Sin datos sobre la pareja de estudiantes de
arquitectura
En la causa por la desaparición de Roberto Suárez y Marta Veiga declararon
cuatro testigos que no pudieron aportar nuevos elementos a la causa. También
prestó testimonio la esposa de un desaparecido de Astilleros Río Santiago.
Por Lucas Miguel y Vanina Wiman (Secretaría de Prensa)
LA PLATA (26nov03).-
La investigación sobre la desaparición de Roberto Ricardo Suárez y Marta Veiga
no obtuvo hoy datos esclarecedores, a pesar de que declararon tres ex compañeros
de estudio y militancia de la pareja y el hermano de una de las víctimas.
Roberto y su novia estudiaban Arquitectura en la Universidad de La Plata y
militaban en la Juventud Universitaria Peronista. Los dos desaparecieron en
distintos operativos en esta capital entre el 15 y el 16 de diciembre de 1976.
Víctor Hugo Suárez, hermano de Roberto, declaró en el Juicio por la Verdad en
septiembre pasado y señaló como la fuente de todos los datos que obtuvo su
familia a Raúl Veiga —hermano de Marta—, quien compareció hoy.
Veiga le había contado a Suárez que una noche un ex policía fue a su casa para
contarle que la pareja estaba detenida en la comisaría 1°. Durante su
declaración, Veiga relativizó los datos que le proporcionó aquel efectivo.
Señaló que el apellido del policía era Cabral, que le decían “Negro” y que
revistaba en una dependencia de la calle 61, lo que por entonces se denominaba
“Comando”, y que él lo conocía porque habían sido vecinos durante varios años.
Cabral tocó la ventana de la casa de los Veiga en La Plata una noche cercana a
la fecha de la desaparición de la pareja y le dio esos datos a Raúl. Hoy,
sorpresivamente, Veiga negó ese episodio en un principio. El juez Leopoldo
Schiffrin le repreguntó, señalándole que ese es “un hecho difícil de olvidar”, y
entonces Veiga reconoció que el encuentro había ocurrido. “Eso pasó, pero no
tuvo asidero. Me lo dijeron sin certeza. Es un dato sin ningún valor”, dijo. Y
aclaró que fue dos veces a esa dependencia policial y que nunca tuvo información
acerca de la pareja.
Como la Cámara Federal cuenta con dos legajos de policías de apellido Cabral
(Teodoro y Juan Alberto), los jueces le exhibieron a Veiga las fotos de ambos, a
quienes no reconoció.
El testigo dijo también que vio al desaparecido Suárez, seis días después de su
secuestro, a bordo de un Falcon verde, en la esquina de 49 y 13 de esta capital.
“Había dos personas adelante, dos atrás, y él en el medio”, describió. “Parece
que lo estaban utilizando para identificar a terceras personas”, añadió.
Veiga asimismo contó que, en una de las gestiones que hizo junto a su padre,
visitó al secretario de monseñor Antonio Plaza. No recordó el nombre del
funcionario eclesiástico, pero sí que este le dijo que Roberto y Marta “están
más cerca de lo que vos pensás”.
“Presumimos que estaban en la Brigada de Investigaciones, que está ahí cerca” de
la curia, dijo Veiga. En septiembre pasado, al rememorar este episodio, el
hermano de Suárez especuló con que podía tratarse de la comisaría 1° de La
Plata.
Veiga, que por entonces vivía en 57 y 30, también fue interrogado por el
operativo de exterminio que las Fuerzas Armadas y de Seguridad llevaron a cabo
en la casa Mariani- Teruggi, en 30 entre 55 y 56, el 24 de noviembre de 1976.
Allí fueron asesinados Diana Teruggi, Daniel Mendiburu Eliçabe, Roberto Porfidio
y Juan Carlos Peiris, y secuestrada la beba Clara Anahí Mariani, que permanece
desaparecida.
Veiga recordó “la cantidad desmedida de gente de civil que llevaba armas en la
mano” y que “tomaron casas linderas y sacaron a los vecinos”. Aseguró que “hubo
impactos de bala que llegaron hasta (la calle) 57”. “Por lo que contaron otros
vecinos sé que una persona salió por el techo, con intenciones de no entregarse,
y fue baleado ahí”, agregó.
En la causa por la desaparición de la pareja también declararon Luis Bergna,
Luis Stangatti y Ana Vila, que también estudiaban arquitectura y compartían la
militancia en la JUP con Roberto Suárez y Marta Veiga.
Ninguno de los tres testigos pudo aportar mayores datos sobre las circunstancias
del secuestro de los jóvenes ni sobre su posible destino posterior. Bergna y
Stangatti se enteraron de las detenciones mucho tiempo después. “En esa época,
muchos habíamos dejado la facultad y nos habíamos dejado de ver, por razones de
seguridad”, señaló Bergna. Sólo Ana Vila mantenía todavía contacto con la pareja
en la época del secuestro, pues era amiga de Marta.
La testigo contó que después de enterarse que Veiga había sido detenida, fue a
ver a Raúl, el hermano de la desaparecida, para intentar hacer gestiones juntos.
“El me contestó: ‘mi hermana está haciendo sufrir mucho a mis padres, yo no
tengo nada que ver. Que se arregle sola’”, recordó Vila.
A su turno, Luis Stangatti tampoco pudo aportar más datos sobre el secuestro de
Suárez y Veiga, pero brindó información sobre la desaparición de Guillermo Di
Bastiano, ocurrida el 13 de septiembre de 1977. “Trabajábamos juntos en la
Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, militábamos juntos y
compartíamos un departamento”, contó el testigo.
“Me enteré del secuestro por unos compañeros de trabajo. Un grupo de tareas de
la Marina copó la casa de los padres (de Guillermo), en 59 entre 9 y 10, a donde
él solía ir antes de trabajar”, rememoró Stangatti. La madre y la hermana de Di
Bastiano, que se hallaban en la vivienda en ese momento, fueron encerradas y los
secuestradores aguardaron la llegada del joven para detenerlo.
El testigo dijo que supo que Di Bastiano estuvo secuestrado en el Batallón de
Infantería de Marina Nº 3, porque se lo contó Jorge Guastapaglia, quien había
compartido el cautiverio con él en ese lugar.
Según el testimonio de Guastapaglia ante la Cámara, en mayo de 2002, Di Bastiano
podría haber estado secuestrado en el BIM 3 y en el centro clandestino de
detención conocido como “La Cacha”, que funcionó en los viejos talleres de Radio
Provincia.
Desaparecido de Astilleros
Hoy también declaró Graciela Noemí Piñero, esposa del desaparecido Juan Carlos
Blasetti, secuestrado en su domicilio de Ensenada el 15 de septiembre de 1976.
“Cacho” Blasetti era delegado de Astilleros Río Santiago. En la noche de aquella
jornada, un grupo de hombres encapuchados y armados irrumpió en la casa de los
padres de Graciela, donde vivía el matrimonio. “Entraron, lo levantaron y le
dijeron que agarrara los documentos”, recordó la mujer.
“Los vecinos vieron autos y gente, pero nadie salió. Una chica —de la que no dio
el nombre porque dijo que no estaba autorizada— siguió a los autos hasta que
tomaron la calle Ortiz de Rosas, rumbo a Prefectura La Plata”, relató Piñero,
que se comprometió a proporcionar al tribunal el nombre de aquella vecina una
vez que hablara con ella.
La noche del secuestro, Piñero viajó a La Plata para avisarle lo que había
ocurrido al amigo de su marido, Juan Valdez, también trabajador de Astilleros.
“Cuando llegué a su casa me encontré con un operativo; se lo estaban llevando”,
dijo. Valdez se encuentra desaparecido.
Piñero relató que tras la desaparición de su marido era frecuente el paso de los
Falcon verde por la puerta de su casa. Y contó que las fuerzas represivas
secuestraron a varios obreros de su barrio e, incluso, a las esposas de estos:
“Sabía que buscaban a las esposas de los desaparecidos, por eso me fui de la
casa de mis padres. Tres meses después del secuestro, dos hombres se presentaron
preguntando por mí”. La testigo recordó el caso de su vecina Norma Sautini,
esposa del desaparecido Omar Padín: “Eran las tres de la tarde, un día de enero
del ’77, y hubo un despliegue grande de soldados por toda la cuadra. Ella pensó
que iban a llevarle noticias de su marido. Se la llevaron y a los tres meses fue
liberada”.
La mujer también contó que Astilleros Río Santiago expulsó a su esposo “por
faltas injustificadas al trabajo” y que una vez un empleado la llamó para
decirle que Juan Carlos debía cobrar una suma que le correspondía en concepto de
vacaciones: “Cuando salga, que venga a cobrar”, le dijo.
Participantes
De las audiencias de hoy participaron los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio
Reboredo; el fiscal general Carlos Dulau Dumm; el defensor oficial ad hoc Jorge
Cozzi; las abogadas de la APDH La Plata Marta Vedio y Alicia Peralta; y la
letrada de la Asociación Abuelas de Plaza Mayo, María Ester Alonso Morales.
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