Miércoles 22 de Agosto de 2001 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Declaran no innovar en la planta de transmisión de Radio Universidad.
Una testigo reconoció esta tarde en una inspección ocular que estuvo detenida en ese lugar, donde fue torturada. Es en la avenida 66, entre 172 y 173. El año pasado, un ex policía había dicho que allí se produjeron fusilamientos.

Por Francisco Martínez y Lucas Miguel (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA (22ago01).- A partir de la declaración de una testigo en el Juicio por la Verdad, la Cámara Federal dictó una orden de no innovar en la planta de transmisión que Radio Universidad de La Plata posee en Los Hornos, ya que podría haber existido allí un centro clandestino de detención durante la última dictadura.

María Elena Vázquez, madre de una desaparecida que dio a luz en la comisaría 5° de esta ciudad, contó que el 8 de octubre de 1976 fue llevada a un lugar en el que fue torturada con la picana eléctrica. Esa misma noche, los represores la liberaron argumentando que se habían equivocado de persona.

La mujer dijo que creía que la habían llevado a una planta de transmisión ubicada en la avenida 66, lo pudo comprobar tiempo después, gracias a que durante el viaje en auto, a pesar de estar encapuchada, en ningún momento perdió la orientación, y que por debajo de la venda pudo ver las características del piso del lugar.

Hoy por la tarde, la Cámara llevó a cabo una inspección ocular en la que la testigo reconoció el sitio en donde estuvo detenida. Y ubicó la habitación en donde fue torturada.

Además, en la parte posterior de la edificación de la planta transmisora, se encontraron rastros de gran cantidad de impactos de bala. Y se hallaron inscripciones en las paredes con nombres que escribieron conscriptos que habrían estado allí prestando el servicio militar y que podrían ser llamados como testigos.

En octubre pasado, durante la audiencia en la que declaró el ex policía Juan Carlos Urquiza, se leyó el testimonio que éste brindó en la CONADEP, en el que había hecho referencia a que en las inmediaciones de una torre de transmisión de Radio Universidad habían sido fusilados cuatro prisioneros, en un hecho que entonces fue presentado como un enfrentamiento.

En el operativo, según Urquiza, participó el represor Juan Carlos Nogara. El ex policía contó que a los detenidos "se les aplicaron ampollas de Valium 10, se los vistió con ropa militar, como si lo hubieran robado de algún cuartel y se los hizo subir dormidos a un coche que previamente habían cargado con armas". Urquiza agregó que fue el médico Jorge Antonio Bergés quien aplicó las inyecciones, al tiempo que el cura Luis Astolfi "les dio la extremaunción".

En su testimonio de hoy, María Elena Vázquez relató que fue secuestrada de su departamento de calle 67 entre 29 y 30, y que la vivienda fue posteriormente saqueada. "Yo me estaba bañando y les abrí la puerta envuelta en un toallón", recordó.

La mujer dijo que la llevaron a la planta transmisora de la radio, donde la desnudaron y la tiraron en un elástico. En la tortura, "me preguntaron por médicos del Instituto del Tórax, donde yo trabajaba".

Vázquez recordó que perdió el conocimiento y que lo recuperó "cuando me hacían masajes cardíacos y me inyectaban endovenosa. Una voz que yo conocía decía: 'Hijos de puta, se les fue la mano, esta chica no tiene nada que ver'".

La voz era de un médico de apellido Sotés (ya fallecido), que en ese momento le dijo: "Petisa, aguantá, no te van a torturar más".

Al rato, el médico la ayudó a incorporarse y la llevó hasta donde "una voz muy recia" le expresó: "Perdoná, querida, nos equivocamos. Es que tenemos órdenes superiores". La testigo dijo que la voz podría pertenecer al ex subjefe de la Policía Provincial, coronel Guillermo Trotz, a quien conocía porque estuvo internado en el hospital en donde ella trabajaba.

Vázquez fue dejada en el Parque Castelli, en 25 y 66, frente al Seminario Mayor. A los pocos días, la mujer se internó en un hospital para recuperarse de las heridas, hasta que en diciembre un vecino la llamó para decirle que soldados que venían en un grupo de camiones del Ejército estaban destrozando su vivienda.

La testigo señaló que, por recomendación de un amigo que tenía en la Jefatura de Policía, fue a ver al coronel Roque Presti al Regimiento 7 de Infantería para que le explique qué pasaba. Allí la atendió un teniente con quien se dirigió a su vivienda para comprobar los destrozos.

"A la semana este teniente vino a verme al Hospital y dijo que el Ejército se hacía cargo de los daños y que no me iban a molestar más", recordó María Elena Vázquez.

Un mes después, el 21 de enero de 1977, desapareció su hija Inés Ortega y el esposo de ésta, Rubén Fosatti. La mujer dijo que supo del parto que Inés tuvo en la comisaría 5° de La Plata por el testimonio de la sobreviente Adriana Calvo.

Sobre el secuestro, señaló que se produjo en las inmediaciones de un bar de Quilmes, en el que Ortega y Fosatti iban a encontrarse con el cuñado de la primera, Ricardo Camileti.

Vázquez contó que trató de hacer gestiones con profesores de Derecho de la Universidad Católica, a la que ella concurría como estudiante, para hacer algo por su hija. Consultó a los doctores Morsillo y Mosca, quienes en esa época eran jueces en la Capital Federal y en La Plata, respectivamente. Los dos le dieron una respuesta parecida: "Los jueces tenemos orden de tirar al tacho los hábeas corpus".



Un amigo de la infancia

En la jornada de audiencias de hoy también declaró el ex detenido Oscar Horacio Molino, quien permaneció 132 días en cautiverio, desde el 17 de febrero hasta el 30 de junio de 1977.

Molino estuvo detenido la mayor parte del tiempo en el centro clandestino "La Cacha", que funcionó en los talleres de Radio Provincia, en Olmos, aunque también fue trasladado por horas a la comisaría 8° y a otro centro que no pudo especificar.

El sobreviviente fue secuestrado en la puerta de su casa, donde lo esperaba un grupo de personas armadas. Había ido al cine y regresaba caminando junto a su hermano. Los represores les hicieron algunas preguntas para determinar quién de los dos trabajaba en la obra social del Banco Provincia, y se llevaron a Oscar.

"Me ataron, me metieron en el baúl de un auto y me llevaron a un lugar que por referencias deduzco que era Olmos, ya que desde adentro podíamos ver la cárcel. Podría ser 'La Cacha'", recordó Molino. Durante la audiencia lo confirmó al reconocer los lugares en los que estuvo en el plano del centro clandestino.

"Estuve entre ocho y diez días atado y no me interrogaban. Después, me llevaron unos días a otro lugar porque tenían que hacer arreglos (en "La Cacha"). Cuando volvimos me interrogaron y me dijeron que me tenían así (atado y vendado) para que refrescara la memoria", relató el ex detenido.

Según reseñó, fue interrogado una sola vez y no sufrió tormentos. Las preguntas, dijo, estaban dirigidas a establecer el domicilio de algunos empleados del Banco Provincia: "En el interrogatorio me decían que debía refrescar la memoria sobre los montoneros", afirmó.

También dijo que tuvo un régimen de detención "distinto" del resto de los prisioneros, ya que los guardias le dejaban sacarse las esposas cuando no estaban presentes los jefes del centro. "Así, podía dar de comer a los detenidos" que estaban en la misma celda, dijo Molino.

En una oportunidad, confundieron su nombre con el de otra persona y lo llevaron a la comisaría 8°, donde también funcionó un centro clandestino. Estuvo unas horas, hasta que se comprobó que no era la persona que estaban buscando los represores, y lo devolvieron a "La Cacha", en donde estuvo hasta que fue liberado el 30 de junio.

A lo largo de la audiencia, Molino fue recordando nombres de quienes estuvieron detenidos junto a él. Dijo que había mujeres, de las cuales al menos dos estaban embarazadas. Mencionó a Esteban Cuenca, María Rosa Tolosa (embarazada), Javier Quinterno, Federico Sánchez, un hombre de apellido Mouro, los mellizos Chavez y el fiscal Antonio Bettini. También dijo que había un grupo de estudiantes secundarios de una escuela que funcionaba en 1 y 38 de esta ciudad, entre los que recordó a Patricia Milanta.

Sobre los represores no pudo aportar más datos que sus apodos: "amarillo", "francés", "flaco", "oso", "palito", "bebe", "fideo" y "griego". Pero fortaleció la versión de que en "La Cacha" participaban integrantes de distintas fuerzas de seguridad. Según dijo, escuchó que había oficiales del Ejército, la Armada, la SIDE y el Servicio Penitenciario. "Creo que entre ellos había un amigo de mi infancia, porque preguntaban cosas de cuando éramos chicos que, de otra forma, no podían saberlas", aseguró.



Participantes

De las audiencias de hoy participaron los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio Reboredo; y los abogados de la APDH La Plata Jaime Glüzmann y Elizabeth Rivas; y la letrada Mónica González Vivero, por la Asociación Ex Detenidos-Desaparecidos.
 

  

 

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