Un ex policía dijo sentirse "orgulloso" de
haber participado en un operativo represivo.
Se trata de Pedro Alberto Zeballos, quien fue chofer del represor
Etchecolatz durante 1976. La Cámara había pedido su captura en junio pasado, por
no presentarse a testimoniar. Se sospecha que estuvo presente en el ataque a la
casa Mariani-Teruggi y que podría tener datos del paradero actual de Clara Anahí
Mariani.
Por Vanina Wiman y Francisco Martínez (Secretaría de Prensa)
LLA PLATA (17ago05).-
El policía retirado Pedro Alberto Zeballos declaró hoy ante la Cámara Federal
que está "orgulloso" de haber participado en procedimientos represivos durante
la dictadura. El efectivo era el chofer del Director de Investigaciones de la
Policía provincial, Miguel Osvaldo Etchecolatz, uno de los represores que
coordinó el operativo en el que desapareció Clara Anahí Mariani y fueron
asesinadas cuatro personas, el 24 de noviembre de 1976.
El interrogatorio giró en torno a la participación de Zeballos en ese
procedimiento, que tuvo lugar en una casa ubicada en calle 30, entre 55 y 56. El
ex policía se mostró en todo momento reticente para dar información al respecto
—"no sé si estuve o no estuve, no recuerdo, pasaron 29 años", repitió varias
veces—, pero destacó otro episodio "contra la subversión" en el que participó:
"Me siento orgulloso del procedimiento que hicimos ese día, porque a mí me
arrojaron dos granadas, y eso está comprobado", dijo con tono desafiante.
Zeballos ya había admitido su actuación en ese operativo cuando declaró en la
causa Camps, en los '80. En aquella oportunidad había sido más descriptivo:
recordó que durante el procedimiento se "abatió a un delincuente subversivo.
Después nos enteramos que era un teniente del ERP que nos arrojó dos granadas
(...). Después que lo abatimos, vino el Ejército y se hizo cargo del cuerpo".
Hoy, aunque demostró una notable memoria sobre datos menores, esquivó las
preguntas centrales apelando a su supuesta dificultad para recordar. Admitió que
"durante 10 meses" fue chofer del ex director de Investigaciones de la Policía
bonaerense, Miguel Etchecolatz, pero no pudo precisar si había participado o no
del ataque a la casa Mariani-Teruggi. "Ese día no me acuerdo si lo habré llevado
o no", arguyó, y dijo que se enteró de ese procedimiento durante la audiencia de
hoy.
Además, aseguró no recordar quienes fueron sus jefes, ni cuál fue el operativo
por el que recibió una felicitación policial y un ascenso "por méritos
extraordinarios" tan sólo cuatro días después del episodio de calle 30. "En esa
época, cuando uno estaba de guardia, siempre había problemas como estos", se
atajó, y dijo que debía haber sido "por el procedimiento ese en el que me
tiraron una granada".
El juez Leopoldo Schiffrin calificó la actitud de Zeballos como "poco
cooperativa y con falta de colaboración" y consideró que el ex policía
contribuyó con su reticencia "a la construcción del muro de silencio" que existe
alrededor de esta investigación. "Ustedes sumen a la institución policial en la
deshonra más espantosa. Me da vergüenza cívica", sentenció el magistrado.
Cada vez que los jueces, la Fiscalía y el abogado de la familia Mariani le
hicieron notar las contradicciones y marcadas reticencias en las que cayó a lo
largo de su testimonio, el ex policía, para sorpresa del público, se rió. "Es
que uno no se puede acordar, no es que esté mintiendo", se defendió.
Zeballos también fue interrogado sobre su relación con otros represores.
Respecto de Hugo Guallama —otro chofer de Etchecolatz que actualmente se
encuentra procesado y detenido por su responsabilidad en los homicidios
perpetrados en calle 30—, el testigo dijo que lo conocía y que después de la
dictadura habían trabajado juntos en el frigorífico Gorina, gracias a su amigo
en común, el policía Norberto Cozzani.
Cozzani —quien actualmente cumple condena en el marco de la causa Camps por su
actuación como torturador— es un amigo cercano de Zeballos. Hoy, el ex policía
admitió que en el último año fue varias veces a visitarlo al penal de Marcos Paz
"para llevarle cosas, porque no tiene familia".
De hecho, cuando Zeballos declaró en la causa Camps en los '80, lo hizo a pedido
de la defensa del represor. En aquella oportunidad, el ex chofer policial dijo a
los jueces de la Cámara Federal de Buenos Aires: "Todos los compañeros que
conocimos al cabo primero Norberto Cozzani nos sentimos orgullosos porque
pensamos que él está defendiendo a los suboficiales de la Policía de la
Provincia".
Hoy, contó Zeballos también que suele encontrarse con Patricio Camps, el hijo
del Jefe de Policía durante la dictadura, Ramón Camps: "Es que tiene una
parrilla en Recoleta, y cuando voy de vez en cuando a tomar un café, nos vemos".
Tanto la Fiscalía como el representante de la familia Mariani, Alejo Ramos
Padilla, pidieron que una copia del testimonio del ex policía Zeballos sea
remitida con urgencia a los fiscales, para que evalúen la declaración y,
eventualmente, formulen una denuncia contra Zeballos por falso testimonio.
Ramos Padilla remarcó que "hay dos personas que señalan a Zeballos como la
persona que conoce el paradero de Clara Anahí" y que el ex policía "forma parte
del círculo íntimo de quienes fueron responsables" del ataque a la casa
Mariani-Teruggi.
Además, recordó las numerosas oportunidades en que Zeballos fue citado a
declarar en el Juicio y no concurrió, lo que condujo a que en junio pasado la
Cámara librara un pedido de captura en su contra. "Su propio hermano dijo que no
lo veía hacía mucho y que creía que se había ido del país porque lo estaban
buscando 'por una causa muy pesada'. Nos costó mucho trabajo encontrarlo",
subrayó el abogado de la familia Mariani.
"Yo no le creo"
En la audiencia del ex policía Zeballos estuvo presente María Isabel Chorobik de
Mariani, la abuela de la desaparecida Clara Anahí Mariani, junto a su abogado.
Hacia el final del testimonio, Chorobik pidió a los jueces si podía acercarse a
Zeballos: "Yo casi no veo y no distingo su rostro, quisiera verlo de cerca para
ver si puedo reconocerlo".
El testigo se acercó a ella, y se miraron durante unos segundos. En ese momento,
la Abuela le habló: "Le pido que diga la verdad sobre mi nieta. Usted sabe".
Zeballos sólo atinó a hacerle un gesto con las manos, mostrándole las palmas: "Yo
no sé nada, qué quiere que le diga. Para qué le voy a mentir".
El juez Schiffrin pidió a Chorobik que repitiera al micrófono el contenido de
ese diálogo, que se había dado casi en voz baja. "Le pedí que me diga la verdad
sobre mi nieta, y me dijo que no sabía nada —dijo la Abuela—. Yo no lo creo,
pero eso es lo que dijo".
Cuatro años en la Unidad 9
En tanto, también declaró el actual director de Población Carcelaria del
Ministerio de Justicia bonaerense, Juan Scatolini, quien estuvo detenido
ilegalmente durante más de cuatro años en la última dictadura cívico-militar.
El funcionario relató que el 11 de abril de 1976 se encontró con un operativo
militar cuando regresaba a su departamento, en el que vivía junto a su esposa y
un hijo de un año, en la zona de calle 14 entre 44 y 45 de La Plata.
Scatolini aseguró que los militares fueron a secuestrarlo con un "amplio
despliegue, que incluía formaciones apuntando al edificio". Añadió que una de
las personas que participó del operativo le preguntó por qué tenía unos
ejemplares de la revista Cuestionario, de Rodolfo Terragno. "Porque se venden en
los kioscos", fue la respuesta de Scatolini.
El ex detenido relacionó su secuestro y posterior detención bajo el Poder
Ejecutivo Nacional con su actividad como asistente social en un grupo de
personas que intentó reformar en los '70 el entonces Servicio Correccional de la
Provincia de Buenos Aires. "A mí me decían que yo era una especie de rehén del
Servicio Penitenciario", graficó, al recordar su cautiverio.
Scatolini reseñó que, junto a su esposa, Mirta Alcuas, lo llevaron secuestrado
al centro clandestino que funcionó en el Cuerpo de Infantería de la Policía
provincial, en 1 y 60. Su mujer fue liberada tres días después.
"Ahí siempre estuvimos esposados a la cama y vendados. Luego de una noche, nos
subieron a un camión y nos cargaron como bolsas de papa", afirmó el testigo. Fue
entonces cuando lo llevaron a torturar a otro centro clandestino, que por las
descripciones que hizo podría ser el Destacamento de Arana.
Scatolini indicó que en el interrogatorio con picana eléctrica "me preguntaban
si conocía a (Juan Domingo) «Bocha» Plaza. Yo sólo lo vi una vez, durante un
cumpleaños", declaró. Este joven, que está desaparecido, era el sobrino del
entonces arzobispo de La Plata, monseñor Antonio Plaza.
"En la tortura también me preguntaban por mi participación en alguna
organización y sobre las 'columnas' de Montoneros. Yo no sabía los nombres y los
inventé", agregó.
El sobreviviente dijo que entre las voces de los torturadores reconoció a un
empleado de la Unidad Penal 10 de Melchor Romero, de apellido Astro, de quien
cree que ya está fallecido.
También señaló al sargento Avellaneda, quien se identificó como tal cuando
Scatolini estaba secuestrado en Infantería. Esa persona tenía poder de decisión
sobre su destino, ya que en una oportunidad lo intimó a firmar su supuesta
declaración bajo tortura y, como Scatolini se negó, le advirtió: "Te mando con
los marinos".
Mientras estaba en ese centro clandestino, un oficial de apellido Gómez le dijo:
"A vos te torturó gente del Servicio Penitenciario". Durante su testimonio,
Scatolini identificó a dos de ellos: Isaac Miranda y Héctor "el Oso" Acuña,
conocido represor de "La Cacha".
El 10 de mayo de 1976, Juan Scatolini fue trasladado a la Unidad 9 de La Plata.
"Allí me encontré con algunos muchachos que estaban en 1 y 60", relató.
En consonancia con otros ex detenidos que declararon en el Juicio, el testigo
señaló que el 13 de diciembre de 1976 se produjo un cambio notable en la cárcel,
con la asunción del prefecto Abel David Dupuy.
"Empezó un régimen muy estricto de detención. Nos daban sólo una hora de patio a
la mañana y otra a la tarde", recordó.
Ese mismo día hicieron una requisa en la celda. "Cuando volvimos, nos habían
saqueado. No había ni frazadas, ni libros, y nos mezclaron la yerba con el dulce
de leche", reseñó.
Antes de que eso pasara, un grupo de civiles de pelo largo que estaban en el
patio comenzó a golpear a los presos que eran obligados a circular en fila.
Entre esos golpeadores, Scatolini reconoció a Acuña.
El ex detenido afirmó que supo "por comentarios" del asesinato de Dardo Cabo y
otros presos, ocurrido en 1977. Dijo que, en esa oportunidad, los detenidos le
pidieron a un sacerdote que estaba detenido en la U9, Elías Muse, que
intercediera. "Quedáte piola, porque sino te vamos a llevar a vos", le
contestaron los represores al cura.
Tiempo después, se enteraron que Cabo y Mario Rapaport, Angel Georgiadis y
Rufino Pirles fueron asesinados.
"Habría que analizar cuál fue la función de (la Dirección de) Seguridad del
Servicio Correccional. Si bien estaban, junto a otros grupos, bajo el Area 113,
había sectores que tenían autonomía", analizó el testigo.
En otro tramo de su testimonio, Scatolini recordó que su esposa concurría al
Primer Cuerpo del Ejército mientras él estaba detenido. "Ahí le dijeron que
había penas estipuladas para los que no tenían causa y estaban bajo el PEN. Le
dijeron que yo iba a estar preso cuatro años y eso fue lo que estuve".
Luego de ser liberado de la Unidad 9, estuvo bajo un régimen de libertad
vigilada. Tiempo después, lo citaron en la comisaría 2° de La Plata. El represor
Luis Héctor Vides lo recibió y le advirtió: "Para usted, no hay más cárcel".
Acto seguido, le hizo un ademán de gatillar una pistola, y agregó: "No escriba
ni 'Viva Perón' con tiza en el baño de su casa".
Declaró por primera vez
Por último, prestó testimonio el sobreviviente Fernando Daniel Martinicorena,
quien fue secuestrado el 22 de abril de 1977 y estuvo en cautiverio durante tres
días en dos lugares que no pudo identificar.
"Fueron a mi casa en City Bell y me llevaron, pero no sé en dónde estuve",
relató hoy el testigo, y contó que el primer lugar al que lo trasladaron "era
como un garage y había mucho olor a nafta". En ese sitio, escuchó que a la celda
entró una mujer que lo identificó en voz alta. "Era una chica, Mariel, que
estudiaba Medicina y fue supuestamente a reconocerme —rememoró el ex detenido—.
Le dijo a alguien: 'Ah, este militaba en alguna época'".
Este dato podría indicar que el lugar en el que Martinicorena se encontraba era
la Brigada de Investigaciones o el centro clandestino conocido como "La Cacha",
pues varios ex detenidos identificaron con el apodo de "Mariel" a una prisionera
clandestina "quebrada" —hoy desaparecida—, que actuaba como colaboradora de los
represores en esos dos campos de concentración.
Martinicorena fue trasladado luego a otro lugar, en el que fue torturado con
picana eléctrica. "Era una celda muy chiquita, y estuve todo el tiempo vendado".
Hoy, el sobreviviente declaró por primera vez ante la Justicia sobre su
secuestro.
Participantes
De las audiencias de hoy participaron los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio
Reboredo; en representación del Ministerio Público Fiscal, Hernán Schapiro; los
abogados de la APDH La Plata, Jaime Glüzmann y Alicia Peralta; el abogado de la
Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Emanuel Lovelli; y el representante de la
familia Mariani, Alejo Ramos Padilla.
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