Miércoles 1° de Diciembre de 2004

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Unidad 9: "Dupuy aplicaba una política sistemática de destrucción de detenidos"
Un sobreviviente describió su cautiverio en ese penal y aportó datos sobre el homicidio de un prisionero en noviembre de 1978, mientras el prefecto Abel David Dupuy comandaba la cárcel. También identificó a cuatro guardias que torturaban a los detenidos. Mañana declarará en la causa penal que instruye el juez Blanco.


Por Vanina Wiman, Francisco Martínez y Lucas Miguel (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA (01dic04).- David Andenmatten, un sobreviviente de la represión ilegal que estuvo detenido en la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, narró hoy su paso por el penal y detalló además las circunstancias del homicidio de uno de sus compañeros de detención, Alberto Pinto, en noviembre de 1978, cuando Abel David Dupuy era jefe de esa cárcel.

Mañana a las 9, el ex detenido declarará también ante el juez Humberto Blanco, en la causa penal en la que se investigan los delitos ocurridos en la Unidad 9 durante la dictadura.

El recorrido de Andenmatten como detenido ilegal comenzó en Córdoba: el 27 de mayo de 1976 fue secuestrado por personal de la sección de Informaciones de la Policía de esa provincia. En esa dependencia funcionaba un centro clandestino de detención, en el que Andenmatten fue torturado durante dos días.

Luego, fue trasladado a una comisaría de la ciudad de Río Cuarto, en donde permaneció secuestrado dos meses y medio. "Allí sufrí torturas, simulacros de fusilamiento, con el objeto de que denunciara a otros compañeros", contó. Su siguiente destino fue la cárcel de Río Cuarto, en donde estuvo detenido ilegalmente hasta noviembre de 1976. "En realidad estaba a disposición del Área 311 del Cuerpo III del Ejército, que es una figura que inventó el general (Luciano Benjamín) Menéndez", explicó.

A fines de ese año, Andenmatten fue trasladado a la Unidad Penal Nº 1 de Córdoba. "Después del golpe de estado, los militares tomaron el control de la cárcel. En seis meses, mataron a 29 compañeros en supuestos intentos de fuga. Fueron los seis meses más brutales", indicó el sobreviviente, quien hasta hoy no había declarado nunca ante un Tribunal.

En mayo de 1978, Alberto Pinto fue trasladado al penal de Córdoba y allí se encontró con Andenmatten. Ambos se conocían por su militancia en Río Cuarto. Pinto fue secuestrado en esa ciudad en mayo de 1977, y en julio de ese año fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. "Era brillante intelectualmente, era muy afable. Como conocía mucho de historia, nos daba clases de historia argentina", recordó hoy el sobreviviente.

"Alberto tenía epilepsia crónica, a tal punto que no podía caminar correctamente, no podía coordinar bien", señaló el testigo, y añadió que tenía convulsiones muy frecuentes y que los guardias no le traían la medicación a tiempo: "Su enfermedad era incompatible con el régimen de detención que teníamos".

El 27 de octubre de 1978, un grupo de detenidos fue trasladado en un avión Hércules a la Unidad 9 de La Plata. Entre ellos, se encontraban Andenmatten y Pinto, quien sufrió una crisis de epilepsia durante el vuelo: "Pidió auxilio, pero fue golpeado e insultado, e incluso lo ataron al fuselaje del avión y lo amenazaban con tirarlo del avión".

En la Unidad 9 fueron recibidos del modo que caracterizó a la gestión de Abel Dupuy al frente del penal: una doble fila de guardias golpeaba a los detenidos mientras éstos ingresaban, esposados y encapuchados.

"La cárcel de La Plata para mí fue mucho más sutil y brutal que la cárcel de Córdoba. La política de Dupuy era de acoso, maltrato y humillación permanente. Una política sistemática de destrucción de los detenidos", definió Andenmatten, y agregó: "Cualquier gesto significaba una posible sanción. Ahí aprendimos a tener cara de nada, de zombies. Cualquier excusa era ir a parar a los «chanchos» de castigo".

Los "chanchos" eran los calabozos de aislamiento que se utilizaban para "sancionar" a los prisioneros. Fue en una de esas celdas de aislamiento que Pinto recibió las torturas y golpes que le produjeron la muerte unos meses después.

"Alberto no tuvo tiempo de comprender este nuevo sistema. El 14 o 15 de noviembre fue castigado y enviado a los calabozos", narró hoy su compañero de detención. Pinto estuvo allí durante cuatro días, en los que fue permanentemente golpeado.

Andenmatten indicó que los guardiacárceles de la Unidad 9 tenían "un ensañamiento hacia la persona enferma, débil" y que en particular los torturadores castigaban a Alberto por su condición de judío.

Andenmatten identificó a cuatro guardias que cotidianamente torturaban a los prisioneros: Ramón "el Manchado" Fernández, Juan "el Nazi" Rivadeneira, Catarino Morel y un cuarto guardia de apellido Videla. El testigo calificó a los dos primeros como "los más feroces" y afirmó que, según pudo reconstruir, los cuatro represores participaron de las golpizas permanentes que sufrió Pinto en noviembre de 1978.

También destacó que "todos los días iba un médico para controlarlo y decir si estaba apto para seguir en los calabozos, y siempre fue autorizado". "Los médicos han sido cómplices", aseguró.

Después de cuatro días de estar en los "chanchos", Pinto fue sacado inconsciente por un guardia que lo llevó arrastrándolo de los pies. Fue trasladado a la enfermería del penal, en donde lo vio Héctor Ortiz, otro detenido que estaba internado allí a raíz de una golpiza. Ortiz le relató a Andenmatten que "lo vio llegar a Alberto lleno de golpes y moretones, aterrorizado, no podía hablar, balbuceaba".

Pinto fue llevado entonces al Hospital San Juan de Dios, en La Plata, en donde estuvo internado durante tres meses. Sus compañeros de detención lograron avisar a la familia, y Carlos, hermano de Alberto, pudo estar en la clínica junto a él. "Dice que nunca pudo hablar con él, porque no podía ni hablar", relató Andenmatten, y agregó: "Tenía una guardia armada, como a un peligroso delicuente, cuando en realidad estaba agonizando. Tenía crisis de pánico al ver gente uniformada —entre ellos, Dupuy, que visitó el hospital—, habían logrado aterrorizarlo".

El 5 de marzo de 1979, Alberto Pinto falleció en el hospital. Luego de escuchar el testimonio de Andenmatten, el juez Schiffrin sostuvo que "estamos ante un caso de homicidio agravado, del que resulta responsable prima facie el director Dupuy". Por esta razón, la Fiscalía pidió que se remita una copia del acta de la declaración al juzgado de Humberto Blanco, quien instruye la causa penal que investiga al prefecto y a otros represores por lo ocurrido en la Unidad 9 durante la dictadura.

Así, la declaración de hoy se complementará con la que Andenmatten brindará mañana a las 9 en el marco de esa causa penal. La APDH La Plata pidió su citación por iniciativa del ex detenido, que está en Argentina sólo por esta semana, ya que actualmente reside en Ginebra (Suiza), lugar en el que se exilió en 1980. En el marco de este expediente, ya hay tres pedidos de detención e indagatoria de Dupuy y del "Manchado" Fernández, que aún no han sido resueltos por Blanco.

"La muerte de Alberto es emblemática de los niveles de salvajismo que alcanzaron estas personas —recalcó hoy el ex detenido—. Y Dupuy permitió ese salvajismo. Sabía que Alberto era epiléptico. Es incomprensible".

Andenmatten estuvo detenido en la Unidad 9 hasta mayo de 1979, cuando fue trasladado al penal de Caseros. Dos meses después obtuvo la libertad vigilada, que finalizó recién en febrero de 1980. Casi inmediatamente hizo las gestiones para salir del país y desde ese momento vive en Ginebra.

 

Caso Mariani: la pista del 601

Dos legajos de la DIPBA dados a conocer hoy en el Juicio por la Verdad dan cuenta de que el Batallón de Inteligencia 601 requirió información sobre la obstetra de Diana Teruggi, dos días después del ataque de las fuerzas conjuntas a la casa de 30, entre 55 y 56, donde fueron asesinados Diana y otros tres compañeros, y secuestrada la beba Clara Anahí Mariani. El hallazgo fortalece la ya firme convicción del tribunal de que la niña no murió en el operativo.

Para intepretar el contenido de esos dos legajos fue citado a declarar nuevamente el subcomisario Gustavo Galella, ex cuadro de la DIPBA durante la dictadura, que en audiencias anteriores proporcionó datos sobre el funcionamiento de esa central de espionaje, pero se mostró reticente al momento de referirse a la desaparición de Clara Anahí.

A raíz del hallazgo de esos dos documentos, el fiscal Carlos Dulau Dumm solicitó a la Cámara Federal una orden de registro sobre el Batallón, que fue autorizada en parte: el Tribunal resolvió que se realizará una visita para hacer una búsqueda sobre los datos que hubiera sobre el caso Mariani-Teruggi.

Galella, quien el 27 de octubre pasado había dicho que la DIPBA era sólo una "redacción de periodismo" donde se confeccionaban informes, declaró por cuarta vez en el Juicio por la Verdad, esta vez para dar explicaciones sobre los dos legajos de inteligencia.

La Cámara dio a conocer públicamente un legajo en el que se hacía referencia a la médica Esperanza Gurevich, quien fue la obstetra que atendió durante su embarazo a Diana Teruggi, mamá de la beba desaparecida Clara Anahí Mariani.

En ese legajo, se indicaba que Gurevich y el odontólogo Tomás Fusini, quienes tenían relación con la familia Teruggi-Mariani, "proporcionarían certificados médicos de la señora Teruggi de Mariani".

Galella identificó al "requirente" de esa información: el Batallón 601 de Inteligencia, con sede en Buenos Aires. Cuando el juez Schiffrin conjeturó que "uno puede pensar que quería saberse sobre el estado de la criatura", y le preguntó a Galella al respecto, el subcomisario respondió: "Eran frecuentes este tipo de preguntas y repreguntas. Era a los efectos de complementar el legajo de búsqueda".

"Uno, a través de la lectura, podía conjeturar cuál era el interés del requirente", explicó el policía, en otro tramo de su largo testimonio, de más de dos horas. Agregó, con su habitual lenguaje técnico y oscuro a la vez: "Se trataba de formar un cuadro informativo". En la audiencia, Galella aclaró varias veces que él no estaba en funciones en la DIPBA en el año de confección de ese legajo, en 1976.

No obstante, el abogado de la familia Mariani remarcó que Galella estaba entonces haciendo el curso de Inteligencia en la sede de la Casa de la Provincia de Buenos Aires. Tras varias preguntas y repreguntas, el letrado Juan María Ramos Padilla logró que Galella le dijera que allí funcionaba la sección "Enlace" de la DIPBA.

Aunque una vez más, el testigo se volvió a atajar: "El curso era con desafectación del servicio. (...) Los ámbitos físicos de trabajo y estudio estaban diferenciados".

Galella indicó que otra de las secciones de la DIPBA era la denominada "Búsqueda", que dependía directamente de la Dirección General. Entonces Ramos Padilla le pidió que contestara por sí o por no si había personal operativo en la sede de calle 54 entre 4 y 5, donde hoy funciona la Comisión por la Memoria. "Había personal que hacía tarea de campo", contestó Galella.

—¿Usted y (el policía Daniel) Del Arco hicieron tareas de campo? —inquirió inmediatamente el abogado.
—No —respondió Galella.

Ramos Padilla también indicó que le resultaba "curioso" que la DIPBA tuviera dos informes eventualmente contradictorios: en uno de ellos, del 26 de noviembre, se daba por muerta a Diana Teruggi mientras que en otro, producido en los mismos días, no se consignaba ese dato. El abogado recordó que está probado que en esas fechas se enterró como NN el cuerpo de Teruggi.

—Al mismo (Batallón) 601 ustedes le escondían información o se la mandaban por otro canal — le dijo el ex juez federal al testigo Galella.
—Eso era una práctica habitual. Al intervenir dos secciones, "Búsqueda" y "Enlace", se originan informaciones divergentes.

En la audiencia, tanto Ramos Padilla como los jueces le volvieron a preguntar al subcomisario qué significaba la inscripción "Consultar a Galella" que aparece en algunos legajos de la DIPBA. "Era para buscar expedientes", señaló. Cuando le preguntaron a qué otras personas se consultaba para eso, Galella dio una respuesta genérica: "A todo el personal del Archivo (de la DIPBA)".

A raíz de los avances en la investigación, el abogado Jaime Glüzmann, en representación de la APDH La Plata, pidió que se investigue en el Juicio el accionar de todos los organismos de inteligencia en la jurisdicción del Tribunal durante la dictadura, y solicitó que para ello se forme un nuevo expediente.

 

El Pozo de Quilmes

También declaró Rebeca Krasner, quien estuvo secuestrada en 1977 junto a su novio de entonces, Luis Alberto Santilli, que permanece desaparecido. La mujer relató que fueron secuestrados el 18 de agosto de 1977 en el domicilio de sus padres, en la localidad de Quilmes.

"Me dijeron: «Estamos buscando a su marido»", declaró Krasner, sobre los cuatro represores de civil que llegaron a su casa en varios autos.

A Santilli y a Krasner se los llevaron a la Brigada de Quilmes. "Creo que fue ahí porque yo nací en Quilmes y la Brigada era bajando una barranca. Yo no ví pero sentí la barranca" en el auto, declaró la testigo.

Añadió que su novio fue torturado. "Durante tres horas yo escuché los gritos de su tortura". Momentos después, "me llevaron a un lugar donde escuché la voz de Luis y él me dijo que a mí me largaban y que él se quedaba".

La mujer reconoció algunas dependencias del "Pozo de Quilmes" en un plano que la Cámara le exhibió. También dijo que en una oportunidad estuvo en La Plata, para radicar un hábeas corpus, sin poder precisar en dónde. "Había una pila de hábeas corpus y copié la redacción de uno de ellos", dijo Krasner. Y agregó: "Hice denuncias en la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y, siete años después, en el SERPAJ. Nunca tuve noticias de él".

El último testigo fue Daniel Víctor Santilli, hermano de Luis Alberto, quien no pudo aportar muchos datos dado que no tenía una relación estrecha con él. "Era un militante barrial, de lo que se conocía como «la tendencia», de la JP", declaró. Y dijo que la empresa Aceros Pittsburg, donde Luis trabajaba, lo dejó cesante por abandono de trabajo. Añadió que lo apodaban "Bicho", en su familia, y "Dante", entre los compañeros de militancia.

"Hacíamos lo que se podía. Hasta una carta al Papa. Si había que presentar algo en Santa Cruz, nos presentábamos", dijo Santilli, sobre la búsqueda que hizo la familia.

Tanto Rebeca Krasner como Daniel Santilli estuvieron horas juntos en la sala de testigos de la Cámara, sin reconocerse entre sí. Hoy se dieron un abrazo en Tribunales, después de 27 años, luego de la declaración de Krasner.

 

Participantes

De las audiencias de hoy participaron los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio Reboredo; en representación del Ministerio Público Fiscal, Carlos Dulau Dumm y Hernán Schapiro; los abogados de la APDH La Plata Jaime Glüzmann, Alicia Peralta y Marta Vedio; y los letrados Juan María y Alejo Ramos Padilla, en representación de la Abuela María Isabel Chorobik de Mariani. 


  

 

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