Miércoles 3 de Agosto de 2005

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

"Pasaban por la radio policial las listas de habeas corpus y algunos estaban adentro". 
Lo dijo una mujer que estuvo secuestrada en el Destacamento de Arana. Allí la torturaron con picana eléctrica y recibió la visita de un sacerdote que podría ser Von Wernich.


Por Francisco Martínez y Vanina Wiman (Secretaría de Prensa) 

 

LA PLATA (03ago05).- Una mujer que estuvo secuestrada en el Destacamento de Arana durante la última dictadura declaró ante la Cámara Federal que en esa dependencia policial los prisioneros ilegales escuchaban por la radio las listas de hábeas corpus que la Policía emitía por orden de la Justicia.

"Pasaban (por la radio policial) las listas de hábeas corpus realizados, incluso, por algunos de los que estaban ahí adentro", expresó Zulema Leira, hoy una jubilada de 62 años, que estuvo desaparecida durante la dictadura.

El dato, que ya había sido aportado en 2000 por la sobreviviente María Cristina Gioglio, revela cómo funcionaba la Policía bonaerense en esa época, aparentando una legalidad en el tratamiento de los detenidos que terminaba siendo absolutamente ficticia.

Es que las familias de las personas secuestradas realizaban hábeas corpus para pedir la liberación o para saber qué había pasado con su ser querido desaparecido. La Justicia los rechazaba, supuestamente en base a informes de la Policía, pero en el caso de Arana los propios oficiales custodiaban a los secuestrados y sus jefes respondían en forma negativa las solicitudes de búsqueda.

Leira contó que fue secuestrada el 6 de diciembre de 1977 en una casa de la localidad de Villa España, en el partido de Florencio Varela (sur del Gran Buenos Aires). En ese momento, estaba junto a Raúl Bonafini y Helda Viviani, a quienes también secuestró una patota de civil que rodeó la manzana.

"A mí me llevaron descalza", recordó la sobreviviente. Y agregó: "Ese mismo día se llevaron a María Cristina Gioglio, su marido y dos personas más. Nos encontramos todos en Arana".

Señaló que en un primer momento los alojaron durante dos días en una dependencia policial que podría ser el "Pozo de Quilmes". Esto lo averiguaron porque Viviani tuvo una crisis de asma y supo que la llevaron al hospital de esa localidad.

El resto del tiempo en cautiverio, Leira lo compartió con otros detenidos en el Destacamento de Arana. Allí fue torturada con picana eléctrica, y castigada a golpes por un grupo de hombres que siempre venía "de la Brigada de Investigaciones" a interrogar a los prisioneros.

"Ellos traían gente atada. A mí, mientras me torturaban con picana, transcribían lo que decía a máquina", evocó Leira. Añadió que, días después, "un sacerdote vino con una carpeta y me hizo preguntas que sacaba de esa declaración".

El sacerdote podría ser Christian Von Wernich, ya que la sobreviviente María Cristina Bustamante, que compartió el cautiverio en esa época con Leira, declaró que fue ese cura el que la interrogó en Arana.

Hoy, Leira observó la foto del legajo policial de Von Wernich y dijo: "Podría ser. Es muy parecido". Lo recordó "alto, pelado y de nariz aguileña".

La testigo tuvo muy buena memoria para recordar los nombres de los policías que custodiaban a los prisioneros y nombró al menos a ocho de ellos.

Recordó especialmente a Roberto Grillo, quien está acusado de ser el oficial encargado de quemar cuerpos de prisioneros asesinados. "Grillo dijo que no quería comer asado porque el sólo sentir olor a carne quemada le hacía mal", recordó Leira.



El silencio de la Iglesia

En tanto, Ramón De la Rosa declaró sobre la desaparición de su hermana Elena, una médica pediatra secuestrada en Banfield, el 18 de septiembre de 1976. Cinco días antes había sido detenido su compañero, Mario Díaz. La pareja había tenido un bebé poco antes de ser secuestrada.

Se sabe por el testimonio de dos sobrevivientes, Cristina Comandé y Elena Corbin, que Elena De la Rosa estuvo secuestrada en el centro clandestino conocido como "El Banco", desde su detención hasta, por lo menos, el 28 de octubre de 1976. Luego, fue trasladada al "Vesubio", en donde fue vista junto a Mario Díaz en enero de 1977.

Cristina Comandé, quien declaró en el Juicio en junio pasado (ver audiencia del 9 de Junio de 2004), se acercó a la familia de la desaparecida, y le contó que en "El Banco" Elena y su marido fueron torturados.

Hoy, el hermano de la desaparecida contó las numerosas gestiones que inició en diversos ámbitos para dar con el paradero de su hermana. "De tanto golpear puertas, uno terminó golpeando puertas en cualquier lado", expresó.

A principios de 1977, se dirigió a la Nunciatura Apostólica de Buenos Aires. "Me atendió un secretario, y mencionó un pacto de silencio con las fuerzas armadas. Me dijo: «si yo le digo algo, el general (Jorge Rafael) Videla me hace desaparecer también»", señaló De la Rosa. "Parece que (la Nunciatura) se comprometió a ocultar todo, como si fuese un juramento sagrado", subrayó.

Gracias a la gestión de un conocido, De la Rosa se entrevistó también con un secretario del entonces gobernador de facto de la provincia de Buenos Aires, el general Ibérico Saint Jean. El funcionario, cuyo nombre nunca supo, no quiso atender personalmente al hermano de la desaparecida, y le dijo al amigo que lo acompañó: "Decile que se dedique a cuidar el chico, porque sino va a ser un desaparecido más".

A fines de 1977, De la Rosa acudió en busca de ayuda a un cura de nombre Juan Carlos, por entonces párroco de la iglesia "Cristo Rey", en Temperley, a quien conocía. "Me dijo: «de tu hermana olvidate, dedicate a criar a su hijo. Tu hermana está desaparecida y no va a aparecer»", recordó el testigo. Y añadió: "Me dijo que esa era la metodología que usaban las fuerzas armadas, y que sólo se salvaban las personas 'ideológicamente rescatables'. Se ve que información tenía, lo que no sé es de dónde la sacaba".

También se encontró con negativas al entrevistarse con el entonces obispo de Lomas de Zamora, monseñor Polino. "Mayor desilusión no pude tener -contó el testigo-. Le conté la historia de mi hermana y puso en duda lo que le estaba diciendo. Me preguntó: «¿Usted no escuchó al general Videla en Venezuela, cuando dijo que los desaparecidos eran una mentira?»".

De la Rosa aseguró que en varias oportunidades lo contactaron personas que le pidieron dinero a cambio de información sobre su hermana desaparecida. "De esos ya me tocaron dos o tres, pero nunca me dieron datos concretos", señaló.



Asesinado en un "enfrentamiento"

Por último, declaró Graciela Beatriz Lahitte, sobre el secuestro de sus dos hermanos, Carlos Luis y Silvio Pedro. Carlos estuvo en cautiverio en el centro clandestino "La Cacha", en Lisandro Olmos, y en 1978 fue asesinado junto a Laura Carlotto, en un operativo disfrazado de "enfrentamiento con las fuerzas armadas". Su hermano Silvio está desaparecido desde su secuestro en mayo de 1977.

La testigo contó hoy que Carlos ya había estado detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional durante dos años. El joven fue detenido en 1975, pasó por la cárcel de Devoto y la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, y fue liberado el 18 de noviembre de 1976. Al poco tiempo de su liberación, el 3 de marzo de 1977, fue nuevamente secuestrado de su domicilio, en Capital Federal.

Graciela Lahitte supo, a través del relato del portero del edificio, que ese día vino a detenerlo un grupo de personas de civil pertenecientes a la Policía Federal y al Ejército, y que ya traían secuestrada a una joven, Blanca Estela Angaloza, pariente de la familia Lahitte. Angaloza también permanece desaparecida.

La testigo relató las gestiones que inició junto a su otro hermano, Silvio Pedro, para averiguar el destino de Carlos. El 27 de marzo se entrevistaron con un abogado, Hernán González, a quien conocían de la parroquia "Santa Julia". "González trabajaba en el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) bajo el nombre de «Horacio Giménez»", reveló Lahitte, y agregó: "Lo único que me aconsejó fue que lo denunciara a Silvio Pedro, porque por sus ideas era 'peligroso'. Silvio fue secuestrado el 12 de mayo, gracias a ese 'amigo'".

Según contó hoy la testigo, "luego apareció en los periódicos que «Horacio Giménez» tenía relación con el grupo de Francia conectado con (el almirante Emilio Eduardo) Massera".

Lahitte nunca tuvo datos sobre el paradero de Silvio. Sobre lo ocurrido con Carlos, pudo reconstruir su historia gracias al relato de los sobrevivientes Alcira Ríos y Luis Córdoba, que compartieron el cautiverio con él y con Laura Carlotto en "La Cacha". "Ellos contaron que el 25 de agosto los dos fueron sacados con la falsa excusa de que iban a ser liberados", indicó Graciela Lahitte.

Los cuerpos de Laura y Carlos aparecieron dos días después, muertos a raíz de un supuesto enfrentamiento armado con las fuerzas de seguridad. Sus cuerpos fueron enterrados como NN en el Cementerio de General Villegas. "A mí me informaron de la muerte de Carlos recién en 1980", señaló Lahitte.

En diciembre de 1988, esas tumbas fueron exhumadas por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Allí se identificaron los cuerpos, que fueron entregados a sus familias diez años después de los asesinatos.



Participantes

De las audiencias de hoy participaron los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio Reboredo; en representación del Ministerio Público Fiscal, Hernán Schapiro; los abogados de la APDH La Plata, Jaime Glüzmann y Alicia Peralta; y el abogado de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Emanuel Lovelli. 


  

 

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