Miércoles 17 de Agosto de 2005

Informe de Prensa de la APDH La Plata - Juicio por la Verdad

 

 

Un ex policía dijo sentirse "orgulloso" de haber participado en un operativo represivo. 
Se trata de Pedro Alberto Zeballos, quien fue chofer del represor Etchecolatz durante 1976. La Cámara había pedido su captura en junio pasado, por no presentarse a testimoniar. Se sospecha que estuvo presente en el ataque a la casa Mariani-Teruggi y que podría tener datos del paradero actual de Clara Anahí Mariani.


Por Vanina Wiman y Francisco Martínez (Secretaría de Prensa) 

 

LLA PLATA (17ago05).- El policía retirado Pedro Alberto Zeballos declaró hoy ante la Cámara Federal que está "orgulloso" de haber participado en procedimientos represivos durante la dictadura. El efectivo era el chofer del Director de Investigaciones de la Policía provincial, Miguel Osvaldo Etchecolatz, uno de los represores que coordinó el operativo en el que desapareció Clara Anahí Mariani y fueron asesinadas cuatro personas, el 24 de noviembre de 1976.

El interrogatorio giró en torno a la participación de Zeballos en ese procedimiento, que tuvo lugar en una casa ubicada en calle 30, entre 55 y 56. El ex policía se mostró en todo momento reticente para dar información al respecto —"no sé si estuve o no estuve, no recuerdo, pasaron 29 años", repitió varias veces—, pero destacó otro episodio "contra la subversión" en el que participó: "Me siento orgulloso del procedimiento que hicimos ese día, porque a mí me arrojaron dos granadas, y eso está comprobado", dijo con tono desafiante.

Zeballos ya había admitido su actuación en ese operativo cuando declaró en la causa Camps, en los '80. En aquella oportunidad había sido más descriptivo: recordó que durante el procedimiento se "abatió a un delincuente subversivo. Después nos enteramos que era un teniente del ERP que nos arrojó dos granadas (...). Después que lo abatimos, vino el Ejército y se hizo cargo del cuerpo".

Hoy, aunque demostró una notable memoria sobre datos menores, esquivó las preguntas centrales apelando a su supuesta dificultad para recordar. Admitió que "durante 10 meses" fue chofer del ex director de Investigaciones de la Policía bonaerense, Miguel Etchecolatz, pero no pudo precisar si había participado o no del ataque a la casa Mariani-Teruggi. "Ese día no me acuerdo si lo habré llevado o no", arguyó, y dijo que se enteró de ese procedimiento durante la audiencia de hoy.

Además, aseguró no recordar quienes fueron sus jefes, ni cuál fue el operativo por el que recibió una felicitación policial y un ascenso "por méritos extraordinarios" tan sólo cuatro días después del episodio de calle 30. "En esa época, cuando uno estaba de guardia, siempre había problemas como estos", se atajó, y dijo que debía haber sido "por el procedimiento ese en el que me tiraron una granada".

El juez Leopoldo Schiffrin calificó la actitud de Zeballos como "poco cooperativa y con falta de colaboración" y consideró que el ex policía contribuyó con su reticencia "a la construcción del muro de silencio" que existe alrededor de esta investigación. "Ustedes sumen a la institución policial en la deshonra más espantosa. Me da vergüenza cívica", sentenció el magistrado.

Cada vez que los jueces, la Fiscalía y el abogado de la familia Mariani le hicieron notar las contradicciones y marcadas reticencias en las que cayó a lo largo de su testimonio, el ex policía, para sorpresa del público, se rió. "Es que uno no se puede acordar, no es que esté mintiendo", se defendió.

Zeballos también fue interrogado sobre su relación con otros represores. Respecto de Hugo Guallama —otro chofer de Etchecolatz que actualmente se encuentra procesado y detenido por su responsabilidad en los homicidios perpetrados en calle 30—, el testigo dijo que lo conocía y que después de la dictadura habían trabajado juntos en el frigorífico Gorina, gracias a su amigo en común, el policía Norberto Cozzani.

Cozzani —quien actualmente cumple condena en el marco de la causa Camps por su actuación como torturador— es un amigo cercano de Zeballos. Hoy, el ex policía admitió que en el último año fue varias veces a visitarlo al penal de Marcos Paz "para llevarle cosas, porque no tiene familia".

De hecho, cuando Zeballos declaró en la causa Camps en los '80, lo hizo a pedido de la defensa del represor. En aquella oportunidad, el ex chofer policial dijo a los jueces de la Cámara Federal de Buenos Aires: "Todos los compañeros que conocimos al cabo primero Norberto Cozzani nos sentimos orgullosos porque pensamos que él está defendiendo a los suboficiales de la Policía de la Provincia".

Hoy, contó Zeballos también que suele encontrarse con Patricio Camps, el hijo del Jefe de Policía durante la dictadura, Ramón Camps: "Es que tiene una parrilla en Recoleta, y cuando voy de vez en cuando a tomar un café, nos vemos".

Tanto la Fiscalía como el representante de la familia Mariani, Alejo Ramos Padilla, pidieron que una copia del testimonio del ex policía Zeballos sea remitida con urgencia a los fiscales, para que evalúen la declaración y, eventualmente, formulen una denuncia contra Zeballos por falso testimonio.

Ramos Padilla remarcó que "hay dos personas que señalan a Zeballos como la persona que conoce el paradero de Clara Anahí" y que el ex policía "forma parte del círculo íntimo de quienes fueron responsables" del ataque a la casa Mariani-Teruggi.

Además, recordó las numerosas oportunidades en que Zeballos fue citado a declarar en el Juicio y no concurrió, lo que condujo a que en junio pasado la Cámara librara un pedido de captura en su contra. "Su propio hermano dijo que no lo veía hacía mucho y que creía que se había ido del país porque lo estaban buscando 'por una causa muy pesada'. Nos costó mucho trabajo encontrarlo", subrayó el abogado de la familia Mariani.

"Yo no le creo"

En la audiencia del ex policía Zeballos estuvo presente María Isabel Chorobik de Mariani, la abuela de la desaparecida Clara Anahí Mariani, junto a su abogado.

Hacia el final del testimonio, Chorobik pidió a los jueces si podía acercarse a Zeballos: "Yo casi no veo y no distingo su rostro, quisiera verlo de cerca para ver si puedo reconocerlo".

El testigo se acercó a ella, y se miraron durante unos segundos. En ese momento, la Abuela le habló: "Le pido que diga la verdad sobre mi nieta. Usted sabe". Zeballos sólo atinó a hacerle un gesto con las manos, mostrándole las palmas: "Yo no sé nada, qué quiere que le diga. Para qué le voy a mentir".

El juez Schiffrin pidió a Chorobik que repitiera al micrófono el contenido de ese diálogo, que se había dado casi en voz baja. "Le pedí que me diga la verdad sobre mi nieta, y me dijo que no sabía nada —dijo la Abuela—. Yo no lo creo, pero eso es lo que dijo".



Cuatro años en la Unidad 9

En tanto, también declaró el actual director de Población Carcelaria del Ministerio de Justicia bonaerense, Juan Scatolini, quien estuvo detenido ilegalmente durante más de cuatro años en la última dictadura cívico-militar.

El funcionario relató que el 11 de abril de 1976 se encontró con un operativo militar cuando regresaba a su departamento, en el que vivía junto a su esposa y un hijo de un año, en la zona de calle 14 entre 44 y 45 de La Plata.

Scatolini aseguró que los militares fueron a secuestrarlo con un "amplio despliegue, que incluía formaciones apuntando al edificio". Añadió que una de las personas que participó del operativo le preguntó por qué tenía unos ejemplares de la revista Cuestionario, de Rodolfo Terragno. "Porque se venden en los kioscos", fue la respuesta de Scatolini.

El ex detenido relacionó su secuestro y posterior detención bajo el Poder Ejecutivo Nacional con su actividad como asistente social en un grupo de personas que intentó reformar en los '70 el entonces Servicio Correccional de la Provincia de Buenos Aires. "A mí me decían que yo era una especie de rehén del Servicio Penitenciario", graficó, al recordar su cautiverio.

Scatolini reseñó que, junto a su esposa, Mirta Alcuas, lo llevaron secuestrado al centro clandestino que funcionó en el Cuerpo de Infantería de la Policía provincial, en 1 y 60. Su mujer fue liberada tres días después.

"Ahí siempre estuvimos esposados a la cama y vendados. Luego de una noche, nos subieron a un camión y nos cargaron como bolsas de papa", afirmó el testigo. Fue entonces cuando lo llevaron a torturar a otro centro clandestino, que por las descripciones que hizo podría ser el Destacamento de Arana.

Scatolini indicó que en el interrogatorio con picana eléctrica "me preguntaban si conocía a (Juan Domingo) «Bocha» Plaza. Yo sólo lo vi una vez, durante un cumpleaños", declaró. Este joven, que está desaparecido, era el sobrino del entonces arzobispo de La Plata, monseñor Antonio Plaza.

"En la tortura también me preguntaban por mi participación en alguna organización y sobre las 'columnas' de Montoneros. Yo no sabía los nombres y los inventé", agregó.

El sobreviviente dijo que entre las voces de los torturadores reconoció a un empleado de la Unidad Penal 10 de Melchor Romero, de apellido Astro, de quien cree que ya está fallecido.

También señaló al sargento Avellaneda, quien se identificó como tal cuando Scatolini estaba secuestrado en Infantería. Esa persona tenía poder de decisión sobre su destino, ya que en una oportunidad lo intimó a firmar su supuesta declaración bajo tortura y, como Scatolini se negó, le advirtió: "Te mando con los marinos".

Mientras estaba en ese centro clandestino, un oficial de apellido Gómez le dijo: "A vos te torturó gente del Servicio Penitenciario". Durante su testimonio, Scatolini identificó a dos de ellos: Isaac Miranda y Héctor "el Oso" Acuña, conocido represor de "La Cacha".

El 10 de mayo de 1976, Juan Scatolini fue trasladado a la Unidad 9 de La Plata. "Allí me encontré con algunos muchachos que estaban en 1 y 60", relató.

En consonancia con otros ex detenidos que declararon en el Juicio, el testigo señaló que el 13 de diciembre de 1976 se produjo un cambio notable en la cárcel, con la asunción del prefecto Abel David Dupuy.

"Empezó un régimen muy estricto de detención. Nos daban sólo una hora de patio a la mañana y otra a la tarde", recordó.

Ese mismo día hicieron una requisa en la celda. "Cuando volvimos, nos habían saqueado. No había ni frazadas, ni libros, y nos mezclaron la yerba con el dulce de leche", reseñó.

Antes de que eso pasara, un grupo de civiles de pelo largo que estaban en el patio comenzó a golpear a los presos que eran obligados a circular en fila. Entre esos golpeadores, Scatolini reconoció a Acuña.

El ex detenido afirmó que supo "por comentarios" del asesinato de Dardo Cabo y otros presos, ocurrido en 1977. Dijo que, en esa oportunidad, los detenidos le pidieron a un sacerdote que estaba detenido en la U9, Elías Muse, que intercediera. "Quedáte piola, porque sino te vamos a llevar a vos", le contestaron los represores al cura.

Tiempo después, se enteraron que Cabo y Mario Rapaport, Angel Georgiadis y Rufino Pirles fueron asesinados.

"Habría que analizar cuál fue la función de (la Dirección de) Seguridad del Servicio Correccional. Si bien estaban, junto a otros grupos, bajo el Area 113, había sectores que tenían autonomía", analizó el testigo.

En otro tramo de su testimonio, Scatolini recordó que su esposa concurría al Primer Cuerpo del Ejército mientras él estaba detenido. "Ahí le dijeron que había penas estipuladas para los que no tenían causa y estaban bajo el PEN. Le dijeron que yo iba a estar preso cuatro años y eso fue lo que estuve".

Luego de ser liberado de la Unidad 9, estuvo bajo un régimen de libertad vigilada. Tiempo después, lo citaron en la comisaría 2° de La Plata. El represor Luis Héctor Vides lo recibió y le advirtió: "Para usted, no hay más cárcel". Acto seguido, le hizo un ademán de gatillar una pistola, y agregó: "No escriba ni 'Viva Perón' con tiza en el baño de su casa".


Declaró por primera vez

Por último, prestó testimonio el sobreviviente Fernando Daniel Martinicorena, quien fue secuestrado el 22 de abril de 1977 y estuvo en cautiverio durante tres días en dos lugares que no pudo identificar.

"Fueron a mi casa en City Bell y me llevaron, pero no sé en dónde estuve", relató hoy el testigo, y contó que el primer lugar al que lo trasladaron "era como un garage y había mucho olor a nafta". En ese sitio, escuchó que a la celda entró una mujer que lo identificó en voz alta. "Era una chica, Mariel, que estudiaba Medicina y fue supuestamente a reconocerme —rememoró el ex detenido—. Le dijo a alguien: 'Ah, este militaba en alguna época'".

Este dato podría indicar que el lugar en el que Martinicorena se encontraba era la Brigada de Investigaciones o el centro clandestino conocido como "La Cacha", pues varios ex detenidos identificaron con el apodo de "Mariel" a una prisionera clandestina "quebrada" —hoy desaparecida—, que actuaba como colaboradora de los represores en esos dos campos de concentración.

Martinicorena fue trasladado luego a otro lugar, en el que fue torturado con picana eléctrica. "Era una celda muy chiquita, y estuve todo el tiempo vendado". Hoy, el sobreviviente declaró por primera vez ante la Justicia sobre su secuestro.


Participantes

De las audiencias de hoy participaron los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio Reboredo; en representación del Ministerio Público Fiscal, Hernán Schapiro; los abogados de la APDH La Plata, Jaime Glüzmann y Alicia Peralta; el abogado de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Emanuel Lovelli; y el representante de la familia Mariani, Alejo Ramos Padilla. 


  

 

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