Miércoles 4 de Abril de 2001 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Alfredo Bravo: "Camps y Etchecolatz eran quienes me interrogaban"
El diputado reconoció por fotos al comisario Osvaldo Sertorio, titular de la comisaría 5° cuando funcionó como centro clandestino. Y por planos averiguó en qué lugar lo torturaron.

Por Francisco Martínez (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA.- En una declaración de algo más de dos horas, el diputado nacional Alfredo Bravo señaló a los represores Ramón Camps y Miguel Etchecolatz como quienes hacían las preguntas en los interrogatorios en los que fue torturado durante la última dictadura militar.

"Interrogaban ellos dos, todo el tiempo, todos los días que me llevaron a la tortura", dijo Bravo y agregó que cuando hablaba Camps, en ese entonces jefe de la Policía provincial, "era cuando torturaban con mayor intensidad".

El diputado, que estuvo preso en la comisaría 5° luego de su "legalización", reconoció por una foto al comisario Osvaldo Sertorio como jefe de la dependencia. En una declaración ante la Cámara, el policía negó todo vínculo con la represión ilegal.

Bravo fue secuestrado el 8 de septiembre de 1977 en la escuela de Capital Federal en donde daba clases, por dos hombres que se identificaron como los oficiales Ortiz y Rossi, de "Coordinación Federal".

"Me dijeron que me citaba el ministro del Interior, yo les pregunté si podía ser más tarde, después de dar clase", contó Bravo. Pero enseguida comprobó que el portero y el director de la escuela habían sido golpeados, y entonces el maestro fue cargado en un Renault 4 que lo trasladó a La Plata.

Por planos que le mostró la Cámara, el diputado reconoció a la Brigada de Investigaciones (calle 55 e/13 y 14) como el lugar donde estuvo secuestrado, y al Destacamento de Arana como el sitio adonde lo llevaban a torturar. Hasta el día de hoy no conocía esos datos. Bravo dijo que el lugar de cautiverio y el de tortura eran sitios separados, y que el traslado se hacía con un grupo de gente que viajaba apilada en la caja de una camioneta.

En ese entonces, el hoy diputado socialista era co-presidente de la APDH Capital y secretario general de la CTERA. En el interrogatorio, precisó, "querían saber quién era el correo de la Asamblea que enviaba al exterior la información".

Bravo señaló que eran siempre las mismas voces las que preguntaban, y que tiempo después, cuando fue llevado a la Jefatura de Policía, las reconoció como pertenecientes a Camps y Etchecolatz.

También dijo haber escuchado otra voz que le decía: "Maestro, aguante que falta poco". "Debió ser un ex alumno mío", conjeturó. Bravo describió que fue torturado con picana eléctrica, con la "crucifixión" y con "el cubo", que consistía en meterle los pies a la persona en un balde de agua helada y, enseguida, cambiar por agua hirviendo.

En esa situación Bravo estuvo hasta el 21 de septiembre, fecha en que fue llevado a la Jefatura para la entrevista con Camps y su director de Investigaciones, Miguel Etchecolatz, quien veinte años más tarde lo injuriaría por televisión y en un libro.

"Pena de muerte puede ser de dos formas: o que lo matemos nosotros o que se suicide usted", dijo Ramón Camps, según contó el diputado. Agregó que al notar su evidente resistencia a la propuesta, Etchecolatz comenzó a insultarlo. "Hay demasiadas damas aquí como para repetirlo", dijo, desatando sonrisas en la sala de audiencias.

Ese mismo día fue trasladado a la comisaría 5°, en donde vio a Sertorio. Sostuvo que en esa dependencia había un lugar de castigo, y que los gritos "provenían del fondo". A los dos días lo llevaron a la comisaría 9°, y una semana después a la Unidad 9. Bravo señaló que en los centros clandestinos no tuvo contacto con otras personas, y que sólo en la U9 pudo hablar con alguien.

En esa cárcel supo del abogado Juan Carlos Deghi, quien fue asesinado al salir del penal el 20 de marzo de 1978. "Por eso nadie quería salir de noche, como si saliésemos de día no hicieran lo mismo", expresó.

Bravo añadió que en la U9 había una celda de castigo a la que llamaban "el chancho", y que él estaba en el pabellón 4, "o el pabellón de las cuatro P": "Presos por puro pelotudos".

En junio de 1978 lo sacaron de la cárcel y lo enviaron al Regimiento I de Infantería, y después a la comisaría 49° de Capital, en donde adoptó un régimen de libertad vigilada.

"Que me perdonen los platenses, pero cuando salí de la cárcel no quise volver a pisar La Plata", declaró Bravo, cuando los jueces le preguntaron si alguna vez fue a reconocer los lugares en donde estuvo secuestrado.

El diputado recordó que entre las gestiones que se hicieron por su liberación, figura el envío de un telegrama por parte de la CTERA al presidente norteamericano Jimmy Carter, que al momento del secuestro estaba firmando en Panamá el convenio de devolución del canal. Bravo dijo que Carter le tiró en la mesa el telegrama a Videla, quien había concurrido al evento como un jefe de estado, pidiéndole explicaciones.

Al finalizar su declaración, el diputado afirmó: "Esperemos que la Justicia y la sociedad civil no se desentienden de esta causa". En diálogo con la prensa, dijo que "no se tiene noción de lo que hace 25 años era La Plata. Esta ciudad era una cacería de mañana, tarde y de noche".




Su marido, desaparecido, y su hija, muerta

El segundo y último de los testimonios de hoy en las audiencias del Juicio por la Verdad fue el de la ex detenida Norma Mabel Sandoval, quien tiene a su esposo, Daniel Klosowski, desaparecido, y muerta a una de sus hijas, después de que un represor le pegara un culatazo en la cabeza y le produjera un tumor que la llevaría a dos años de agonía antes de fallecer.

La testigo relató que la noche del 2 de febrero de 1977 escuchó ráfagas de ametralladora que le hicieron pensar que la vida de su marido corría riesgo. En esos años, Norma y su familia vivían en la localidad bonaerense de Ranelagh, y esa noche Daniel estaba trabajando como albañil en una casa a diez cuadras de la casa de sus padres, donde vivían.

Efectivamente, los disparos habían sido efectuados contra Daniel. "A las 23.30 apareció mi suegra y me dijo que lo habían herido en una mano y que le habían perforado un pulmón", relató Norma ante los jueces. Esa misma noche los represores se llevaron a su marido.

Norma contó que después de esto dejó a sus hijas con sus suegros, "porque se hablaba de que los chicos también desaparecían", y se fue a vivir a la casa de su hermana, en Berazategui.

La noche siguiente, los represores la encontraron. Un grupo de personas vestidas de civil y con uniforme militar irrumpió en la morada y preguntó por ella, que junto a su hermana estaba acostada en una cama. Como Norma no contestó, amenazaron con llevarse a las dos. Entonces dio a conocer su identidad y la tiraron en la parte trasera de un auto en el que además estaba detenido su padre.

Inmediatamente, los secuestradores tomaron rumbo hacia la casa de los suegros de Norma. "Le dijeron a mi suegra que su hijo (Daniel) estaba muerto y que me buscaban a mí, mientras me tenían en el auto. Mi nena (de seis años en ese entonces) escuchó los gritos y se levantó. Le dijo a uno de los militares: 'Qué les hiciste a mis papás'. Y el guardia le pegó un culatazo en la cabeza con el arma que llevaba. A mi hija se le hizo un tumor y murió a los dos años", narró en llanto la ex detenida. En el Hospital de Niños, un médico le había hecho entender que el tumor se había formado por un fuerte golpe en la cabeza.

Luego de esta parada, los secuestradores siguieron hasta un centro clandestino que, con los años, Norma pudo determinar que se trató de "El Vesubio". "Cuando llegamos, me dieron una lapicera y me pidieron que escribiera mi nombre, el de la organización política a la que pertenecía y el de todos mis conocidos. Yo les dije que era ama de casa, que tenía dos hijas, y que no tenía militancia. Después, me dieron electricidad sobre el elástico de una cama", describió.

Norma recordó que la llevaron a una habitación y que allí había otras cuatro mujeres, entre ellas Elena "Kuki" Rinaldi, quien hasta hoy está desaparecida y cuyo esposo, de apellido Pocetti, había sido asesinado. La testigo indicó que a ambas las torturaban: "Todas las noches nos sacaban y nos golpeaban. Nos hacían ver por otros presos para ver si nos reconocían", agregó.

"Una noche -recordó- nos llevaron a un campo, descalzas, con las manos atadas, y vendadas. Nos dijeron que nos iban a matar, tiraron tiros al aire y me desmayé. Me desperté al otro día en una cama, atada. Pensé que estaba en el cielo o en el infierno, pero no más en ese lugar en el que torturaban" . Después, pudo darse cuenta que había sido trasladada a un nuevo centro clandestino que aún no pudo determinar.

Su liberación llegó a fines del mes de abril de 1977. "Me tiraron en un campo, atada y encapuchada, al costado del Camino de Cintura. Un señor del lugar me desató y me dio dinero para regresar a mi casa", señaló Norma ante los jueces.

Una vez en libertad, Norma trató de reiniciar su vida y comenzó a trabajar como empleada doméstica en la casa de una familiar de un general de apellido Demarchi. Hoy denunció que "hasta allí fue un grupo de inteligencia y dijeron que mi marido era guerrillero y que yo también. Según me dijeron en la casa, el jefe del grupo era (el posteriormente jefe de la denominada "maldita policía" bonaerense, comisario Pedro) Klodczyk".

Norma pudo ver dos veces más (en 1977 y 1978) a su esposo, que continuaba desaparecido. Antes de verlo por primera vez "me informan que Daniel iba a la estación (ferroviaria) de Constitución con los militares a señalar a compañeros" de militancia justicialista, indicó. "Yo, cuando lo vi, le pregunté por qué. Me dijo que si yo y las nenas estábamos vivas era porque él había llegado a un acuerdo con los militares", señaló. En este encuentro como en el siguiente, Daniel estuvo acompañado por personal de las fuerzas de seguridad.

La segunda oportunidad, la pareja se vio en un parque de Quilmes. Antes, una voz no identificada le había indicado telefónicamente a Marta el lugar y el horario. "Daniel me contó que lo tuvieron en un lugar llamado Sheraton, donde le daban bien de comer", dijo Norma. La abogada de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, Mónica Gónzalez Vivero, señaló que bajo ese nombre era conocida la comisaría de la localidad de Villa Insuperable.

Después de 1978, Norma no vio más a su esposo, aunque en diciembre de 1979 le llegó una carta con su firma, diciendo que se encontraba bien. "Pero no era su letra. Él tenía el brazo derecho herido y no podía escribir. Mi hija había muerto el 15 de mayo de 1979 y él parecía no saberlo", recordó.

Desde su liberación en abril de 1977 hasta 1980, Norma sufrió el frecuente hostigamiento de los represores. "Se presentaba en casa, cada quince días, el Servicio de Inteligencia, y revisaba y robaba lo poco que había. Iban con megáfonos y con muchos autos, a cualquier hora", afirmó.

Norma también contó que no conserva ninguna foto de su esposo. "Cuando secuestraron a mi papá (luego liberado), quemaron la casa. Ahí tenía todas nuestras fotos guardadas", señaló.
 

  

 

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