Miércoles 6 de Junio de 2001 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

En el '97 declaró en la Subsecretaría de Derechos Humanos y lo amenazaron
Roberto Corrales, ex detenido de la última dictadura, dijo que hace cuatro años tres hombres del "servicio de inteligencia" lo amenazaron, luego de denunciar dónde estaba enterrado el cuerpo del sindicalista Oscar Smith.

Por Francisco Martínez, Lucas Miguel y Vanina Wiman (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA.- El ex detenido Roberto Corrales declaró hoy en el Juicio por la Verdad que en el año 1997 fue amenazado cinco días después de brindar un testimonio en la subsecretaría de Derechos Humanos de la Nación.

Durante su secuestro en la dictadura, Corrales se enteró que el cuerpo del sindicalista Oscar Smith y los de otras personas "estaban enterrados en donde hoy funciona el Carrefour Quilmes". Y hasta hace cuatro años, aún no lo había denunciado.

El ex detenido se dirigió el 20 de enero de 1997 a la subsecretaría que entonces dirigía Alicia Pierini, luego de hablar con los familiares de Smith sobre la necesidad de contar lo que sabía. Allí, "no me dejaron declarar todo lo que quería declarar", afirmó el testigo.

"A los cinco días que hice la denuncia, fueron tres personas a la remisería donde trabajo, eran del Servicio de Inteligencia, y me dijeron que me daban una segunda oportunidad para seguir viviendo", recordó Roberto Corrales.

También dijo que estas personas le hicieron saber que conocían su vida, que tenía cuatro hijos y una nieta discapacitada. Y hasta le dieron el lugar y el horario en que una de sus hijas iba a la escuela.

"Te pedimos por favor que, en el caso de Smith, no hablés más. Nosotros recibimos órdenes para matarte o para dejarte con vida", le dijeron estos hombres, según contó Corrales. Además, le mostraron la declaración que él había hecho ante la Subsecretaría.

Sobre su cautiverio, Corrales dijo hoy a la Cámara Federal que fue secuestrado el 20 de septiembre de 1977 y que en un primer momento lo llevaron a la Brigada de Quilmes, donde estuvo 20 días y fue torturado.

Luego lo trasladaron a una fábrica en la misma localidad, en 12 de Octubre y Avenida La Plata, donde hoy funciona el Carrefour. El ex detenido aseguró que el represor Aldo Pastorini le dijo que Oscar Smith, un abogado joven de apellido García, y una pareja de estudiantes de La Plata fueron enterrados en ese lugar.

Este dato ya había surgido en el Juicio por la Verdad hace dos semanas, cuando el secretario general de Luz y Fuerza, Oscar Lescano, comentó lo que decía saber Corrales.

En la fábrica, Corrales fue torturado con el método "el Tubo", que consistía en atar una goma muy fuerte alrededor de la cintura, lo que luego impedía orinar por dos o tres días. Agregó que a las mujeres embarazadas se las picaneaba, lo que producía la pérdida de sus bebés.

El ex detenido dijo que ni bien fue liberado, el 28 de enero del '78, se internó en el hospital de Quilmes para operarse de la vejiga. Pero días después llegó allí uno de los médicos que asistía en la tortura en el centro clandestino.

"Tenía tanto miedo que me escapé, envuelto en una sábana", dijo Corrales. Al tiempo, se internó en un convento donde estuvo ocho meses.

Durante la audiencia, Corrales contó que había sido amigo de la infancia de uno de sus secuestradores, el represor Pastorini, de quien dijo que "integraba la patota del comisario (Alberto) Rousse y de (el ex Director de Investigaciones, Osvaldo) Etchecolatz".

También, dio a entender que se salvó de desaparecer gracias a esa vieja amistad que tenía con Pastorini, ya que al resto de los detenidos en ese centro "los mataron a todos". Este dato motivó sospechas entre los jueces -en el sentido de que Corrales podría haber colaborado con los represores "marcando" lugares y personas-, lo que hizo que durante la audiencia se le advirtiera al ex detenido que tenía posibilidad de negarse a declarar sobre los aspectos que lo comprometiesen.




"No hubo excesos"

Durante la jornada de hoy también declaró el bioquímico Horacio Alejandro Micucci, quien estuviera detenido en la Unidad Penal N° 9 de La Plata y el penal de Caseros de la Capital Federal durante la última dictadura militar.

Micucci dijo ser militante del Partido Comunista Revolucionario y que su detención se debió a que este partido se pronunció contra un eventual golpe en septiembre de 1974. Su secuestro se produjo el 12 de mayo de 1975 en las calles 15 y 48 de esta capital. "Yo iba en el Citroën de mi mujer y me intercepta un Torino blanco. Corro, me meto en un restaurant y grito. Después, llega la Policía Federal y me detienen", contó Micucci a los jueces.

Micucci fue acusado de tenencia de armas de guerra. En el acta de detención, la policía consignó que le fue secuestrada un arma y cinco barras de gelamon. Según el ex detenido, las barras nunca aparecieron y no se pudo comprobar su tenencia. De hecho, el tribunal de alzada que intervino en su caso lo absolvió por dos votos a uno. El juez que votó por su condena esgrimió como "agravante su condición de profesor universitario". Micucci dictaba clases en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata.

Según dijo el testigo, tiempo antes de su detención el juez a cargo de la instrucción le había dicho: "No estás muerto porque estás preso".

Micucci pasó la primera parte de su detención en la U9 de La Plata. "En el régimen de detención no había excesos, yo no reconozco excesos. Ahí había disposiciones. No es un exceso que hubiera calabozos tan anchos como de tres y cuatro pasos; no era un exceso tener que tomar agua de la letrina. Eran disposiciones", denunció Micucci.

El ex detenido fue sacado de la cárcel la noche del 2 de agosto de 1978 y llevado a un centro clandestino de Arana. "Me desnudan, pero me dejan la camiseta de manga corta, me ponen en un elástico de cama y me dicen que me conviene hablar. Me picanearon mientras preguntaban por personas conocidas y no conocidas", recordó. Y agregó: "También me hicieron un simulacro de fusilamiento y me dijeron que no tenía más esposa ni hija". A los dos o tres días, Micucci fue devuelto a la U9.

Como su familia hizo denuncias en las embajadas italiana y estadounidense, en la nunciatura apostólica y la Cruz Roja Internacional, médicos de este último organismo lo visitaron y corroboraron las torturas. Este caso sirvió en esa época a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para denunciar al Estado Argentino.

El propio ministro del Interior de facto, Albano Harguindeguy, prometió a la familia Micucci que "no pasaría más" un caso como ese, reveló el ex preso político.

Así, fue trasladado al penal de Caseros, en la Capital Federal. "Teníamos sanciones y golpes por cualquier cosa", dijo Micucci.

Según contó, en Caseros "no nos quedaron ni libros, ni diarios, ni nada". El ex detenido era un asiduo lector y, en varias oportunidades, solicitó el ingreso de material de lectura. "Traté de que ingresaran una revista científica y dijeron que no porque éramos capaces de hacer bombas. También pedí la Crítica de la Razón Pura, de Kant, y no la dejaron entrar. Cuando lo denuncié a los visitantes de la Cruz Roja, me contaron que estaba requisada y que no sabían qué hacer (el servicio penitenciario)", relató Micucci.

Al día siguiente de su detención, cuatro amigos fueron asesinados por hacer "pintadas" en reclamo de su libertad: Ana María Cameira, David Lesser, Carlos Polari y Herminia Ruiz. Días después, el 22 de mayo, fue asesinado Guillermo Guerini por el mismo motivo, dijo Micucci.

Tras escuchar las denuncias sobre las torturas en Arana, el juez Leopoldo Schiffrin se dirigió una vez más al fiscal Julio Amancio Piaggio para que les dé el curso correspondiente. 

En el final de su relato, Micucci resaltó que la represión ilegal "no fue un plan de cuatro malvados" y remarcó que "toda la miseria que vivimos hoy comenzó allí. Aquí hay responsables civiles y militares, y hay continuidad de políticas y personas", dijo, aludiendo al ministro de Economía, Domingo Cavallo, quien fuera funcionario del gobierno militar.




"De mi pabellón desaparecieron varios"

En otro orden, Pablo José Monsegur habló sobre su detención en la Unidad Penal Nº9 de La Plata. Allí compartió el cautiverio con otro prisionero, Jorge García, por cuya causa fue citado como testigo. El 23 de mayo pasado, el periodista Eduardo Anguita declaró en el Juicio que el verdadero nombre de García era Jorge Roberto Petiggiani, que había estado detenido en la U9 y que estaba desaparecido.

"Yo estuve con García, pero a él lo trasladaron. De mi pabellón desaparecieron varios", afirmó hoy Monsegur. Además, manifestó que en esa prisión los detenidos sufrían torturas por parte del personal penitenciario: "Había golpes, quemaduras con cigarrillos y descargas eléctricas", dijo.

El ex detenido pasó por el penal de Devoto antes de ingresar a la U9. Después de estar un tiempo en La Plata, fue trasladado a Sierra Chica, al penal de Rawson y a la cárcel de Caseros. "De ahí salí con opción, fui derecho de Caseros a Ezeiza", indicó el testigo, que se exilió en España. Y agregó: "No supe nada más de García cuando volví al país". 

  

 

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