Miércoles 18 de Abril de 2001 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

El ex intendente de facto dijo que hubo una "autodepuración" de empleados
Oscar Maccelari definió de esa forma a las más de 500 cesantías del personal municipal ocurridas durante su gestión. También declararon dos ex detenidos.

Por Vanina Wiman, Francisco Martínez y Lucas Miguel (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA.- Oscar Carlos Maccellari, intendente de La Plata durante la última dictadura militar, negó recordar que durante su gestión se haya despedido a parte del personal de la Municipalidad por razones políticas. Asimismo, sobre las tumbas NN del Cementerio, el ex funcionario de facto aseguró que "jamás tuve conocimiento" de esa situación.

Oscar Carlos Maccellari, capitán de navío retirado, cumplió funciones como intendente de La Plata entre el 27 de marzo de 1976 y el 5 de marzo de 1979. Durante su gestión, más de 500 empleados municipales fueron cesanteados en virtud de una ley provincial que autorizaba a despedir a quienes pudieran "perturbar el funcionamiento de la administración".

Respecto de los empleados despedidos, el ex funcionario manifestó que "no todos cumplirían ser calificados con el 'diez', pero no había una consideración especial para alejarlos". Maccellari explicó el despido de esas personas como "una decantación natural que se materializó en no renovar los contratos". Y agregó: "Hubo una suerte de autodepuración, gente que se alejó por no sentirse consustanciada con la administración".

El marino retirado negó además la existencia de informes sobre los empleados que sirvieran de criterio para las cesantías. Sin embargo, Marta Vedio, abogada de la APDH La Plata, recordó en la audiencia el caso de Samuel Leonardo Schlutsky, un médico que trabajó en la Municipalidad durante la gestión de Maccellari.

En enero de 1977, el Ejército pidió a la Policía saber sobre las "posibles vinculaciones de Schlutsky con la subversión", según un informe que consta en la causa. La solicitud indicaba que de existir esas vinculaciones, el médico debía ser removido de su cargo y detenido.

El 23 de junio de 1977 el médico fue secuestrado, y en 1978 fue dejado cesante en la Municipalidad "por abandono de servicios". Schlutsky aún se encuentra desaparecido.

El juez Leopoldo Schiffrin, después de oír esa información, consideró que el caso del médico desaparecido podría probar que los servicios de inteligencia "podían influir sobre el organismo municipal para que una persona marcada fuese excluida del servicio". Maccellari aseguró no tener "recuerdo de que se haya dado de baja a gente por esas razones".

La declaración del ex intendente de facto también giró en torno a la causa que investiga la existencia de 60 tumbas NN en el Cementerio de La Plata, sometido a la jurisdicción de la Municipalidad. Según el trabajo hecho por la Madre de Plaza de Mayo Adelina de Alaye, la mayoría de las personas sepultadas en esas condiciones murieron como consecuencia de una "pérdida de masa encefálica por herida de arma de fuego". Es decir, un disparo en la cabeza.

Al preguntársele sobre el grado de conocimiento que tenía de esta situación, Oscar Maccellari se desvinculó del tema, y señaló que, como el Cementerio estaba bajo la órbita de las secretarías del municipio, él no tenía control directo de lo que se hacía en la necrópolis. Y afirmó: "Yo no di pautas del tipo general, sólo verificaba que se cumplan las ordenanzas que estaban cuando llegué. Yo aseguraba que se diera cristiana sepultura a las personas que recibía el Cementerio".

Schiffrin le recordó entonces al ex capitán de navío el incremento desproporcionado en el número de tumbas NN que tuvo lugar en la necrópolis platense desde el 24 de marzo de 1976 hasta el mismo mes en 1978, y le preguntó si no había recibido "informes de esta extraña situación por parte de sus subordinados". Maccellari, una vez más, respondió que no.




Un guardia enamorado

Por otra parte, la Cámara recibió el testimonio de la ex detenida Liliana Mabel Zambano, secuestrada en su domicilio el 30 de agosto de 1977. La mujer contó que vivía en un departamento en la esquina de 5 y 59, enfrente de la comisaría 9°, en donde funcionó un centro clandestino durante la última dictadura.

A las ocho de la noche un grupo de "no menos de cinco personas vestidas de civil" la secuestró a ella y a dos compañeros de estudio, Jorge Schilbert y Zacarías Montoquias. 

Zambano dijo que fue llevada a la Brigada de Investigaciones, en donde pasó la noche, y luego a un centro clandestino de Arana que podría ser el Destacamento. Allí fue torturada. 

A los dos días Zambano y sus compañeros volvieron a la Brigada, donde estuvieron secuestrados con la odontóloga Lidia Fernández (desaparecida), "que estaba en ese lugar desde hace tres meses", dijo la testigo. Recordó también que había un guardia apodado "el Lagarto".

El 8 de septiembre, Liliana Zambano llegó al "Pozo de Bánfield", en donde estuvo alojada en el segundo piso de ese centro clandestino hasta que fue liberada. "Conocí a muchas personas: Rafael Perrota, Gustavo Lavalle y su mujer, Mónica Lemos quien tuvo familia ahí, Virginia Allende y Liliana Galetti", precisó la ex detenida. Todas estas personas continúan hoy desaparecidas. También mencionó haber sabido que allí estaban los desaparecidos María Graciela Médici y su esposo Roberto Aued, Laura Percivati y María Elena Iannotti de Gambero.

Sobre Allende y Galetti, afirmó que fueron "trasladadas" el mismo día en que ella llegó a Bánfield: "Les dijeron que pasaban al PEN, que las llevaban al sur en un avión".

Zambano fue liberada el 29 de octubre del '77, pero tiempo después un guardiacárcel de nombre Guillermo telefoneó a su casa: "Dijo que se había enamorado de mí. El llamado me sorprendió, me asusté".

La mujer contó que se encontró dos veces con este hombre, ya que no sabía cuáles eran sus intenciones. Guillermo le explicó que pertenecía al personal de mantenimiento en Bánfield, y que lo habían puesto de guardiacárcel. "Después del segundo encuentro le dije que no me molestara más", afirmó Zambano.




Los policías de la 4° y el Ejército

El último testimonio de la jornada de hoy fue el del ex detenido Mariano Chaparro, quien habría estado secuestrado en un centro clandestino de Arana, lugar en que escuchó la voz de la desaparecida Gladys Mabel Amuchástegui, caso por el que fue citado.

Chaparro dijo que cree haber sido secuestrado un día antes que Amuchástegui, es decir, el 21 de agosto de 1976, en su casa de 21 y 35 de esta capital. "Fueron de la comisaría 4° y del Ejército. Entraron por el frente de la casa y rompieron las puertas. Una cayó encima de mi hija", afirmó. Mas tarde, y con el correr del relato, Chaparro indicó que "un hombre morocho gordo", policía, que iba frecuentemente al bar de su padre a cobrarle una coima para dejarlo "levantar quiniela", estaba en el grupo de uniformados que se lo llevó de su casa.

Tras el secuestro, Chaparro fue conducido a la casa de Gladys Amuchástegui, quien ya estaba secuestrada, y a la de un tal Esquivel, quien -según contó- tenía a cargo la Unidad Básica del barrio y lo señaló ante los represores con un "sí, es este".

Después de un viaje de algo más de dos horas, los autos de los secuestradores arribaron a un centro clandestino que podría haber funcionado en Arana. "Nos pusieron contra la pared y nos desnudaron. Hacía mucho frío. Pedí que me desataran porque me dolían los hombros y me saqué la venda. Vi compartimentos como baños de escuela, donde había personas", describió Chaparro. Y agregó: "Allí escuché a Gladys".

Más tarde, los represores lo sentaron en una habitación junto a un amigo, Nardo, quien lo había mencionado en un interrogatorio con tortura como militante peronista. "Nardo dijo ahí que había dicho mi nombre porque le habían pegado", recordó el ex detenido. 

"Me dijeron (los represores) que los perdonara, pero que podía morir por haberme sacado la venda", dijo Chaparro, que luego fue alojado en uno de los "compartimentos como baños de escuela" junto a Nardo. Pasaron dos horas y lo sacaron. Después, escuchó una orden: "Alguien que le dé un pulóver a este muchacho y que lo lleven". Lo subieron a un auto y lo dejaron en la esquina de 23 y 35, a dos cuadras de su casa. Eran las cuatro de la mañana del 22 de agosto.

Chaparro señaló que tiene un pariente, de apellido Urquiza y de apodo "Pichi", que era guardaespaldas del jefe policial Ramón Camps y "su mano derecha". "He sentido comentarios en mi familia de que estoy vivo gracias a él", dijo el sobreviviente.

También dijo que el día que fue liberado, un diario de La Plata publicó que las fuerzas de seguridad habían matado en el bosque a "38 extremistas" que habían querido atacar la casa de un coronel del Ejército. "Eso era mentira, a esos hombres los tenían ahí (en el lugar donde él estuvo secuestrado) detenidos y los cargaron en un camión la noche anterior", concluyó Chaparro.
 

  

 

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