"Pasaban por la radio policial las listas de
habeas corpus y algunos estaban adentro".
Lo dijo una mujer que estuvo secuestrada en el Destacamento de Arana. Allí
la torturaron con picana eléctrica y recibió la visita de un sacerdote que
podría ser Von Wernich.
Por Francisco Martínez y Vanina Wiman (Secretaría de Prensa)
LA PLATA (03ago05).-
Una mujer que estuvo secuestrada en el Destacamento de Arana durante la última
dictadura declaró ante la Cámara Federal que en esa dependencia policial los
prisioneros ilegales escuchaban por la radio las listas de hábeas corpus que la
Policía emitía por orden de la Justicia.
"Pasaban (por la radio policial) las listas de hábeas corpus realizados,
incluso, por algunos de los que estaban ahí adentro", expresó Zulema Leira, hoy
una jubilada de 62 años, que estuvo desaparecida durante la dictadura.
El dato, que ya había sido aportado en 2000 por la sobreviviente María Cristina
Gioglio, revela cómo funcionaba la Policía bonaerense en esa época, aparentando
una legalidad en el tratamiento de los detenidos que terminaba siendo
absolutamente ficticia.
Es que las familias de las personas secuestradas realizaban hábeas corpus para
pedir la liberación o para saber qué había pasado con su ser querido
desaparecido. La Justicia los rechazaba, supuestamente en base a informes de la
Policía, pero en el caso de Arana los propios oficiales custodiaban a los
secuestrados y sus jefes respondían en forma negativa las solicitudes de
búsqueda.
Leira contó que fue secuestrada el 6 de diciembre de 1977 en una casa de la
localidad de Villa España, en el partido de Florencio Varela (sur del Gran
Buenos Aires). En ese momento, estaba junto a Raúl Bonafini y Helda Viviani, a
quienes también secuestró una patota de civil que rodeó la manzana.
"A mí me llevaron descalza", recordó la sobreviviente. Y agregó: "Ese mismo día
se llevaron a María Cristina Gioglio, su marido y dos personas más. Nos
encontramos todos en Arana".
Señaló que en un primer momento los alojaron durante dos días en una dependencia
policial que podría ser el "Pozo de Quilmes". Esto lo averiguaron porque Viviani
tuvo una crisis de asma y supo que la llevaron al hospital de esa localidad.
El resto del tiempo en cautiverio, Leira lo compartió con otros detenidos en el
Destacamento de Arana. Allí fue torturada con picana eléctrica, y castigada a
golpes por un grupo de hombres que siempre venía "de la Brigada de
Investigaciones" a interrogar a los prisioneros.
"Ellos traían gente atada. A mí, mientras me torturaban con picana, transcribían
lo que decía a máquina", evocó Leira. Añadió que, días después, "un sacerdote
vino con una carpeta y me hizo preguntas que sacaba de esa declaración".
El sacerdote podría ser Christian Von Wernich, ya que la sobreviviente María
Cristina Bustamante, que compartió el cautiverio en esa época con Leira, declaró
que fue ese cura el que la interrogó en Arana.
Hoy, Leira observó la foto del legajo policial de Von Wernich y dijo: "Podría
ser. Es muy parecido". Lo recordó "alto, pelado y de nariz aguileña".
La testigo tuvo muy buena memoria para recordar los nombres de los policías que
custodiaban a los prisioneros y nombró al menos a ocho de ellos.
Recordó especialmente a Roberto Grillo, quien está acusado de ser el oficial
encargado de quemar cuerpos de prisioneros asesinados. "Grillo dijo que no
quería comer asado porque el sólo sentir olor a carne quemada le hacía mal",
recordó Leira.
El silencio de la Iglesia
En tanto, Ramón De la Rosa declaró sobre la desaparición de su hermana Elena,
una médica pediatra secuestrada en Banfield, el 18 de septiembre de 1976. Cinco
días antes había sido detenido su compañero, Mario Díaz. La pareja había tenido
un bebé poco antes de ser secuestrada.
Se sabe por el testimonio de dos sobrevivientes, Cristina Comandé y Elena Corbin,
que Elena De la Rosa estuvo secuestrada en el centro clandestino conocido como "El
Banco", desde su detención hasta, por lo menos, el 28 de octubre de 1976. Luego,
fue trasladada al "Vesubio", en donde fue vista junto a Mario Díaz en enero de
1977.
Cristina Comandé, quien declaró en el Juicio en junio pasado (ver audiencia del
9 de Junio de 2004), se acercó a la familia de la desaparecida, y le contó que
en "El Banco" Elena y su marido fueron torturados.
Hoy, el hermano de la desaparecida contó las numerosas gestiones que inició en
diversos ámbitos para dar con el paradero de su hermana. "De tanto golpear
puertas, uno terminó golpeando puertas en cualquier lado", expresó.
A principios de 1977, se dirigió a la Nunciatura Apostólica de Buenos Aires. "Me
atendió un secretario, y mencionó un pacto de silencio con las fuerzas armadas.
Me dijo: «si yo le digo algo, el general (Jorge Rafael) Videla me hace
desaparecer también»", señaló De la Rosa. "Parece que (la Nunciatura) se
comprometió a ocultar todo, como si fuese un juramento sagrado", subrayó.
Gracias a la gestión de un conocido, De la Rosa se entrevistó también con un
secretario del entonces gobernador de facto de la provincia de Buenos Aires, el
general Ibérico Saint Jean. El funcionario, cuyo nombre nunca supo, no quiso
atender personalmente al hermano de la desaparecida, y le dijo al amigo que lo
acompañó: "Decile que se dedique a cuidar el chico, porque sino va a ser un
desaparecido más".
A fines de 1977, De la Rosa acudió en busca de ayuda a un cura de nombre Juan
Carlos, por entonces párroco de la iglesia "Cristo Rey", en Temperley, a quien
conocía. "Me dijo: «de tu hermana olvidate, dedicate a criar a su hijo. Tu
hermana está desaparecida y no va a aparecer»", recordó el testigo. Y añadió:
"Me dijo que esa era la metodología que usaban las fuerzas armadas, y que sólo
se salvaban las personas 'ideológicamente rescatables'. Se ve que información
tenía, lo que no sé es de dónde la sacaba".
También se encontró con negativas al entrevistarse con el entonces obispo de
Lomas de Zamora, monseñor Polino. "Mayor desilusión no pude tener -contó el
testigo-. Le conté la historia de mi hermana y puso en duda lo que le estaba
diciendo. Me preguntó: «¿Usted no escuchó al general Videla en Venezuela, cuando
dijo que los desaparecidos eran una mentira?»".
De la Rosa aseguró que en varias oportunidades lo contactaron personas que le
pidieron dinero a cambio de información sobre su hermana desaparecida. "De esos
ya me tocaron dos o tres, pero nunca me dieron datos concretos", señaló.
Asesinado en un "enfrentamiento"
Por último, declaró Graciela Beatriz Lahitte, sobre el secuestro de sus dos
hermanos, Carlos Luis y Silvio Pedro. Carlos estuvo en cautiverio en el centro
clandestino "La Cacha", en Lisandro Olmos, y en 1978 fue asesinado junto a Laura
Carlotto, en un operativo disfrazado de "enfrentamiento con las fuerzas
armadas". Su hermano Silvio está desaparecido desde su secuestro en mayo de
1977.
La testigo contó hoy que Carlos ya había estado detenido a disposición del Poder
Ejecutivo Nacional durante dos años. El joven fue detenido en 1975, pasó por la
cárcel de Devoto y la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, y fue liberado el 18 de
noviembre de 1976. Al poco tiempo de su liberación, el 3 de marzo de 1977, fue
nuevamente secuestrado de su domicilio, en Capital Federal.
Graciela Lahitte supo, a través del relato del portero del edificio, que ese día
vino a detenerlo un grupo de personas de civil pertenecientes a la Policía
Federal y al Ejército, y que ya traían secuestrada a una joven, Blanca Estela
Angaloza, pariente de la familia Lahitte. Angaloza también permanece
desaparecida.
La testigo relató las gestiones que inició junto a su otro hermano, Silvio
Pedro, para averiguar el destino de Carlos. El 27 de marzo se entrevistaron con
un abogado, Hernán González, a quien conocían de la parroquia "Santa Julia".
"González trabajaba en el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) bajo el
nombre de «Horacio Giménez»", reveló Lahitte, y agregó: "Lo único que me
aconsejó fue que lo denunciara a Silvio Pedro, porque por sus ideas era 'peligroso'.
Silvio fue secuestrado el 12 de mayo, gracias a ese 'amigo'".
Según contó hoy la testigo, "luego apareció en los periódicos que «Horacio
Giménez» tenía relación con el grupo de Francia conectado con (el almirante
Emilio Eduardo) Massera".
Lahitte nunca tuvo datos sobre el paradero de Silvio. Sobre lo ocurrido con
Carlos, pudo reconstruir su historia gracias al relato de los sobrevivientes
Alcira Ríos y Luis Córdoba, que compartieron el cautiverio con él y con Laura
Carlotto en "La Cacha". "Ellos contaron que el 25 de agosto los dos fueron
sacados con la falsa excusa de que iban a ser liberados", indicó Graciela
Lahitte.
Los cuerpos de Laura y Carlos aparecieron dos días después, muertos a raíz de un
supuesto enfrentamiento armado con las fuerzas de seguridad. Sus cuerpos fueron
enterrados como NN en el Cementerio de General Villegas. "A mí me informaron de
la muerte de Carlos recién en 1980", señaló Lahitte.
En diciembre de 1988, esas tumbas fueron exhumadas por el Equipo Argentino de
Antropología Forense. Allí se identificaron los cuerpos, que fueron entregados a
sus familias diez años después de los asesinatos.
Participantes
De las audiencias de hoy participaron los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio
Reboredo; en representación del Ministerio Público Fiscal, Hernán Schapiro; los
abogados de la APDH La Plata, Jaime Glüzmann y Alicia Peralta; y el abogado de
la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Emanuel Lovelli.
Página Inicial del Juicio por la Verdad
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