Miércoles 18 de Octubre de 2000 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

La esposa de un desaparecido denunció al represor Cavallo
Dijo que trajo a su marido de la ESMA a su casa, para visitarlo durante unas horas antes de desaparecer. También implicó al personal de ese centro clandestino en la apropiación de un auto y una casa.

Por Vanina Wiman, Lucas Miguel y Francisco Martínez (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA.- Consuelo Orellano, la esposa del desaparecido Néstor Enrique Ardeti, señaló hoy ante la Cámara Federal al represor Ricardo Miguel Cavallo, como una de las personas que trajo a su marido a su casa, cuando estaba secuestrado en la ESMA. 

Además de sufrir la desaparición de Néstor, la familia Ardeti también fue víctima de la apropiación extorsiva de su local comercial y un vehículo. Mientras su marido estaba secuestrado, Orellano tuvo que firmar poderes por ambos bienes, por órdenes de Ricardo Cavallo, según declaró hoy. 

El represor, que se hacía llamar “Teniente Marcelo”, se comunicó con ella por teléfono en varias ocasiones, e incluso organizó un encuentro entre Ardeti y Orellano, en el domicilio de ambos —en la calle 46 número 1827—, el 26 de enero de 1980. En esa oportunidad, con Cavallo presente, Néstor le dijo a su esposa que se encontraba secuestrado en la ESMA. 

Cavallo —quien, bajo los apodos de “Teniente Marcelo” y “Sérpico”, formaba parte de los grupos de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada— fue detenido en México en agosto de este año, y desde entonces se encuentra a disposición de la justicia española, hasta que sea tramitado el pedido de extradición que permitiría que sea juzgado por violaciones a los derechos humanos en el juicio que Baltasar Garzón lleva en España. 

La testigo afirmó que pudo identificar al represor gracias a unas fotos que Víctor Basterra, ex detenido de la Escuela de Mecánica, pudo llevarse cuando fue liberado. Basterra tenía acceso a esas fotos porque formaba parte de un grupo de personas —entre los que se encontraba Ardeti— a las que hacían trabajar en tareas de archivo y confección de identificaciones falsas para los torturadores y secuestradores de la ESMA. 

Orellano contó que gracias al testimonio de otros ex detenidos de ese centro clandestino de detención, se enteró que a fines de marzo o principios de abril de 1980 se llevaron engrillados a todos los de ese grupo y no se supo más de ellos: “Los habían llevado para tirarlos al Río de la Plata”, indicó la testigo. 

La esposa del desaparecido manifestó su preocupación por seguir investigando la causa que existe por la apropiación extorsiva de inmuebles que sufrió la familia Ardeti, pues se trata de un delito que no está contemplado en la ley de Obediencia Debida: “Como a Al Capone, que lo detuvieron porque evadía impuestos, a estos tipos hay que buscarlos por esto”, señaló Orellano. 

La testigo describió además las circunstancias del secuestro de su marido. Sobre esto mismo declaró ya Marcelo Ardeti, el hijo menor del matrimonio. 

Orellano pidió a la Cámara que cite a declarar a Cavallo y a otros represores que participaron en la detención ilegal de Néstor Ardeti: Enrique Peyón, Héctor Febres y Carlos Capdevilla. 




“Nos decían que teníamos que sufrir” 

Por otra parte, Blanca Noemí Rossini declaró sobre su propia detención ilegal. El 7 de julio de 1977, un grupo de más 15 personas de civil y armadas ingresó al domicilio de Rossini —en la calle 489, entre 27 y 28, en Gonnet—, y se identificó como de la Policía. “Me dijeron que no me preocupe, que era por averiguaciones, pero cuando salimos era un despliegue impresionante, con más de diez autos”, contó la testigo. 

Rossini fue llevada en un primer momento a la Brigada de Investigaciones de La Plata, en donde estuvo detenida cerca de cuatro días. Allí, compartió el calabozo con cuatro chicas más: “Empezaron los golpes, los gritos y los malos tratos; nos llamaban para interrogarnos varias veces por día y se ponían muy nerviosos cuando no conocíamos los nombres que nos tiraban”, expresó la ex detenida. 

Después, Rossini fue trasladada, junto a las otras cuatro mujeres, a un centro clandestino de detención en Arana. Allí fue torturada con picana eléctrica: “Nos decían que teníamos que sufrir, que teníamos que llorar, que teníamos que recapacitar por las macanas que nos habíamos mandado”, señaló. 

A los pocos días de estar allí, Rossini fue trasladada nuevamente, esta vez al centro de detención conocido como «Pozo de Banfield»: “Estuve poco tiempo allí, porque a mí y a Georgina Martínez, una de las cuatro chicas que estaban conmigo, nos llevaron casi enseguida a la comisaría 5°”. 

De ese grupo de mujeres con las que compartió la mayor parte de su cautiverio, la testigo pudo identificar, además de a Martínez, a “una odontóloga llamada Viviana, y a Analía Maffeo”. Rossini se enteró de que ésta última aún vivía cuando uno de los abogados le informó que Maffeo declaró el pasado 4 de octubre ante el tribunal. “Pensaba que la habían matado”, dijo la ex detenida. 

Rossini y Martínez fueron inmediatamente trasladadas a la 5°, en donde estuvieron hasta principios de agosto de 1977. “Allí, uno que decía ser el comisario nos daba de comer”, indicó la ex detenida. El Tribunal le exhibió la foto de Osvaldo Sertorio y la testigo dijo que su contextura física era parecida. 

La mujer agregó que de la 5° fue trasladada por última vez, de vuelta a la Brigada. “Nos dijeron que nos liberaban, y yo a esa altura no les creía; uno de los tipos me pidió disculpas y me dijo que conmigo se habían equivocado. Después de 30 días, venían a pedirme disculpas”, expresó la ex detenida.
 

  

 

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