Miércoles 15 de Agosto de 2001 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

"Me enteré de los desaparecidos de Mercedes Benz con la CONADEP".
El secretario general del sindicato de los mecánicos, José Rodríguez, dijo que recién en 1984 se enteró que había obreros de su sector desaparecidos. En tanto, el ex detenido Juan Frega contó su periplo en "El Vesubio" y la comisaría 8°.

Por Lucas Miguel y Francisco Martínez (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA(15ago01).- El secretario general del Sindicato de Mecánica y Afines del Transporte Automotor (SMATA), José Rodríguez, le dijo hoy a los jueces de la Cámara Federal que se enteró con la investigación de la CONADEP que habían desaparecido obreros de la fábrica Mercedes Benz de Cañuelas.

"Honestamente, me enteré de lo sucedido en Mercedes Benz con la CONADEP", aseguró Rodríguez, que conserva el cargo de secretario general desde la década del '70. El sindicalista planteó una diferencia entre detención y desaparición: señaló que en el '77 y '78 "no se hablaba de desaparecidos, sino de detenidos". Con esto quiso decir que hasta que la Comisión Nacional los declaró "desaparecidos" él sólo los consideraba "detenidos".

Rodríguez afirmó que tras el golpe de Estado, los interventores militares "decidían todo" dentro de los sindicatos y "yo no podía hacer nada". De todos modos, dijo que "luchando desde la calle he arreglado conflictos gremiales que las intervenciones no podían arreglar. De loco que soy, nomás. Incluso, hay empresas que me consultaban a mí en vez de a la intervención".

En esta línea, informó que participó de la ayuda a los 26 obreros de la empresa Ford que fueron detenidos y encarcelados en unidades penales bajo el cargo de "subversión gremial".

En virtud de este relato, el abogado de la APDH La Plata Jaime Glüzmann le preguntó:

- ¿Ha hecho gestiones por los desaparecidos de Mercedes Benz?
- No, porque en ese momento no estaba en el gremio, porque estaba intervenido.

- ¿Cuándo se enteró usted que los obreros estaban desaparecidos?- insistió Glüzmann.
- Esa es una pregunta de mala fe. Me enteré de la detención en el '77, pero con la CONADEP me enteré que estaban desaparecidos.

Durante la última dictadura fueron secuestrados de su casa o de la fábrica 14 operarios de Mercedes Benz.

En 1975 SMATA discutía con las fábricas del sector la formación de comisiones mixtas (de trabajadores y patronal) de seguridad e higiene. Dentro del grupo de 60 delegados que tenía el sindicato en Mercedes Benz hubo disidencias y se formó una comisión de delegados separada de la de SMATA, que aparentemente lideró el desaparecido Esteban Reimer, cuyo nombre figura en la carátula de la causa en la que se investigan todas las desapariciones en esa fábrica.

El grupo disidente preparó una huelga que se concretó el 8 de octubre de 1975. Por esos días, fue secuestrado un gerente de la empresa de nombre Franz Metz, en un hecho que se le atribuyó a la agrupación Montoneros. 

SMATA vinculó los dos hechos (la huelga y el secuestro) en una carta enviada al entonces Ministro de Justicia Jorge Corvalán Nanclares, firmada al pie por Rodríguez, en la que se sostenía que Mercedes Benz "debe ser intervenida por el Gobierno Nacional, si es que realmente se desea preservar las instituciones del país" .

En la misiva, fechada el 4 de noviembre de 1975, se califica al secuestro de "un conflicto artificialmente promovido" por la empresa y por "los agentes del caos y la subversión". Hoy, Rodríguez dijo que "Metz estuvo desaparecido diez días y regresó bronceado. En Le Monde, en The Washington Post y en La Nación o Clarín, salió a los pocos días una solicitada que explicaba qué era Montoneros. Esa solicitada la pagó Mercedes Benz, más 8 millones de dólares, por el rescate".

En este orden, indicó que el secuestro y el pago de esa suma "eran una estafa de Mercedes Benz, porque podría haber repartido ese dinero entre los trabajadores. Creo que fue un autosecuestro".

La carta enviada al ministro Covalán Nanclares que pide la intervención de la empresa sostiene que Mercedes Benz "no ha vacilado en negociar con una organización guerrillera de extrema izquierda recientemente declarada ilegal por el Superior Gobierno de la Nación" y que "en las bases de la solución del conflicto (según la carta esas bases figuran en la solicitada internacional) está incluida también su decisión de continuar negociando colectivamente con una comisión ajena al gremio y prohijada por la subversión". Este último párrafo refiere a la comisión de delegados disidentes con SMATA que lideró la huelga del 8 de octubre.

La comisión disidente es calificada en la carta como un "grupo de provocadores aliados de la sedición que ha hecho de Mercedes Benz Argentina S.A. su aguantadero".

Tras la lectura de la carta en la audiencia, Rodríguez ratificó esos términos y remarcó una y otra vez que "la nota estaba dirigida contra Mercedes Benz" y no contra los trabajadores, que "nunca" tuvo relación con los desaparecidos y que "era un conflicto de una fábrica" de las tantas que estaban nucleadas en SMATA.

"Por mis hijos, por Dios, por todo lo que quiera, yo no tuve nada que ver con eso. De esto me enteré con la CONADEP", le dijo Rodríguez al juez Leopoldo Schiffrin.

Poco antes de terminar, prometió que iba a hablar con la periodista alemana Gabriela Webber, quien ya declaró en esta causa y es autora del libro "Los desaparecidos de Mercedes Benz", donde sostiene que SMATA consintió el despido de 115 trabajadores después de la huelga de octubre. "Ese libo tiene muchos errores y la voy a citar para que hable conmigo", adelantó Rodríguez.

Después, les deseó a los jueces que "ojalá algún día puedan desentrañar que pasó con estos hombres (por los desaparecidos). Yo he sido un hombre que combatió a la subversión y a la dictadura. Sé que lo que hicieron los militares es más horrendo". Cuando salió, en la sala de audiencias se pararon cuatro hombres corpulentos que lo acompañaron hasta el Peugeot 306 que lo esperaba en la puerta de los tribunales.



"El Vesubio" y la 8°

En tanto, Juan Frega, un ex detenido-desaparecido, contó lo que vivió en los centros clandestinos "El Vesubio" y la comisaría 8° de La Plata.

Frega dijo que fue secuestrado en 1978, por "un escuadrón del Ejército", en su casa de Fitz Roy al 1700, en Capital Federal. De allí fue llevado a "El Vesubio", centro clandestino que según los testimonios comandaba el coronel Pedro Durán Sáenz, y que el testigo reconoció por planos que le exhibió el Tribunal.

En "El Vesubio", relató Frega, "tenían una resaltada animosidad contra los judíos". Agregó que "comíamos en vajilla del Ejército" y que los alimentos los proveía la Cárcel de Ezeiza.

El ex detenido recordó haber estado con los desaparecidos Roberto Cristina - "fue espantosa la forma en la que lo torturaron", señaló-, Rubén Criscausqui y Martín Vázquez, quien tenía 16 años. Añadió que Luis Pérez "murió allí, delante mío", a consecuencia de la tortura.

Juan Frega precisó que todas las semanas los represores "sacaban a cinco o seis personas, que luego comprobamos que estaban desaparecidas". Y recordó que a veces "sentimos olor a goma y carne quemándose".

Agregó que los detenidos se enteraron por comentarios de los guardias que los jefes del centro clandestino habían decidido que "no se iban a hacer responsables de las muertes", atribuyéndoselas a los jefes del Ejército, y que eso motivó "un cambio de actitud muy fuerte". Frega estimó que eso se produjo cuando se mencionaba la llegada de una comitiva de la OEA para recopilar las violaciones a los Derechos Humanos cometidas en la Argentina.

De "El Vesubio", Frega fue trasladado con otras seis personas a distintas dependencias en donde serían posteriormente "legalizados". Antes de abandonar el centro clandestino, al grupo le hicieron f irmar "una declaración que decía que éramos guerrilleros y que violamos algunas leyes", expresó Frega, y añadió: "Se nos amenazó de muerte. Firmamos con un arma en la mesa; decían que firmar era la relación entre la vida y la muerte".

El ex detenido manifestó que pasó por el Regimiento 7 y luego por la comisaría 8° de La Plata, "donde nos dijeron que estábamos bajo el área militar". Compartió el cautiverio con Héctor Baratti, Eduardo Borini, Héctor Fraccaroli y Diego Barreda. Este último es el único que no está desaparecido.

"Esas fueron instancias que uno no se olvida, nos comentábamos nuestras vivencias terribles y las esperanzas que teníamos", reseñó Frega, y dijo que los tres desaparecidos "siempre cantaban y se daban ánimo. Hacían muñequitos con migas de pan, nos llamaba la atención la voluntad que tenían, sin saber qué iba a ser de uno al día siguiente".

Frega recordó que Héctor Baratti, esposo de la también desaparecida Elena De la Cuadra, les contó que su esposa estaba embarazada. "Para nosotros era una intriga saber qué pasaba con los bebés" de las detenidas que daban a luz, dijo. Elena De la Cuadra tuvo en cautiverio a una beba, a quien llamó Ana Libertad. (ver más en www.geocities.com/apdhlaplata/prensa/170699a.htm)

Después, Frega fue trasladado a la Unidad 9, tiempo en el que le hicieron un "Consejo de Guerra", comandando por el "juez" Coronel Bacili, en el Regimiento de Patricios. Luego, lo llevaron a la Cárcel de Devoto, de donde recuperó su libertad.



HIJO

Otro de los testigos de hoy fue Jorge Corsini (h), quien declaró por la muerte de su padre, un sindicalista del gremio SMATA presuntamente asesinado en mayo de 1983. El caso de Corsini había sido mencionado por el ex detenido Roberto Corrales, quien declaró el 6 de junio pasado que el gremialista fue asesinado en la estación de Quilmes.

Hoy, el hijo de Corsini señaló que la muerte de su padre se produjo cuando se dirigía a un acto en el que los gremios iban a celebrar el cese de la intervención militar. El testigo contó que ese día Jorge Corsini esperó a que lo pasaran a buscar por su casa, pero como esto no ocurrió se dirigió sólo al mitín.

Horas después, su cuerpo apareció debajo de un tren en la estación Quilmes. "Estaba con la cara golpeada -recordó el hijo de Corsini-. Por comentarios se dijo que a mi papá lo tiraron debajo del tren". 

Ese día, que fue el 19 ó 20 de mayo de 1983, el acto finalmente no se hizo. Según contó Jorge Corsini (h), "había trascendidos de que iban a atentar contra Lorenzo Miguel y (Saúl) Ubaldini".

Sobre la detención ilegal de su padre durante la dictadura, el hijo del sindicalista señaló que supo que lo llevaron a la ciudad de La Rioja, en donde cumplía un régimen de libertad vigilada. No pudo dar otras precisiones.

Años más tarde, Corsini (h) se encontró con Roberto Corrales, quien le contó la historia de su padre. "Dijo que se sentía mal por haberlo entregado", señaló el testigo, en referencia a que Corrales se quebró durante la tortura en el "Pozo de Quilmes" y nombró a su padre.

Ya liberado, el ex detenido le advirtió a Corsini que su vida corría riesgo, pero éste le contestó: "Vos estás mal de la cabeza, esto ya pasó, los milicos están todos escondidos".

Según el relato de Corrales, el represor Aldo Pastorini junto a otros dos hombres se lo llevó esposado de la Estación de Quilmes, "y a los 20 minutos lo tiraron bajo el tren".



Visitó a sus hermanos en la Brigada de Investigaciones

Una mujer contó hoy a los jueces de la Cámara Federal que en diciembre de 1976 pudo visitar a sus hermanos, que hasta el momento estaban desaparecidos, en la Brigada de Investigaciones de esta ciudad, primer destino de las personas secuestradas durante la última dictadura militar.

Maricel Mainer, quien también estuvo detenida ilegalmente durante dos meses, señaló que en esa oportunidad concurrió a ver a su hermana María Magdalena y que allí encontró también a Pablo, quien había estado en la ESMA. Los jóvenes habían sido detenidos días antes de que secuestraran al resto de la familia: a Maricel, su otro hermano, Juan Cristóbal, y la madre de ambos, Lucy Gómez de Mainer, todos secuestrados en septiembre de 1976.

La mujer pudo ver a sus hermanos -una situación muy particular dadas las características de la represión de la época, en la que los detenidos sólo veían a sus familiares cuando estaban "legalizados"- dado que tenían un régimen especial de detención. "Mi hermana estaba quebrada. Durante mucho tiempo dije que era 'colaboradora', pero me parece que el mejor término es 'quebrada'", explicó Mainer.

"Cuando le preguntaba por qué estaba detenida, ella me cambiaba de tema", recordó la testigo, y agregó que llegó a la Brigada "aterrorizada" porque "no sabía qué podía pasar".

En ese encuentro también estuvieron Domingo "Mono" Moncalvillo, Cecilia Idiart y Liliana Galarza, quien dio a luz en esa Brigada. No obstante, estos tres jóvenes, los hermanos Mainer y dos desaparecidas más -María del Carmen Morettini y Nilda Susana Salomone- fueron asesinados en un operativo del que participó el cura Cristian Von Wernich, según contó la hermana de Moncalvillo el 4 de julio pasado, en base a un testimonio dado en la CONADEP por un policía que participó de la masacre.

Sobre su propia detención ilegal, Maricel Mainer dijo que ocurrió el 28 de septiembre de 1976, cuando su casa "fue bombardeada". Allí secuestraron también a su madre, a su hermano Juan Cristóbal, que en ese momento tenía 14 años, y a su entonces marido, Ramón Baraballe.

Maricel fue llevada al Regimiento de Campo de Mayo, alojada por veinte días en un lugar que describió como "nichos en los que no podíamos estar más que sentados, atados a la pared". "El lugar olía a cemento fresco, como si fuese nuevo", describió y más tarde agregó que "ponían a Beethoven cuando torturaban". Luego, la trasladaron al edificio de Coordinación Federal en Buenos Aires, y a los diez días fue liberada.

Su madre y su hermano, no corrieron igual suerte. Luisa López estuvo detenida dos años más y Juan Cristóbal, cuatro. Estuvieron en la Cárcel de Devoto y en la Unidad 9 de La Plata, respectivamente.



"Ni siquiera la Biblia"

Los últimos testigos de hoy fueron Alcides Chiesa y su esposa, Norma Leanza, secuestrados el 15 de octubre de 1977.

Chiesa, un cineasta que hoy vive en Madrid y es secretario general de la Asociación Argentina Pro Derechos Humanos, señaló que años antes de su detención había hecho un documental sobre un pintor de Quilmes, Manuel Oliveira, en la que éste hizo referencia a "la soledad del preso político".

El testigo estimó que por esta razón el Poder Ejecutivo Nacional secuestró su film en 1975, en algo a lo que en su momento "no le di importancia".

No obstante, en octubre del '77, Chiesa era secuestrado y llevado a la Brigada de Investigaciones de Quilmes, lugar al que conocía ya que su padre había hecho la carpintería de aluminio del lugar. "Lo reconocí por el cierre del portón, tanto como que lo había hecho yo", recordó Chiesa.

Allí fue torturado con la picana eléctrica, y permaneció separado del resto de los detenidos durante un mes. Chiesa dio nombres de represores (Jorge Gómez, "Churrasco", "Chupete" y "El Tío") y señaló que lo atendió el médico Jorge Bergés por una afección que tuvo en la pierna. En enero del '78, el "Pozo de Quilmes" tuvo un visitante ilustre: Carlos Guillermo Suarez Mason.

Durante su permanencia en Quilmes, Chiesa fue llevado al centro clandestino "Puesto Vasco", en donde se encontró con su mujer y se enteró que estaba secuestrada desde el mismo día que él.

En mayo del '78 lo trasladaron a una comisaría de Avellaneda, en donde estuvo un día con Alcira Ríos, la hoy abogada de las Abuelas de Plaza de Mayo.

En octubre pasó a la Unidad 9 de La Plata, donde "no había mucha diferencia con un centro clandestino, salvo por las visitas de loo familiares", expresó Chiesa, y agregó: "No podíamos apoyarnos en la pared de la celda, nos vigilaban por la mirilla".

El ex detenido manifestó que tenían requisas "realmente terroríficas" y que "no nos dejaban tener ni siquiera la Biblia". "Era muy duro, tuve que presenciar dos suicidios", recordó.

Tras una pregunta, Alcides Chiesa mencionó la visita que le hizo el coronel Carlos Sánchez Toranzo, quien era el funcionario de enlace entre el Primer Cuerpo del Ejército y los presos políticos "legalizados".

"Dijo que venía a visitarme para darme la libertad. Me trajo un expediente con una lista de acusaciones", explicó Chiesa. Añadió que entre esas "acusaciones" figuraba haber participado en innumerables organizaciones políticas y el haber realizado atentados.

Con ironía, Chiesa le dijo a Sánchez Toranzo que "también me dedicaba a dormir", y entonces el coronel le preguntó por qué estaba detenido. "Yo le contesté que el que me tenía que decir eso era él. Discutimos y terminé (en la cárcel de) Rawson", recordó.

Eso fue en 1980. Chiesa estuvo en la cárcel de la capital del Chubut hasta diciembre de ese año, cuando lo trajeron nuevamente a la U9, hasta que el 21 de julio de 1981 pasó a un régimen de libertad vigilada.

Por su parte, Norma Ester Leanza, esposa de Chiesa, dijo que fue secuestrada horas después que su marido, en la casa de los padres de éste.

La mujer dijo que la llevaron a un lugar que luego supo que era "Puesto Vasco", hasta que en noviembre de 1977 pasó a la Brigada de Quilmes, en donde permaneció hasta abril de 1978, cuando fue liberada.

Leanza recordó que en Quilmes había un grupo de uruguayos, que se decía eran interrogados por oficiales uruguayos, tal como testimoniaron algunos sobrevivientes de ese lugar.

Entre estos uruguayos la ex detenida recordó a Aida Sanz y a Mary (Artigas). Ambas jóvenes estaban embarazadas y dieron a luz en cautiverio. La hija de Sanz se reencontró con su familia biológica en 1999, y por la supresión de su identidad están presos los represores Jorge Bergés y Miguel Etchecolatz.

Entre los guardias del sector de mujeres en Quilmes, Leanza nombró a "Juan Carlos", "Monstruoso" y uno llamado "Roberto", un canoso que llevaba una cruz svástica en el pecho.

También dijo que a la uruguaya embarazada Mary la atendía un guardia apodado "Saracho", quien le llevaba frutas y leche. Según los testimonios de ex detenidos de "Puesto Vasco", se trata del comisario Enrique Pretti.



Participantes

De las audiencias de hoy, que terminaron a las 20.45, participaron los jueces Julio Reboredo y Leopoldo Schiffrin; el fiscal General de Cámaras, Julio Amancio Piaggio; el Defensor Oficial, Ricardo González; los abogados de la APDH La Plata Jaime Glüzmann, Alicia Peralta y Elizabeth Rivas; y la letrada Mónica González Vivero, por la Asociación Ex Detenidos-Desaparecidos.
 

  

 

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