Miércoles 20 de Septiembre de 2000 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Beroch se negó a declarar y planteó una incompetencia
Recibió huevos e insultos de manifestantes. Nueva denuncia contra Carlos “el Indio” Castillo. Una testigo señaló que participó del secuestro de su marido. En tanto, por una manifestación, Néstor Beroch tardó tres horas en salir de la Cámara, luego de negarse a declarar. Y otro represor tampoco quiso testimoniar.

Por Vanina Wiman y Francisco Martínez (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA.- El represor Néstor Beroch se negó a declarar hoy ante la Cámara Federal de esta ciudad, luego de haber presentado un escrito planteando la incompetencia del Tribunal para citarlo. 

Ante una sala colmada por público y periodistas, el ex profesor de Literatura, que con mirada fría observaba con detenimiento a cada uno de los concurrentes a la audiencia, escuchó la lectura de los testimonios que lo involucraban como participante de varios secuestros, entre ellos, el de los chicos de "La Noche de los Lápices". 

"Me niego a declarar hasta que no se resuelva la incidencia, ampárandome en el artículo 18 de la Constitución", fue lo único que dijo Beroch. Esta mañana la Cámara recibió el escrito pero resolvió que la cuestión de fondo sería tratada en otra oportunidad y que el represor debía presentarse a declarar, por lo que se decidió traerlo por la fuerza pública. 

Después de la corta audiencia, Néstor Beroch, que vestía un traje gris, camisa a cuadros y corbata azul y roja, se retiró con su abogado Jorge Appiani, socio del también represor Jorge Olivera, liberado ayer en Italia. 

Beroch salió de la sala de audiencias y fue conducido con custodia hacia el ascensor que lo depositaría en la planta baja del edificio. Antes de subir, recibió una lluvia de huevazos y puñetazos por parte de manifestantes que le gritaban "asesino" y "genocida".




"Me dijeron que ahí no tenían detenidos pero sí fotos de muertos”.


La esposa de un asesinado durante la dictadura denunció que Carlos “el Indio” Castillo estaba en el grupo de personas que secuestró a su marido, el 18 de abril de 1976. 

Ana María Bossio señaló que reconoció a Castillo cuando un titular de la comisaría 8° de La Plata le mostró una foto del represor, que en ese momento estaba detenido junto a sus compañeros de la Concertación Nacional Universitaria (CNU) en esa dependencia. 

La mujer sufrió durante el último gobierno de facto el asesinato de su esposo, Leonardo Miceli, y la desaparición de su hermano, Alberto Oscar Bossio. Ante los jueces dijo que durante el secuestro, que ocurrió en su casa de 122 entre 70 y 71, Castillo “estuvo en el dormitorio conmigo, me trató despectivamente”. 

Bossio señaló que en la búsqueda que hizo de su marido, acudió a la comisaría 8°, en donde estaban en mayo de 1976 varios integrantes de la banda de ultraderecha CNU. Dijo que el comisario de apellido Lara le mostró las fotos de los que estaban detenidos, y que entre ellas estaba la de Castillo. 

La testigo contó que también hizo otras gestiones para dar con el paradero de su esposo. Al día siguiente del secuestro fue a la comisaría 9°, en donde le dijeron que esa noche había habido “zona liberada”. 

“En el Regimiento 7 de Infantería, el general Gómez Miguens me mostró una lista que decía que donde ellos llevaban gente, en 1 y 59 (la Brigada de Infantería, donde funcionó un centro clandestino), no estaba”, declaró Ana María Bossio. 

Pero fue gracias a un dato que le dio un periodista del diario “El Día” que Bossio pudo dar con el cuerpo de Leonardo. Esta persona “me dio datos precisos —aseguró la testigo—, me mandó a la comisaría 4° de Avellaneda y me dijeron que ahí no tenían detenidos pero sí fotos de muertos”. 

Bossio contó que no se animó a revisar esas fotos, pero que fue su padre quien reconoció a Leonardo Miceli, y a otros dos compañeros de él (Carlos Satich y Horacio Urrera) que estaban en la morgue. Allí se entregaron los cuerpos a los familiares, y los otros cadáveres (había cerca de treinta) fueron enterrados en una fosa común que se exhumó durante el Juicio a las Juntas. 

Por el asesinato de Miceli no existió una causa penal que finalizara. “A mí el juez Soria nunca me llamó a declarar por la muerte de mi marido”, dijo la esposa de la víctima. También señaló que el certificado de defunción decía como causa de muerte “herida de bala y hemorragia cerebral”. “Pero cuando se exhumó el cadáver, estaba acribillado”, agregó la testigo. 

Ana María Bossio también habló de la desaparición de su hermano Alberto Oscar, cuya casa fue allanada el mismo día que secuestraron a su esposo. 

La testigo relató que a partir de abril de 1976 su hermano estuvo “clandestino”, y que el último contacto que tuvieron fue el 18 de noviembre de ese año. 

La única versión que le llegó a la familia es que Alberto Oscar Bossio se habría suicidado en la casa de Diana Teruggi y Daniel Mariani, días después del virtual bombardeo contra esa vivienda, ocurrido el 24 de noviembre de 1976. 




Beroch esperó tres horas para salir 

En tanto, el represor Néstor Beroch, que hoy se negó a declarar, tuvo que esperar tres horas para salir del edificio de la Cámara, ya que un grupo de manifestantes lo esperaba en el exterior para insultarlo, con la presencia de numerosos periodistas, reporteros gráficos y camarógrafos. 

El represor recibió huevazos y golpes de puño luego de salir de la sala de audiencias, por lo que esperó dentro del edificio a que el ambiente se calmara. Afuera, un grupo de HIJOS desplegó una bandera y entonaban con los demás familiares: “Como a los nazis, les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”. 

Luego de varias corridas y la llegada de una ambulancia que pidió Beroch (los médicos dijeron que gozaba de buena salud), a las cinco de la tarde una camioneta Jeep Cherokee roja, patente AOM 646, salió a altísima velocidad de los tribunales federales. Para ello se montó una operación distractiva: al mismo tiempo, el abogado de Beroch, Jorge Appiani, salió de la puerta principal de la Cámara en un patrullero de la federal, que convocó a ese sector a manifestantes y periodistas. 

Por otro lado, se conocieron algunos detalles del escrito que hoy presentó Beroch para dilatar su comparecencia ante la Cámara Federal. Allí, el represor plantea que los casos por los que se lo llamó “ya fueron juzgados”, lo que no es cierto para las desapariciones de José David Aleksosky y los miembros de la familia Cañas, y la detención ilegal de Nora Ungaro. 

También indicó Beroch que él no era militar ni policía, y tomó además el argumento del oficial Julián Corres —que declaró en el Juicio por la Verdad de Bahía Blanca— en el sentido de que “nadie puede declarar en su contra”. Por eso fue que el ex profesor de Literatura dijo durante su audiencia que se amparaba en el artículo 18 de la Constitución, hasta tanto la Cámara no resuelva la incompetencia que planteó en su escrito. 




Otro represor también se negó a declarar 

En otro orden, otro de los represores citados por la Cámara para el día de hoy también se negó a testimoniar. Se trata de Miguel Jerónimo Kearney, quien no obstante llegó a decir que él no era el jefe de un centro clandestino que funcionó en Arana. 

La Cámara le leyó los testimonios de la ex detenida Adriana Calvo y de Jorge Rodríguez, un policía que admitió en el ’98 haber sido guardia de un centro de Arana, que lo señalaban como represor. Kearney se negó a declarar y dijo que “ya declaré (en el Juicio a las Juntas) y ahí quedó aclarado que yo no estaba a cargo de ese destacamento”. 




Dos hijos desaparecidos 

Por la mañana, también declaró ante la Cámara Ramona Ocampo de Icardi, por el secuestro de sus dos hijos, Jorge y Mario Icardi, quienes aún se encuentran desaparecidos. 

Mario Icardi fue secuestrado del domicilio de la familia en Gonnet, el 31 de enero de 1977. “Eran como diez coches, estaban de civil o uniformes del Ejército y con armas largas, y dijeron que se lo tenían que llevar para hacer averiguaciones”, manifestó la testigo. 

Ocho meses después, el 15 de septiembre, fue secuestrado Mario, hermano de Jorge, en un procedimiento similar. “Me fui a todas las comisarías de La Plata y nadie me dio ninguna contestación”, expresó Ramona Ocampo. 

En un testimonio anterior ante la Cámara, Elsa Luna —que declaró por la desaparición de su marido, Julio Beltaco— mencionó a los hermanos Icardi como dos de los compañeros de militancia de su marido en la Juventud Peronista, y afirmó que “corrieron la misma suerte que él”. 




Policía de Arana 

Por su parte, también testimonió el policía Carlos Bordalonga, quien fue citado por la causa que investiga la existencia de un centro clandestino de detención en la Comisaría 5°. No obstante, el testigo aclaró que en ningún momento cumplió funciones en esa dependencia. 

De todas formas, Bordalonga sí se desempeñó como agente y cocinero, entre junio y septiembre de 1976, en el Destacamento de Arana, en donde también funcionó un centro clandestino de detención. 

El testigo manifestó que en ese lugar “se trabajó en forma normal hasta que se presentaron un grupo de oficiales de civil que traían órdenes de (Miguel) Etchecolatz y que venían a hacerse cargo de una parte del edificio”. 

El policía agregó que a partir de ese momento tuvieron “órdenes de no hablar, de no tener contacto con nadie y no llamarnos por nuestros nombres; ellos tenían su gente especializada”. 

Bordalonga señaló también que vio ingresar en la dependencia a detenidos vendados y encapuchados. “Eran todos hombres y entraban por un portón al costado, así que no teníamos ningún contacto con ellos”, aseveró. 

Cuando fue indagado sobre la presencia en Arana de Miguel Kearney —quien, de acuerdo a testimonios de ex detenidos, manejaba ese lugar—, el policía aseguró que solía verlo, pero que “en un momento dejó de tener contacto con nosotros”. 

Además, el testigo recordó haber visto en varias ocasiones a Luis Vicente Patrault, también conocido como «el Tío»: “Cuando yo estaba en Arana, él cumplía funciones en la 5°, pero venía seguido como de visita, a tomar mate”.
 

  

 

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