Miércoles 14 de Junio de 2000 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Una senadora cree haber estado en un “vuelo de la muerte”
Dijo que estuvo en un avión Hércules, en un viaje que duró ocho horas. Aunque nunca supo si esa vez se arrojó a prisioneros al río. Hoy lo dijo en público por primera vez.

Por Francisco Martínez, Vanina Wiman y Lucas Miguel (Secretaría de Prensa)

 

LA PLATA.- La senadora provincial Sara Dorotier reveló hoy ante la Cámara Federal que habría estado en uno de los denominados “vuelos de la muerte”, mientras estuvo ilegalmente detenida durante la última dictadura.

Dorotier señaló que en octubre de 1976 viajó desde un centro clandestino en Santa Fe a la base aérea de El Palomar (Gran Buenos Aires), en un avión Hércules que tardó nada menos que ocho horas en llegar a destino. La senadora atribuyó esa demora a que se trataría de uno de los vuelos en los que la dictadura se deshacía de los prisioneros arrojándolos dopados al Río de la Plata. 

“No puedo precisar cuántos éramos ni cuántos llegamos. De lo único que estoy segura es que el vuelo fue largo y que no paramos en ningún lado”, relató la senadora, quien aclaró que no supo si en realidad durante ese vuelo se tiró a alguna persona al vacío. 

Sara Dorotier sostuvo que la de hoy fue la primera declaración pública que hizo por este tema. Sobre el vuelo afirmó que se escuchaban “lamentos, quejidos de dolor”, lo que da cuenta que el resto de los pasajeros también provenían de centros clandestinos. 

“Era anormal que demorara tanto el avión”, dijo Dorotier al explicar cómo un viaje de 45 minutos había durado 8 horas. “Alguien dijo que era un Hércules, no tenía asientos, sólo tarimas”, describió. 

Dorotier fue llamada a prestar declaración por la desaparición de su hijo Enrique Ramón Cobacho y en su declaración señaló que en 1978 también desapareció su hijo Oscar. 

Durante su testimonio afirmó que Enrique pudo haber estado en el centro clandestino “El Olimpo”, según le contó el ex detenido Mario Villani. La mujer entregó al Tribunal una carpeta con un listado de represores de ese lugar, y pidió entre llantos a los jueces que cite a alguno de ellos. 

“Sé que el gendarme Torres estuvo custodiando a mi hijo 12 horas y sé que hoy trabaja en Salta”, señaló Dorotier. También nombró a un médico de nombre Jorge Vázquez, apodado “El Caballo Loco”, que atendía a las personas torturadas en “El Olimpo”. 

Sobre su propia detención ilegal, la senadora provincial contó que comenzó un día después del Golpe de Estado, el 25 de marzo de 1976, durante un velorio de uno de sus yernos. La mujer pasó durante una semana por dos centros clandestinos de Santa Fé, luego estuvo un mes en una cárcel de contraventores y más tarde fue llevada a la Brigada de Investigaciones de la capital de esa provincia. 

El 14 de octubre de 1976 fue trasladada en el avión Hércules a la base de El Palomar, para terminar en la Cárcel de Devoto, donde fue “legalizada” y posteriormente liberada en febrero de 1977. 




Profesor cesanteado 

Por otra parte, también testimonió hoy José Panettieri, un docente universitario que estuvo detenido durante ocho días en la Brigada de Infantería de Marina Nº 3 (BIM 3). El testigo fue citado en el marco de la causa por la desaparición de Irma Zucchi, una profesora de secundario que fue secuestrada junto con él en la madrugada del 17 de noviembre de 1976. 

Panettieri, que en ese momento era profesor de Historia en las facultades de Humanidades, Ciencias Económicas y Periodismo, contó que dos días antes de ser detenido ilegalmente fue removido de sus cargos en la Universidad Nacional de La Plata, entonces intervenida por Guillermo Gallo, quien desempeñó el cargo de rector de la institución desde 1976 hasta 1983. “La resolución decía que yo quedaba cesante por ‘factores de alto potencial de perturbación’ ”, reseñó el testigo. 

Galló declaró en la Cámara el año pasado y admitió haber mantenido “fluidas relaciones” con el jefe de la Policía provincial durante la dictadura, Ramón Camps. 

Durante su testimonio, Panettieri describió las circunstancias de su secuestro. En la madrugada del 17 de noviembre llegó a su casa un “numeroso grupo de personas con armas, medio disfrazados y que dijeron que eran de la Policía”. Enseguida lo encapucharon y lo colocaron dentro del baúl de un vehículo. 

“Creo que yo fui el primero que pasaron a buscar, pero el auto paró en dos o tres lugares más”, dijo Panettieri. Entre las personas que fueron secuestradas en el mismo procedimiento estarían Irma Zucchi y Osvaldo Pachamé. “Creo que él vino conmigo en el baúl”, afirmó el testigo en referencia a éste último, “y más adelante me enteré por casualidad que también fue liberado”. La Cámara había citado a declarar en las audiencias de hoy a una persona de nombre Osvaldo Pachamé, pero resultó no ser el compañero de cautiverio de Panettieri. 

El testigo fue consultado sobre posibles contactos con Irma Zucchi en el centro clandestino de detención. “En un momento escuché una voz que me resultaba muy familiar, y me pareció que era la de Irma” declaró. Agregó también que había conocido a Zucchi en una conferencia en la Universidad y que, aunque no tuvo mucha relación con ella, recordaba que “hablaba mucho, tenía una voz muy particular, medio afónica”. 

Panettieri agregó que escuchó que varias personas nombraban a Zucchi en el centro de detención. “Una vez lo escuché a Pachamé que le decía ‘callate, Irma, callate’, y también escuché a uno de los secuestradores que le decía ‘comé, flaca, comé que te vas a morir’, eso me quedó grabado”, recordó el testigo. 

El ex detenido también fue consultado por las características de su secuestro en el BIM 3. “Estábamos en el piso, con venda y encapuchados, atados y mal alimentados: yo bajé 5 kilos en una semana”, contó el testigo, y agregó que además sufrió torturas con picana eléctrica. “Entre los represores se llamaban todos ‘Carlitos’, y cuando me torturaban no me interrogaban, era mas bien una demostración de lo que me podía pasar”, declaró. 




“Si estaba ahí, ya se deshicieron de él”

En otro orden, Alfredo Bouvier testimonió sobre la desaparición de su hermano Oscar, el 27 de septiembre de 1976. Según el legajo de CONADEP, este joven fue secuestrado en las inmediaciones del frigorífico Swift, en Berisso. 

El testigo dijo que viviendo en Rosario se enteró del secuestro de Oscar, y que fue su padre quien se encargó de averiguar qué había pasado. 

No obstante, contó que en 1984 una persona llegó a su domicilio en Mar del Plata y le dijo: “Su hermano está enfermo, en un hospital naval de La Plata, y no saben qué hacer con él”. 

Bouvier afirmó que entonces comenzó a hacer contactos con abogados de esta ciudad y que presentó hábeas corpus. Incluso le pidió al juez federal Manuel Blanco que concurra al Hospital Naval a constatar la presencia de su hermano Oscar, pero el magistrado no accedió a su pedido: “Si estaba ahí, ya se deshicieron de él”, le dijo Blanco. 

“Así que ahí terminó mi búsqueda”, dijo hoy Alfredo Bouvier. El testigo también relató que tiempo antes de la desaparición, su hermano Oscar había recibido una citación de la Policía Federal. 




“En el Puente 12... perdón, La Noria” 

El último testigo fue el policía retirado José Alberto Apaz, quien se desempeñó en varias dependencias policiales de La Plata y el Gran Buenos Aires durante la última dictadura militar. 

Apaz sostuvo que en la subcomisaría de Villa Ponzatti (dependiente de la 8° de La Plata), donde trabajó algunos meses, “no teníamos detenidos” porque el calabozo era “precario y para contraventores”. No obstante aseguró que supo que en la 8° estuvo alojado un detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, que —según declaró— fue liberado. 

El sobresalto en la sala de audiencias se produjo cuando Apaz enumeraba las dependencias de la Policía provincial en las que trabajó durante el régimen militar: “...estuve en la Dirección de Seguridad Metropolitana, cerca del ‘Puente 12’”. En ese momento, todos en la sala se miraron y se escuchó un murmullo. Bajo el nombre de ‘Puente 12’ funcionó un centro clandestino de detención en el Gran Buenos Aires. Por eso la inquietud dentro de la sala y la inmediata desmentida del policía: “Perdón, cerca del Puente La Noria”, se corrigió. 

Apaz también contó que entre 1977 y 1978 se desempeñó como “jefe de turno” en la Unidad Regional de La Plata, donde, según relató, su función “era vigilar el buen desenvolvimiento de las comisarías y si tenían problemas”. El dato tiene singular importancia si, por ejemplo, se tiene en cuenta que en la comisaría 5° un grupo de tareas había transformado la parte trasera de la seccional en un centro clandestino. Sin embargo, durante la audiencia nadie le preguntó por este dato.
 

  

 

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