Miércoles 19 de Mayo de 2004

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Una sobreviviente identificó a un guardia: se carearon y negó conocerla
Nilda Eloy reconoció a uno de los policías de la comisaría 3° de Lanús que le dio de comer y la asistió en el calabozo. El ex suboficial dijo no recordar los hechos y aseguró que nunca vio "presos políticos" en ese lugar. Fue el primer careo entre una víctima y un presunto victimario.


Por Lucas Miguel y Francisco Martínez (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA (19may04).- La sobreviviente Nilda Eloy reconoció este mediodía al policía Constancio Raúl Pintos como uno de los guardias que la mantuvo prisionera en la comisaría 3° de Lanús y luego la Cámara Federal ordenó un careo entre ambos, en el que el ex suboficial negó conocer a la mujer.

El careo entre una sobreviviente y un presunto represor es un hecho inédito en el Juicio por la Verdad. Nunca antes la Cámara Federal había puesto frente a frente a una víctima con su presunto victimario.

El ex suboficial de la bonaerense prestó servicios toda su carrera en la comisaría 3° de Lanús, en la localidad de Valentín Alsina, desde 1963 a 1987. Según se ha probado en la causa Camps y ha sido denunciado en este Juicio, esa dependencia funcionó como centro clandestino de detención para el "blanqueo" de los presos políticos, que eran liberados o puestos a disposición del Poder Ejecutivo y enviados a unidades penales.

Pinto, un deteriorado ex policía de 73 años que llegó apoyado en un bastón, fue reticente durante toda su declaración testimonial. Dijo que no sabía que en la dependencia había detenidos políticos. Llegó a afirmar que, al igual que un "caballo con anteojeras", no miraba hacia los costados cuando pasaba por el pasillo que conducía a los calabozos. La figura la utilizó el fiscal Hugo Cañón, molesto por la negativa del ex policía a reconocer los hechos: "Como si tuviera anteojeras, como un caballo", graficó Cañón. "Sí, exactamente", le contestó inesperadamente el testigo.

Nilda Eloy siguió el extenso testimonio del policía desde los asientos destinados al público. Los jueces Julio Reboredo y Leopoldo Schiffrin, conocedores de la historia de Eloy —que ya declaró dos veces en este juicio e identificó a otro represor—, interrumpieron la declaración del ex policía y la convocaron a declarar para contrastar las versiones. Pintos debió aguardar en una sala contigua.

La sobreviviente relató las calamidades que vivió en ese centro clandestino de detención (ver más adelante) y puntualmente mencionó a Pintos como el policía que le llevó a la celda comida y agua caliente en varias oportunidades. "Yo tenía un buen recuerdo de él. Ese señor me dio de comer después de dos meses", dijo. "Me da bronca que diga que no recuerda nada", completó.

Eloy llegó a la 3° de Lanús procedente de la Brigada de Investigaciones de ese mismo partido (conocida como "El Infierno") el 31 de diciembre de 1976 junto al sobreviviente Horacio Matoso. "Nos bajaron vendados, encapuchados y atados de pies y manos. Éramos bolsitas de papa. El comisario Pini ordenó que nos destabicaran, nos sacó la capucha y pidió que trajeran una balanza. Horacio pesaba 60 kilos y yo 29", aseguró. El relato conmovió al fiscal, que le solicitó luego que ratificara si había dicho que pesaba 29 kilos.

Aquel 31 de diciembre —relató Eloy— los policías celebraron el fin de año con un asado que hicieron en un quincho ubicado en el fondo de la comisaría. "Esa noche me trajo asado varias veces. Las compañeras me decían que no comiera tanto, que me iba a hacer mal", dijo la ex detenida.
Eloy también aseguró que cuando los prisioneros necesitaban algo "llamaban al cabo de guardia y, si no, llamábamos directamente a Pintos, porque siempre estaba en el fondo. 'Pintos', lo llamábamos".

Durante el careo, el ex policía dio un paso atrás en su negación. Dijo que no conocía a Nilda Eloy y afirmó: "A lo mejor, le pasé de comer, pero no recuerdo. Si ella dice que es así, debe ser así".

- ¿Cómo fue el asado del 31?- le preguntó, directamente, el fiscal.
- Son tantos años...

- ¿Tomaron mucho en el asado?- insistió, para sacarle de mentira, verdad.
- Y... algunos habrán tomado. Pero yo no, porque no tomo- respondió.

Nilda Eloy, en el careo, dio más datos que el policía no podía negar. Dijo que cuando llegó detenida a la 3°, había un grupo de "chicas muy jóvenes, de 17 años. Una estaba embarazada". Pintos respondió: "No recuerdo la cantidad de chicas", dejando entrever que sí recordaba la presencia de las menores. Aunque después de un rato señaló: "Si la señora dice que había mujeres, le digo que sí. Sinceramente, no recuerdo. Si le digo que sí o no, le miento".

- Son circunstancias imposibles de olvidar: el episodio de la comida y el hecho de que hubiera menores y entre ellas una embarazada... -insistió Reboredo.
- No lo recuerdo. A la señora no la recuerdo.



La desmemoria

Durante su testimonio —antes del careo—, el ex policía había negado la existencia del centro clandestino de detención y dicho que nunca vio a detenidos políticos. La primera pregunta de Schiffrin apuntó a determinar dónde se alojaban los prisioneros: "Yo ignoro todo eso", dijo Pintos.

"No recuerdo. Yo era encargado de tercio, nada más. Recorría las calles. Estuve continuamente en la calle", agregó, para marcar especialmente que no pisaba la comisaría, aunque rato después habló de las mateadas en "la oficina del mayor Cáceres" y describió el edificio con varios detalles.

El tribunal insistió con más preguntas sobre los detenidos y la cantidad de calabozos: "Nunca entré en una celda", dijo Pintos.

Schiffrin le explicó por primera vez —lo reiteraría luego varias veces— que "aquí no hay ningún cargo contra usted. (Pero) Retener la información puede ir en su contra".

"No tengo nada más que decirle, doctor", replicó una vez más el ex policía.

Pintos también dijo que iba a los allanamientos pero "no me bajaba del auto". Aseguró también que ningún compañero le hizo comentarios sobre lo que ocurría en la dependencia y afirmó que no sabía por dónde entraban a los presos a la comisaría.

Le preguntaron, también, cuántas personas detenía en su función habitual de policía de calle: "Cuatro o cinco presos por año", sostuvo. Y el abogado de la APDH La Plata, Jaime Glüzmann, lanzó una humorada: "un preso cada muerte de obispo".

El fiscal Cañón, cansado de la reticencia, le preguntó:

- ¿Habló con alguien sobre la citación antes de venir?
- No. Ni sabía para qué me citaron.

- ¿Con quién vive?
- Con mi señora.

- ¿Y habló con ella?
- No hablo nunca con ella de las cosas de la comisaría.

- ¿Y usted para que creía que lo llamábamos? ¿Para conversar de fútbol?- ironizó el fiscal.
- No.

- ¿Cuáles eran los nombres de sus compañeros?
- No me acuerdo de ninguno.

- ¿Y usted piensa que le voy a creer?
- Sí.

- ¿Por qué no quería mirar los calabozos, cuando pasaba por al lado?
- Porque no me interesaba. No quería.

- Usted era como un caballo con anteojeras, que no ve hacia los costados...
- Era así, exactamente. No sabía ni por qué estaban (los detenidos).

Finalmente, el policía terminó recordando algunos nombres de policías que revistaron con él en la 3° de Lanús, a partir de la lectura de una lista que hizo el fiscal: los comisarios Moreira, Pini y Crespo, y los policías Pirilo, Vazquez, Barcos, Cáceres y Sánchez.



El testimonio de Eloy

Tras la interrupción del testimonio de Pintos, la Cámara Federal citó a Nilda Eloy, para que refiriera su paso por la comisaría 3° de Valentín Alsina.

Antes de pasar por esa dependencia, Eloy estuvo detenida ilegalmente en los centros clandestinos de detención "La Cacha", "Pozo de Quilmes", "Pozo de Arana", "El Vesubio" y la Brigada de Investigaciones de Lanús. De allí fue a la 3° de Valentín Alsina y, luego, a la cárcel de Devoto, donde recuperó la libertad. El cautiverio duró desde el 1° de octubre de 1976 hasta entrado 1979. En la comisaría 3° estuvo desde el 31 de diciembre de 1976 al 22 de agosto de 1977.

La sobreviviente relató que en esa comisaría no estuvo vendada ni atada y que recibía visitas. Sus familiares gestionaban los permisos, dijo, en la jefatura de la Policía, que oficialmente negaba que la tuviera detenida.

Eloy recordó "la dureza" del comisario Crespo, que sucedió en el mando a Pini: "Crespo mandó a pintar toda la comisaría y nosotros tuvimos que pintar el calabozo. Después nos tabicaron y ataron porque dijeron que iba (el coronel Ramón) Camps".

La sobreviviente se detuvo especialmente en el entonces oficial Moreira, que luego fue comisario: "Para Mercedes Borra, para Néstor Pradeiro y para mí fue nefasto. Nos traía restos humanos para limpiar; manos y cráneos para terminar de limpiarlos. Nestor era cirujano y yo entonces trabajaba como instrumentadora quirúrgica. No eran restos que tenían muchos años. Se nos llevaba hasta el patio de atrás, donde había una pileta, y nos daban los instrumentos. Los huesos tenían que quedar limpios, sin restos de músculos ni piel. Mercedes siempre recuerda que vio una mano con un anillo", relató al borde del llanto. Y agregó : "Néstor era cirujano y no ejerció más. Ahora vive fuera del país". Esa tarea, dijo, la realizaron "durante dos o tres meses".

Luego añadió: "Hay muchos compañeros que no quieren denunciar a la 3° como centro clandestino, porque no había picana. Pero a mí nadie me puede decir que no fui torturada".



Amigo de un desaparecido

También declaró Carlos Olukian, un amigo del desaparecido Heraldo Carlos Lamelza, secuestrado junto a su esposa Lidia Cristina Kaltenbach el 25 de septiembre de 1976. En esa época, Olukian era compañero de trabajo de Lamelza en el Banco Cooperativo de Berisso.

El testigo no pudo aportar datos concretos a la causa. Dijo que a las 11 de la mañana de ese día, la madre de Lamelza fue hasta el banco a hablar con el gerente, para contarle que habían secuestrado a su hijo.

"Era un chico honesto y tuvo un problema por pensar", declaró Olukian. 


  

 

Página Inicial del Juicio por la Verdad

Página Inicial del Sitio