Miércoles 11 de Julio de 2001 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Mercedes Benz: Vinculan a la fábrica con la represión ilegal.
Una periodista alemana que investigó la desaparición de 14 trabajadores de la empresa contó que los directivos seguían pagando los sueldos a los familiares de los operarios para que no denunciaran los secuestros. También declararon dos ex empleados que sobrevivieron a su detención en centros clandestinos.

Por Francisco Martínez, Vanina Wiman y Lucas Miguel (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA(11jul01).- Tres testigos declararon hoy por los secuestros ocurridos en la fábrica Mercedes Benz durante la última dictadura militar. Una periodista alemana destacó los vínculos entre los directivos de la empresa en Cañuelas y la desaparición de 14 de sus operarios. También testimoniaron los dos únicos ex empleados que sobrevivieron a su detención ilegal.

La periodista Gabriela Webber, quien investigó las relaciones entre Mercedes Benz y el poder represivo, señaló que la empresa "al menos a 10 familias (de desaparecidos) le siguió pagando los sueldos, incluso hasta el año '86, sin estar claro bajo qué concepto".

Webber dijo que entendía que "para los familiares era dinero para callarse la boca" y no denunciar lo que había pasado. La mujer agregó que "luego les pagaron una indemnización, como si hubiesen trabajado todo ese tiempo".

La periodista indicó que pudo hablar de este tema con el jefe de Producción de la planta de Mercedes en González Catán, Juan Tasselkraut, que conserva el cargo desde aquellos días. Este hombre le dijo que estos pagos fueron por "cuestiones humanitarias".

Durante su declaración, la periodista indicó que estima que las desapariciones en Mercedes Benz se produjeron a raíz de que la agrupación Montoneros había secuestrado a un gerente de la empresa en octubre de 1975.

Webber señaló que determinó que hubo 14 desaparecidos entre los empleados de la fábrica de automóviles: Esteban Reimer, Fernando Del Conte, Diego Núñez, Víctor Hugo Ventura, Floreal Vázquez, Alberto Gigena, Juan Mosquera, José Vizzini, Alberto Arenas, Jorge Alberto Leichner, Oscar Caddeo, Miguel Brieco y dos empleados más de apellidos Del Monte y Alvarez Bauman.

La testigo recordó además que el Ejército Argentino era "el mayor cliente" de Mercedes Benz ya que le compraba los camiones Unimov. En declaraciones a la prensa, dijo que "nunca se habla de los intereses económicos" que promovieron el genocidio argentino, y que le es muy difícil instalar este tema en la prensa de Alemania.



Detenidos en la fábrica

En tanto, dos ex empleados de Mercedes Benz (en la localidad de Cañuelas) declararon hoy por sus propias detenciones ilegales durante la última dictadura militar, y brindaron información sobre la desaparición de sus 14 compañeros.

Héctor Aníbal Ratto y Juan José Martín fueron citados a prestar declaración por la desaparición de Esteban Reimer, un delegado gremial de la fábrica que, luego de negociar la reincorporación de compañeros cesanteados, fue secuestrado de la empresa, el 5 de enero de 1977, según el testimonio de la esposa del desaparecido, María Luján Ramos, en agosto pasado.

Ratto contó ante la Cámara que en 1975 había habido en la Mercedes Benz "una serie de conflictos" entre directivos y empleados que tuvo como resultado el despido de varios trabajadores. "Como también había conflictos con el gremio, SMATA, se formó una comisión separada de delegados. El líder era Reimer", indicó el ex empleado.

Cuando llega el golpe militar, llegaron también las represalias a los que habíamos reclamado", afirmó el testigo.

Ratto fue secuestrado de las instalaciones de la fábrica el 13 de agosto de 1977. Ese día concurrió a trabajar por la tarde y participó de una asamblea. "Cuando salí de la reunión me avisan que me llamaban de casa, aunque mi familia no tenía el teléfono de la empresa", relató el testigo, y agregó que, como esa mañana había sido detenido otro empleado, Fernando Del Conte, "un grupo de compañeros me dijo que ellos iban a ir a mi casa y que me quedara en el edificio".

A la noche vino el gerente y me dijo que había venido a buscarme una gente de civil", contó Ratto. Permaneció un rato en la oficina del gerente, Juan Tasselkraut, en donde había dos personas de civil que se identificaron como policías. "Escuché que (Tasselkraut) les daba (a los policías) el domicilio de Diego Nuñez, otro trabajador que secuestraron ese mismo día", dijo el ex detenido.

Más tarde aparecieron tres camiones del Ejército. El oficial que comandaba el grupo de personas que llegó en los vehículos ingresó a la fábrica "para ver si le interesaba otro para llevarse". "Hizo salir a todos del edificio para que vieran cómo me llevaban a mí", aseguró Ratto, que fue inmediatamente llevado a la comisaría de Ramos Mejía. 

"Me dijeron que me tenían allí por mi propia seguridad, y me metieron en un calabozo con presos comunes", recordó el ex empleado. Permaneció detenido en esa dependencia hasta el 17 de agosto. Ese día fue esposado, encapuchado y trasladado en una camioneta a un lugar que tiempo después identificó como Campo de Mayo.

Allí, Ratto fue golpeado y torturado con picana eléctrica "hasta tal punto que tuve los brazos paralizados más de dos meses". "Había más de 40 personas detenidas, y por las voces reconocí a algunos de mis compañeros de la Mercedes Benz", señaló el testigo. Eran Fernando Del Conte, Alberto Gigena, Jorge Leichner, Diego Nuñez, Alberto Arenas y Juan Mosquera.

"Hubo un traslado grande que incluyó a todos los que eran de la empresa, menos a mí", indicó el testigo. El 2 de septiembre Ratto fue llevado de Campo de Mayo otra vez a la comisaría de Ramos Mejía, "en donde permanecí detenido sin proceso, a disposición de las autoridades militares, hasta marzo de 1979, que me dejaron en libertad vigilada".

El ex detenido no regresó a trabajar a la fábrica de Cañuelas. "La misma persona que me soltó me dijo que no volviera. Me amenazó diciéndome que si volvía y me llevaban otra vez no iba a aparecer", manifestó el testigo.

"A Campo de Mayo lo identifiqué cuando fui con la CONADEP. Ya habían desmantelado todo, pero reconocí el lugar en donde estuve detenido, cerca del campo de aviación", agregó Ratto, que también declaró en el Juicio a las Juntas en 1985.

En tanto, Juan José Martín, el otro ex empleado de la fábrica citado para hoy, contó las circunstancias de su detención, ocurrida el 29 de abril de 1976. "Fui el primero que secuestraron de todo el grupo de trabajadores de la Mercedes Benz", dijo.

"Estaba trabajando, cuando llega un grupo de personas con uniforme militar y me empiezan a hacer preguntas. Me subieron a una camioneta y me llevaron a mi domicilio", señaló el ex detenido -que era delegado gremial en la empresa-, y añadió que "entraron todos, revisaron, revolvieron, me rompieron las fotos del casamiento y se robaron algunas cosas".

Luego, Martín fue llevado a la Brigada de Investigaciones de San Justo. "Ahí me vendaron los ojos, me ataron las manos en la espalda y me dieron shocks eléctricos mientras me preguntaban cosas de la fábrica", aseveró el ex detenido.

"El jefe de la Brigada cuando yo estuve detenido era Rubén Luis Lavallén, que después fue jefe de la custodia de la fábrica Mercedes Benz", afirmó el testigo. Lavallén, después de comandar el centro clandestino de detención, fue Jefe de Seguridad de la empresa hasta que en 1984 se comprobó que fue responsable de la apropiación de una hija de desaparecidos.

Según determinó la Justicia, el represor Lavallén se apropió de Paula Logares, hija del matrimonio de desaparecidos compuesto por Mónica Grispon y Claudio Logares. El caso fue el del primer menor encontrado por Abuelas de Plaza de Mayo y restituido a su familia biológica.

Martín relató que en la Brigada de Investigaciones de San Justo "nos daban de comer cada tres o cuatro días" y que "se escuchaban gritos y torturas". "Estuve 19 días, hasta que me sacaron, me metieron en una camioneta y me dejaron en la puerta de mi casa", recordó el testigo.

"Cuando llegué, mi señora me dio un telegrama de Mercedes Benz que había llegado un par de días antes y que decía que no me presentara a trabajar, porque con todo lo que me había pasado necesitaba una semana en mi casa", indicó el ex empleado.

Martín volvió a la fábrica pero sólo trabajó un mes más, porque "parecía que en cualquier momento entraban de vuelta los militares". Y agregó: "Los de la empresa me dijeron que renuncie, que con todo lo que había sufrido me iban a pagar una indemnización. Renuncié, pero la indemnización todavía la estoy esperando".

Tanto Juan Martín como Héctor Ratto declararon en el consulado alemán en abril de este año, y sus testimonios serán agregados a la investigación que lleva adelante la fiscalía de Nuremberg (Alemania) para determinar el destino de los ciudadanos de origen alemán desaparecidos durante la última dictadura militar.



El CCD de 1 y 60

En la jornada de hoy también declaró Fermín Ricado Azcárate, un abogado oriundo de Balcarce que estuvo más de veinte días detenido ilegalmente en el centro clandestino que funcionó en el Cuerpo de Infantería de la Policía bonaerense, en 1 y 60 de esta ciudad.

Azcárate fue secuestrado a fines de abril o principios de mayo de 1976, tiempos en que cursaba el cuarto año de la carrera. El Ejército se lo llevó con más de sesenta personas que participaban de la fiesta por el egreso de uno de sus amigos, en una casa ubicada en 12 y 66.

"Éramos entre 40 y 45 varones y 20 mujeres. A las 1.15 irrumpió un grupo armado, de civil, a los tiros. Nos pusieron contra la pared e hicieron simulacros de fusilamiento. A la hora y media, nos trasladaron en camiones a los varones a 1 y 60, y a las mujeres a la comisaría 4°", relató Azcárate.

Entre los hombres se encontraban también sus hermanos Pablo Rodolfo, Gustavo Raúl y Pascucio Oscar, y su primo, Pascucio Raúl Azcárate.

El testigo relató que al día siguiente, un guardia dijo que todos los hombres debían quedar en libertad, menos los Azcárate. Los cinco familiares pasaron de una sala a un "galpón o cuadra" donde había "alrededor de 200 detenidos, que estaban desde el 24 de marzo. Incluso, había un matrimonio mayor de 70 años", recordó el abogado.

"Los primeros cuatro o cinco días vivimos normalmente. Un día llegó el coronel (jefe policial, Ramón) Camps en forma violenta. Pasó por la cuadra, le pegó una trompada a un detenido y se fue a ver a las mujeres, que estaban en otro lugar. Cuando se fue Camps, nos vendaron y engrillaron", relató. Así pasó los siguientes veinte días.

Azcárate aseguró que en el grupo de mujeres había embarazadas. También dijo que entre los detenidos había un sacerdote, al que habían encarcelado por reclamar la liberación de otro prisionero.

El padre de Azcárate había sido presidente de la Cámara de Comercio y de la Federación Económica bonaerense, por lo cual, según dijo el ex detenido, había realizado gestiones ante distintos funcionarios. 

El abogado indicó que ni él ni sus familiares fueron torturados, pero que "a la anoche se hacía silencio y a las dos o tres de la mañana se llevaban gente" para aplicarle la picana en otro lugar. "Decían (sus compañeros de detención) que los ponían en una cama y les aplicaban picana. A veces volvían con un diente menos", describió. Y agregó: "Cuando caemos nosotros, el ochenta por ciento había sido torturado".

También sostuvo que el cabo Baltasar Barrera le llevaba y traía noticias a su familia. Y, en este sentido, recalcó que la Policía "se comportó bien" y que los efectivos "decían que no tenían otra cosa que hacer porque estaban bajo control del Ejército".

Ázcárate y sus familiares fueron liberados después de casi un mes: "Mi viejo fue 25 días a ver a (el general Roque) Presti. El día que lo atendieron, nos largaron a la noche", dijo. "Un sargento, de apellido Avellaneda, nos dijo que quedábamos en libertad y salimos", agregó.

En el final de la declaración, el juez Julio Reboredo leyó la ficha de inteligencia de la Policía provincial donde figuran las causas de la detención de Azcárate: "El motivo fue una denuncia anónima de un vecino que dijo que (la fiesta) era de corte subversivo".

Entre risas de jueces y público, el testigo recordó que aquella noche, "después del postre, nos quedamos haciendo 'fondo blanco'. Gritábamos: 'Fondo blanco, carajo' y nos pasábamos el vaso. Eso puede haber sido mal interpretado. Quizá (quienes hicieron la denuncia) entendieron 'Montoneros, carajo'".
 

  

 

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