Miércoles 7 de Junio de 2000 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Un militar tenía planillas que hablaban de desaparecidos
En 1994, María Florencia Cabassi recibió “partes diarios” que daban detalles de la desaparición de su hermano. Allí se documentaba el secuestro y la sesión de torturas.

Por Vanina Wiman, Francisco Martínez y Ximena Martínez (Secretaría de Prensa)

 

LA PLATA.- Una testigo declaró hoy ante la Cámara Federal de esta ciudad que tuvo en su poder, gracias a un contacto con un militar, una serie de “partes diarios” que contenían información sobre el secuestro de su hermano y catorce personas más. 

María Florencia Cabassi afirmó que consiguió los partes por medio de Alejandro Incháurregui, del Equipo Argentino de Antropología Forense, en el año 1994. “No quise leerlo ni sacarle una copia”, dijo Cabassi, pero aseguró que los informes contenían datos relevantes sobre la desaparición de su hermano Mario Guillermo, “porque Alejandro si los leyó y me contó”. 

Cabassi aseguró que Incháurregui le dijo que en esa documentación figuraba que en la cámara de torturas Mario no dio el nombre de nadie y que se mantuvo firme, “y que murió sabiendo qué era lo que quería”. Según la testigo, el antropólogo había conseguido los partes “por medio de un conocido que a su vez tenía un contacto con un militar que era un enfermo terminal”. 

Hace unos meses, el ex jefe del Ejército Martín Balza sostuvo que ya no existe información sobre los desaparecidos en organismos del Estado, pero que es posible que muchos represores aún la conserven en su hogar. 

Según el testimonio de Cabassi, en los partes figuraban además la fecha y el lugar en que fue secuestrado Mario: la estación de tren de Temperley, en los primeros días de junio de 1978. Sin embargo, no constaba en ellos qué fuerzas de seguridad habían participado en el procedimiento. 

La testigo dijo que había visto por última vez a su hermano, de 21 años, en una pizzería, y que Mario le había comentado que “se tenía que ir de La Plata y a lo mejor se iba al interior”. Desde ese encuentro, no supo más nada de él hasta el ´83. 

Cabassi declaró que en ese año entró en contacto, por medio del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), con Mario Villani, un ex detenido que afirmaba haber visto a Mario Cabassi en alguno de los centros de detención en los que había estado. 




“Que se atenga a las consecuencias” 

Víctor López, por su parte, testimonió sobre la desaparición de dos de sus hermanos: Francisco y Luis César López Muntaner. 

El testigo contó que Francisco fue secuestrado de su domicilio el 16 de septiembre de 1976, durante la madrugada conocida como “La Noche de los Lápices”. El joven aun desaparecido, que tenía sólo 16 años, fue secuestrado por un grupo de 8 a 10 personas comandado por una persona que estaba a cara descubierta. 

“Mire señora, si su hijo nos da la información que queremos se lo devolvemos”, le dijeron los represores a la madre del chico. “¿Y si él no sabe?”, preguntó la mujer, y le contestaron: “Entonces, que se atenga a las consecuencias”. 

En enero de 1977 la familia sufrió otro secuestro, el de Miguel. Pasó dos semanas en cautiverio y contó que estuvo en un centro clandestino de Arana. 

Tres meses después, el 9 de abril, desapareció el mayor de los hermanos López Muntaner, Luis César. Este joven se había ido a vivir a Mendoza porque temía por su vida. Pero igualmente fue secuestrado, cuatro días antes de que su esposa diera a luz. 

Víctor López señaló además que su hermano Francisco, días antes de ser ilegalmente detenido, conversó con monseñor José María Montes, a quien la familia conocía por haber dirigido el colegio primario al que concurría el joven. El religioso fue, durante la última dictadura, obispo auxiliar de la diócesis de La Plata. 




“Seccional segura” 

Por su parte, Hilda Alicia Lailla declaró sobre su trabajo como aspirante a agente, que realizó durante dos días en la Comisaría 5º, donde se desempeñó en la oficina de expedientes. Entonces tenía 24 años. 

Tras los días de trabajo allí, la testigo declaró que el comisario le dijo que le convenía trabajar en la comisaría 8º. Se efectuó su traslado y continuó trabajando en la misma oficina de la otra seccional, en donde también funcionó un centro clandestino de detención. 

En su declaración manifestó que en la 8º el personal femenino no tenían acceso a las celdas. También dijo que la comida para los presos la iban a buscar a la Unidad Penitenciaria Nº9. 

“Por comentarios de mis compañeros de trabajo, supe que había presos políticos”, expresó. En este orden, afirmó que se enteró que en ese grupo había mujeres. Y agregó: “Era una seccional segura, según comentaban ellos (por el personal de la comisaría), por eso los presos políticos estaban ahí”. 




Familiares 

En otro orden, declaró también Lidia Regina Gallo, esposa de Antonio Martínez, quien fue secuestrado de la casa en la que ambos vivían en Berisso el 3 de diciembre de 1976, y desde entonces se encuentra desaparecido. 

La testigo contó que en la madrugada de ese día un grupo de hombres armados golpeó en las ventanas de la casa, diciendo que eran de la Policía Federal y que venían a buscar a Martínez. 

“Llevaban pelucas y vestían de azul, con botas y boinas”, dijo Gallo, y agregó que los vecinos le comentaron que “eran cerca de 30 personas, habían venido con un camión y algunos estaban de uniforme verde”. 

La testigo comentó que antes de llevarse a su marido, le sacaron una pulsera y la alianza de casamiento y se las dieron a ella. “Igual me dijeron que se lo llevaban unas horas, le hacían unas preguntas y me lo traían de vuelta”. 

Gallo relató que los vecinos le contaron que a Martínez se lo llevaron en un auto y con la cara descubierta, y que recién lo encapucharon después de andar media cuadra. 

Antonio Martínez trabajaba en Propulsora Siderúrgica, y su esposa contó que la empresa le brindó una ayuda económica durante un año, después del secuestro. 

Además, Valeriana Florentín habló de la desaparición de su esposo, ocurrida el 18 de mayo de 1977. La mujer contó que por versiones se enteró que Mario Revoledo estuvo en los centros clandestinos que funcionaron en la Brigada de Investigaciones de La Plata y en la localidad de Arana. 

También dijo que junto a un familiar fue a la Brigada a preguntar por Mario, y que allí reconoció a cuatro de los secuestradores de su marido.
 

  

 

Ir a la Página Inicial del Juicio por la Verdad