Miércoles 4 de Junio de 2003

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

El ex director del Hospital Naval negó todo: "Nunca vi gente armada"
Jorge Quiroga Furque, quien dirigió el nosocomio durante la dictadura, contradijo a una enfermera que aseguró haber atendido a un detenido "encapuchado". Se realizó un careo entre ex policías y declararon dos familiares y un ex detenido.


Por F. Martínez y V. Wiman y L. Miguel (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA (04jun03).- Un ex director del Hospital Naval Río Santiago durante la dictadura negó recordar qué dependencias funcionaban en el primer piso del nosocomio, lugar donde se cree que se alojaba a detenidos-desaparecidos.

Se trata de Jorge Quiroga Furque, un capitán de navío retirado de 76 años, quien negó ante la Cámara Federal los dichos de una ex enfermera del Hospital que declaró que accedió a un lugar custodiado del primer piso, en donde atendió a un detenido "encapuchado".

La enfermera Marta Ayala declaró en marzo de 1999 que atendió a un joven que estaba en esa condición y esposado a la cama. "Me dijeron que no tenía que recordar nada de lo que iba a ver. Había un joven con una capucha negra en la cara; tenía libre la nariz. Se nota que le habían querido colocar una sonda nasogástrica, pero no habían podido. Yo se la coloqué lo mejor que pude", recordó.

La mujer agregó que el Hospital Naval durante la dictadura tenía un régimen especial, con guardias custodiando oficinas, teléfonos intervenidos, micrófonos ocultos y sectores restringidos al acceso del personal. Y graficó: "Vivíamos aterrorizados todos los días".

Hoy, ante los jueces, Quiroga Furque negó todo: "No había ningún lugar reservado". Y setenció: "nunca vi gente armada".

Cuando la abogada de la APDH La Plata, Alicia Peralta, le preguntó qué sector funcionaba en el primer piso, el testigo contestó que no lo recordaba. Minutos antes, había dicho que entre sus funciones como director solía recorrer el hospital "todos los días".

El juez Leopoldo Schiffrin le hizo notar que le resultaba "llamativo" que no recordase lo que sucedía en ese sector del Hospital. "He tenido infinidad de pases en la Marina", se justificó Quiroga Furque.

No obstante, momentos después recordó que en el segundo piso "puede ser que estuviesen los quirófanos" y hasta se acordó que en el primero había una "sala de oficiales", coincidiendo en este punto con la enfermera Ayala.

El marino retirado fue llamado a declarar a raíz de los testimonios de varios sobrevivientes de la represión ilegal que compartieron el cautiverio con el desaparecido Osvaldo Busetto. Este joven, herido y secuestrado en un operativo ocurrido el 9 de septiembre de 1976, les contó que había sido operado de la pierna en el Hospital Naval.

El desaparecido narró además que le habían colocado un clavo de platino en una operación compleja, ya que había recibido entre 20 y 30 disparos.

A Quiroga Furque le preguntaron entonces, dada su condición de cirujano, si había realizado alguna intervención de ese tipo. "No sé quién es el señor Busetto -declaró-. Ni practiqué ni me enteré de una operación así".

Quiroga Furque ratificó que fue director del nosocomio entre abril de 1976 y diciembre de 1977 y que reemplazó a Gerardo Guerrero -quien declaró el 23 de abril- tras el golpe cívico-militar.

La enfermera Ayala había dicho además que eran comunes las visitas del jefe de la Armada Emilio Massera -"venía a la noche y tomaba mate"- y del capitán de navío Alfredo Astiz. El ex director también negó hoy que esto sucediese: "Nunca los vi".

La abogada de la Asociación Ex Detenidos-Desaparecidos, Mónica González Vivero, no quiso interrogarlo. "No voy a preguntar porque el testigo tiene mala memoria", sentenció.

El fiscal Félix Crous pidió al finalizar la audiencia que se realicen "tantos careos como contradicciones surjan" de los testimonios.



"087"

Hoy también declaró el ex detenido José Octavio Quiñones, quien fue secuestrado en la madrugada del 23 de noviembre de 1976 en su casa de Berazategui.

"Entraron disparando contra la puerta. Mi papá estaba abriendo y recibió un balazo en la mano", aseguró Quiñones. De inmediato, fue encapuchado y subido a una camioneta. Allí escuchó que alguien lo identificó ante los represores: "Es este".

El sobreviviente relató que tardó alrededor de cuarenta minutos en llegar a un centro clandestino. En ese lugar, dijo, se escuchaba el paso cercano de trenes y aviones. Abogados y jueces especularon que podría ser una dependencia cercana a Ezeiza, pero hubo divergencias en la identificación, ya que la descripción que hizo el testigo del lugar no se corresponde con la de los centros clandestinos de la zona identificados.

"Se escuchaban gritos de torturados y se sentía mucho la palabra 'gendarme'", sostuvo Quiñones, quien además agregó que la guardia sobre los detenidos era permanente y que le habían remplazado su nombre por el número "087".

Estuvo once días detenido. "Me llevaron en auto y me dejaron a cuatro cuadras de mi casa", dijo. Cuando los jueces le preguntaron si sospechaba por qué lo habían secuestrado, Quiñones recordó que en el año 1975 un compañero de la conscripción acusó de "subversivo" a un grupo de soldados entre lo que se encontraba él. El episodio había ocurrido en el Escuadrón de Caballería Blindada de Puerto Deseado, provincia de Santa Cruz. "Eso se aclaró. Era todo mentira. Cuando (los conscriptos) tuvimos que declarar ante un juez, el soldado que nos acusó dijo que quería una pronta baja" del servicio militar.

El hecho llamó la atención de los jueces y el fiscal: hace dos semanas la Cámara le tomó testimonio a la madre de Héctor Manuel Irastorza, un conscripto desaparecido en esa misma dependencia militar en febrero de 1977. Quiñones dijo que no lo conoció.



Familiares

Graciela Vezy declaró en la causa que investiga la desaparición de su marido, Jorge Alberto Salite, ocurrida el 3 de junio de 1976. Salite era delegado gremial de la fábrica Sincar (en 68 y 122 de esta ciudad), y fue detenido ilegalmente cuando viajaba en colectivo desde su lugar de trabajo hacia su casa.

"Una señora conocida le contó a mi suegra que estaba en ese colectivo. Se lo encontró, hablaron y él le mostró fotos de nuestra hija. En eso detuvieron en colectivo e hicieron bajar a todos. Ella a él ya no lo vio más", señaló Vezy.

La esposa del desaparecido recién se enteró de esto varios días después. "El 3 de junio yo lo estaba esperando, porque él me había dicho que iba a llegar a las siete. Yo estaba embarazada y estaba con mucha fiebre. Pero pasaron las horas y no llegaba", recordó la testigo, y añadió: "Me imaginé lo que había pasado, por su militancia, y pensé 'me tengo que ir'".

Vezy se fue a la casa de su madre en Capital Federal y no volvió a La Plata. "Mi suegra y yo supimos por los vecinos que ese mismo día, a las tres de la mañana, vinieron a casa dos camiones y se llevaron todo lo que había", indicó la testigo.

Poco después, Osvaldo Ríos, un cabo del Ejército que era primo político del desaparecido, les hizo saber que había visto a Jorge detenido en el Regimiento de La Tablada: "Creo que lo vio tres veces, pero nos pidió que nunca lo mencionáramos".

En contactos posteriores, la esposa del militar les contó que, según su marido, en La Tablada había un subsuelo en el que se habían construido celdas y que allí se alojaba a detenidos ilegales. "También contó que hicieron un fusilamiento masivo. Y en ese fusilamiento aparentemente estaba mi esposo", agregó Vezy.

Hoy Ríos no vive. "Decían que había muerto en un enfrentamiento. Pero en realidad, según su esposa, él se negó a seguir con los allanamientos por las cosas que veía, y los propios compañeros lo mataron de un tiro", manifestó la testigo.

La Cámara intentará ubicar a la esposa de Ríos, de nombre Graciela, para que declare en el Juicio.

En tanto, declaró Ernesto Jorge Orellana, hermano de la desaparecida Haydeé Irene, quien fue secuestrada el 20 de septiembre de 1976 en su domicilio de Lomas de Zamora.

"Nos enteramos que la Policía y el Ejército se la llevaron por averiguación de antecedentes", dijo Ernesto. Haydeé, que militaba en la Juventud Peronista, fue detenida ilegalmente cuando llegó a su casa; los represores la estaban esperando.

La familia Orellana nunca supo qué pasó con Haydee. Por dichos de vecinos, Ernesto se enteró que una amiga de su hermana pudo escapar aquel día de los represores. Pero no pudo aportar su nombre ni ningún dato para identificarla.



Careo entre dos ex policías

En otro orden, se realizó un careo entre dos ex policías, en el marco de la causa en la que se investiga la desaparición del también efectivo Daniel Omar Martinicorena.

El motivo era la presencia o no de uno de los testigos, Everardo Mónico Santana, en una fiesta en la que se agasajó al titular de la seccional 4° -donde trabajan los policías- Rodolfo Quartucci. Allí, Martinicorena discutió con el comisario y, tras este episodio, fue secuestrado.

Santana volvió a negar haber estado en la fiesta. Usó la misma frase que cuando declaró en abril: "Totalmente inexacto".

El otro testigo, Osvaldo Maseroni, aclaró que él no estuvo en la fiesta y que había dicho que Santana había participado del agasajo cuando se lo preguntaron entre un montón de nombres. "Me puedo haber equivocado", expresó.

El ex policía, quien era amigo de Martinicorena y señaló que lo hicieron desaparecer "los propios compañeros de trabajo", recordó a Santana como colega de la comisaría 4°. No obstante, éste policía no dijo lo mismo de Maseroni: "Es la primera vez que lo veo", declaró.

El careo no brindó ningún otro dato. Sin embargo, aún falta resolver muchas contradicciones en la causa. Para empezar, Maseroni señaló a otros policías como partícipes de la fiesta y dijo que "todos los que fueron saben cómo fue". Varios policías que declararon en la causa negaron haber participado de la cena e incluso algunos dijeron que no sabían quién era Martinicorena.



Participantes

De las audiencias de hoy participaron los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio Reboredo; el fiscal ad hoc Félix Crous; el defensor oficial ad hoc Carlos Cozzi; los abogados de la APDH La Plata Alicia Peralta y Marta Vedio; y la abogada de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, Mónica González Vivero. 


  

 

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