Miércoles 25 de Abril de 2001 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Presentan el caso de una bebé nacida en la Brigada de Investigaciones
Es hija de la desaparecida Nora La Spina, secuestrada en 1976 con un embarazo a término. En tanto, la madre de un desaparecido relató las innumerables gestiones que hizo para dar con su hijo. La presentación de los policías no brindó ningún dato nuevo. Y los jueces no preguntaron. Para la Abuela "Chicha" Mariani, quien dijo haber negociado con Del Arco la "devolución" de su nieta, fue una "payasada". Además declaró un ex detenido que fue secuestrado dos veces.

Por Francisco Martínez y Vanina Wiman (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA.- La Cámara Federal se anotició hoy de un nuevo caso de bebé desaparecido y nacido en cautiverio durante la última dictadura. Se trata de la hija de Nora La Spina y Jorge Cena, por cuyo caso declararon este mediodía su otra hija, Laura Cena, y el tío de ésta, Oscar La Spina. 

La Spina y Cena fueron secuestrados entre el 15 y el 20 de noviembre de 1976, cuando la mujer estaba con un embarazo a término. Su hermano Oscar declaró hoy ante los jueces que la ex detenida Silvia Davis dijo en la CONADEP que Nora dio a luz estando secuestrada en la Brigada de Investigaciones de La Plata.

La hija del matrimonio, por su parte, afirmó que "a mi mamá le dijeron que a la nena se la llevaban a la Casa Cuna". Pero nunca la familia pudo dar con su paradero. "Hace quince días fui al programa 'Gente que Busca Gente'", agregó Laura Cena, en referencia a la emisión televisiva que se encarga de encontrar a personas perdidas, no necesariamente producto del terrorismo de Estado.

"A principios de 1977 mis abuelos recibieron un llamado anónimo que decía que mi mamá le puso de nombre Mariana", agregó la joven, que tenía sólo dos años cuando se llevaron a sus padres de una casa de calle 34 entre 13 y 14, de esta ciudad. Otra sobreviviente dijo que "el parto se produjo en una comisaría".

La joven agregó que después se supo que el 31 de diciembre de 1976 hubo un supuesto enfrentamiento en Boulong (Gran Buenos Aires), en el que apareció muerto su padre, pero que todavía la familia no dio con sus restos. 

Su tío Oscar, también señaló a los jueces que Nora La Spina y Jorge Cena eran delegados en la fábrica SIAP, hasta que el 25 de marzo del '76 la planta fue tomada por el Ejército. "Desde ese día, pasaron a la clandestinidad", declaró.

La Spina afirmó que en marzo o abril de 1977 hubo un allanamiento en su domicilio de Villa Elisa (norte de La Plata), y que le preguntó a un oficial si sabía algo de su hermana. "Me dijo que estaba viva", recordó y, más tarde, añadió: "le pregunté por qué estaba detenida y me dijo que por el secuestro del general Pita".

Días antes, hubo un operativo policial en el barrio, en el que murieron cuatro personas. La Spina recordó que por ese hecho su mujer perdió un embarazo de cuatro meses.




"Sus hijos son perversos"

En otro orden, La Madre de Plaza de Mayo Edna Copparoni de Ricetti declaró hoy por la desaparición de su hijo Ariel, ocurrida el 1° de febrero de 1978. La testigo relató las circunstancias del secuestro de su hijo, y describió detalladamente todas las gestiones que realizó para averiguar su paradero.

Ariel Ricetti fue secuestrado mientras caminaba por la calle 129 entre 62 y 63 de esta ciudad. En la mañana de ese mismo día, hubo un allanamiento en una casa de esa cuadra (129 n° 1491), y había personal policial y militar ocupando la vivienda. El allanamiento lo hicieron policías de la comisaría 4° de Berisso y la subcomisaría de Los Talas (Berisso), pero "un comando del BIM3 fue al atardecer del 1° de febrero y se hizo cargo. El jefe era un tal A. Luis Fernández de la Marina", explicó la Madre.

Desde el día de la desaparición de Ariel, Edna de Ricetti emprendió gestiones de todo tipo para averiguar su destino. Ricetti se enteró por un policía de apellido Incháustegui, de la subcomisaría de Los Talas, que su hijo había sido secuestrado junto a su amigo Sergio Zurita. La ex detenida María Laura Bretal declaró que vio a Zurita en el centro clandestino de detención conocido como "La Cacha".

Una mujer que vive en Mar del Plata, cuya identidad la testigo no quiso dar en público, le aseguró en 1999 que había estado secuestrada junto a Ariel Ricetti en el sótano de un centro clandestino (que por su descripción podría ser "La Cacha") entre el 4 y el 18 de julio de 1978. Edna de Ricetti contó que se entrevistó con la mujer hace dos años: "Me dijo que en ese lugar el que más la reconfortaba de todos era mi hijo, que gracias a mi hijo estaba con vida. Fue un momento muy emocionante", expresó la madre del desaparecido.

La testigo contó que, en una ocasión, una pariente tuvo la oportunidad de hablar con una policía de la comisaría de Berisso, Nora Azabeto de Reynal: "Le preguntó si sabía qué había pasado con Ariel Ricetti, y ella le dijo que sí, que lo llevaron a la regional de la calle 12, lo torturaron y de ahí lo llevaron al BIM3", manifestó la Madre.

Otro de los policías con los que Ricetti habló reconoció a Ariel en una foto que ella le mostró: "Era un policía de apellido Bianchi, y me dijo que en el lugar en donde estaba mi hijo había 89 personas en las mismas condiciones", señaló.

La Madre de Plaza de Mayo siguió buscando datos sobre el paradero de su hijo. Recibió durante un tiempo noticias de un tal 'Luis', un conocido que la familia de la novia de Ariel tenía en la Marina. "Nos decía que Ariel había sido muy castigado, que iba a salir pronto, que hiciéramos trámites para sacarlo del país, que en abril de 1978 lo habían fusilado...", dijo la testigo. Y agregó: "Eran noticias muy contradictorias que nos hacían vivir en permanente angustia".

Edna de Ricetti manifestó que, por medio de una amiga, logró ponerse en contacto con Máximo García Reyes, que trabajaba en la SIDE: "Dijo que tenía que entrevistarnos a mí, a mi hija y a la novia de mi hijo para poder iniciar el 'proceso de liberación'. Nos preguntaba si Ariel andaba en reuniones, o si tenía fierros", comentó la testigo. "Otro conocido me dijo: 'Nunca van a contestar porque ese es el castigo que dan a los padres por no haber cuidado a sus hijos'", comentó Ricetti.

La madre del desaparecido también se contactó con un coronel que trabajaba en el Ministerio del Interior, de apellido San Román: "Me habló mal de toda la juventud, que eran todos subversivos... Me dijo: 'Yo, como médico, como autoridad y como hombre del gobierno, le digo que estos que provocan muerte deben morir'", aseguró la testigo, y agregó que, después, el hombre la echó de su oficina.

Después de entrevistarse con policías y militares, la Madre empezó su recorrido por las iglesias. La testigo destacó el encuentro que tuvo con un párroco de apellido Larroca, de la iglesia de El Dique (un barrio cercano al lugar de donde fue secuestrado su hijo). Él le aseguró que tenía contactos con la policía: "Primero me dijo que los chicos (detenidos) dormían en camas, que cantaban y tocaban la guitarra. Pero después me dijo que si a mi hijo no lo largaban era porque estaría con los huesos molidos", recordó.

"Me dijo que (a los detenidos) les aplicaban la picana, o que los subían a un avión y los tiraban al mar. Otro día me dijo: 'Los flaquitos resisten más que los gorditos en la tortura'", contó la Madre, que se encontró varias veces con el cura.

Edna de Ricetti se entrevistó también con Monseñor Grasselli: "Me hizo preguntas, tomó su famoso tarjetero, se detuvo en una ficha y la marcó; pero no me dijo nada", indicó.

La testigo contó que en 1979, cuando salía de una misa con otras Madres, un grupo de seminaristas comenzó a insultarlas: "Nos decían 'Ustedes son madres de terroristas. Sus hijos son perversos y ustedes tienen la culpa por no saber educarlos'. Después los corrimos hasta la esquina", rememoró Ricetti.

"Una vez atendí el teléfono, se escuchó alguien que gritaba de lejos 'Mamá' y después cortaron. Otras veces, se escuchaban jadeos y cortaban", describió la testigo, respecto de las llamadas telefónicas que solía recibir:

Hacia el final de su declaración, Edna Copparoni de Ricetti se dirigió a los jueces: "Agradezco vuestra actuación. Tengo el convencimiento de que se llegará al conocimiento de la verdad. Después, llegaremos a la segunda etapa: el juicio y castigo a todos los culpables". Y finalizó: "Exigimos también que se anulen las leyes de Obediencia Debida, Punto Final y los indultos, para que los genocidas pueblen las cárceles, que es el lugar que les corresponde para pasar sus últimos días".





El policía Daniel Omar del Arco

El policía Daniel Omar del Arco negó ante la Cámara Federal saber algo sobre el destino de la beba desaparecida Clara Anahí Mariani. Por su parte, el comisario Mario Jaime se negó a declarar.

El Tribunal citó a Del Arco porque según la Abuela María Isabel Chorobik de Mariani "sabía que la nena estaba viva" y porque fue con quien intentó "negociar" la entrega de la pequeña. La Cámara ya había citado al policía en junio de 1999 y éste se había negado a declarar por el caso.

Hoy, Del Arco intentó una defensa diciendo que "después de un accidente que tuve, no pude manejar armas", y que "nunca estuve en un tiroteo". No obstante, los jueces no le habían preguntado sobre su presunta participación en el operativo en la casa de la calle 30, de donde desapareció Clara Anahí. De hecho, durante su corta declaración, el Tribunal no le realizó preguntas ni cedió la palabra a los abogados de las partes.

El policía, hoy jefe de Traslado Interprovincial de Detenidos, afirmó que había declarado por este caso en 1987, y que en esa oportunidad le dijo a Chorobik de Mariani que "si yo supiera dónde está su ser querido, la ayudaría".

La historia que cuenta la Abuela es diferente: Chorobik señala que por medio de una familia amiga en común con Del Arco, negoció la "devolución" de su nieta a cambio de todos sus bienes. El plan se frustró porque un funcionario de la Embajada de Italia informó al Jefe de Policía, Ramón Camps, de las tratativas.

Del Arco recordó en la audiencia de esta tarde la frase que según él le dijo a la Abuela en 1987: "¿Señora, alguna vez le pedí algo?". La contradicción entre los dos no pudo resolverse hoy en un careo puesto que el policía no fue citado como testigo, sino sólo a brindar declaración informativa, sin necesidad de decir la verdad.

"Me sentí en medio de una payasada, más allá de los reglamentos. Hace 24 años que estamos con lo mismo: que yo digo y que él niega", dijo, al terminar la audiencia, María Isabel Chorobik de Mariani.

La abogada Marta Vedio, secretaría Jurídica de la APDH La Plata, interpretó que "la Cámara llamó a declarar a Del Arco para cerrar definitivamente el tema de su participación en la dictadura". Agregó que la audiencia sólo sirvió "para pasar las denuncias a primera instancia, a un tribunal con criterio más penal" que el de la Cámara que, como se sabe, no busca la persecución penal de los represores.

Vedio también se quejó de que los jueces no dieran lugar a las preguntas de las partes, cuando en anteriores declaraciones informativas esto pudo hacerse. "En estas condiciones no tenemos ninguna intención de sentarnos, porque no tenemos participación", destacó.

En tanto, el comisario Mario Jaime, acusado de ser un guardia del Destacamento de Arana, se negó a declarar. Con el seño fruncido, el hoy titular de la comisaría 5° de Florencio Varela escuchó la lectura de los testimonios que lo involucraban, y no brindó explicaciones sobre su accionar durante la dictadura.




"Tenemos órdenes de matar"

En la tarde de hoy también declaró el ex detenido Ramón Gualberto Esquivel por la desaparición de Gladys Mabel Amuchástegui, a quien escuchó mientras estuvo secuestrado en un centro clandestino de detención.

Esquivel era empleado administrativo de la Policía provincial y un conocido militante peronista del barrio platense La Loma. Durante la dictadura sufrió dos secuestros. El primero duró cuarenta días y se produjo a las 48 o 72 horas del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. El segundo habría sucedido el 21 de agosto del mismo año -fecha en la que fue secuestrada Amuchástegui- y se extendió hasta la madrugada del 22.

Durante el primer secuestro, el testigo estuvo detenido en el Cuerpo de Infantería de la Policía bonaerense, sede de un centro clandestino. "Me tuvieron atado a una cama y vendado. De noche nos tiraban a los detenidos en un camión, uno encima del otro, y nos llevaban al campo, a caminar, y luego a un rancho, donde nos torturaban", relató Esquivel. Este centro clandestino pudo haber sido uno de los tres que funcionaron en Arana.

Asimismo, señaló que durante los interrogatorios en este centro los represores "hacían tocar la guitarra a un chico que se estaba por recibir en el Conservatorio. Después, le pegaban en las manos. El chico decía: 'Por favor, antes péguenme un tiro en el corazón'".

Según los cálculos de Esquivel, en el cuerpo de Infantería estuvieron detenidas "más de 100 personas" en los primeros meses de la dictadura. "Había una embarazada y le decían: 'No te hagas problemas porque a ese (le señalaban la panza) lo vas a perder'", agregó el testigo. "Esto lo hacemos como un escarmiento. Tenemos órdenes de matar aunque sea el hijo del presidente", le dijo uno de los represores.

Durante todo su testimonio, el ex detenido recordó emocionado las secuelas que le dejó este secuestro: "Salí medio ciego y a veces pierdo la memoria", aseguró.

La segunda de las detenciones se produjo una noche luego de que Esquivel saliera de trabajar de los talleres de la Policía, que estaban ubicados detrás del Cuerpo de Infantería, en 59 y 115. Eran las dos de la madrugada cuando se dirigía a su casa junto a un compañero de trabajo, y escuchó tiros pocas cuadras antes de llegar. No obstante, siguió el camino y lo secuestraron cuando estaba apunto de abrir la puerta de su vivienda. "Llegó un Falcon verde, me metieron y me llevaron a 37, entre 24 y 25. Cuando me bajaron, dijeron que iban a matarme. Pero uno de ellos dijo: 'Pará que al viejo lo conozco'. Era Albertito Rivero, un policía que después tuvo un alto cargo en la fuerza. Lo conocí por la voz, porque su hermana militaba conmigo", sostuvo Esquivel.

El raid siguió su camino hasta un centro clandestino que, por la descripción de Esquivel, habría estado emplazado en el centro de la ciudad. Dijo que "en este lugar la interrogaban a Amuchástegui. 'Me están violando', gritaba". 

"Me tuvieron unas horas y me devolvieron los documentos. Cuando salí de ahí, ella estaba en las últimas. A mí me tiraron de un auto en 131 y 37", recordó.

Durante estas horas de detención, le preguntaron por Amuchástegui, Mariano Chaparro y otro muchacho de apodo Nardo, que está desaparecido y en ese entonces estaba detenido. "Yo les dije que los conocía a los tres, del barrio", afirmó.

El testigo además destacó que meses antes de la dictadura, cuando concurrió a la Casa de Gobierno provincial a presentar unos planos para hacer reformas edilicias en el barrio, un militar de alto rango lo invitó a tomar un café dentro de la Gobernación: "Me dijo que me abriera (de la militancia justicialista) porque iban a matar a toda la Juventud Peronista", aseguró hoy.
 

  

 

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