y agregó que el nombre del comisario a cargo de esa dependencia era Darío Rojas. 

Después de un mes, Pedro Goin fue trasladado a una comisaría de Monte Grande, donde estuvo detenido casi diez meses hasta su liberación, el 24 de agosto de 1978, casi un año después de su secuestro. 

“Tanto en Monte Grande como en Don Bosco, lo vi a (Ramón) Camps haciendo recorridas, y creo que lo vi a Monseñor Plaza. Al que oí nombrar seguro es al médico (Jorge Antonio) Berges en Arana y en Puesto Vasco”, declaró el testigo. 




“Nadie me dijo si la causa fue cerrada” 

En otro orden, Néstor Rubén Scognamillo declaró por la desaparición de su hijo, Rubén Oscar, el 14 de abril de 1977 en Berisso. Por esa época el joven estaba cumpliendo el servicio militar. 

El testigo contó que muchas causas se abrieron para dar con el paradero de su hijo. La investigación pasó por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y luego por la Cámara Federal de Buenos Aires, y entre el Juicio a las Juntas y la Obediencia Debida el expediente, como la gran mayoría, quedó en el olvido. 

“¿Las causas tienen un principio y un fin?”, preguntó Scognamillo, cuando las preguntas de los jueces viraban en torno a los expedientes iniciados por la desaparición de su hijo. 

Y agregó: “Me duele que la Justicia me cite y que en 16 años de democracia nadie haya tenido la deferencia de decirme si la causa fue cerrada en algún momento”. 

Sobre el destino de su hijo, el testigo señaló que podría dar datos un compañero del servicio militar que también estuvo detenido con Rubén Oscar. Este joven se llama Néstor García, vivía en Berisso, y lo único que se sabe es que su padre trabajaba en la Destilería de Y.P.F. 




“No había centro clandestino” 

En la tarde de hoy también declaró el ex policía Gregorio Medina, quien se desempeñó en la comisaría 5° desde el 5 de mayo de 1975 al 9 de agosto de 1976, según se desprende de su legajo personal. 

Durante su testimonio, Medina negó que, mientras estuvo en la dependencia, hubiese funcionado un centro clandestino. 

Luego del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, la comisaría 5° sufrió algunos cambios en su estructura edilicia, que la prepararían para albergar a los detenidos ilegales. Todavía, en dos años de Juicio, no se pudo determinar en qué fecha comenzó a funcionar el centro clandestino de la 5°. 

Sólo se sabe que los preparativos comenzaron con la asunción de Osvaldo Sertorio como comisario, el 23 de junio de 1976. Medina sostuvo hoy que recuerda la elevación de los tapiales de la parte trasera de la dependencia (donde funcionó el centro clandestino durante casi dos años), pero no el resto de los acondicionamientos en los calabozos. 

El ex policía, además, ratificó tres veces ante los jueces que mientras estuvo en la 5° no hubo detenidos ilegales ni funcionó un “área restringida” en los fondos, a cargo de un grupo de tareas. 

Cuando el tribunal le leyó las declaraciones de otros policías que afirmaron que en 1976 ya funcionaba el centro clandestino, el policía se justificó: “Estos oficiales a lo mejor están hablando de hechos que ocurrieron después de agosto”, mes en que se fue de la 5° y se retiró de la fuerza. Asimismo, agregó que “a veces la memoria falla”, y dio muestra de ello a los pocos minutos, cuando la abogada de la A.P.D.H. La Plata, Alicia Peralta, pidió que el secretario de la Cámara le leyera una declaración que había realizado en 1985 ante el juez Pablo Peralta Calvo, y negó recordarla. 

Este documento contradijo al policía, ya que durante todo el testimonio de hoy había sostenido que podía ingresar a los calabozos, mientras que en 1985 afirmó que sólo realizaba “servicios de calle”. 

Minutos antes, el juez Julio Reboredo le había dicho que sus afirmaciones eran “contradictorias”, en comparación con las de algunos de sus compañeros que ya declararon en el Juicio por la Verdad. No obstante, Medina se mantuvo en su postura todo el tiempo.
 

  

 

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