Miércoles 10 de Mayo de 2000 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Dos ex detenidos comprometen al represor "Turco Julián"
Uno de ellos dijo que fue su torturador en el centro clandestino "El Banco". El otro, señaló que fue quien lo secuestró y que al entrar a ese lugar hacía el saludo nazi.
Otro policía contradijo la tesis del "área restringida". Jorge Luis Piazza afirmó que los efectivos de la Comisaría 5ª tenían acceso al fondo de la dependencia, donde funcionó un centro clandestino, y que se relacionaban con los integrantes del grupo de tareas.

Por Vanina Wiman, Lucas Miguel y Francisco Martínez (Secretaría de Prensa)

 

LA PLATA.- Dos ex detenidos-desaparecidos mencionaron al represor "turco Julián" como la persona que los secuestró y los torturó durante la última dictadura militar.

Horacio Seillant relató que fue secuestrado el 25 de julio de 1978 en Capital Federal y llevado al centro clandestino "El Banco". Allí Seillant pudo ver con sus propios ojos a Julio Simón, más conocido como "Turco Julián", un ex represor que en los últimos años apareció por televisión enorgulleciéndose de sus crímenes. 

El ex detenido dijo que vio al propio "Julián" cuando lo torturaba, ya que mientras sufría ese tormento se le salió la venda. También mencionó a Juan Antonio del Cerro (a) "Colores", como otro de los represores de "El Banco". 

Días después, Seillant fue llevado a "El Olimpo": "Todos los que estábamos en «El Banco» pasamos a ese lugar. Entiendo que fue porque se desactivó", relató el ex detenido. 

También dijo, ante una pregunta de un juez, que los represores "no perdían opción de diferenciar" a las personas de religión judía, a la hora de aplicar tormentos a los detenidos ilegales. "No era ninguna suerte serlo", agregó Seillant. 




Otra ex detenida de "El Banco", María del Carmen Rezzano —quien tiene a su esposo desaparecido— también mencionó al "turco Julián" durante su testimonio. Rezzano relató hoy que fue secuestrada el 31 de mayo de 1978, y el mismo "Julián" se encargó de interceptarla en la puerta de su casa y amenazarla con un arma. 

Rezzano fue después llevada a la casa de un matrimonio vecino, en donde encontró a sus dos hijos, de 2 y 4 años, amenazados con ametralladoras. Ese mismo día, su marido, Pablo Daniel Tello y su cuñado Rafael fueron secuestrados del astillero en Tigre (en el norte del Gran Buenos Aires), en donde trabajaban. 

La ex detenida afirmó que luego fue vendada y llevada al centro clandestino conocido como "El Banco", junto a su cuñada, Mariana Arcondo. Estando detenida en ese lugar, escuchó como "torturaban a mi marido y le preguntaban los nombres de mis hijos". 

Por un testimonio del oficial Orestes Estanislao Vaello ante la CONADEP, se sabe que Pablo Daniel Tello y su hermano Rafael estuvieron en un centro de detención de Arana. Según declaró Vaello, les decían "los franceses" (en referencia a que tenían la nacionalidad francesa) y estaban muy golpeados. 

Durante su cautiverio, que duró dieciséis días, Rezzano pudo encontrarse dos veces con su marido. "Me dijo que tenía un par de costillas rotas, y preguntó por nuestros hijos", relató. Después, no supo nada más de él. 

Por otra parte, entre los torturadores que Rezzano puedo identificar, también se encontraba Juan Antonio del Cerro (a), a quien la ex detenida reconoció dos veces en declaraciones anteriores realizadas para la CONADEP. Otros represores del centro clandestino eran "Kung-Fu", "Catorce" y "Tristón". 

Rezzano también contó que el «Turco Julián» "a veces venía a conversar al tubo" (en referencia a la celda en donde estuvo detenida) y que "cuando entraba, gritaba 'Heil, Hitler' ". "El venía y decía: 'Esto es un barco y yo soy el capitán'", agregó la testigo. 

Asimismo, recordó que en una ocasión, se le entregó a los detenidos pasta dentífrica, para que se lavaran los dientes con los dedos. Rezzano pudo reconocer, espiando por debajo de la venda, que "los tubos tenían escrito 'Ejército Argentino' ". 





Familiares

En otro orden, también declaró Bibiana Utrera, sobrina de la profesora de Historia Irma Zucchi, desaparecida la noche del 17 de noviembre de 1976. 

Utrera contó que la familia al día siguiente hizo la denuncia en la comisaría 9° de La Plata, en donde el oficial subinspector Luján, quien había sido alumno de Zucchi, comentó que la Marina le había pedido "gente de la pesada" para un "procedimiento". 

La testigo manifestó además que luego del secuestro de su tía, también fue detenido otro profesor, que fue liberado a la semana. "Este hombre le dijo a mi tío Pedro Zucchi (hermano de Irma) que no sabía si ella iba a vivir porque las sesiones de tortura eran muy fuertes", dijo Bibiana Utrera, al tiempo que señaló que nunca supo nada del destino de la desaparecida. 



María del Carmen Mariani declaró por la desaparición de su esposo, Aníbal Ramón Castagno. El 11 de noviembre de 1976, Castagno, que estudiaba Ingeniería y militaba en Montoneros, salió de su casa a la madrugada "para hacer una volanteada con tres o cuatro personas más", afirmó Mariani. 

A media mañana de ese mismo día, uno de los compañeros de su marido pasó por la casa del matrimonio, para avisarle que habían tenido un enfrentamiento "con personas de civil que bajaron armadas de un Falcon", pero que no habían visto caer a Castagno. 

Mariani declaró además que su suegra, después de recibir una nota del Ministerio del Interior que consideraba a Castagno desaparecido, presentó un habeas corpus, que tuvo resultado negativo. 

Asimismo, la testigo afirmó que la madre de Castagno dio con la posible dirección del enfrentamiento en que habría fallecido su hijo, después de haber buscado en los diarios: 22, entre 44 y 45. A una cuadra de ahí funcionaba la división "Automotores" del Regimiento 7 de Infantería.





"En la noche se escuchaba hasta el silencio"


El Juicio por la Verdad recibió hoy otro aporte de un policía que decidió no ocultar lo que sucedió en los fondos de la Comisaría 5ª de esta ciudad durante la última dictadura militar, y que puso en contradicción a varios de sus ex compañeros que durante este proceso habían negado su intervención en el centro clandestino y el contacto con los detenidos políticos. Jorge Luis Piazza reconoció que los policías de la 5ª podían acceder a la parte trasera de la dependencia, donde estaban los calabozos que alojaron a decenas de prisioneros, y que, incluso, tenían relación con los represores que estaban a cargo de lo que ocurría en ese "área restringida". 

Piazza es jubilado de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Trabajó en la 5ª desde 1976 a 1980, y vivió las reformas edilicias que se produjeron en la dependencia antes del Golpe de Estado, que la acondicionarían para albergar detenidos ilegales. "Habían levantado el muro. Las puertas de los calabozos se modificaron y alguna habitación que era usada como depósito se acondicionó", reveló el ex policía, que por ese entonces era oficial de servicio o judicial, encargado de tramitar sumarios, lo que en ausencia del comisario y el subcomisario lo puso al frente de la comisaría en varias oportunidades. 

Piazza, que durante su relato de tres horas habló en tercera persona, advirtió que la dependencia "de un día para el otro" pasó a tener un "área restringida", constituida por el patio, los calabozos, la terraza y otras habitaciones del fondo del edificio. "Nosotros no teníamos que tener contacto con ese submundo", señaló. Y afirmó que en un principio no tenía acceso a ese lugar, pero que "con el devenir del tiempo" se hizo común que los policías lo transiten. 

Asimismo, el ex policía contó, en coincidencia con el resto de sus compañeros, que los integrantes del grupo de tareas arribaban con los detenidos por uno de los portones de la comisaría. En este sentido, afirmó que "me hablaban por teléfono del Área Operacional 113, que supuestamente funcionaba en el Regimiento (de Infantería) 7, para avisarme qué auto iba a llegar". 

Piazza, además, sostuvo que los represores encargados de los prisioneros "eran suficientes" en cantidad, pero que con el tiempo fueron quedando uno o dos, "por lo que supongo que el personal nuestro (de la 5ª) les daba una mano", indicó. 

Por otro lado, reveló que la comida de los prisioneros "la iba a buscar el personal policial en la camioneta al Hospital San Juan de Dios, al Italiano o al Seminario Mayor", un hecho del que la mayoría de los policías de la 5ª que declararon ante la Cámara Federal platense se habían desentendido. 

Otro circunstancia negada por varios ex policías ante el tribunal fueron los ruidos o voces que provenían del fondo de la dependencia. Sobre este punto, Piazza remarcó que "en la noche se escuchaba hasta el silencio". Y, asimismo, en su declaración puso énfasis varias veces en que tuvo que ordenar al oficial de guardia que fuera a decirle a los represores a cargo de los detenidos que atendieran los reclamos de estos de ir al baño o llevarles agua, ante las quejas a gritos de los mismos prisioneros. "Por las condiciones en las que estaban (los detenidos), porque si no el olor llegaba a las oficinas de adelante", justificó Piazza. 

De esta manera, dejó de manifiesto el hecho notorio de que todos en la comisaría sabían lo que ocurría en la parte trasera. En este orden, también puso en claro que los policías de la 5ª tenían contacto con los integrantes del grupo de tareas. "Los guardias (de los prisioneros) solían estar arriba (en la terraza, donde había dos habitaciones y estaba la casa del comisario), o iban a la cocina o a la guardia", afirmó, al tiempo que sostuvo: "Nos consultaban por necesidades básicas, como dónde podían ir a comer". 

Por otro lado, Piazza señaló que pudo ver a los detenidos ilegales a una distancia de 12 ó 15 metros. "Los tenían vendados. A los varones, atados. A las mujeres no las vi golpeadas", afirmó. Y continuó: "Yo entiendo que los oficiales nuestros tendrían que haber ayudado a darles de comer". 

El ex policía estimó que pudo ver alrededor de 15 ó 20 detenidos, de los cuales cinco eran mujeres. Aunque aclaró que no advirtió que ninguna de estas estuviera embarazada. 

En otro orden, Piazza contó una anécdota que le tocó vivir antes del Golpe, cuando se desempeñaba en Brandsen. Dijo que tuvo que intervenir en el caso de un robo que había sufrido la hija del actual presidente del Banco Municipal de La Plata, Juan María Manganiello, en ese momento funcionario del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Como los policías resolvieron el caso, Manganiello los gratificó con 45 adelantos de sueldo, según reveló el ex policía, que expresó el grato recuerdo que le dejó el contador. 




Caso Mariani 

En su carácter de oficial judicial, Piazza instruyó el sumario de dos policías heridos y un soldado muerto, en el ataque que perpetraron las Fuerzas de Seguridad a la casa de 30, entre 55 y 56, el 24 de noviembre de 1976. En este hecho murieron los cuatro habitantes de la casa y desapareció la beba Clara Anahí Mariani, de tres meses. 

Piazza sostuvo que se enteró que a ese operativo asistió el jefe de la Policía, coronel Ramón Camps. 

Sobre la desaparición de la hija del matrimonio de Daniel Mariani y Diana Teruggi, el ex policía afirmó que "nunca me comentaron ni vi nada sobre una nena". 

Asimismo, reveló que los "hechos contra la subversión no se registraban" en libros o en actuaciones judiciales "salvo el de la calle 30 porque hubo dos policías heridos". 




La versión de siempre 

En la jornada de hoy, antes del testimonio de Piazza, declaró el ex policía Rubén Andrés Pedraza, quien prestó servicios en la comisaría 5º entre 1976 y 1978 como cabo 1º y sargento. 

Pedraza se asentó sobre la versión de que los policías no tenían acceso al fondo de la comisaría y que desconocían lo que allí ocurría. Al comenzar su testimonio, el juez Alberto Durán le preguntó si había visto alguna vez entrar a un policía con un detenido por la puerta principal de la dependencia. Pedraza mantuvo silencio unos segundos y afirmó: "Yo no lo he visto entrar". 

El juez, al ver sus dudas, le dijo: "Me da la sensación de que se está poniendo en guardia". Pedraza, acorralado, contestó con una pregunta: "¿Usted me está diciendo de los tiempos normales o anormales?". 

Después, repitió la declaración de sus colegas: que había un "área restringida", que no se podía pasar por orden de "la superioridad" y que "entraba y salía gente de civil por el portón del costado en autos particulares". 

No obstante, Pedraza señaló que "desde el fondo se sentían ruidos, gritos del personal dando órdenes y gritos que, para mí, eran de dolor". 

Entonces, el tribunal le preguntó que hacían cuando escuchaban estas cosas. "Qué íbamos a hacer, si los superiores estaban ahí", respondió el ex policía. 

Más tarde, el juez Leopoldo Schiffrin lo interrogó acerca de las contradicciones en las que incurrieron los policías de la 5ª en los distintos testimonios ante la Cámara. Pedraza no se movió de su posición y reiteró que "las puertas estaban cerradas y las ventanas (que comunicaban con el patio) pintadas", por lo que no podía saber qué pasaba en la parte trasera. 

Pedraza, además, negó tener apodos. En la siguiente declaración, el ex policía Jorge Luis Piazza dijo que a Pedraza le decían "el pampa", y reiteró, como en la semana pasada lo había hecho otro oficial, que a Luis Vicente Patrault lo apodaban "el tío", sindicado como uno de los policías que tenía contacto con los prisioneros.
 

  

 

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