En cautiverio, los obligaron a vender un
valioso campo y un avión.
Los hermanos Alejandro, Carlos y Rodolfo Iaccarino declararon en el Juicio
por la Verdad que fueron forzados a vender esos bienes cuando estaban
secuestrados en la Brigada de Lanús. En ese lugar, los visitó el juez Leopoldo
Russo para indagarlos.
Por Francisco Martínez y Vanina Wiman (Secretaría de Prensa)
LA PLATA (27jul05).-
Tres hermanos que estuvieron desaparecidos durante la última dictadura
declararon hoy en el Juicio por la Verdad que fueron obligados a vender un campo
de 25 mil hectáreas y un avión de su propiedad mientras estaban en cautiverio.
Los hermanos Alejandro, Carlos y Rodolfo Iaccarino relataron que permanecieron
ilegalmente detenidos entre 1976 y 1978 en diversos centros clandestinos de
detención. En uno de ellos, incluso, fueron indagados por el juez federal de la
dictadura Leopoldo Russo, quien concurrió a realizar el trámite junto a su
secretaria.
La historia de los hermanos Iaccarino comienza en Santiago del Estero. Allí
vivían en 1976, en donde tenían una empresa que se dedicaba a la actividad
ganadera y láctea.
El 4 de noviembre de ese año, dos de ellos —Carlos y Rodolfo— fueron detenidos
por una comisión de la Policía Federal en su departamento de esa ciudad del
norte argentino. "Nos dicen que les había llegado un pedido del Poder Ejecutivo
Nacional para detenernos", contó Carlos Alberto Iaccarino a los jueces de la
Cámara Federal.
Por esos días, en Capital Federal fueron detenidos también Alejandro Iaccarino y
su madre, Dora Edna Venturino, quien fue liberada 17 días después. Según los
testigos, en los dos operativos participaron los mismos policías, cuatro
oficiales de la Policía Federal: el comisario D'Amato, los oficiales Patanet y
Di Nunzio y uno más cuyo nombre nunca supieron.
Carlos y Rodolfo fueron trasladados a Buenos Aires, ciudad en la que estuvieron
detenidos primero en la Jefatura de la Policía Federal, luego en la Décima
Brigada del Ejército Argentino, y más tarde en las comisarías 22 y 23. Los tres
hermanos se reencontraron en la comisaría 22.
En el transcurso del cautiverio, fueron llevados en varias ocasiones a la Décima
Brigada, en donde eran interrogados y golpeados por los mismos cuatro policías
federales.
Además, en la comisaría 22 "nos interrogaron sobre el plan económico de la
empresa y nos preguntaban por el desarrollo (comercial) de la firma. Ellos
querían que les dijéramos más de lo que podíamos saber", contó Carlos.
Añadió que en esa época su empresa había crecido económicamente, merced a las
condiciones que vivía el país, en la que "los créditos se licuaban con la
inflación".
En los centros clandestinos
En mayo de 1977, ingresaron al circuito ilegal de centros de detención de la
Policía de la Provincia de Buenos Aires. El primer lugar fue el Comando de
Operaciones Tácticas (COTI) de Martínez. Según el relato de Carlos, allí les
dijeron: "Acá se terminaron las garantías constitucionales". Los metieron en una
celda chica y estuvieron bajo un duro régimen de detención, que compartieron con
el hoy ex juez federal Ramón Miralles y sus dos hijos, Julio y Carlos, Juan
Miguel Paino, Héctor Ballent, Alberto Liberman, Carlos Torbidoni y Rubén Dieguez,
que era amigo de ellos.
Allí, Alejandro Iaccarino fue torturado físicamente. "Nosotros suponíamos que
ahí nos mataban. Uno sentía el pánico a la muerte", dijo. Y agregó: "El 6 de
junio me vienen a buscar para la tortura con picana eléctrica. Una cosa
monstruosa. Recién se detienen cuando se me inflamó tanto la glotis que ya no
podía respirar".
"«Saracho» era el que estaba a cargo de la tortura. «Pocho» era el que nos traía
la comida", denunció el testigo. Y afirmó que en el lugar había seis o siete
represores, pero que no pudo identificar al resto. "Saracho" era el apodo del
policía Milton Valentín Pretti. "Creo que fue «Saracho» el que me torturó. Tenía
el dominio, era el que manejaba". Ninguno de los hermanos vio personalmente al
represor Eros Amílcar Tarela, pero lo escucharon nombrar, tanto por su apellido
como por su apodo, "Trimarco".
Sobre el cautiverio en COTI Martínez, Carlos Iaccarino graficó: "Con el hambre
que teníamos llegamos a un estado animal. Nos peleábamos por tres chorizos para
cuatro personas".
"Ahí empezamos a entender qué nos estaba pasando. Hasta ahí no habíamos estado
con detenidos políticos", añadió.
Posteriormente, los hermanos fueron trasladados al centro clandestino "El
Infierno", que funcionaba en la sede de la Brigada de Lanús con asiento en
Avellaneda.
Allí vivieron dos situaciones cruciales: la venta forzada de propiedades y la
visita del entonces juez federal de La Plata, Leopoldo Russo.
El primero de los episodios ocurrió hacia fines de agosto de 1977. Dos personas
se presentaron a la Brigada de Lanús, "en la que estaba el comisario (Rómulo)
Ferranti", declaró Carlos.
"Vinieron dos personas de la empresa italiana Quino Química a comprar el campo y
el avión. Eran Bruno Chesi y otro, de apellido García Fernández", relató el ex
detenido. "Si se realiza esta operación, ustedes salen", les dijeron los
compradores.
Los Iaccarino optaron por firmar la compra-venta para obtener así la libertad. "Vinieron
con un escribano y nosotros pedimos que quede asentado que la operación se firmó
en la Brigada de Lanús", relató Carlos.
Después de firmar, el comprador Chesi dijo: "Ahora les queda poco (de detención),
ya con esto se van".
La venta se hizo por 300 mil dólares y un campo de golf. Sin embargo, los
hermanos no recibieron nada. Cuando salieron en libertad, muchos años después,
pidieron la quiebra de la empresa compradora para obtener el dinero. "De eso
cobramos monedas", dijo Carlos. Según dijo su hermano Alejandro, el campo,
ubicado cerca de la localidad de Campo Bayo, en Santiago del Estero, valdría hoy
más de 12 millones de dólares.
La visita del juez Russo
La otra situación que vivieron en el centro clandestino "El Infierno" fue la
visita del titular del juzgado federal N°2 de La Plata, Leopoldo Russo. El juez
concurrió al lugar con intención de indagarlos, acompañado de su secretaria, Ana
Beatriz Aparicio, actual jueza del Tribunal Oral Federal N°1 de esta ciudad.
El motivo de la indagatoria era una causa por "monopolio de carnes". A su turno,
Rodolfo Iaccarino contó más en detalle la entrevista con el juez. "Russo había
sido profesor mío de Educación Democrática en la Normal Nº 3. Tenía un Chevrolet
38 que no le arrancaba nunca, y todas las mañanas lo ayudaba a empujarlo",
recordó.
Y agregó: "Russo nos dijo: «Acá la Dra. Aparicio les va a tomar declaración».
Ella nos preguntó de dónde veníamos. Le dije que veníamos del infierno, que no
sabíamos en dónde habíamos estado, que estuvimos los tres secuestrados y que
estuvimos muy mal. Y esa señora tomó toda la declaración, no nos decía nada,
anotaba".
"Les preguntamos por qué estábamos detenidos, y no nos dijeron nada", relató
Rodolfo. "Russo era totalmente frío (...) Nuestro deterioro físico era notable".
La causa finalmente pasó a un juzgado provincial a cargo de Antonio Borrás y
luego se archivó.
En enero de 1978, algunos meses después, los tres hermanos fueron trasladados a
la Unidad 9 de La Plata. Allí fueron sometidos a los mismos castigos que el
resto de los presos, incluyendo duchas de agua fría y golpizas.
Finalmente, en agosto del '78 fueron liberados de la Unidad 9, pero quedaron
presos por otra causa penal iniciada en Santiago del Estero. Los trasladaron a
esa provincia, en la que consiguieron la libertad el 4 de septiembre de 1978.
Intentaron recomponer su empresa, pero "nos volvieron locos con los controles de
bromatología. Al segundo decomiso, cerramos la fábrica", contó Carlos.
"Decían que el queso y la leche estaban en mal estado. Pero después los
repartieron en las escuelas. Así es que prácticamente nos cierran la fábrica:
nos remataron las maquinarias y nos desarmaron", dijo Alejandro.
"No decretamos la quiebra, como aconsejaba nuestro abogado. Pagamos las últimas
deudas que teníamos con nuestro último bien", agregó, a su turno, Carlos.
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