Miércoles 16 de Febrero de 2000 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Vendada y atada dio a luz en un patrullero
La Cámara Federal de esta ciudad reanudó hoy las audiencias del denominado "Juicio por la Verdad" con el testimonio de una mujer que estuvo detenida ilegalmente durante tres meses y dio a luz en un patrullero, cuando la trasladaban de un centro clandestino a otro. Se trata de Adriana Calvo, una sobreviviente tres centros clandestinos de detención. En el trayecto a uno de ellos, nació su hija. Las audiencias de hoy apuntaron a esclarecer lo ocurrido en la Comisaría 5° y en otros centros de La Plata.

Por Lucas Miguel, Francisco Martínez y Ximena Martínez (Secretaría de Prensa)

 

LA PLATA.- En 1977 Adriana Calvo era militante del gremio de los docentes de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata.

La mañana del 4 de febrero un grupo de diez hombres de civil, armados y con anteojos negros irrumpió en su casa de Tolosa. Adriana estaba embarazada de seis meses y medio y la secuestraron junto a su hijo de un año. Pero cuando salieron de la casa, una vecina le arrebató el chico de las manos a un oficial y lo tuvo con ella hasta que su madre salió en libertad.

Los autos que participaron en el secuestro se dirigieron a la Brigada de Investigaciones de La Plata, lugar al que Adriana Calvo describió como de "admisión y paso de detenidos". "Uno era recibido y allí se decidía su destino", agregó.

En la Brigada, donde fue atada y vendada, sintió la presencia de por lo menos quince personas más que estaban en el mismo estado. Esa noche fue trasladada al Destacamento de Arana. Estando vendada y atada, los represores pasaron lista y escuchó el nombre de su ex marido, Miguel Laborde, también sobreviviente.

La testigo -integrante de la Asociación de Ex Detenidos-desaparecidos- contó que tanto el Destacamento como el "Pozo de Arana" eran "lugares de tortura", al tiempo que hizo un conteo de los métodos utilizados por los represores: "Había picana, golpes, simulacros de fusilamiento, colgaban de los pies a los detenidos para hacerle el submarino (asfixia con una bolsa o balde de agua)", relató.

El primer interrogatorio que debió soportar estuvo dirigido a su relación con los profesores Mario Féliz y Carlos De Francesco -ex detenidos que ya declararon en este juicio- y por un viaje que estos habían realizado con su ex marido a Chile.

"El Destacamento es pequeño y se escuchaban los gritos y voces de la tortura", manifestó Adriana ante una sala colmada. Y continuó: "A José Roberto Bonetto lo amenazaron con torturar a su mujer delante de él e ir a buscar a su hijita. Cuando llegó a su celda, Bonetto intentó suicidarse, pero lo descubrieron y lo torturaron".

El segundo interrogatorio que sufrió estuvo a cargo de un supuesto militar, muy bien vestido -pudo ver sus zapatos y su pantalón por debajo de la venda- y correcto al hablar. El represor, que le preguntó por su familia, sabía que su hermano la buscaba.

El hermano de Adriana trabajaba en Radio Rivadavia junto al fallecido relator José María Muñoz, quien lo habría conectado con el comisario inspector Alberto Rousse. Este policía, que era nexo entre la familia y los secuestradores, informaba a sus superiores sobre los Calvo.



En la comisaría quinta

El 12 de febrero fue trasladada a la Comisaría 5° de esta ciudad. Estuvo en la dependencia poco más de dos meses, hasta el 15 de abril. "Allí operaban dos grupos: El Comando de Operaciones Tácticas (COT), encargado de varios prisioneros, y otro grupo que no supimos identificar", reseñó Adriana.

En la 5° conoció un nuevo método de tortura: "el cepo". "Los estaqueaban (a los prisioneros) al sol, en el patio de la comisaría, y les tiraban agua salada. A veces los tenían varios días", relató Adriana para la indignación de los familiares de víctimas de la represión ilegal que estaban en la audiencia. "Lo que han dicho algunos policías de la 5° acá -siguió la testigo-, que no conocían calabozos, es mentira. Los encargados de nuestra custodia eran los policías".

El 12 de marzo, la hoy desaparecida Inés Ortega comenzó con los trabajos de parto en la misma celda en la que estaba Adriana. "La llevaron a la cocina y la ataron a la mesa", sostuvo la ex detenida. En esas condiciones nació Leonardo, quien sólo pudo estar en los brazos de su madre durante 48 horas, cuando llegaron los oficiales a la celda y se lo llevaron. El médico que atendió el parto fue Jorge Antonio Bergés -libre por la ley de Obediencia Debida-, quien insultaba a Inés mientras daba a luz, entre las risas de los policías que rodeaban la mesa.

Adriana Calvo calcula que en un momento hubo alrededor de sesenta detenidos dentro de la comisaría. Cuando fue al baño, pudo ver por un agujero el calabozo de los hombres: "Era lo más parecido a un campo de concentración nazi. Estaban todos amontonados en el suelo, lastimados, daban olor. No olor a sucio; olor a miedo", graficó ante el Tribunal.

El 15 de abril, los trabajos de parto le tocaron a ella. Adriana estuvo varias horas en el piso de la celda, mientras sus compañeras llamaban a la guardia. Los policías, que tardaron mucho en llegar, le ataron "bien fuerte" la venda y las manos, y la introdujeron en un patrullero.

El destino sería el centro clandestino conocido como "Pozo de Bánfield", pero los represores no llegaron a tiempo porque se perdieron. "Teresa nació en el auto, cerca del cruce de Alpargatas. Yo estaba con las manos atadas atrás y no la podía agarrar", declaró Adriana. La beba quedó apoyada sobre un asiento del que cayó como consecuencia de los movimientos del automóvil.

Cuando llegaron a la Brigada de Investigaciones de Bánfield, donde funcionaba el centro clandestino, la primera cara que Adriana vio fue la del médico Bergés, quien cortó el cordón umbilical que todavía la unía a su hija. En Bánfield, la testigo pudo verles las caras a todos los oficiales, mientras, ensangrentada, limpiaba la camilla y el piso manchados con la sangre derramada en la extracción de la placenta, que hizo el propio Bergés.

En este centro clandestino Adriana pasó sus últimos días como detenida. Allí se encontró con quienes la acompañaron en la 5°. Ahí también se enteró que habían nacido dos niños en cautiverio que fueron arrancados de sus madres.

Adriana recordó hoy ante la Cámara que las condiciones de vida de Banfield fueron las peores. La epidemia de piojos llegó hasta los guardias que decidieron desinfectar el lugar. En plena desinfección, cuando la celda estaba cubierta de humo, le quisieron quitar a su hija: "Todas las compañeras hicieron una muralla humana y comenzaron a gritar. No se la pudieron llevar, si no nos mataban", contó Adriana con los ojos llenos de lágrimas, quien además rindió homenaje a los detenidos que compartieron el cautiverio con ella. Dijo que las otras mujeres no comían para que ella pudiera alimentarse y amamantar a su hija. Y que los hombres hicieron una poesía para la beba: "Llegó Teresa, la que nació presa", decían.

El 28 de abril de 1977 terminó el calvario de Adriana Calvo. Un auto la dejó a dos cuadras de su casa. Antes los policías le advirtieron que no hablara con nadie sobre lo que había visto.

Hoy, ante los jueces, Adriana -quien ya declaró en varios tribunales- afirmó: "La verdad la dijimos muchas veces, hace mucho tiempo. Necesitamos que ahora hagan justicia". En el edificio de Tribunales se escuchó el aplauso que salió de la sala de audiencias.

Después de su declaración, la testigo entregó un trabajo de investigación sobre la Comisaría 5°, realizado por la Asociación de Ex Detenidos-desaparecidos, en el que aparecen los nombres de 103 personas que pasaron por ese centro clandestino.



Liberación inusual



Graciela Marcioni fue otra ex detenida de la comisaría 5° de La Plata que declaró hoy. La mujer contó su increíble historia, en la que un represor la obligó a mantener relaciones sexuales con él para poder conseguir la libertad.

Marcioni fue secuestrada de su casa el 25 de enero de 1977, por un grupo de 10 a 15 personas vestidas de civil y disfrazadas. Al igual que Adriana Calvo, su primer centro clandestino fue la Brigada de Investigaciones de La Plata. Al día siguiente fue llevada al "Pozo de Arana", donde fue torturada por las mismas personas que la secuestraron. "Arana es volver al infierno. Era un lugar espantoso, con tormentos continuos. Ponían la música fuerte para que no se escuchen los gritos", expresó la testigo.

Cuatro días más tarde Marcioni fue llevada a la comisaría quinta, un lugar en que las condiciones de detención eran menos rigurosas: "Acá te podés sacar la capucha", le dijeron.

El 3 de febrero, un hombre retiró a la mujer de su celda y se la llevó en auto a una casa. "Yo voté esta noche por tu libertad", le dijo, y le informó que quedaría libre sólo si mantenía relaciones sexuales con él. "Me manejé instintivamente por lo que quería en ese momento. Fue una situación muy absurda y tirada de los pelos", recordó la ex detenida.

Esa misma noche, el violador -de quien la testigo no recordó su nombre pero según su declaración en CONADEP se trataría de un oficial González, de 27 años en esa época- la dejó a dos cuadras de su casa, y Marcioni recuperó su libertad.




La tortura le hizo perder la fertilidad

Otro sobreviviente de centros clandestinos que declaró hoy fue Diego Barreda, quien fue secuestrado cuando volvía del trabajo a su casa el 14 de julio de 1978. Barreda dijo que con otro ex detenido de apellido Tiscornia fue llevado a un centro clandestino que funcionaba en Quilmes.

Allí fue torturado, en una sesión que duró 10 horas. Por causa de la picana eléctrica, Barreda perdió la fertilidad y no pudo tener más hijos, según contó luego de su testimonio.

Días más tarde fue llevado al "Pozo de Bánfield" y luego a la comisaría 8° de La Plata, donde fue "legalizado". En el Libro de Detenidos de esa comisaría que posee el Tribunal, la entrada de Barreda está registrada y en un casillero figura "a disposición del Area Operacional 113", que es la unidad del Ejército correspondiente a La Plata.

Barreda aseguró que el comisario de esa seccional debió saber qué pasó con las personas que por allí pasaron y que nunca volvieron a sus casas. Antes recordó que tuvo contacto con tres jóvenes desaparecidos: "Baratti, Bonín y Francaroli". Rodolfo Sablich, un ex policía que estuvo a cargo de la comisaría 8° en 1978, argumentó en su declaración del año pasado que existía un "área restringida" a la que ni él ni sus subordinados podían acceder.

Dos meses después de llegar a esa dependencia, Diego Barreda fue llevado a la Cárcel de Devoto, ya que lo iba a "juzgar" un Consejo de Guerra. La parodia de tribunal finalmente desestimó el caso, y lo derivó a la justicia federal. Así, Barreda también pasó por la Unidad Penal N°9 de Olmos (La Plata), de donde salió en libertad en julio de 1979.




Familiares

En tanto, también prestaron testimonio familiares de desaparecidos. Beatriz Serebrinsky declaró por la desaparición de su hija Patricia Hurchansky y el esposo de ésta, Carlos Simmons.

La mujer, de 75 años, viajó desde Mar del Plata para declarar. Dijo que su hija fue secuestrada de su casa de City Bell (al norte de La Plata) el 7 de febrero de 1977, junto a un matrimonio amigo que fue liberado a los 5 días. Los hijos de Patricia Hurchansky y los de la pareja detenida con ella fueron entregados a los vecinos por los represores.

Por su parte, Carlos Simmons fue secuestrado a la noche de ese día, luego de enterarse lo que había pasado con su esposa y comenzar a llamar a la Policía. Cuando se comunicó con el Regimiento 7 de Infantería, le dijeron que los esperase en su casa, y allí lo secuestraron.

La madre de Patricia contó en su testimonio que supo que su hija fue llevada a la Brigada de Investigaciones de La Plata, al "Pozo de Arana" y a la comisaría 5°. El 1 de abril de 1977 fue trasladad al "Pozo de Bánfield", "en un camión celular custodiado con vehículos con sirena", según testimonios de ex detenidos.

Finalmente, el 25 de abril se produjo un traslado masivo de donde se perdió el rastro de Patricia. "Después supe qué significaban esos traslados masivos. Hacen acordar a los traslados de los nazis", sentenció Beatriz Serebrinsky. Compungida, la madre de la desaparecida expresó a los jueces: "Sueño que algún día me entreguen tanta Justicia como tanta Verdad se ha volcado aquí".

Angel Carabes fue otro de los testigos del Juicio por la Verdad. Es hermano del desaparecido Juan María Carabes, secuestrado de su domicilio de Berazategui el 11 de febrero de 1977.

El testigo dijo que fue detenido con su hermano y que cinco horas más tarde fue liberado. No supo identificar el lugar en donde estuvo, ni tampoco decir qué pasó con Juan María

La última testigo fue Alicia Priotti, quien declaró por la desaparición de su hermano Eduardo José. La mujer contó que vio cuando Eduardo era secuestrado en la calle 20 entre 59 y 60, por personas que presuntamente lo venían persiguiendo en un automóvil.

Priotti se enteró que días antes o después del secuestro de su hermano, un grupo de supuestos represores fue a la casa que él había alquilado, hizo destrozos y saqueó la vivienda.

La mujer señaló que su padre se dirigió a la comisaría 5°, en donde le pidieron dinero para "atender mejor" a su hermano. Pero aclaró que no supo si en realidad pasó por ese centro clandestino.




"El juicio debe ser penal"


Antes del comienzo de la jornada de audiencias de hoy, organismos de derechos humanos de La Plata y nacionales difundieron un documento en el que expresan el reclamo "a los fiscales, jueces y cámaras hoy decididos a investigar, que transformen a los juicios por la Verdad en juicios de verdad penalizando a todos los culpables".

Asimismo, el documento reclama "a la Cámara Federal de La Plata el procesamiento del represor Miguel Etchecolatz y de cualquier otro militar, policía o civil implicado en la represión ilegal"

En conferencia de prensa, el secretario de Apoyo al Juicio por la Verdad y la Justicia de APDH La Plata, Jaime Glüzmann, dijo que "este juicio es un avance en la memoria pero creemos que debe convertirse en penal porque con la verdad no alcanza". Además valoró lo realizado por la Cámara hasta ahora: "Lo que se está haciendo sirve para aportar pruebas y llamar represores", afirmó.

Por otro lado, a la primera audiencia del año en La Plata concurrieron militantes de derechos humanos de las APDH de Bahía Blanca y Neuquen, quienes desde el año pasado tramitan ante la Cámara Federal bahiense un juicio de similares características al que se lleva en esta ciudad.

Ernesto Malicia, de la APDH de Bahía Blanca manifestó que con el juicio "quedó fuera de discusión que en esa región hubo muertos, desaparecidos, y esto ha sensibilizado en general a toda la población". Y agregó: "Esperamos con las próximas audiencias llegar al objetivo final, que es, por un lado, el conocimiento de la verdad y, por el otro, que se llegue a la justicia".
 

  

 

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