Miércoles 4 de Septiembre de 2002 

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Testimonio de un ex-policía: En la 5a. hubo nacimientos y muertes
El ex agente Omar Piacentini rebatió las afirmaciones de la mayoría de los policías, que declararon desconocer lo que ocurría en la parte trasera de la comisaría 5°. Reconoció las torturas y aseguró que los cuerpos de los desaparecidos se quemaban en la localidad de Arana. También declararon Carlos José María Martínez, coronel retirado, en el caso de un conscripto desaparecido; y un ex delegado de la fábrica, que también estuvo detenido. Tal como ocurrió en Mercedes Benz, los gerentes colaboraban con los militares para secuestrar operarios dentro de la empresa, sostuvo el testigo.


Por V. Wiman, F. Martínez y L. Miguel (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA (04nov02).- "En la comisaría 5° se investigaban pocos delitos comunes y no había presos comunes", aseguró hoy ante la Cámara Federal de esta ciudad el ex policía Omar Raúl Piacentini y dejó en claro el funcionamiento del centro clandestino de detención en la parte trasera de la dependencia, que la mayoría de sus ex compañeros negaron en el Juicio por la Verdad.

Piacentini prestó servicios en la 5° como ayudante de guardia entre el 6 de julio de 1976 y el 31 de marzo de 1978, y al poco tiempo fue puesto en disponibilidad preventiva, hasta su exoneración en 1979. El ex agente -ese fue su último grado- reconoció que a la comisaría "entraban autos con personas encapuchadas" y que entre los detenidos "había hombres y mujeres". Luego agregó: "Hubo mujeres embarazadas. La mayoría de las mujeres extremistas estaba embarazada".

Inmediatamente fue preguntado por los partos en el centro clandestino y con una frase destruyó la mentira que habían edificado la mayoría de sus ex compañeros: "Hubo nacimientos y también muertes".

La afirmación revela el conocimiento de los policías sobre lo que ocurría en el patio y los calabozos de la comisaría 5°. Ante la Cámara Federal más de cuarenta efectivos expresaron desconocer -con distintos matices- lo que sucedía allí atrás, salvo pocas excepciones como las de los ex policías Jorge Luis Piazza y José Alfredo Orellana.

La gran mayoría de los efectivos aseguró que en los fondos de la 5° había un área restringida a la que sólo tenían acceso grupos de tareas integrados por militares, y varios coincidieron que tenían prohibición de transitar por allí por la existencia de un cartel con la leyenda "Área restringida".

Hoy Piacentini, que prestó funciones de ocho de la noche a seis de la mañana durante los dos años que estuvo en la 5°, aseguró que nunca hubo un cartel de ese tipo y que "la seguridad de los detenidos estaba a cargo del personal de la comisaría 5°". Fue más lejos: reconoció que ingresaba frecuentemente a los calabozos y que "el cabo de guardia realizaba su limpieza". "Una noche entramos y había un muerto en la celda hacía 24 horas. Era una chica joven", aseguró.

- ¿Y qué hicieron con el cuerpo?- le inquirió el juez Leopoldo Schiffrin.
- Sé que sacaron el cuerpo en un auto y decían que los quemaban en Arana -respondió el ex policía, reafirmando los resultados de la investigación del Juicio por la Verdad. Ex detenidos y vecinos de esa localidad manifestaron lo mismo. En ese lugar, ubicado en las afueras de La Plata, funcionaron al menos tres centros clandestinos de detención y uno de ellos era el Destacamento Policial que dependía directamente de la comisaría 5° de esta ciudad.

- ¿Y cuáles eran las causas de las muertes?- insistió Schiffrin más tarde.
- Qué se yo. Les habrían dado mucha "máquina", los habrán golpeado- dijo Piacentini, en alusión a la picana eléctrica y otros tormentos.

Luego los jueces le preguntaron más detalles sobre nacimientos y muertes, pero dijo no haber presenciado ninguno. "De noche no hubo ningún nacimiento y no vi otros muertos, pero me enteré de otros casos por comentarios de mis compañeros de otros turnos", aseguró.

Piacentini abundó en detalles sobre las condiciones de detención: "En los calabozos no había luz y no se podía entrar del tufo. Ahí adentro los detenidos no estaban encapuchados, sino vendados, y pienso que nos podían ver", aseguró. El ex policía reconoció que en una oportunidad "hubo hasta setenta personas en la celda de contraventores".

También se refirió a la forma de operar de los grupos de tareas, a quienes en todo momento nombró como "esa gente" y describió como "hombres de civil, a cara descubierta, que a la noche trabajaban con los detenidos".

Cuando la abogada de la APDH La Plata Elizabeth Rivas le pidió que explicará a qué se refería con "trabajaban", el ex policía respondió: "Los interrogaban".

- ¿Bajo tortura?
- Y sí. Llámele así, "bajo tortura".

Piacentini, no obstante, negó que el personal policial participara de los tormentos y aseguró que "el trabajo" lo hacían sólo los grupos de tareas.

Dijo que durante aquellos años "teníamos prohibido llamarnos por nuestros nombres y jerarquía" y que "nos habíamos puesto apodos y otros apellidos". Segundos después dijo que a él le decían "bigote".

El juez Julio Reboredo le leyó una lista con alrededor de cuarenta nombres de policías y sólo respondió negativamente en tres oportunidades. A los demás los conocía.

Piacentini aseguró también que la comida que servían a los detenidos ("guiso", "polenta") se elaboraba en el Seminario Mayor, ubicado a pocas cuadras de la comisaría. "Yo fui a buscarla al menos dos veces. Nos la daban los seminaristas", dijo.



Ford: "Los secuestros ocurrieron con la anuencia de la empresa"

Pedro Norberto Troiani, un ex operario de la automotriz Ford dijo hoy ante la Cámara que después del 24 de marzo de 1976 "la empresa se transformó en un cuartel militar" y que cerca de 25 operarios fueron secuestrados dentro de la fábrica por grupos uniformados que tenían total libertad de movimientos en la fabrica, ubicada en General Pacheco.

Troiani, que fue detenido ilegalmente en abril de ese año, formaba parte de la comisión interna de trabajadores de la planta y era delegado ante el Sindicato de Mecánica y Afines del Transporte Automotor (SMATA).

"La empresa gozó el golpe de Estado", dijo hoy el ex detenido, y aseguró que las desapariciones de trabajadores de la Ford ocurrieron "con la anuencia de los dirigentes de la empresa y del sindicato".

Troiani contó que unas semanas antes del golpe del 24 de marzo de 1976, la empresa convocó a una reunión con los delegados. "Nos dijeron que venían tiempos difíciles, que se venía el golpe y que los 'cuadros medios' iban a ir presos. Después nos dimos cuenta que los 'cuadros medios' éramos nosotros", recordó.

"El 25 de marzo los supervisores y capataces nos convocaron y nos dijeron que caducaban todos nuestros mandatos y que ahora los delegados eran ellos", indicó Troiani, y recordó que, en el transcurso de la reunión, un dirigente de la empresa le dijo a uno de los delegados: "Ustedes le van a mandar saludos a un amigo mío, Camps".

"Ya desde ese día los compañeros empezaron a desaparecer, los levantaban en la puerta de entrada", señaló el testigo, y añadió que "había un teniente coronel de apellido Molinari (Antonio) que estaba a cargo de todos los operativos, las 24 horas del día; la empresa le dio toda la libertad para entrar a todos lados y hacer lo que quisiera".

Según el ex operario, el SMATA no se involucró en la búsqueda de los trabajadores secuestrados. "José Rodríguez (secretario general del gremio desde 1973 hasta la actualidad) sabía muy bien que había gente desaparecida" , afirmó Troiani y, ante una pregunta sobre el por qué de la inacción del dirigente, respondió: "Creo que se cae de maduro por qué. El sindicato estaba intervenido, los dirigentes no venían a trabajar, pero seguían cobrando el sueldo".

Rodríguez declaró ante la Cámara en agosto de 2001, y dijo haberse enterado de que había obreros de su sector desaparecidos "en 1984, por la CONADEP". También dijo que había participado de la ayuda a los 26 obreros de la Ford que fueron detenidos ilegalmente durante la dictadura. Hoy, Troiani aseguró que el sindicalista "no colaboró en lo más mínimo" con la búsqueda de los trabajadores secuestrados de esa empresa o de otras.

En 1975, José Rodríguez había enviado una carta al Ministerio de Justicia, en la que pedía que la fábrica Mercedes Benz fuera intervenida "para preservar las instituciones del país". En la misiva, se calificaba a la comisión interna de esa empresa como "ajena al gremio y prohijada por la subversión", y como "un grupo de provocadores aliados de la sedición que ha hecho de Mercedes Benz Argentina S.A. su aguantadero".

Troiani, que formaba parte de la comisión interna de la Ford, fue secuestrado de su lugar de trabajo el 11 de abril de 1976. "Llegó un grupo de gente uniformada como para la guerra, en camionetas de la empresa. Me detuvieron y me llevaron al quincho de la fábrica, en el campo de deportes, en donde había cuatro o cinco obreros más, esposados o atados con alambre", describió el testigo.

"Tengo entendido que en ese quincho se solían reunir los dirigentes de la empresa con los militares", agregó. El ex operario manifestó que esa misma noche los detenidos fueron trasladados al centro clandestino de detención que funcionaba en la comisaría 1º de Tigre. "Ahí había más o menos 25 obreros de la Ford, y muchos delegados y activistas sindicales de otras empresas de la zona de Pacheco y Tigre", recordó.

Según el ex detenido, el centro clandestino estaba comandado por el teniente coronel Molinari, el mismo que coordinaba los operativos de secuestro de trabajadores de la fábrica.

Troiani estuvo cerca de cincuenta días detenido ilegalmente en esa dependencia. "Luego me legalizaron y me llevaron a Devoto, donde estuve cinco meses. De ahí, pasé a la Unidad 9 de La Plata, por seis meses más", indicó.

"El mismo día de mi secuestro la empresa mandó un telegrama a mi casa diciendo que me presente a trabajar o que me considerara despedido", contó el ex detenido, y agregó: "Mi mujer les contestó con otro telegrama diciéndoles que ellos sabían que había sido detenido en la fábrica, pero se lo rechazaron. A los otros 25 obreros secuestrados les pasó exactamente lo mismo".

Troiani comentó que más adelante, junto a otros operarios liberados, acudió a José Rodríguez para solicitarle que les consiguiera trabajo. "Él nos mandó con una tarjeta personal a ver a alguien en la Mercedes Benz. Pero allí nos trataron como a delincuentes. Tanto que pensé: 'No hablo más con Rodríguez porque voy preso de nuevo' ".

Ya finalizada la dictadura, varios ex operarios de la Ford le iniciaron juicios laborales a la empresa. "Yo y otro teníamos juicios gemelos, exactamente iguales -recordó Troiani-. Él lo ganó y yo lo perdí. El mismo juez que votó a favor de él, unos días después votó en contra mía". Y añadió: "José Rodríguez no nos quiso dar abogados para los juicios. El sindicato nos dio la espalda, no quiso tener nada que ver".



"Ha pasado mucho tiempo..."

En la jornada de hoy, también prestó declaración el coronel (RE) Carlos José María Martínez, ex jefe del Distrito Militar La Plata durante la dictadura.

El militar fue llamado a declarar por la desaparición del conscripto Atilio César Martínez, que se produjo luego de que el propio jefe castrense le encomendara llevar un sobre al Regimiento 7 de esta ciudad.

Martínez, de 74 años, comenzó su declaración diciendo que "dado el tiempo transcurrido no puedo precisar nada".

El coronel, no obstante sus constantes apelaciones al "no recuerdo", admitió haber conocido al colimba, aunque dijo no reconocerlo cuando se le exhibió una fotografía. Martínez es el tercer militar citado por este caso, luego de que declararan los suboficiales mayor Sixto Ferrutti y Hugo Altieri, éste último denunciado por falso testimonio por el Tribunal, al mostrarse reticente a decir la verdad.

Carlos Martínez también reconoció su firma y el contenido de una declaración brindada ante la Justicia en 1984, en la que por escrito había apelado al "no recuerdo".

En julio pasado, el suboficial Altieri había declarado que Martínez le pidió "un soldado de confianza" para hacer la diligencia al Regimiento 7.

Hoy, el coronel Martínez dijo en un primer momento que no sabía si se había cumplido la orden de llevar el sobre al Regimiento. Entonces, Jaime Glüzmann, abogado de la APDH La Plata, le señaló que eso "suena raro": "¿Usted no verificó si se había cumplido la orden, tras haber pedido nada menos que un soldado de confianza?", le preguntó.

"Tiene razón, doctor -contestó Martínez-. El expediente no llegó". Después, dijo que había hablado con Roque Presti, jefe del Regimiento, quien le expresó que no había recibido el sobre.

También conjeturó que el contenido de la misiva sería "algo sobre la jura de la bandera", ya que la fecha en que se encomendó a Atilio Martínez realizar esa tarea fue el 20 de junio de 1977. Y agregó que no recordaba haber hecho alguna otra gestión por el colimba, más que el procedimiento habitual, que consistía en realizar un "acta de deserción" cuando el soldado se ausentaba por más de cinco días.

El coronel Martínez llamó la atención durante la audiencia cuando mencionó que en el Distrito Militar se manejaban "expedientes secretos".

-¿Qué expedientes secretos había en el Distrito? -inquirió el fiscal Félix Crous.
-No, no, eso me niego a contestar -dijo, con voz baja, Martínez.

-¿Por qué?
-Porque no sé qué expedientes secretos son.

Instantes después, el testigo señaló que "nosotros no imponíamos el carácter secreto a los expedientes. Eso venía de la superioridad".

Cuando el Tribunal pidió más precisiones, el coronel retirado corrigió su versión y dijo que el Distrito "no tenía" expedientes secretos. Y que se trataría de boletines militares, "reservados y secretos", sin dar una precisión sobre las temáticas. "No lo puedo decir porque no lo recuerdo", contestó.

En otro tramo de su testimonio, Martínez señaló que él "dependía directamente del general (Carlos Guillermo) Suárez Mason", jefe del Primer Cuerpo del Ejército durante la dictadura.


Sobre la desaparición de soldados durante este período, Martínez respondió que no sabía nada. Afirmó además que mientras ejerció el mando en el Distrito -entre febrero de 1976 y diciembre de 1977- hubo otros dos casos de "deserciones" de soldados, y que la deserción "es una cosa normal en las Fuerzas Armadas".

También negó que el Distrito Militar estuviese involucrado en la represión ilegal: "Eso era un centro de oficinas, prácticamente no tenía ninguna misión de combate", afirmó.

Al finalizar la audiencia el fiscal Félix Crous solicitó a la Cámara que con el testimonio de Troiani se abriera una causa penal para investigar al teniente coronel Antonio Molinari, quien, según Troiani, estaba "a cargo de todos los operativos de secuestro" dentro de la empresa. De acuerdo a la base documental "Memoria Debida", Molinari fue jefe de operaciones del área 410, con jurisdicción sobre los partidos de Escobar, Tigre y General Pachecho.



Caso Galíndez

En otro orden, declaró Luis Guillermo Galíndez, hermano de Gabriel Diego Galíndez, secuestrado y asesinado en 1977. Por este caso, la semana pasada había declarado Pedro Miguel, otro hermano de la víctima.

El testigo no aportó mayores datos de los que dio al Tribunal su hermano el miércoles pasado. La familia, por medio de una persona a la que no pudieron identificar, se enteró que Gabriel había muerto en octubre de 1977. Días más tarde, la madre dio con el cadáver en la morgue policial, en donde le ordenaron que no debía velarlo y que el entierro tenía que realizarlo por la casa DEI Sepelios.

"A mi mamá le dijeron que esta gente (la de la casa de velatorios) trabajaba con la Policía", declaró hoy Luis Galíndez. Y añadió, al igual que su hermano, que la cochería "cobró un precio excesivo".

Además, Galíndez contó que su madre se entrevistó con el secretario de Monseñor Plaza, el cura José María Montes. Y que éste le dijo que iba a investigar. "Lo que es llamativo es que después de esta gestión, aparece el cuerpo", afirmó el testigo.

También dijo que tiempo después se encontró con monseñor Montes, en una reunión social de Chascomús, de donde era obispo. "Me respondió con evasivas", recordó Galíndez. Y añadió que Montes era confesor de su madre.



Caso Martinicorena

En tanto, la ex policía Sara María Estarópoli declaró en el marco de la causa en la que se investiga la desaparición del policía Daniel Omar Martinicorena, ocurrida el 8 de julio de 1977.

Estarópoli trabajó en la comisaría 4º, en donde el efectivo prestaba servicios. No obstante, la mujer no pudo aportar datos sobre el secuestro de Martinicorena, pues, según consta en su legajo, recién empezó a trabajar en la dependencia en marzo de 1978.

La ex policía, hoy jubilada por incapacidad, manifestó que nunca conoció al desaparecido. "Sé que Martinicorena figuraba en las planillas como enfermo, o en disponibilidad", agregó.

La testigo contó que antes de ingresar a la 4º prestó servicios como guardia en la Jefatura Central del Policía. "La época en que estuve fue la época en la que vi cosas muy feas", señaló Estarópoli, y explicó que ella era la encargada de tratar con la gente que iba a preguntar por sus familiares desaparecidos.

"Trataba con gente muy deprimida, con llantos...", indicó la ex policía, y agregó que "siempre traté de aislarme de ciertas cosas en la época de la guerrilla".

También recordó que le planteó a sus superiores la angustia que le causaba tener que tratar con los familiares: "Pero me decían que a un oficial de seguridad no le correspondía esa actitud, sino que tenía que tener fortaleza". Y añadió: "Tuve crisis nerviosas y aún estoy medicada".

Estarópoli negó saber de la presencia de detenidos ilegales en el subsuelo de la Jefatura de Policía. "No nos hacían saber esas cosas", dijo.


Participantes

De la audiencias de hoy participaron los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio Reboredo; el fiscal ad hoc, Félix Crous; y los abogados de la APDH La Plata Jaime Glüzmann, Marta Vedio y Alicia Peralta. 


  

 

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