Barros Uriburu niega los cargos y dice que
se enteró de la represión ilegal "por la prensa"
El coronel, que lloró, pidió disculpas por el faltazo
de la semana pasada y se desvinculó de la represión ilegal. Dijo que las
acusaciones "son falsas" y que cumplió "cabalmente todas las órdenes". El
Concejo Deliberante de La Plata lo declaró persona no grata. En otro orden de
cosas, la Cámara enviará a primera instancia la declaración de dos ex policías
reticentes Es porque considera que cometieron falso testimonio en sus
declaraciones en el Juicio por la Verdad. Son efectivos retirados que trabajaron
en la comisaría 3° de Lanús. Además, el ex policía acusado de llevar restos
humanos dijo que lo hizo para "ayudar" a su hermana en un trabajo universitario.
Por Francisco Martínez y Lucas Miguel (Secretaría de Prensa)
LA PLATA (16jun04).-
El coronel Nicolás Barros Uriburu negó hoy ante la Cámara Federal todos los
cargos en su contra, aseguró que se enteró de los crímenes de la dictadura "por
todo lo que sale en la prensa" y dijo que lo involucraron en una "novela
macabra".
El militar se presentó hoy a declarar por sus medios en el Juicio por la Verdad,
acompañado por los abogados Juan Carlos y Ramiro Dilon. Barros Uriburu, fornido,
vistió traje negro, camisa blanca y corbata oscura; el pelo, engominado.
La declaración se prolongó durante casi dos horas y comenzó minutos después de
las 12. Antes había declarado el ex conscripto Héctor Enrique Torlaschi, quien
lo denunció ante la Conadep y hoy ratificó aquellos dichos (ver más adelante).
Antes de declarar "sin juramento", Barros Uriburu escuchó atentamente las
imputaciones que le hicieron Torlaschi y Miguel Ángel Pajón, otro ex conscripto
que relató el año pasado en este juicio, con muchos detalles, cómo el coronel
—entonces teniente— fusiló a una veintena de jóvenes y luego quemó sus cadáveres
en una tosquera ubicada en el predio de la Compañía de Ingenieros X Pablo
Podestá de San Martín.
En el comienzo de su declaración, el militar, con la voz quebrada por los
nervios, pidió disculpas al tribunal por no haberse presentado la semana pasada
a la primera citación: "Quiero expresar y pedir disculpas si en alguna medida ha
interferido mi no presentación espontánea en determinado momento, debido a que
me ubico a una distancia extrema de esta ciudad. Tengo mi familia en esa zona y
no he querido de ninguna manera estorbar. Estoy a su disposición y todo lo que
esté en mi posibilidad responder lo voy a hacer".
El actual director del Liceo Militar General Roca, de Comodoro Rivadavia
(Chubut), siguió con el seño fruncido y el pañuelo en la mano la lectura del
testimonio que prestó Pajón el año pasado. Hizo gestos de desaprobación —movía
la cabeza de un lado a otro— cuando la secretaria leyó el episodio en el que el
ex conscripto relata cómo Barros Uriburu fusiló a más de veinte jóvenes y luego
quemó sus cadáveres.
Luego le leyeron el legajo 2300 de la Conadep, con la declaración de Torlaschi.
"Me menciona pero no me imputa. Dice que soy un oficial más de la compañía", se
defendió el militar.
"Lo que figura en la Conadep, figura hace años. Me enteré de un Barros Uriburu
con el legajo 2300 hace años, pero pensé que no era yo", dijo. Más tarde aclaró
que su primo hermano Mario Barros Uriburu también revistó en el Ejército. Pero
fue terminante en señalar que todas estas acusaciones eran contra él: "El
teniente de la compañía de ingenieros (que fue denunciado) soy yo", dijo.
Tras las largas lecturas de los testimonios, el militar hizo su descargo. El
juez Leopoldo Schiffrin no le hizo ninguna pregunta y lo dejó en uso de la
palabra. Barros Uriburu reconoció haber sido teniente en aquella unidad militar
y haberse desempañado allí entre 1978 y 1980. Hizo un largo monólogo sobre los
ejercicios que se realizaron durante 1978 en la compañía de cara al conflicto
bélico con Chile, que estuvo a punto de estallar a fines de aquel año por la
disputa del Canal del Beagle.
Habló largamente de una "pista de reacción", un campo de entrenamiento riguroso,
y, quizá para justificar los movimientos de camiones, las fogatas y los disparos
que denunciaron los ex conscriptos, enfatizó: "Nos preparábamos desde principio
de año para la guerra. Hasta había fuego de ametralladoras para hacernos sentir
en la situación. La instrucción se hacía de día y de noche. Gracias a Dios, no
hubo ningún accidente, salvo algún mordiscón de alguno de los perros de guerra".
El coronel se alejó tanto en el relato de los hechos que se investigan en este
juicio que uno de sus abogados le recomendó en voz alta responder las
imputaciones que hizo, con detalle, Pajón. "Me lo pueden leer de nuevo, no
recuerdo exactamente qué era", pidió ante la bronca del público.
Así, una vez más la secretaria leyó: "Barros Uriburu, (a) Astroboy, tenía una
campera, pañuelo al cuello o bufanda, camisa, jeans, una especie de botas o
botitas... Extrae una 45, era un arma de él, toma puntería en las cabezas a casi
un metro y exactamente le voy a decir la hora: eran la una y cuarto de la mañana
¿Sabe por qué me acuerdo? Porque según lo que decían, ingresaba el tren de
Corrientes, que tenía orden de pitar hasta pasar la estación y, en ese momento
que el tren pita en la curva, este hombre empieza a disparar contra las personas
a la altura de la nuca y el pito del tren ahogaba las detonaciones".
El militar, ofuscado, contestó: "¡Eso es falso! Y jamás he tenido una pistola
45, de cachas de nácar. Se puede averiguar en el Renar (Registro Nacional de
Armas). Yo siempre tuve la reglamentaria, eso se puede averiguar". Así se
defendió: con el acento en el arma y sin mencionar los homicidios, más allá de
que resulte obvio que los criminales no registran su arma oficialmente.
Instantes después, también negó la existencia del tanque de combustible de 200
litros en el que, se denunció, se quemaban los cadáveres: "No existía, es
mentira".
Luego, hizo una aclaración sobre su sobrenombre: "He escuchado que me decían
Astroboy. Nunca me dijeron así. Le digo los apodos que he tenido desde chico:
Colachito, porque a mi papá le decían Colacho; Roca, porque era duro, ajustado a
la disciplina; el gordo Barros, así me dicen mis compañeros; y me he enterado
que los alumnos del Liceo me dicen Piñata, porque estoy lleno de sorpresas para
ellos".
El fiscal Carlos Dulau Dumm le recordó que en este juicio se buscan personas
desaparecidas y, vagamente, le preguntó si tenía que decir algo respecto de los
años de dictadura: "No me corresponde que lo exprese. Pero lo digo en nombre
propio. Yo era joven. Puedo decirle que toda vez que he actuado en la
institución militar lo he hecho cumpliendo la fórmula 'en cumplimiento de las
leyes y reglamentos militares'. Mi problema era dar instrucción, hacer servicio
y atender a mi gente", replicó.
Después se quebró y lloró emocionado, cuando recordó las únicas definiciones
positivas que Pajón dio sobre él: "era rebueno" y "tenía afinidad con los
soldados", había dicho el ex soldado. Y en el mismo testimonio también había
señalado: "(Barros Uriburu) Me detonó varias veces el arma cerca de la cabeza,
me dijo 'no te vas a olvidar nunca y no te mato porque no sirve, vos no servís
para nada'", pero esta última parte no fue leída
"He trabajado con dignidad, con honor y he cumplido cabalmente todas las órdenes
que me correspondían cumplir como oficial del Ejército Argentino. Me alegro
sobre lo que relató el soldado", dijo entre llantos. Y agregó: "Creo que no
existe comentario de alguien que haya sido mi subalterno que me pueda involucrar
en semejante basura, en semejante novela macabra. Yo no he actuado nunca así".
- ¿Si usted fue afectado en su buen nombre y honor, nunca se le ocurrió dar una
declaración en el Ejército?- le preguntó el abogado de la APDH La Plata, Jaime
Glüzmann.
- No se me imputa. Se me cita como oficial de la compañía. Nunca mi cuartel fue
ningún centro de nada.
- ¿No hubo una investigación dentro del Ejército, porque hay denuncias de
soldados?- insistió Glüzmann.
- Nunca un tribunal militar me llamó a declarar sobre este tema. Creería que la
Conadep debe haber preguntado detalles sobre esa denuncia, pero no me consta.
- ¿Usted tiene conocimiento que desde el 24 de marzo en adelante personas que no
son ni usted ni sus subordinados hubieran cometido algún delito durante el
terrorismo de Estado?- siguió el abogado.
- El conocimiento que tengo es todo lo que sale en la prensa sobre diferentes
personas y diferentes lugares- replicó el coronel.
El militar después intentó defenderse al afirmar que no fue impugnado su ascenso
a coronel en 2001, en el acuerdo que prestó el Senado de la Nación. "En el año
2001, en conocimiento de que podía haber una denuncia en mi contra, me presenté
en el Estado Mayor del Ejército para firmar un habeas data, que se presentó en
organismos de Derechos Humanos para que proporcionasen datos. Quería saber qué
era lo que cargaba contra mí para hacer el descargo correspondiente. La
respuesta la dieron el CELS (Centro de Estudio Legales y Sociales) y otras
agrupaciones de derechos humanos. El informe lo firmó el señor (presidente del
CELS, Horacio) Verbitsky y yo no tuve ninguna observación", relató.
El abogado Glüzmann le contestó que no tenía nada que decir sobre los pliegos
aprobados por el Senado, le advirtió que "el Senado ha prestado acuerdo a
personas que han sido imputadas por violaciones a los derechos humanos" y le
contó que la APDH La Plata nunca recibió un habeas data de su parte.
En ese momento, el juez Schiffrin leyó una denuncia que figura en el legajo
personal de Barros Uriburu, posterior al ascenso. "Hay tres profesoras que
firman y dicen: 'Integramos la comunidad educativa del Liceo General Roca, que
con la nueva dirección del teniente coronel Barros Uriburu se han dado en la
institución situaciones conflictivas'... y dice que integra la lista de
represores de la Conadep", señaló el juez.
El militar, entonces, pidió los nombres de los profesores para aclarar la
situación, pero Schiffrin dijo que no era materia de tratamiento de este juicio.
En el final, el juez Julio Reboredo le preguntó sobre el parque automotor del
Ejército y del personal: "Tenían Falcon. Era un vehículo de servicio. En esa
época no había Isuzu, como ahora", dijo el militar.
Antes de la declaración, el juez Schiffrin le confió a esta Secretaría que el
tribunal no pensaba detener al militar. "Es un caso que corresponde a otra
jurisdicción (San Martín) y ni siquiera tenemos un requerimiento fiscal", dijo
el juez.
Después de la audiencia, el fiscal Carlos Dulau Dumm pidió a la Cámara que
reuniera todos los elementos contra Barros Uriburu y los enviara a un juzgado
federal de San Martín.
"Los conscriptos sabían"
El ex conscripto Héctor Enrique Torlaschi, hoy un empleado de comercio de 46
años, declaró antes que Barros Uriburu. Fue su primera declaración judicial
sobre estos hechos. Antes, lo había hecho espontáneamente ante la Conadep el 20
de febrero de 1984.
Torlaschi dijo que se presentó ante aquella Comisión porque se sintió
"indignado" y ratificó todo lo que afirmó en esa oportunidad. "Han pasado casi
treinta años", se justificó, para no proporcionar más detalles. No obstante, se
acordaba de Barros Uriburu, aunque no pudo identificarlo en fotos. Dijo que era
teniente y que revistaba en el lugar, aunque no lo mencionó en actividades
delictivas.
Aseguró que los oficiales, entre los que identificó a un tal Ferrasani, "salían
vestidos de civil a la tarde en Falcon verdes y volvían a la madrugada y se
internaban en la tosquera. Los veía desde la torre de guardia. Desde allí, a la
noche, se veían las fogatas", dijo y añadió que "muchas noches" lo despertaron
los ruidos "de disparos".
"Cuando avisé que vi fuego, me hicieron bajar de la torre", agregó.
El ex conscripto reiteró una frase que dijo en la Conadep: "Los conscriptos
sabían, dudaban y callaban".
"Los comentarios (entre los conscriptos) era que traían y mataban gente. Y que
luego la quemaban", aseguró. "La duda era porque las cosas no se veían. Uno veía
los autos, escuchaba los tiros y veía las fogatas y sacaba conclusiones".
Torlaschi también proporcionó datos para que la Cámara Federal ubique a otro ex
conscripto que vive cerca de su casa, en Morón, aunque no recordó su nombre. Esa
persona le había dado información para su denuncia en la Conadep.
No grato
Esta tarde, el Concejo Deliberante de La Plata declaró al coronel Nicolás Barros
Uriburu persona no grata en todo el partido, informaron a esta Secretaría desde
el despacho de uno de los impulsores del proyecto, Pablo Bruera.
Declaración de ex policías a primera instancia
La Cámara Federal decidió hoy el envío a la justicia de primera instancia de las
declaraciones de dos ex policías de esta tarde en el Juicio por la Verdad, para
que se investigue si cometieron un falso testimonio al ser reticentes en
declarar sobre lo ocurrido en la comisaría 3° de Lanús durante la dictadura.
Los dos ex policías señalados como mentirosos son José Antonio Pirillo y José
Luis Vargas, quienes negaron los hechos ya probados sobre esa dependencia
policial y se mostraron poco dispuestos a brindar datos al Tribunal.
El primero que declaró fue José Antonio Pirillo, quien al comenzar su testimonio
negó que hubiese detenidos políticos alojados en ese lugar. La comisaría 3° de
Lanús representó el último eslabón en la cadena de centros clandestinos de la
zona sur del Gran Buenos Aires y del Gran La Plata. Allí eran "blanqueadas" las
personas que hasta ese momento se encontraban en condición de desaparecidos.
"No recuerdo que haya discriminación entre unos y otros detenidos", dijo Pirillo,
que provocó la primer advertencia por parte del juez Schiffrin: "Tenga memoria",
le dijo el magistrado.
Pirillo se empeñó en hablar de una comisaría que funcionaba de manera normal.
"Los detenidos recibían visitas, recibían comida. Puntualmente que sean
políticos, no recuerdo. Estaban los detenidos a disposición de la Justicia",
afirmó.
También negó recordar que los secuestrados llegaran en condiciones deplorables.
Se le recordó una y otra vez la expresión realizada hace dos semanas por uno de
sus compañeros, el ex policía Albino Vázquez, quien dijo que estaban
"terriblemente deteriorados".
"Lesionados, no recuerdo. Quizás había hombres mal vestidos, pero no con la ropa
rota", aventuró Pirillo, sin inmutarse.
Los jueces mencionaron los dichos de Vázquez y de otros ex policías, a los que
Pirillo recordó como colegas en su trabajo. "Vuelvo a repetir —insistió el
testigo—. Teníamos detenidos de ambos sexos, siempre a disposición de
autoridades".
El ex policía dijo que en la 3° de Lanús trabajaba como oficial de servicio.
Cuando le preguntaron por vehículos o personal del Ejército que llegaba a la
dependencia, Pirillo fue vago: habló de "vehículos de otros colores", a los que
identificó con la Gendarmería. Después, aflojó un poco pero sin ganar precisión:
"Los traía gente con vestimenta diferente a la nuestra, pero no puedo decir que
eran autoridades militares".
Esta afirmación chocó varias veces con una frase de Pirillo: "Estábamos a
disposición del Área Operacional de La Matanza". Los jueces y los abogados no
lograron explicarse cómo el ex policía sabía este dato sin tener conocimiento de
detenidos políticos o de personal militar en la comisaría.
José Antonio Pirillo fue condecorado por la Policía en 1976 con la orden "San
Miguel Arcángel". Cuando la abogada de la APDH La Plata Elizabeth Rivas le
preguntó a qué se debía, el ex policía contestó: "Nos atacaron la comisaría
personas desconocidas. Fue (la condecoración) por defender la comisaría".
También le preguntaron por una detenida que llegó al lugar pesando sólo 29
kilos. "No. Yo me casé con una mujer de 44 kilos. Por ahí uno, con la
vestimenta, a veces no se da cuenta", acotó Pirillo.
"Usted habla constantemente de generalidades", le dijo en tono severo el juez
Schiffrin, al dar por concluída la declaración y anunciarle que se enviaría su
testimonio a un juez federal de primera instancia, para que considere el falso
testimonio, tras un pedido concreto de la abogada de la Asamblea Marta Vedio.
Lo mismo pasó con el ex policía José Luis Vargas, quien también se mostró
reticente en su declaración. "He visto presos comunes", dijo, sin considerar a
los políticos.
Vargas dijo que no notó un cambio en la comisaría con el golpe militar de 1976,
si bien él prestó servicios allí entre 1975 y 1988. También negó saber que
hubiera detenidos "a disposición del Área Operacional de La Tablada" y dijo que
no vio vehículos militares llegar a la dependencia.
El que llevó una calavera
En tanto, también estuvo frente a los jueces el comisario retirado Gerardo
Alberto Moreira, acusado de llevar restos humanos a la comisaría 3° de Lanús. El
ex policía declaró sin prestar juramento, ya que la Cámara decidió hoy cambiar
el carácter de la declaración, que había previsto que sea testimonial.
Moreira fue acusado hace un mes por la ex detenida Nilda Eloy, de llevar restos
humanos a los detenidos políticos para que los "terminaran de limpiar". "Era un
personaje nefasto. Traía manos y cráneos para terminar de limpiarlos, no eran
restos de muchos años. Nos dio el instrumental y (nos dijo que) tenían que
quedar los huesos limpios, sin restos de músculos", afirmó Eloy el 19 de mayo.
El ex policía señaló que esas afirmaciones "tenían algo de cierto", pero que "lo
que se cuenta está tergiversado".
"Yo tengo una hermana menor que estudiaba Medicina en la UBA —comenzó Moreira—.
Le habían pedido un cráneo para el estudio y lo consulté a Néstor Pradeiro (que
estaba detenido con Eloy), porque sabía. Me dijo que los estudiantes se
manejaban con los cementerios".
El declarante relató que entonces fue al cementerio de Lomas de Zamora a pedir
una calavera y que se la llevó a Pradeiro. Siempre según la versión del ex
policía, el detenido le dijo que ese cráneo no servía y que tenía que buscar
otra. "Esa señora que declara (por Eloy) sabía para qué era el cráneo (...)
Pradeiro lo barnizó".
Los jueces le preguntaron por otra de las afirmaciones de Eloy: la testigo
declaró que también les llevó manos, y que incluso una tenía un anillo. "Eso es
inexacto. (...) Lo que digo se puede corroborar en la UBA, el hecho de que mi
hermana estudiaba". No obstante, Eloy dijo en el Juicio que esas limpiezas "la
habremos hecho durante dos o tres meses".
Moreira dijo además que tenía una "buena relación" con Pradeiro mientras éste se
encontraba secuestrado en la comisaría 3° de Lanús. "Guardo una poesía de él,
por la forma en que lo traté", abundó. Los jueces le pidieron que presentara en
la causa esa prueba documental.
El comisario retirado dijo que los dichos de Eloy conformaban una "declaración
maliciosa" y que "esa persona recibió el mismo trato" que Pradeiro. Vale aclarar
que Nilda Eloy llegó a ese lugar desde el Pozo de Banfield, pesando 29 kilos.
"Hay reticencia en denunciar a la Tercera como campo. No nos picanearon a
nosotros ahí, pero a mí nadie me puede decir que yo no fuí torturada ahí", había
declarado la ex detenida.
El resto de la declaración de Moreira fue sobre la situación de la comisaría 3°:
señaló que había detenidos "a disposición del PEN", que la comida se traía de la
Brigada de Infantería de Avellenada, y que "no todos tenían visita".
"Los que disponíamos (de la situación de los detenidos) no eramos nosotros",
declaró Moreira.
—¿Cómo estaban físicamente? —le preguntaron.
—Aparentemente normal —contestó.
El cuarto y último ex policía que declaró hoy fue Cirilo Pino, un suboficial
retirado, quien prestó servicios en esa dependencia policial entre 1969 y 1984.
Pino contó que los primeros nueve años dce su carrera los dedicó a realizar
"correo" a La Plata. Por esa razón, señaló, no pasaba mucho tiempo dentro del
edificio: sólo iba a las 6 de la mañana, "hacía los recibos" y volvía a las 12
del mediodía. Luego, hacía horas extras en los bancos.
El testigo definió entonces como "poco y nada" su permanencia en la comisaría.
Cuando el juez Schiffrin le preguntó si había detenidos a disposición del PEN,
el testigo abrió grande los ojos y dijo que no sabía. También dijo que no se
enteró que atentaran contra la comisaría, como contó Moreira. "Yo siempre andaba
sólo", justificó.
Participantes
De las audiencias de hoy participaron los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio
Reboredo; el fiscal general Carlos Dulau Dumm; el defensor ad hoc Jorge Cozzi; y
los abogados de la APDH La Plata, Jaime Glüzmann, Alicia Peralta, Marta Vedio y
Elizabeth Rivas.
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