Miércoles 18 de Junio de 2003

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Reconocen a Minicucci, un militar torturador que frecuentaba Saiar
Lo hizo un sobreviviente, ex operario de la empresa. El reconocimiento del militar Guillermo Antonio Minicucci, fallecido, revela la connivencia de la fábrica con la represión ilegal. Además, declararon tres ex policías.


Por V. Wiman,  L. Miguel y F. Martínez (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA (18jun03).- El sobreviviente y ex obrero de SAIAR Raúl Horacio Codesal reconoció al teniente coronel Guillermo Antonio Minicucci (fallecido) como uno de sus torturadores en el centro clandestino "El Banco" y como uno de los militares que frecuentemente concurrían a la fábrica para reunirse con el gerente general de relaciones laborales, Juan Manuel Martínez Riviere, quien deberá declarar la semana próxima.

El reconocimiento de ese militar en las instalaciones de SAIAR es un nuevo elemento que se agrega a la causa en la que se investiga la represión ilegal contra obreros de esa empresa y que ya no hace dudar sobre su connivencia con la dictadura.

Codesal pegó un puñetazo al estrado de los testigos y cerró brutalmente el legajo con las fotos de los militares que le había dado el tribunal con el objetivo de identificar represores: "¡Así se llamaba. Ya va a pagar!", gritó llorando. La secretaria del tribunal, luego, identificó la foto como la perteneciente a Minicucci, sindicado en el libro "Culpables para la sociedad" como el jefe del centro clandestino "El Banco". El mismo en el que estuvo secuestrado Codesal en junio de 1976.

"El día del golpe el Ejército ingresó en SAIAR. Los militares estuvieron reunidos con Martínez Riviere. El jefe era rubio, de ojos celestes. Fue el que luego me hizo las preguntas en la sala de torturas (en la picana). Lo vi desde abajo de la bolsa que tenía en la cabeza, lo reconocí entre el humo y reconocí su voz, mientras yo estaba atado de pies y manos. Si tuviéramos una foto les digo: 'es ese'", narró Codesal tiempo antes de que los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio Reboredo le exhibieran la foto de Minicucci.

El gerente Juan Manuel Martínez Riviere fue citado para el próximo miércoles, anunció el tribunal. Codesal describió a Martínez Riviere como "un personaje ejemplar de SAIAR. La historia de cada uno de nosotros (la de los obreros de la fábrica víctimas de la represión ilegal) se la debemos a él. Fue contratado seis meses antes del golpe para destrozar y perseguir".

"Él quería que hiciéramos la vista gorda a las malas condiciones laborales. Como nos negamos, comenzó la persecución", completó Codesal, chofer y delegado gremial en SAIAR, que estuvo detenido ilegalmente tres años.

Codesal fue secuestrado en su domicilio de Quilmes el 1° de junio de 1976 a las cuatro de la mañana. Un grupo de hombres que se identificaron como policías le dijo que tenía que "hacer una presentación" en la comisaría. "Me ataron las manos y los pies, me vendaron los ojos y me metieron en el baúl de mi auto", contó.

La primer parada fue en la Brigada de Investigaciones. Fue apenas un rato, al cabo del cual cargaron a Codesal y lo llevaron a una comisaría. Ahí estuvo una hora y lo trasladaron a la Brigada de Investigaciones de Banfield, donde encontró a sus compañeros de SAIAR secuestrados, entre ellos, a Francisco Domingo Orellana.

En el Pozo de Banfield pasó dos semanas. Y, tras ese período, fue trasladado a un lugar que llamó "la casa de las muñecas" o "Pozo del Diablo". Por las descripciones del testigo, el lugar fue identificado durante la audiencia como "El Banco", ubicado en Avenida Ricchieri y Camino de Cintura.

"Llegamos de madrugada y escuchamos un clamor por la tortura que no se lo deseo al peor de mis enemigos", aseguró el sobreviviente. "Era una casa vieja. Tenía seis celdas, piso de baldosas rojo y amarillo. El piso de la sala de torturas era de madera. Y había un patio donde hacían simulacros de fusilamiento", describió.

Codesal estuvo tres días en "El Banco" y lo llevaron de regreso al Pozo de Banfield hasta mediados de julio. El periplo siguió en la comisaría 2° de Lanús hasta el 30 de agosto de 1976.

Ya "blanqueado", a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, fue llevado a la cárcel de Devoto y luego a la Unidad Penal N°9 de La Plata, donde recuperó la libertad el 12 de mayo de 1979.

Allí fue interrogado "ideológicamente" por el coronel Carlos Sánchez Toranzo. En la cárcel, Codesal firmó la renuncia a SAIAR "porque le dijeron a mi esposa que lo hiciera", contó.

Como Codesal reiteró varias veces que quiere enfrentarse con Martínez Riviere, la Cámara Federal le informó que la semana próxima va a declarar. "Él sabe el mal que nos hizo, él sabe que en sus espaldas lleva muertes. Quiero que me vea lo que soy. No sirvo para nada. Tengo mi cuerpo así (Codesal tiene problemas para caminar) gracias a esos 'buenos' señores", dijo en referencia al gerente y a Minicucci.

El 30 de abril pasado, el ex obrero de SAIAR y actual diputado nacional Francisco Gutiérrez aseguró que "a partir del Golpe, en la fábrica hubo una política de secuestros. Yo responsabilizo a SAIAR y a su gerente, Martínez Riviere, quien comandaba las requisas diarias a los obreros y que decía que había que terminar con las políticas de equidad social".

SAIAR era propiedad de la familia de Federico Zorraquín, una de las beneficiarias económicas del plan criminal de la dictadura. Según un artículo de Horacio Verbitsky, publicado en Página/12 el 5 de mayo de 1991, el grupo Garovaglio & Zorraquín "con 340 millones de dólares, fue el décimo responsable del endeudamiento externo privado" durante el régimen militar.

La dictadura secuestró al menos a doce operarios de SAIAR, de los cuales dos están desaparecidos: Luis Jaramillo y Héctor Alberto Pérez.



Más policías de la 8º

En otro orden, prestó declaración el ex policía José Alberto Lucero, quien se desempeñó en la comisaría 8º entre el 14 de junio de 1978 y el 16 de octubre de 1979. En esa dependencia funcionó un centro clandestino de detención, hecho que corroboran numerosos testimonios de ex detenidos.

No obstante, hoy Lucero brindó un testimonio confuso y no quiso admitir la presencia de detenidos ilegales en la comisaría.

Según Víctor Jorge Illodo, los calabozos en donde estaban los prisioneros políticos eran atendidos por dos cabos: Lucero y Gigena. Y contó que el primero solía guardar su uniforme dentro de las celdas. Hoy, José Lucero reconoció que "durante más o menos un mes hice de cabo de guardia, les llevaba la comida o los llevaba a afeitar; pero yo no era cabo, era agente".

El ex policía dijo no recordar en qué mes se dio esa situación, y aseguró que desconocía qué tipo de detenidos eran: "A mí no me decían 'este está por esto', 'este está por lo otro'".

-¿Había detenidos comunes y detenidos especiales? -le preguntaron los jueces.
-Sí.

-¿Detenidos políticos?
-No, políticos no.

-¿Eran ilegales?
-No, no sé como decirlo.

-¿Eran lo que se llamaba "delincuentes subversivos"?
-No.

Ante las imprecisas respuestas de Lucero, el juez Schiffrin le advirtió: "Usted no puede decir 'no', porque existían. Se han encontrado cadáveres de algunos de ellos. Para confiarle la guardia le tienen que haber explicado algo".

Sólo después de este aviso Lucero admitió que "hubo una sola chica que decían que estaba por subversión, que no había que hablarle, que había que darle de comer y nada más. Pero era la única".

"La trasladaron antes de que yo me fuera, pero no sé quién la llevó y en qué. A mí eso me lo contó el cabo de guardia, Jesús Rivero", indicó.

El ex policía fue interrogado luego sobre el funcionamiento de la 8º durante la dictadura. Lucero sostuvo que "era todo normal", que nunca vio un preso vendado o atado y que la dependencia no era visitada por militares. También negó que los policías tuvieran vedado el acceso al sector de los calabozos.

De esta manera, y en coincidencia con los tres ex policías de la 8º que declararon la semana pasada en el Juicio, Lucero contradijo no sólo los dichos de los sobrevivientes del centro clandestino que funcionó allí, sino lo que declaró el ex comisario de la dependencia, Rubén Sabich, en mayo de 1999. En esa oportunidad, Sabich afirmó que en la 8º existía un "área restringida" en la que se alojaba a prisioneros a disposición del Ejército.

"Yo no controlaba ese sector, no tenía autoridad", afirmó en esa ocasión el ex comisario, y señaló que los militares "hacían y deshacían" dentro de la dependencia.

En tanto, otro ex policía, Dámaso Barrios, también fue citado para declarar sobre sus funciones en la 8º. No obstante, el testigo no aportó datos relevantes, ya que, aunque en su legajo figura esa comisaría como su destino entre julio de 1977 y septiembre de 1978, en realidad prestó servicios en la subcomisaría de Villa Ponzatti, que se encuentra bajo la órbita de la 8º.

"Nunca estuve en la 8º", aseguró. De todas maneras, los jueces lo interrogaron sobre su destino posterior: la comisaría 5º de La Plata, en donde también funcionó un centro clandestino de detención.

Barrios ingresó a la dependencia en marzo de 1979, cuando el centro ya estaba siendo desmantelado. "Que yo sepa, ya no había detenidos, o había dos, algo así. De hecho, yo iba y al rato me decían que me retirara. No había movimiento", sostuvo el testigo, que se enteró de la existencia del centro clandestino de la 5º "por comentarios".



Otra vez el área restringida

También declaró la ex policía Carmen Emeteria Merlo en la causa en la que se investiga el funcionamiento del centro clandestino de la comisaría 5°.

Merlo prestó servicios en esa dependencia desde julio de 1976 y hoy dijo que realizaba tareas administrativas en la Oficina de Personal. La mujer adhirió a la tesis del "área restringida", según la cual los policías no podían pasar al fondo de la dependencia, donde estaban los detenidos ilegales.

"Teníamos terminantemente prohibido pasar al patio", sentenció Merlo al comienzo de su declaración, y agregó: "Había un cartel grande que decía Area Restringida 113".

La testigo señaló además que los vidrios de las oficinas que daban al patio estaban pintados y las celosías, atadas con alambre.

Si bien el juez Schiffrin le recordó que su declaración parecía un "estereotipo" y que "se ha hablado con más sinceridad", la mujer se mantuvo en sus dichos. En el Juicio por la Verdad, algunos policías admitieron que podían pasar al área restringida aún con el cartel que la explicitaba.

"Si hay algo que dice que no se puede pasar, yo no paso. El comisario nos dijo 'señora, no pase'", sentenció la ex mujer policía.

Merlo, dado su trabajo administrativo, recordó a gran parte del personal de la 5°. Entre ellos, los ex comisarios Fernando Polonio Muñoz y Osvaldo Sertorio.

Señaló además que se enteró que había detenidos políticos, "pero nada más". Dijo que por comentarios supo que "de noche venía el Ejército" en "autos del Regimiento 7", pero que ignoraba si traían detenidos.

Carmen Merlo afirmó que tampoco se enteró de un nacimiento en la comisaría 5° y que del fondo de la dependencia nunca escuchó nada. 


  

 

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