Miércoles 12 de Julio de 2000 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Comisaría 5ª: Nuevo testimonio relativiza el "área restringida"
Un policía dijo que el personal podía acceder a la cocina, ubicada en el fondo de la dependencia, donde funcionó el centro clandestino. Sin embargo, remarcó que nunca escuchó ni vio prisioneros. Un juez le dijo que su testimonio no era "veraz".

Por Lucas Miguel, Ximena Martínez, 
Vanina Wiman y Francisco Martínez (Secretaría de Prensa)

 

LA PLATA.- El policía Horacio Palazzi, que se desempeñó durante los primeros tres años de la dictadura en la comisaría 5° de esta ciudad, reconoció ante la Cámara Federal que los efectivos de la dependencia tenían acceso a la "zona restringida", que estaba a cargo del Ejército, en los fondos de la seccional. Palazzi es hoy comisario inspector y se desempeña en Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad bonaerense. Recién había egresado de la escuela de Policía cuando ingresó en la 5°, a principios de 1976. 

El policía declaró que luego del golpe de Estado de marzo de ese año "comenzaron las refacciones en los calabozos" de la comisaría, que se convertirían en el centro clandestino de detención. Relató que el Área Operacional 113 se hizo cargo de la parte posterior de la comisaría pero que el personal iba "a la cocina a tomar mate". De esta forma desdijo a muchos de sus ex compañeros, que sostuvieron ante el Tribunal que no podían pasar ni siquiera al patio. 

Para llegar hasta la cocina, los efectivos debían cruzar el patio de la seccional y pasar frente a los calabozos, donde estaban alojados los detenidos ilegales. Sin embargo, Palazzi remarcó una y otra vez que no vio prisioneros, ni tenía acceso a las celdas. También señaló que había un cartel en una viga que señalaba el "área prohibida". 

Por otro lado, el policía manifestó que por las noches había mayor movimiento en el centro clandestino: "Entraban y salían autos con gente, con tres, cuatro y cinco personas adentro", declaró. 

Palazzi reconoció que en el fondo de la comisaría funcionaba un centro clandestino, pero dijo que nunca vio a un prisionero. "Estaba el comentario de que había gente detenida a disposición del PEN (Poder Ejecutivo) o el Ejército", afirmó. No obstante, insistió en que no escuchó gritos de dolor provenientes del fondo, tal como lo habían manifestado algunos de sus compañeros en anteriores audiencias del Juicio por la Verdad. 

Ante esta insistencia, el juez Julio Reboredo le manifestó que su testimonio no era "veraz" y le recordó que el Tribunal "busca la verdad". Palazzi respondió: "En esa época se ordenaba y se cumplía. Y cuanto menos se preguntaba... era como una autodefensa". Y luego, agregó: "Si escuché gritos del fondo, no presté atención". 

Durante toda la audiencia el hoy comisario inspector justificó la ignorancia de algunos aspectos del funcionamiento de la 5° en el hecho de que recién había egresado de la escuela de Policía y era muy joven. Con esto, sostuvo que no podía hacer preguntas. Para graficar su sumisión a los superiores, llegó a decir: "Para mí, en aquella época, ver un comisario inspector era como ver al Papa". 

Otro policía que declaró fue Abel Oscar Córdoba, quien trabajó en la Comisaría 5º desde mayo del 1976 a enero del 1983. Durante su declaración el testigo recordó un procedimiento contra la "subversión" en las cercanías de 30 y 74. Además mencionó ver, en la Comisaría, un nene de alrededor de cinco años que provenía del procedimiento y a quien posteriormente retiró su abuelo. 

Sobre la existencia de un centro clandestino en esa dependencia, Córdoba señaló que "algo pasaba, pero yo sinceramente no quería ingresar a la parte posterior de la comisaría, por todas las cosas que pasaban". Córdoba mencionó que existía un "área restringida". 

En otro tramo de su testimonio, el ex policía manifestó que iba a buscar comida "a hospitales como el San Juan de Dios o el Italiano", aunque dijo que no sabía si era para los detenidos ilegales de esa dependencia. 




Vecina de un represor 

En tanto, Hilda Casas de Cortez declaró hoy por la causa de su hijo, Néstor Alfredo Cortez, quien fue secuestrado el 21 de abril de 1977 y está desaparecido desde entonces. 

La testigo contó que también su marido fue secuestrado, torturado y liberado 48 horas después. "Lo dejaron temeroso por el resto de su vida, nunca quiso hablar de eso", dijo Casas, y agregó que en el operativo "destruyeron la casa y se robaron hasta los vinos". 

La madre del desaparecido contó que, al momento del secuestro, su hijo trabajaba en una fábrica en Pereyra y que se desempeñaba como delegado sindical. "Ese día no volvió de trabajar, y no lo vimos nunca más", expresó. 

Según Hilda Casas, un tiempo antes una amiga le había comentado que tenía un conocido trabajando en el gobierno que le había dicho que Videla "planeaba cortarles la cabeza a los delegados y hacer una limpieza general de todos los que molestaban". 

Posteriormente a la desaparición de Néstor, la familia sufrió un intento de secuestro más: el comisario Luis Héctor Vides, junto a un grupo del Comando de Operaciones Tácticas (COT), quiso llevarse a Patricia, hermana del desaparecido. 

Casas contó que conocía a Vides ya que había sido su vecino, que durante ese operativo la sacaron a ella de la ducha y que el represor le "concedió" el permiso de vestirse: "Son tan perversos que a veces me parecen concesiones las cosas que debieran ser normales". 

La testigo también señaló que a fines de 1977 o comienzos de 1978 apareció en su casa Juan José Vaca, "un hombre que trabajaba en la Policía y decía haber visto a mi hijo vivo, con heridas de bala". 

Casas contó que durante un tiempo se mantuvieron en contacto, por la ansiedad de saber algo sobre Néstor. Vaca aseguraba haberlo visto, y decía que hasta había hablado con él. "Pero un día dijo que le salía muy caro ir a ver a mi hijo y nos pidió plata, así que rompí relaciones. Se comportaba como si tuviera mucho poder, pero creo que no era más que un guardiacárcel", manifestó. 




Reparto de medallitas 

Por su parte, el ex detenido Ricardo Molina contó las circunstancias de su detención ilegal, que comenzó el 14 de abril de 1977. Hasta fines de junio de ese año estuvo en el centro clandestino "La Cacha", luego pasó por la comisaría 8ª de La Plata -donde fue "legalizado"- y más tarde estuvo a disposición del PEN en la cárcel de Olmos, lugar del que salió con "libertad vigilada" en noviembre de 1979. 

Molina relató que fue detenido por un grupo de tareas comandado por "el Francés", un represor al que hoy el testigo reconoció en una foto y cuyo nombre sería Raúl Fierro. Este general del Ejército fue quien le sacó la capucha antes de ser trasladado a la comisaría 8° y le dijo: "Yo te detuve". 

El ex detenido dijo que en "La Cacha" estuvo todo el tiempo vendado y esposado con una cadena a la pared. "Una vez llegó una persona con ropas eclesiásticas, preguntó a cada detenido si era creyente y nos dio una medallita", reseñó Ricardo Molina. 

El testigo también habló de la detención ilegal de su compañera, Liliana Galarza (desaparecida), quien dio a luz una beba en cautiverio. Molina no supo confirmar de manera precisa algunos datos que figuran en CONADEP sobre este nacimiento: que ocurrió en la Brigada de Investigaciones de La Plata, que el cura Cristian von Wernich bautizó a la bebé y que el padrino fue el represor Luis Héctor Vides. 

"La familia cuenta que tuvo contacto con Liliana, cuando estuvo detenida", manifestó Molina. "No sé si el nacimiento fue en la Brigada o en otro lado", agregó, y afirmó que recién se reencontró con su hija hace cuatro años. 




"Ni siquiera hablaban entre ellos"

En otro orden, Elsa Oshiro testimonió sobre la desaparición de su hermano Jorge Eduardo, el 2 de noviembre de 1976, de su casa de Lamadrid 1340, en Villa Ballester (Gran Buenos Aires). 

"Jorge agarró sus documentos y se lo llevaron. Fue todo muy silencioso, ni siquiera hablaban entre ellos", dijo Oshiro sobre el grupo de secuestradores, cinco personas vestidas de civil y con armas largas. 

La hermana del desaparecido expresó que no supo dónde estuvo Jorge y que el Ejército lo declaró desertor ya que meses antes de desaparecer había sido convocado para el Servicio Militar. También dijo que tuvo problemas para conseguir una entrevista para hablar sobre su hermano en la embajada de Japón, país de origen de la familia.
 

  

 

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