Un ex policía narró ejecuciones y quema de
cadáveres
Se presentó a declarar en forma espontánea. Relató hechos que dijo haber
visto cuando hizo la conscripción en 1978 en un regimiento de San Martín y
mencionó a varios represores.
Por Lucas Miguel y Francisco Martínez (Secretaría de Prensa)
LA PLATA (16jul03).-
Un ex policía se presentó espontáneamente hoy ante la Cámara Federal para narrar
que en 1978, mientras hacía la conscripción, presenció ejecuciones y quema de
cadáveres en la Compañía de Ingenieros 10 Pablo Podestá, en San Martín.
Miguel Ángel Pajón, un ex policía bonaerense de 43 años exonerado en 1997, pidió
declarar en el Juicio por la Verdad y contó que entre marzo y mediados de 1978
estuvo presente en ejecuciones de detenidos-desaparecidos y la posterior quema
de sus cadáveres en aquel regimiento militar, donde -dijo- hoy funciona un
barrio privado aunque quedan ruinas de algunas edificaciones. Según señaló, esos
hechos eran conocidos por los militares como "asados".
El ex policía narró dos episodios que ocurrieron en una tosquera ubicada en el
predio del cuartel, que, dijo, tendría una extensión de 2500 metros cuadrados.
En uno, fueron ejecutados alrededor de 20 hombres y mujeres de entre 20 y 25
años y, en el otro, fue asesinada una mujer mayor, de unos 65 a 70.
"Tomate un camión, cargá 70 litros de nafta y 70 de gasoil. Y dejá el camión
ahí", le ordenaron un día. "El comentario de los soldados viejos era que iba a
haber asado", aseguró Pajón. Esa noche, dijo, se escapó de la cuadra donde
dormía y siguió el camión, que fue conducido por suboficiales, con las luces
apagadas, hasta la tosquera.
"Desde arriba pude ver al suboficial Guillermo Giménez, alias 'el chacal', que
ponía el camión de culata contra la pared de la tosquera y que bajaba los
bidones. Abrió un tanque muy grande que estaba oculto debajo de la tierra y
vació los bidones allí", narró.
En la noche siguiente, Pajón volvió a "escaparse" (tal fue el término que
empleó) de la cuadra y observó que el sargento Giró (a) "la yegua" le abrió la
puerta del cuartel a dos camiones que llevaban la inscripción "Salchichas
Vieníssimas", que habían llegado escoltados por un Ford Falcon verde.
Contó que los automóviles se detuvieron primero en la casa del jefe, Juan
Antonio Rama, y que después siguieron camino hacia la tosquera. "De los camiones
bajaron pibes en calzoncillo, con remera, con las manos atadas atrás. Había
varones y mujeres, serían unos 20", aseguró.
Pajón contó que del Falcon bajaron los sargento primero Gorbalán (a) "Gorby" y
Giménez, y el cabo primero Keyselman, al mando del teniente Barros Uriburu (a) "Astroboy".
"Empujaron a los chicos y cayeron a la tierra boca abajo. Muchos gritaban por la
mamá, por los hermanos. Barros Uriburu tomó un arma e hizo puntería en la
cabeza. Era la 1.15 de la mañana, justo cuando pasaba el tren pitando, y en
algunos casos se hizo más de un disparo", relató. Luego, los militares
desvistieron los cuerpos (les sacaron todo y hacían comentarios como "esto le va
a quedar muy bien a mi mujer") y "los tiraron en el fuego".
Según el ex policía, las llamas ardían a gran altura.
Tras contar ese episodio, Pajón dijo por primera vez en la tarde: "Yo no puedo
dormir con esto".
En el segundo hecho similar que presenció participaron el cabo 1° Keyselman, el
cabo Rodríguez y, nuevamente, el teniente Barros Uriburu. La víctima fue una
mujer de unos 65 a 70 años, que fue llevada al regimiento la misma noche de su
ejecución.
El procedimiento fue parecido al anterior, sólo que la mujer fue arrojada del
camión vendada -cayó al suelo y golpeó con la cabeza- y luego rematada con un
golpe de pala en la nuca. Luego, los militares encendieron el fuego y arrojaron
el cuerpo. "Con ese modus operandi se realizaron muchos operativos", completó
Pajón.
El ex policía, que cuando ocurrieron esos episodios tenía 18 años, también contó
que durante un tiempo hubo dos jóvenes detenidos en los calabozos del regimiento
y que los militares cobraban rescate por una eventual liberación que no supo si
alguna vez se produjo. Concretamente, a la cabeza de esa operación mencionó al
sargento ayudante Montes de Oca y a los cabos Rodríguez y Keyselman.
"Montes de Oca mandaba en comisión a un conscripto para cobrar el dinero. El
soldado (de apellido Ambranson) se encontraba con un familiar en un bar del
centro de Buenos Aires y fue dos o tres veces a buscar plata en un sobre",
contó.
Pajón también aseguró que los militares descubrieron que se escapaba por las
noches a ver "los operativos" y que estuvieron a punto de asesinarlo. Según
contó, zafó de la muerte porque tenía buena relación con varios de los
suboficiales del regimiento, a quienes siempre les llevaba comida. "Barros
Uriburu me llevó varias veces al lugar (de las quemas) y me detonó el arma cerca
de la cabeza", dijo.
El ex policía también dijo que en la habitación del sargento Giménez "había dos
chicas de primaria (niñas) con las que los suboficiales tenían sexo.
Loscomentarios eran que cuarenta y pico de soldados habían tenido sexo conellas".
"Por comentarios, me enteré que Gorbalán las quiso meter en el baúl de un auto y
que, como no entraban los cuerpos, agarró la motosierra. Llevó los restos a la
tosquera", agregó.
Dijo también que a Giménez le decían "el chacal" porque "era el encargado de
juntar los restos después de la quema y los tiraba en los basurales de la zona.
Hubo quejas de los vecinos, que vieron que los perros andaban con restos
humanos, y entonces comenzó a juntarlos en una bolsa con piedras y los arrojaba
en una laguna".
Dijo, asimismo, que en ese regimiento los suboficiales golpeaban seguido a los
conscriptos y que hubo casos de jóvenes torturados hasta la muerte.
Tras haber realizado un relato casi sin interrupciones, Pajón fue interrogado
sobre cómo conocía los hechos con ese nivel de detalle y quiénes eran los
compañeros que le hicieron "los comentarios". El ex policía dijo que presenció
varios de esos hechos -"si cuento todo estamos acá tres días", dijo- y que se
enteró de otros episodios a través de soldados; en ese sentido, dio los nombres
de cinco compañeros de conscripción: Ricardo Vázquez, Julio Lesder, Popicin,
Abranson -el enviado a cobrar la extorsión a los familiares de los dos jóvenes
secuestrados-y un tal Rosner.
"Siempre me pregunté cómo de los 360 (jóvenes que hacían la conscripción) nadie
denunció nada. Si la mayoría sabía todo esto. Lo mismo en la Policía", afirmó
Pajón.
El juez Julio Reboredo le preguntó entonces por qué recién ahora, después de 25
años, contaba aquello. Pajón se quebró y lloró: "No lo conté antes porque creí
que ningún gobierno podía darme garantías. No quiero que le pase nada a mis
hijos".
En el comienzo de la declaración, Pajón contó que hizo una denuncia en 1998 en
una fiscalía federal de San Martín, ante el fiscal Jorge Sica, luego de haber
cruzado en la calle a dos de los militares encargados de las ejecuciones y la
quema de cadáveres. "Pensé que estaban muertos o presos, pero estaban libres.
Pienso que tienen que estar presos", dijo.
Pajón sostuvo que lo motivó a declarar una nota que leyó en el diario Clarín, en
la que aparecía el juez español Baltasar Garzón convocando a declarar ante la
Justicia a todos quienes tuvieran datos sobre la represión ilegal.
Afirmó también que el año pasado volvió a la fiscalía para preguntar qué había
sucedido con la causa y que le dijeron que la denuncia se había perdido. Y
señaló que por ello se presentó hoy ante la Justicia Federal de La Plata. "Ahora
voy a dormir más tranquilo", dijo en el final de su relato.
Pajón fue policía entre 1984 y marzo de 1997, cuando fue exonerado "por
denunciar a mi jefe en un caso de drogas", contó. Su último trabajo fue como
custodio del fiscal federal Juan Martín Romero Victorica.
"Realizó una declaración confusa y llamativa, pero dio datos sobre hechos
puntuales que deben tenerse en cuenta para iniciar una investigación", evaluó la
abogada de la APDH La Plata, Alicia Peralta.
La Comisaría 5° en 1978
Otro de los testigos de hoy fue Edgardo Rubén Budo, un comisario en actividad de
51 años, que durante la dictadura prestó servicios en la comisaría 5° de La
Plata, sede de un centro clandestino de detención. Budo declaró que comenzó a
trabajar en esa dependencia policial en 1978, cuando aún "había detenidos a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional", declaró. El policía señaló que
entonces también había "detenidos comunes".
"Había un lugar, un calabozo, que decía 'área restringida'. Ahí no estaban los
detenidos comunes", sentenció Budo. Y agregó que esa celda estaba ubicada detrás
del patio y a la izquierda, a diferencia del lugar al que ya conoce como el
"depósito de personas" de la comisaría 5°, que se encontraba al fondo a la
derecha.
Budo describió que el calabozo "tenía una puerta ciega" y que "había personal de
civil" custodiando. El efectivo señaló que por la jerarquía que él tenía, le
estaba vedado el acceso a ese lugar, aunque afirmó que "se sabía que no eran
presos comunes".
Además, contó que en el primer piso de la comisaría, sobre la zona interior que
da al patio, había una mujer detenida en un cuarto. "Sabíamos que estaba
detenida, pero no si a disposición de un juez o del PEN".
También se le preguntó a Budo sobre su trabajo en la Dirección de Inteligencia
de la Policía, a la que ingresó el 3 de octubre de 1975 siendo aspirante a
agente.
El comisario señaló que su trabajo allí consistía en "pasar informes a distintos
lugares que lo requerían", como la "Comunidad Informativa", nombre con el que se
conocía al conjunto de servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas y de
Seguridad durante la dictadura.
"Venían información de X lugar y la transcribíamos. Lo que hacíamos era
retransmitir", explicó Budo.
Aunque tuvo buena memoria para recordar a sus compañeros de la Comisaría 5°, no
pasó lo mismo con los que trabajaron con él en Inteligencia: Budo no recordó a
ninguno. Sólo dio algunos sobrenombres ("Polio", "El Negro") y un agente de
apellido Carballo, además de mencionar al jefe de la dependencia, el comisario
general Osvaldo De Baldrich
Budo explicó que la DIPBA estaba dividida en varios "departamentos", que se
dedicaban a "Actividad Social" o "Actividad Sindical". Dijo que sabía que se
realizaban operativos, de los que se encargaba el departamento "Búsqueda", sin
dar otras precisiones.
Hijo de desaparecidos
Por otro lado, hoy también declaró Nahuel Ricny, hijo de los desaparecidos
Guillermo Eduardo Ricny y Graciela Mirta Nogueira, quienes fueron secuestrados
de su casa de Burzaco en la madrugada de 21 de julio de 1977.
Ricny no pudo aportar mayores datos, dado que en ese entonces tenía sólo cuatro
años. Por los relatos que hicieron sus abuelos, pudo saber que sus padres fueron
detenidos ilegalmente por "un grupo de hombres de civil, fuertemente armado, que
respondía a la Policía o al Ejército".
Ex policía
Por último, en la jornada de audiencias de hoy declaró la ex policía Stella
Maris Cavallaro, quien fue citada para que aporte datos en el marco de la
investigación sobre la desaparición en 1977 de los hermanos Adolfo Agustín y
Héctor Gustavo Ramírez, quienes también eran policías. Ambos revistaban en la
comisaría 10° de Gonnet, donde también se desempeñó Cavallaro.
La ex policía dijo hoy que nunca supo nada y que no podía aportar datos, dado
que gran parte de ese año estuvo con licencia por problemas de salud. Esta es la
segunda vez que Cavallaro comparece ante la Cámara. En junio del año pasado
declaró por la desaparición del policía de la 4° de La Plata Daniel Omar
Martinicorena.
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