Miércoles 17 de Mayo de 2000 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Comisaría 5°: otro policía dice que se enteró por los diarios
Trabajó en esa dependencia en la peor época de la represión ilegal. Pero afirmó que “por los diarios” supo que allí hubo un centro clandestino. Habló de un “área restringida” e identificó a un presunto represor.

Por Vanina Wiman, Francisco Martínez y Ximena Martínez (Secretaría de Prensa)

 

LA PLATA.- Un policía que durante la dictadura trabajó en la Comisaría 5° de esta ciudad afirmó que se enteró “por los diarios” que en ese lugar funcionó un centro clandestino de detención. 

Ricardo Di Leo declaró ante la Cámara Federal de La Plata que prestó servicios en la comisaría 5º desde septiembre de 1976 hasta el año pasado. Durante la audiencia, el testigo identificó al represor “el Correntino” como un oficial de apellido Gauna. Esta persona, según los ex detenidos-desaparecidos, era uno de los guardias que tenía contacto con ellos. 

Di Leo señaló que ingresó a la 5º como aspirante a agente en 1976 y que en ese momento “el comisario Sertorio estaba a cargo” de la dependencia policial. Asimismo, declaró que constantemente veía ingresar al predio camiones militares cerrados, pero que nunca vio pasar a detenidos ilegales, y que supo de la participación de personal de la comisaría 5º en procedimientos ‘antisubversivos’ “varios años después, por los diarios”. 

El policía, hoy sargento ayudante en Brandsen, explicó que no le estaba permitido pasar a la parte del fondo del edificio de la comisaría, en donde se encontraban los calabozos, ya que “figuraba en las puertas como ‘área restringida’ y lo manejaban militares”, de quienes dijo que nunca vio cómo se manejaban porque “una vez que entraban nosotros no podíamos entrar”. Cuando se le preguntó si el comisario Sertorio tenía acceso a esa zona, el testigo respondió vagamente que suponía que sí, “porque él era el titular”. 

Durante su declaración, Di Leo entró en varias contradicciones con respecto a cuáles eran los lugares de la comisaría a los que podía acceder. En un principio, negó haber entrado alguna vez a los calabozos. Sin embargo, los describió en tamaño y disposición interna. Al hacérsele notar esto, admitió que entró una vez “a pintar, pero estaban vacíos”. 

También, primero negó haber escuchado algún tipo de gritos o quejas desde las celdas. Pero al citarle la declaración de otro policía que afirmaba haberlos escuchado, reconoció que “por ahí puede ser que gritaran, insultaran o nos dijeran cosas”. 

Di Leo se desempeñó exclusivamente en la comisaría 5º entre los años ’76 y ’80, en “funciones de mantenimiento y citaciones judiciales”, y más adelante lo hizo también en el destacamento de Arana. Hoy dijo que nunca más volvió a la 5º o entró en contacto con ex compañeros. De su paso por ese lugar, recordó algunos nombres y pocos datos, y repitió varias veces que él “no se enteraba del manejo de las cosas porque en ese momento era nuevo”. 




“Queremos saber el resto de la historia” 

Julio Novillo Corbalán declaró sobre el caso de su hermana Rosa Angela, desaparecida en mayo de 1976. El testigo contó que en diciembre de 1998, los restos de su hermana fueron hallados en Magdalena, “muy cerca de la Base Aeronaval de Punta Indio y muy cerca del cementerio local”. 

Novillo Corbalán recibió hace dos años un llamado de Alejandro Incháurregui, del Equipo Argentino de Antropología Forense, grupo encargado de realizar exhumaciones de cuerpos de víctimas de la represión ilegal. Tras varios intentos, dieron con los restos de Rosa Angela a orillas del Río de la Plata. 

“A partir de ahí —expresó su hermano en su testimonio— nos dimos cuenta que no estábamos satisfechos, que queríamos saber el resto de la historia. Tenemos interés en saber qué pasó”. 

La familia no supo en qué circunstancias fue detenida ilegalmente Rosa Angela Novillo ya que todos vivían en el interior. No obstante, se enteraron que tiempo después desapareció su novio, de apellido Pucheta. 

En otro orden, María Marta Mingo prestó testimonio sobre la desaparición de su hermano Eduardo Esteban. La testigo contó que el 24 de junio de 1977 Eduardo y su hermano Raúl fueron secuestrados de su domicilio en calle 58 entre 3 y 4. “Esto parece la Alemania nazi”, dijo la mujer que gritó un kiosquero que fue testigo del procedimiento. 

Esa misma noche la madre de los jóvenes concurrió al domicilio del por entonces Presidente de la Suprema Corte de Justicia, a quien conocía. El funcionario llamó al Regimiento 7 y le expresó a la madre de los chicos que estaban detenidos por “averiguación de antecedentes”. 

Al día siguiente reapareció Raúl, pero Eduardo nunca volvió. María Marta Mingo contó hoy que su hermano trabajaba en la casa de un militar, arreglando la vereda. La esposa del militar amenazó a la familia con demandar al joven si no terminaba los trabajos, y fue el padre de Raúl quien los finalizó, estando su hijo desaparecido. 




"Por fin lo encontramos a tu cuñado"

Además, también prestó declaración Alberto Vicente Pérez, en la causa de su hermana desaparecida Mirta Irene Pérez. 

El testigo declaró que el 17 de diciembre de 1976 se dirigió al domicilio de su hermana, en 39 entre 11 y 12, y se encontró con hombres vestidos de civil, que portaban armas y preguntaban por Mirta, quien vivía junto a Adela Savoi, aún desaparecida. 

Minutos antes había llegado a ese domicilio el novio de Mirta, Marcelo Barrasgo —secuestrado durante el operativo—, oriundo de Gualeguaychú (Entre Ríos), que militaba en la JUP y era presidente del centro de abogados de La Plata. “Por fin lo encontramos a tu cuñado, hacía dos meses que lo estábamos siguiendo”, declaró Alberto Vicente Pérez, en relación a lo que le dijo una de las personas que se encontraban en el domicilio de su hermana. Barrasgo todavía está desaparecido. 

Asimismo, Pérez contó que entre los secuestradores “había un hombre calvo al que llamaban comandante, tendría entre 55 y 60 años; el resto, eran jóvenes de entre 25 y 30 años”. 

Se estima que Mirta Irene Pérez fue secuestrada en la calle ese mismo día. Según algunas declaraciones iba manejando su auto por las cercanías de 7 y 527, cuando fue detenida. 

Su hermano señaló que del grupo de amigos de Mirta cree que “se salvaron dos estudiantes de arquitectura”, y dio a entender que el resto —doce o trece jóvenes— desapareció durante la última dictadura. 

“Por un contacto que teníamos con un policía de Bolívar, de apellido García, supimos que a los dos o tres días de estar (los compañeros de Mirta) detenidos los habían llevado cerca de Brandsen y habían hecho un simulacro de escape y los habían matado a todos”, añadió. 

Por otro lado, Pérez relató que meses antes, personas disfrazadas con pelucas y anteojos, irrumpieron en su domicilio: “Me encapucharon, me ataron, me preguntaron sobre mi hermana y si yo tenía armas”, concluyó.
 

  

 

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