Miércoles 20 de Octubre de 2004

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Dos sobrevivientes relataron sus partos en cautiverio en 1975
Estuvieron en la Cárcel de Olmos y declararon sobre las condiciones de detención en ese penal. Estaban presas con sus hijos, algunos recién nacidos. Dieron nombres de médicos represores, denunciaron la desaparición de los familiares que las visitaban y hablaron del endurecimiento del régimen carcelario a partir de la dictadura.


Por Vanina Wiman y Francisco Martínez (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA (20oct04).- Nelfa Suárez y Perla Diez, dos mujeres que estuvieron detenidas en la cárcel de Olmos en 1975 cuando estaban embarazadas, contaron en el Juicio por la Verdad lo que vivieron en la maternidad clandestina que funcionó en esa unidad.

Ambas sobrevivientes relataron también cómo, después del golpe del '76, varios miembros de sus familias desaparecieron a raíz de las gestiones que hicieron desde las comisiones de familiares de detenidos políticos.

Nelfa Rufina Suárez fue secuestrada el 13 de noviembre de 1974, cuando estaba embarazada de cuatro meses y medio. "Yo estaba haciendo un tratamiento especial para conservar el bebé y necesitaba reposo absoluto", contó hoy la ex detenida, y añadió que junto a ella fueron detenidos su hermano Dalmiro, su esposo, Víctor Manuel Taboada, Delfina Morales —quien estaba embarazada de mellizas— y María Ester Alonso.

Todos fueron llevados a la comisaría de Bernal y luego al "Pozo de Banfield", que ya en ese entonces funcionaba como centro clandestino de detención. Suárez supo por otra detenida ilegal que su esposo fue asesinado en ese lugar. "Graciela Di Lauro llegó a Olmos y me dijo: 'tengo una mala noticia. Lo tuvieron en el «Pozo de Banfield» y se les murió en la tortura'".

Nelfa pasó dos meses en el centro clandestino y luego fue trasladada a la Unidad Nº 8 de Olmos. Hoy recordó que ya en ese momento "se estaba construyendo el hospital dentro de la cárcel", pero que aún no estaba acondicionado para funcionar.

Para el parto fue llevada a la maternidad del Policlínico San Martín, en La Plata, "sólo después del reclamo de las compañeras, porque los médicos no creían que hubiera riesgo". De hecho, el hijo de Nelfa, Víctor Benjamín, "nació por cesárea porque no se sentían los latidos".

El parto se produjo el 17 de mayo de 1975. "Justo ese día las compañeras de Olmos lanzan la primera huelga de hambre en reclamo de mejores condiciones de detención", rememoró la testigo, y agregó que permaneció un tiempo internada en La Plata, transfundida y con suero, y su bebé tuvo que estar diez días en una incubadora.

"Luego va Silvia Negro a la maternidad de La Plata y tuvo a Leonardo. Fue la última que tuvo el parto fuera de la cárcel. Por disposición del penal, a partir de ahí los partos serían en el hospital del penal", indicó hoy Suárez.

La testigo mencionó otros casos de mujeres que estaban detenidas y embarazadas, y que dieron a luz en la maternidad de Olmos. Las prisioneras y sus bebés eran atendidos por médicos y enfermeras del penal.

Suárez mencionó al médico Rodolfo Leone, jefe de Sanidad de la unidad: "Como médico clínico nos atendió a todas prácticamente. Fue de los médicos más cuestionados y denunciados por nosotras, por su manera de colocarse más en penitenciario que en médico. Tomaba una postura de interrogador".

Leone fue ejecutado un año más tarde por la organización Montoneros, acusado de los delitos cometidos contra las parturientas en la cárcel de Olmos.

La sobreviviente también recordó a los médicos Néstor Siri y Esteban Vera, y a la partera María Hilda Delgadillo. "Ella había sido una de las personas que más trató de ayudarnos", señaló, y agregó que "atendió el transcurso de mi embarazo y (durante las visitas) cuando no la veían hablaba con mi hermana y le comentaba que mi embarazo estaba bien". Tiempo después, Suárez supo que Delgadillo fue secuestrada. La médica fue vista en "La Cacha" y permanece desaparecida.

Por su parte, la sobreviviente Perla Diez también relató hoy el parto que protagonizó en la maternidad de Olmos, cuando tuvo a su hija Lucía en muy precarias condiciones en la madrugada del 9 de noviembre de 1975. Para esta fecha, ya "habían hecho refacciones, venían preparando la maternidad. Yo la iba a bautizar; y no lo deseaba", declaró la ex detenida.

Diez contó que desde las 23 del día 8 comenzó a sentir contracciones y que el pedido de ella y del resto de las detenidas era que la llevaran al Policlínico San Martín. Así había sido con las anteriores detenidas embarazadas de esa cárcel.
Agregó que en esos momentos no apareció ningún guardia en los pasillos. "El pedido (a los guardias) de que me llevaran al Policlínico se fue convirtiendo en, aunque sea, un pedido de atención. Nadie se movía en la cárcel".

"Las compañeras entonces fueron preparando el parto: hirviendo tijeras y preparando sábanas", declaró Diez.

Muchas horas después llegó un médico, Roberto Grignoli, que no era obstetra y estaba "aterrorizado", según contó la testigo. "Dijo que no se hacía responsable", comentó.

Grignoli tardó dos horas en conseguir una camilla para sacar a Perla de la celda y llevarla a un lugar donde pudiera tener a su bebé. Pero no tenía enfermeros para hacer el traslado, por lo que seis presas se ofrecieron a bajar dos pisos y luego subir otro más hasta la sala de Sanidad de la cárcel.

"Allí había restos de obras, bolsas de cal. Y una enfermera, también paralizada. El médico me dijo que cerrara las piernas y respirara hacia arriba para evitar el parto", recordó la testigo.

Con mucho esfuerzo, Perla Diez tuvo a su hija Lucía, quien a los 10 meses fue entregada a su familia. La ex detenida relató que momentos después del alumbramiento "una patota irrumpe en el lugar, con el jefe de Sanidad, Rodolfo Leone, que dijo: «Este parto estuvo perfecto, todo estuvo en su lugar». Le dije que no era así y que esto se iba a saber en todos lados".

El médico Grignoli, por su parte, le pidió perdón de rodillas a la detenida, quien a su vez le solicitó que le avisara de su situación a su madre, la recordada militante por los Derechos Humanos de La Plata, "Reina" Diez (Carmen Suárez).

"Cuando las encontré en el patio, las compañeras cantaron (la canción) «Gurisito», de Viglietti", evocó Perla.

Al igual que Nelfa Suárez, Diez también mencionó al pediatra de la cárcel, Néstor Siri, de quien dijo que todavía ejerce en el Hospital de Niños de La Plata: "Era indiferente, negligente. Uno sentía que no tenía status para hablar de la salud de los chicos, respondía a sus superiores".

Diez había sido detenida por decreto del Poder Ejecutivo Nacional el 26 de febrero de 1975, en Mar del Plata. Estuvo secuestrada en un lugar denominado "el Chalet", y en la comisaría 4° de esa ciudad. Allí la entrevistó el juez Carlos González Etcheverri. "No hizo constar las torturas ni el embarazo reciente que yo tenía. Me incluyó un montón de cargos, por los que luego fue sobreseída", declaró la testigo. A mediados de 1975, fue trasladada a Olmos.

 

Condiciones denigrantes

En sus respectivos relatos, Nelfa Suárez y Perla Diez describieron con detalle las condiciones inhumanas de detención que sufrieron en el penal de Olmos, y contaron que nunca se dio un trato especial a las detenidas embarazadas.

Diez contó que vivió su embarazo sin controles prenatales ni dietas especiales. Compartía una celda común con otras detenidas que estaban embarazadas o que estaban con sus hijos pequeños.

"Recuerdo que había mucho hacinamiento. La celda no tenía baño y permanecía cerrada de noche. Recuerdo los calentadores eléctricos en las repisas y que un niño tuvo una quemadura grave con uno de ellos", añadió Diez.

Nelfa Suárez indicó que en general las detenidas embarazadas eran examinadas "en un consultorio del hospital a medio terminar. Había una camilla y nada más, porque todavía no estaba habilitado como hospital".

Tanto la Unidad Fiscal Federal como Abuelas de Plaza de Mayo y la APDH La Plata pidieron al Tribunal que se cite a declarar al personal de la cárcel de Olmos. Entre ellos, la directora, Gloria Basile y la subdirectora, de apellido Seminara. Para esto, la representante de Abuelas, María Ester Alonso Morales, aportó una lista de nombres de médicos, enfermeras y parteras que trabajaron allí en ese período y que fueron mencionados por varias de las ex detenidas que pasaron por el lugar.

También se pidió la citación de María Angélica Martínez, la secretaria del penal, a quien Nelfa Suárez identificó hoy como "una oficial de alto rango" que tenía un trato muy violento con las detenidas.

Hoy, ambas testigos contaron que las condiciones de detención en Olmos se agravaron a partir del 24 de marzo de 1976. "Ya en agosto del '75 empiezan a mostrar las primeras medidas de seguridad represivas", afirmó Suárez, y explicó que esto consistía en recortar los recreos, suspender las visitas de familiares e incluso aislar a las detenidas políticas de las comunes, ya que las autoridades del penal "consideraban que éramos una mala influencia para ellas".

El 22 de agosto de 1975 las prisioneras ilegales fueron alojadas en una dependencia del penal conocida como "El Peletier", una casona en donde, según supieron las detenidas, había funcionado un instituto de menores. "Una de las primeras medidas fue separarnos supuestamente por grado de peligrosidad", indicó Suárez

La mujer logró sacar a su bebé de la unidad en noviembre de 1975. "Se preveía el golpe, y que iba a ser feroz. Decidí sacar a mi hijo y mi familia se hizo cargo de él", relató.

En mayo de 1976, un mes después de la llegada de la dictadura, hubo una violenta requisa, de la que participaron hombres con armas largas, perros y gases lacrimógenos. "Nos hicieron simulacros de fusilamiento y destruyeron todo lo que teníamos: libros, manualidades, ropa y hasta mamaderas y cosas de los chicos", indicó Suárez.

"Había un 'verdugeo' constante: con la medicación, con la comida, con los familiares", contó la ex detenida. Y añadió: "Buscaban quebrar el grado de solidaridad que había entre las presas, que era nuestro margen de resistencia". La sobreviviente describió el cambio como "una militarización en el trato". "Era lo que nosotras llamábamos la 'mano dura' del penal", puntualizó.
Suárez estimó que, para septiembre de 1976, las detenidas políticas en la cárcel de Olmos eran alrededor de 300. Durante ese mes, comenzaron los traslados en tandas a la cárcel de Devoto.

Perla Diez contó que fue trasladada con otro grupo de detenidas en un operativo "violento; íbamos con los chicos atados a las esposas, y esperando en los celulares al rayo del sol".

También Nelfa Suárez fue llevada a Devoto a principios de ese mes. Allí, "sabían perfectamente el nombre de cada una de nosotras. Conocían absolutamente de antemano vida y milagro de cada una y de nuestras familias".

En Devoto, las detenidas eran interrogadas por militares que ingresaban al penal. Entre ellos, Suárez identificó hoy al coronel Carlos Sánchez Toranzo, quien funcionaba como enlace entre el Primer Cuerpo del Ejército y las unidades penales en las que se alojaba a prisioneros políticos. Sánchez Toranzo —que ya fue identificado por numerosos ex detenidos— declaró en el Juicio en abril de 1999.

Suárez también mencionó a otro militar, cuyo nombre no conoce: "Era el Jefe de la 7º Brigada de Infantería. Venía con una lista de familiares míos, algunos marcados con una cruz roja qué él decía que ya 'estaban listos'. Me decía que piense en mis familiares y que le de los datos de mi hermano Omar". Y añadió: "Me decía: 'si usted se niega, usted elige, creo que va a ser próximamente de los primeros en ser fusilados en el patio del recreo".

 

Familiares desaparecidos

Nelfa Suárez y Perla Diez sufrieron la desaparición forzada de varios de sus familiares a manos de la dictadura.
Suárez contó que "en Olmos comienzan los primeros secuestros de nuestros familiares", y mencionó varios casos de compañeras detenidas cuyos padres y hermanos permanecen desaparecidos.

"El 4 de febrero de 1977 secuestran a mi hermana Fidelia Nora Suárez y a Olga Luteral, mi cuñada", indicó la ex detenida, y añadió que un tiempo después fue detenido ilegalmente su hermano mayor, Omar. Su otro hermano, Dalmiro, había sido secuestrado junto a Nelfa en 1974, y pasó por el "Pozo de Banfield", la Unidad 9 de La Plata y los penales de Sierra Chica y Rawson. Nelfa —que en abril de 1983 fue puesta en "libertad vigilada"— y Dalmiro fueron los únicos sobrevivientes de la familia Suárez.

Nelfa tampoco tuvo más datos sobre su esposo, Víctor Taboada, asesinado en el "Pozo de Banfield". La ex detenida contó que mientras estaba bajo el régimen de libertad vigilada fue citada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Allí, la recibió el presidente del tribunal, Adolfo Gabrieli (fallecido).

"Me mandó a buscar un acta de defunción de mi marido. Le pregunté dónde estaba el cadáver. Me dijo: 'No lo sé, búsquelo, en algún lugar debe estar'. Le dije que mi esposo estaba desaparecido, o en todo caso que había sido asesinado con su conocimiento, y me dijo que no acuse", rememoró la testigo. Y añadió: "Entonces le pregunté por el destino de mis familiares desaparecidos, y el me contestó: 'algo habrán hecho'".

La ex detenida recordó que "me tuvo muchísimo tiempo diciéndome que había tenido mucha suerte, que me iban a estar controlando, que no podía asistir a actos públicos, que me cuidara, que él no podía asegurar que no me pase nada".

También Perla Diez habló sobre los secuestros de sus familiares. La sobreviviente contó que el 7 marzo de 1977 fue secuestrado Jorge Horacio Moura, su entonces marido y padre de su hija nacida en cautiverio. Esto ocurrió en su casa de City Bell. El mismo día secuestraron también a la hermana de Perla, Diana Diez, y al esposo de ésta, Alberto Rentani. Las tres personas permanecen desaparecidas.

Diez dijo que antes y durante la dictadura fueron secuestrados y desaparecidos muchísimos familiares de presos políticos, que concurrían a las cárceles a visitar a sus seres queridos y hacían gestiones para lograr su libertad. "Hubo decenas en Devoto", declaró.

 

Homenaje

Cuando finalizaron sus declaraciones, Perla Diez y Nelfa Suárez agradecieron la posibilidad de declarar en el Juicio por la Verdad. Suárez homenajeó a "todas las personas que dieron la vida luchando por lograr un mundo mejor". Diez destacó que "siento mucho orgullo por poder compartir con mis compañeras esta experiencia, que es una radiografía de la Argentina". Al comienzo de su testimonio, cuando el Tribunal le tomó el juramento, Perla había respondido: "Juro por todos los compañeros caídos y por el pueblo argentino".

 

No pudo declarar

Hoy también estaba previsto que declare Ema Delia Lucero, quien también estuvo detenida con Perla y Nelfa en la cárcel de Olmos. Lucero viajó desde Rosario para testimoniar ante la Cámara. No obstante, las dos primeras ex detenidas finalizaron sus declaraciones alrededor de las 16, y los jueces de la Cámara informaron que tenían que retirarse, de modo que le pidieron a la sobreviviente que sólo ratifique su declaración ante la Conadep y, eventualmente, se la volvería a citar a declarar en diciembre.

 

Estudiante de Ciencias Exactas

También declaró Azucena Caivano, madre de Walter Hugo Prieto, desaparecido en Remedios de Escalada (sur del Gran Buenos Aires) el 19 de agosto de 1977.

"Él salió de la pensión para su trabajo y no llegó a ningún lado", señaló la mujer, que añadió que nunca le llegó ninguna información sobre el destino de su hijo. "Ojalá supiéramos algo después de tantos años".

La madre del desaparecido dijo que el día posterior a la desaparición, personal uniformado fue a la pensión en la que habitaba el joven para revisar su habitación. "Eso nos dijo la señora", contó. Agregó que el dueño de la pensión era policía y que tenía la sospecha de que lo había entregado.

La pensión quedaba en la esquina de las calles Pergamino y Belgrano, de Remedios de Escalada. Prieto estudiaba Ciencias Exactas en la Universidad de La Plata y era militante de la Juventud Peronista.

Caivano dijo que concurrió a algunos cuarteles a preguntar por su hijo. "Nos ofrecían un café, que no tomábamos, y nos decían que no sabían nada", recordó la mujer. Y añadió, sobre la falta de información que tenían: "Se burlaban de los padres de los desaparecidos. Faltaba que se nos rieran en la cara". 


  

 

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