Miércoles 23 de Mayo de 2001 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

"Smith se jugó la vida por los derechos de los empleados"
El sindicalista Oscar Lescano declaró sobre la desaparición del secretario general de Luz y Fuerza. Dijo que ocurrió luego que Oscar Smith "negociara" con el Ejército la reincorporación de empleados cesanteados de SEGBA.

Por Lucas Miguel y Francisco Martínez (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA.- El dirigente de Luz y Fuerza Oscar Lescano declaró hoy ante la Cámara Federal de esta ciudad por la desaparición del secretario general del gremio en 1977, Oscar Smith, y habló de la posible participación de la Armada en el secuestro de este gremialista.

Lescano relató que junto a Smith condujo el sindicato que agrupa a los empleados del sector energético de la Capital Federal hasta abril de 1976, cuando fue intervenido. Y que la desaparición de su entonces secretario general se produjo tres días después de que el gremio llegara a un "acuerdo" con miembros del Ejército sobre la masiva cesantía de delegados producida
luego del golpe de Estado.

El testigo precisó que para enero de 1977 "teníamos 600 delegados, y los echaron a todos, de a 14 ó 15 por fin de semana". Lescano recordó que el gremio fue intervenido por el Ejército, y que la empresa estatal de energía, SEGBA, fue a su vez cooptada por la Marina, en el marco del reparto que hicieron las Fuerzas Armadas de las instituciones del Estado.

El sindicalista recordó que en Luz y Fuerza el interventor era el coronel Saumel y que en SEGBA estuvo el coronel Roberto Roualdés.

Lescano señaló que luego del despido de delegados, el gobierno militar derogó las convenciones colectivas de trabajo, y extendió la jornada laboral de siete a ocho horas. "El personal no acató -aseguró el sindicalista-, y cuando los militares se iban de la empresa la gente dejaba de trabajar".

En febrero de 1977, Oscar Smith comenzó a "negociar" la reincoporación de los empleados despedidos con el Ministro de Trabajo, general Horacio Tomás Liendo, y con el segundo de éste, general Américo Daer.

"Él dijo que había llegado a un acuerdo, con el cual se levantaban las medidas de fuerza", dijo Oscar Lescano a los jueces. Esto ocurrió entre el 7 y el 8 de febrero de 1977, en una reunión que tuvo Smith con Liendo y Daer. Tres días después, el gremialista desapareció.

El testigo recordó que "vecinas de Dock Sud dijeron que personas de civil se lo llevaron en un Falcon blanco", y agregó: "Fue el primer día que fue a dormir a la casa de su madre", después del conflicto laboral.

Lescano añadió que "en la Marina se volvieron locos cuando se enteraron que llegamos a un acuerdo con el Ejército, estaban muy enojados (...). Nosotros pensábamos que Smith era un rehén". Afirmó que fue a verlo al almirante Emilio Massera, por ser el Jefe de la fuerza que había intervenido SEGBA, y que éste lo mandó a preguntarle a los otros dos jerarcas de la Junta Militar, Jorge Videla y Orlando Agosti. Nadie dio respuestas.

El sindicalista aseguró que entre las gestiones que hizo para lograr la liberación de Smith estuvo una entrevista con un capellán de apellido Lombardi, quien le pidió que le trajese una carta de la hija del secretario General de Luz y Fuerza.

"Cuando fui nuevamente con la esposa y la hija de Smith, el cura se enojó -dijo Lescano-. Creo que estaba manchado con sangre".

Oscar Lescano agregó que tiempo después Roberto Corrales, un ex detenido-desaparecido, llegó al gremio a avisar que había estado preso con Smith. "Dijo que estaba enterrado debajo de donde hoy está el (supermercado) Carrefour Quilmes. Ahí hubo un centro clandestino del que nadie había hablado", señaló.

El gremialista dijo que antes que llegara este dato la Justicia había hecho excavaciones en ese lugar, sin resultados concretos.

Al término de su declaración Lescano señaló que "Smith se jugó la vida por los derechos de los empleados", y que cada 11 de febrero el gremio de Luz y Fuerza recuerda su desaparición.




Arquitecto desaparecido

En la jornada de hoy también declaró el ex detenido Rubén Alejandro Martina, hermano del arquitecto desaparecido Jorge Alberto Martina, secuestrado en La Plata entre el 6 y el 7 de diciembre de 1977.

En esa fecha, un grupo civil armado irrumpió de madrugada en la vivienda de los Martina y se llevó a Rubén. "A mí me despiertan a los golpes, me apuntan y me preguntan por mi hermano. Después, me llevaron al living y a mis padres y a mi hermana les dicen que si no cantan dónde esta Jorge, no me iban a ver más", afirmó ante los jueces.

Luego de este episodio, los represores lo cargaron en el baúl de un automóvil, realizaron otro secuestro y lo llevaron al centro clandestino "La Cacha", que funcionó en los viejos talleres de Radio Provincia, en la localidad de Olmos. "Me golpearon y preguntaron por mi hermano. Yo no sabía dónde estaba, ni siquiera sabía su domicilio, porque estábamos distanciados" , relató.

Por la noche del día de su secuestro, Rubén Martina escuchó la llegada al centro clandestino de su hermano Jorge, quien había sido secuestrado en un estudio de arquitectura de la Galería Williams de esta capital, sobre la calle 8 entre 48 y 49. "Los represores le preguntaron si quería saludarme. Él se acercó, me saludó y me dijo que cuidara a los viejos", recordó Martina.

En ese momento, también estaban secuestrados allí Ricardo Dakuyaku, Enrique Piovoso y Otilio Pascua, todos amigos de Jorge Martina. 

A la mañana siguiente, Rubén fue liberado en el Camino Centenario, frente al Batallón de Comunicaciones 601 de City Bell.

"Ese verano me fui de vacaciones a Villa Gesell con un amigo y tuve la sensación de que me vigilaban", aseguró.

Otro episodio que "llamó la atención" de Rubén Martina fue cuando un amigo lo llamó para decirle que su ex novia lo buscaba. "Ella me dijo que en la Plaza San Martín dos personas la encañonaron y la llevaron a un auto. Le habían dicho que eran compañeros de mi hermano, y que la había pasado mal pero que estaba bien. Y que le iban a dejar información debajo de un banco", contó Martina.

Pero ni la chica ni él fueron más a la plaza porque pensaron que se trataba de una trampa.

La única pista que tuvo la familia sobre el paradero de Jorge llegó en 1979. "Un mediodía mi padre llegó llorando al trabajo y me dijo que se había enterado de que lo habían matado. Se ve que mi papá estuvo averiguando por su parte", recordó Rubén, sin dar mayores precisiones. 

  

 

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