Estaba detenido y escapó: "Era consciente
que tenía que irme o irme"
El sobreviviente Gustavo Fernández contó que, antes de fugarse, pasó por
cuatro centros clandestinos de detención. Su hermano Carlos, con quien fue
secuestrado, está desaparecido. En tanto, también declaró una ex policía de la
comisaría 8º.
Por Lucas Miguel y Vanina Wiman (Secretaría de Prensa)
LA PLATA (10dic03).-
El sobreviviente Gustavo Javier Fernández contó hoy a la Cámara Federal el
secuestro que sufrió junto a su hermano, que continúa desaparecido, y su fuga de
un centro de detención de la zona de Luján, provincia de Buenos Aires.
Gustavo, quien por entonces vivía en Luján, fue secuestrado junto a su hermano
Carlos Alberto el 26 de agosto de 1976, en un lugar que no pudo precisar,
cercano a la Avenida Richieri y General Paz, que podría estar ubicado en la
provincia de Buenos Aires o en la Capital Federal. Era una casa del hoy
intendente de Luján, Miguel Prince, quien también fue secuestrado.
Después de 36 días de haber estado secuestrado en distintos centros clandestinos
de detención, una noche logró escapar del asiento trasero de un Falcon que los
represores dejaron estacionado en una casa quinta en las afueras de Luján.
"(Los represores) se bajaron del auto y fueron hacia la casa. Se escuchaban
gritos. Yo estaba debajo de una frazada y la venda de los ojos se me había
bajado. Me asomé por la ventana y no vi a nadie. Con la boca levanté la traba de
la puerta. Vi que no me habían dejado custodia. El auto estaba entre un camión y
atrás había dos autos más. Busqué en los otros autos a mi hermano, pero no había
nadie. Era consciente que tenía que irme o irme y corrí, con las manos atadas,
atravesando el campo", relató Gustavo a los jueces de la Cámara Federal.
Mientras corría, logró desatarse el trapo que le unía las manos. Corrió hasta
que llegó a la ruta 5 y se dio cuenta que estaba en Luján. Luego, ingresó a la
ciudad por un camino de tierra y fue a pedir ayuda a la casa de un amigo, que lo
contactó con su tío Raúl Fernández. El familiar lo sacó de la ciudad y lo alojó
unos días en una casa de la localidad de Open Door, partido de Luján, y luego le
consiguió trabajo en un campo.
Días después del escape, los represores se presentaron en la casa de la madre de
Gustavo. Y secuestraron durante un día a la tía, esposa de Raúl Fernández, para
arrancarle datos sobre el paradero de Gustavo. Pero no obtuvieron nada. En enero
del '77 el joven se fue a vivir a Chivilcoy, donde reside actualmente.
Ni bien fueron detenidos el 26 de agosto de 1976, los hermanos Fernández fueron
llevados a la Superintendencia de Coordinación Federal, en la Capital Federal,
donde fueron alojados en una "celda grande". A los dos o tres días, un grupo de
hombres que se identificó como "Comando Bruno Genta", se los llevó, llamándolos
por su nombre a lo que podría ser la Delegación Avellaneda de la Policía
Federal.
Allí fueron golpeados y torturados con picana eléctrica sobre el elástico de una
cama. "Nos ponían una bolsa en la cara hasta que se nos cortaba la respiración",
dijo Gustavo. En ese lugar el testigo vio al hoy desaparecido Carlos Ochoa, en
cuya causa fue citado a declarar. "Me dijo que trabajaba en el Banco Nación".
Ese fue el único dato que Gustavo pudo aportar sobre la víctima.
Allí también dijo haber visto a un joven estudiante secundario llamado Claudio,
oriundo de La Plata, que, según le contó, había sido secuestrado con otros
compañeros, posiblemente durante la denominada "Noche de los Lápices". Los
jueces Julio Reboredo y Leopoldo Schiffrin le preguntaron si podía ser Claudio
De Acha, una de las víctimas de aquel episodio, pero el testigo no pudo
precisarlo.
A mediados de septiembre del '76 los hermanos Fernández fueron trasladados a la
Brigada de Quilmes ("el Pozo") junto a otros detenidos. Ese fue el lugar en que
por última vez Gustavo vio a su hermano Carlos.
Gustavo fue trasladado a lo que describió como "una vieja comisaría que no
estaba en funcionamiento". En ese lugar estuvo dos o tres días más. Una noche lo
subieron atado y vendado en un auto y lo cubrieron con una frazada. Esa noche
escapó cuando el auto quedó estacionado en una casa quinta de Luján, que, según
pudo saber por comentarios, pertenecía a un comisario de esa zona.
Policía de la 8º
El segundo y último testimonio de la jornada fue el de la ex policía Bárbara
Stang, quien entre 1969 y 1979 prestó servicios en la comisaría 8º, en donde
funcionó un centro clandestino de detención durante la última dictadura.
La testigo dijo que supo "sólo por comentarios" que en la dependencia se alojaba
a detenidos ilegales: "Se escuchaba eso, pero era todo muy misterioso", sostuvo,
y se atajó: "Sinceramente no sé qué ocurrió ahí".
La ex policía indicó que "(el resto del personal de la comisaría) se cuidaba de
mí, de que no me enterara de nada, porque yo hubiese hablado, lo hubiese
denunciado". No obstante, a la hora de describir el funcionamiento de la 8º
durante la dictadura, su relato fue un tanto confuso.
En un principio, Stang señaló que no notó cambios en la dependencia a partir del
golpe militar. Pero momentos después dijo que, a partir de 1976, los policías
que cumplían tareas en el primer piso tenían "prohibido" circular por la planta
baja. Stang trabajaba en la Oficina de Expedientes, localizada en la planta
superior de la 8º.
"Yo tenía prohibido bajar", indicó la ex policía, y agregó: "En algunas
ocasiones (el comisario José Santiago Rodríguez) me cerró la puerta (de la
oficina) y me dijo que no saliera hasta que él abriera la puerta". Según la
testigo, la única explicación que le daba su superior en esas oportunidades era
que "había rumores de que iban a tomar la comisaría". Sin embargo, según señaló,
el público que ingresaba a la comisaría circulaba libremente de la planta baja
al primer piso.
Stang dijo que, según los comentarios que oyó de sus compañeros, "de noche iba
personal que no correspondía a la comisaría, de civil". "Tengo entendido -yo no
lo vi- que venía personal de otros lados a llevar personas, detenidos" a la 8º.
La testigo negó haber tenido contacto con los detenidos y dijo que con el resto
del personal de la dependencia policial tampoco tenía relación. "Yo estaba muy
ocupada, era muy trabajadora. No iba ni a tomar mate con ellos", aseguró.
Participantes
De las audiencias de hoy participaron los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio
Reboredo; el fiscal general Carlos Dulau Dumm; el defensor oficial ad hoc Julio
Alconada; la abogada de la APDH La Plata Alicia Peralta y la letrada de la
Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, María Ester Alonso Morales.
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