El represor "arrepentido" Vaello vive en
Paraguay bajo un nombre falso.
Lo encontró un periodista de Misiones, que hoy brindó datos sobre el
paradero del ex militar, a quien la Justicia busca desde hace años. En 1984, el
suboficial retirado había admitido ante la CONADEP su participación en la
represión ilegal, pero luego se retractó y se fue del país.
Por Francisco Martínez y Vanina Wiman
LA PLATA (14 sep05).-
Un periodista reveló hoy en el Juicio por la Verdad que el represor "arrepentido"
Orestes Estanislao Vaello, a quien la Justicia llevaba años tratando de
localizar, reside en Paraguay y se mueve bajo una identidad falsa. En los '80,
Vaello —un suboficial retirado del Ejército— había dado ante la CONADEP detalles
sobre operativos represivos, pero luego se retractó de su declaración, y nunca
más se supo de él. El periodista misionero Marcelo Ameri lo identificó este año
en el barrio Mboí Caé de la localidad de Encarnación, en Paraguay, en donde el
represor se hace pasar por "el doctor Orestes Ferreyra" y participa de foros de
organizaciones ambientalistas.
En una ocasión, el hombre le mostró su credencial del Ejército Argentino, en la
que figuraba su verdadero nombre. "Volví a la redacción, puse su nombre en el (buscador
de Internet) Google, y salieron páginas de desaparecidos y de la dictadura",
relató el testigo, quien publicó su investigación en dos diarios de Misiones en
febrero pasado.
Ameri contó que entró en contacto con Vaello por primera vez en 2002, a través
de un amigo en común, Jorge Urusoff, quien estaba alojando en su casa al ex
militar. "En ese momento no tenía conciencia de su identidad, me lo presentaron
como el doctor Ferreyra", indicó el periodista, que empezó a verlo con
frecuencia mientras cubría los encuentros de ambientalistas por los damnificados
de la represa Yacyretá.
"Siempre aparecía con una cámara de video y filmaba las reuniones", describió, y
agregó que el hombre pertenecía a una ONG llamada "Tají". Esa situación se
prolongó hasta que "un día en la casa de Jorge se produjo un incidente (entre el
militar y el periodista) y Vaello me echó de la casa". A partir de ese momento,
los encuentros entre Ameri y el represor fueron tensos: "Las últimas veces que
lo encontré, se ocupó de amenazarme de muerte cada vez que me veía", puntualizó
el testigo.
Fue en uno de esos encuentros que Vaello le exhibió su credencial del Ejército,
a modo de amenaza. Ameri retuvo el nombre completo que leyó en ese documento, e
inició la búsqueda informática que lo llevó a identificarlo. Pudo comprobar el
dato gracias al área de Documentación del Centro de Estudios Legales y Sociales
(CELS), en donde chequearon que el número de DNI de la credencial coincidía con
el del represor "arrepentido" que había declarado ante la CONADEP en 1984: "Confirmé
que no era un caso de homonimia, que era él", contó.
El periodista publicó esa información en dos artículos, en el diario digital
Misiones On Line y en El Territorio de Misiones, "incluso con una fotografía que
yo le saqué en uno de esos eventos a los que iba con su cámara de video".
"El tema tuvo repercusión en Paraguay, sobre todo en las radios —señaló el autor
de la investigación—. En las organizaciones sociales no cayó muy bien que
estaban siendo frecuentados por un represor o por alguien que podía ser un
agente de inteligencia en actividad, sobre todo porque nunca supieron qué hacía
con los videos que filmó durante años".
El represor "fue al diario y armó un escándalo, me amenazó con llevar el caso a
Tribunales. Yo le dije: 'Bueno, vamos. Quisiera ir ahí contigo'", recordó el
periodista.
También señaló que la relación entre Vaello y su amigo en común, Jorge Urusoff,
siempre le pareció extraña: "Aparentemente, Urusoff había sido perseguido en la
Argentina durante la dictadura y en ese transcurso lo conoció a Vaello. No sé si
hubo algo así como un síndrome de Estocolmo entre ellos", sostuvo.
Agregó que Urusoff actuaba de manera "totalmente diferente" cuando estaba en
presencia del militar: "Cuando íbamos a la casa a verlo a Jorge y estaba Vaello
presente, asumía una actitud absolutamente pasiva y se llamaba a silencio. Y el
que hablaba por él era Vaello".
El represor, hoy "reciclado" como ambientalista en Paraguay, estaba siendo
buscado por la Justicia para establecer si ratificaba su declaración de 1984
ante la CONADEP, en la que admitió, "arrepentido", su participación en
secuestros durante la última dictadura, y aportó datos concretos sobre
desaparecidos, entre ellos Laura Carlotto y su bebé Guido.
El militar estuvo detenido en el penal de Caseros por su responsabilidad en
violaciones a los derechos humanos. Pero, junto a otros de sus ex compañeros de
la represión ilegal que también se habían "arrepentido", pidió declarar
nuevamente y se retractó de sus afirmaciones. Cuando en 1987 salió en libertad
gracias a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, se le perdió el rastro.
La Cámara Federal de La Plata quiso localizarlo en numerosas oportunidades, para
que declare en el Juicio por la Verdad, pero nunca pudo obtener datos sobre
Vaello, hasta que Ameri dio con él en Paraguay e hizo público su paradero en los
medios de comunicación. Según informó hoy el periodista, se enteró de que hace
pocos días el represor "arrepentido" estuvo en Capital Federal, declarando en
una causa en el juzgado de María Romilda Servini de Cubría.
Desaparecidos de Luján
La Cámara también trató los casos de dos desaparecidos de Luján, Ricardo Luis
Palazzo y Juan Carlos Barroso. En primer término, declaró Rosa Sierra, la mamá
de Palazzo.
La mujer relató que su hijo fue secuestrado en la casa de su novia, en Capital
Federal, el 16 de septiembre de 1976, por un grupo de personas armadas que
dijeron ser de las "fuerzas de seguridad".
Sierra inició gestiones en diversos ámbitos para pedir información sobre el
destino de su hijo. El noviembre de 1976, se entrevistó con Monseñor Emilio
Graselli. "Yo creo que fue un colaborador de la dictadura, creo que asistía a
detenidos en el sótano del Comando de Zona I (del Primer Cuerpo del Ejército)",
sostuvo la madre del desaparecido. Y recordó que vio el famoso fichero del
prelado: "Lo tenía sobre su escritorio".
El fichero de Graselli está actualmente en poder de la Cámara Federal, y el juez
Leopoldo Schiffrin leyó a Sierra el contenido de la ficha correspondiente a
Ricardo. "¿Esa es la ficha de Graselli? ¡No lo puedo creer!", se sorprendió la
testigo. El magistrado le ofreció una copia. "Sí, podría ser, es anecdótico",
reflexionó la madre del desaparecido.
La mujer contó que en aquella época también se contactó con un abogado, Aníbal
Ocampo, quien recibía a familiares de desaparecidos para, supuestamente, darles
información sobre los secuestrados. "Él nombraba a un 'teniente Durán', que era
el que le traía los datos. Yo creo que (Ocampo) sabía en dónde estaba Ricardo y
los desaparecidos de Luján", aseguró Sierra.
"Nos sacó dinero. Me decía: 'Prepárele comida que hoy viene'. Fue una tortura
psicológica la que nos hizo pasar", evocó la testigo, y añadió que el abogado,
en una oportunidad, le mostró un informe firmado por el jefe del Primer Cuerpo
del Ejército, Carlos Suárez Mason, en el que decía que Ricardo Palazzo había
estado detenido en Campo de Mayo.
En aquel entonces, la denuncia de la familia dio origen a una causa penal para
investigar la desaparición de Ricardo. La tomó el juez de la dictadura Eduardo
Marquardt, que derivó el expediente a la justicia federal de Lomas de Zamora. "Fuimos
a declarar a (la Brigada de Investigaciones de) Banfield varios familiares, ante
el comisario Adamo. Me tuvieron declarando nueve horas", indicó Sierra, y agregó
que nunca supo qué sucedió con esa causa.
Por su parte, el ex detenido Santiago Manuel Lazzarini, actual secretario de
Derechos Humanos de Luján, relató su propia detención. En un testimonio que no
estaba previsto, el hombre dijo que estuvo secuestrado con el joven Palazzo en
el centro clandestino "El Vesubio".
El sobreviviente indicó que lo secuestraron también el 16 de septiembre, a las 5
de la mañana, en su casa de Luján: "Me pusieron una venda, me pegaron, le
pegaron a mi madre y a un sobrino de 6 años". Indicó que en un primer momento lo
llevaron a Capital Federal, al centro clandestino Garage Azopardo. Después, lo
trasladaron a "El Vesubio".
"Me llevaron a un campo, había una tranquera y un camino de tierra. También
había un chalet, me da la impresión que con tejas", describió Lazzarini, que
entonces era un estudiante de Veterinaria que militaba en la Juventud Peronista.
Dijo que en ese lugar escuchó gritos de torturas a mujeres y que se encontró con
Ricardo Palazzo en un sótano. "Nos llamaban por números. Yo era el 19, y él, 20.
Había como 30 personas", precisó.
El joven le contó que había estado secuestrado en la comisaría de Luján, entre
el 19 y el 20 de septiembre de 1976. Lazzarini recordó que en octubre de ese año
la madre de Palazzo había concurrido a esa seccional para denunciar la
desaparición de su hijo ante el comisario Franklin Leonetti: "O sea que cuando (el
policía) le toma declaración a Rosita (Sierra), seguro que sabía que Ricardo
había pasado por ahí".
El ex detenido aseguró que en "El Vesubio" los detenidos estaban "tirados en el
piso, con las manos atadas atrás y que él siempre estuvo vendado". Se salvó de
ser torturado porque "justo cuando me llevaban a interrogar, había otro detenido
que gritaba más y lo llevaron a ese".
Señaló además que cree que un policía de Luján estuvo implicado en su operativo
de secuestro.
También declaró Alicia Inés Montiel, esposa de Juan Carlos Barroso, también
secuestrado en la madrugada del 16 de septiembre de ese año en su casa de Luján.
"En ese momento estábamos con nuestros tres hijos. Recuerdo que llovía
torrencialmente", evocó la mujer. "(A Juan Carlos) lo sacaron afuera y yo no lo
volví a ver", agregó.
La esposa del desaparecido dijo que su marido había estudiado contabilidad y que
en ese momento trabajaba en la fábrica de tractores Deutz. También señaló que en
la mañana de ese día secuestraron a una amigo de su esposo, que se llamaba Pedro
Núñez.
"Tu mamá te manda un beso"
La primer testigo de hoy fue Gabriela Beatriz Martínez, hija de los
desaparecidos Marta López Martínez y José Martínez. La joven tenía tres años
cuando presenció el secuestro de sus padres y, con una memoria notable, aportó
importantes datos a la investigación.
La chica recordó que el 13 de diciembre de 1977 un grupo de represores llegó
hasta la casa en la que vivía con su familia, en Longchamps, partido de
Almirante Brown (suroeste del Gran Buenos Aires).
"Mi papá estaba arreglando una radio, y mi mamá, cocinando arroz", rememoró la
joven. "Recuerdo que (los secuestradores) decían que si no salíamos, quemaban
toda la casa", agregó.
Dijo que los represores se llevaron vendados a sus padres en un Ford Falcon y
que tanto ella como otro pequeño, Martín Mortola, fueron llevados a la comisaría
de la zona. "Ahí nos dieron sopa con Coca-Cola", recordó.
Martínez señaló que durante ese mismo operativo fue asesinado un matrimonio que
vivía con sus padres: Raúl "El Vasco" Mortola y Estela "Marcela" Oesterheld, los
padres de Martín.
También dijo que un hermano de su mamá, José Osvaldo Martínez, fue secuestrado
un día después en la Isla Maciel, frente al Riachuelo.
La testigo relató que de allí en más ella se crió con su tía. "A los 10 años me
preguntó qué me acordaba. Yo le dije lo de la sopa y la Coca-Cola".
Tiempo después, Gabriela volvió al barrio, y los vecinos le contaron lo que
vieron. "Un vecino me dijo que uno de los militares me pisaba la cabeza y que yo
gritaba muchísimo", aseguró la hija de desaparecidos.
Una sobreviviente de la represión ilegal, Mercedes Jolowdosky, que era amiga de
sus padres, le dijo que estuvo detenida con ellos en "El Vesubio". Esta mujer
fue secuestrada en febrero de 1978, y podría aportar datos de interés a la
causa. Luego de ser liberada, cuando se encontró con la hija de los
desaparecidos, le dijo: "Tu mamá te manda un beso y dice que te quiere mucho".
La testigo recordó especialmente a un secuestrador que tenía unos anteojos
negros cuadrados de sol, y que cree haberlo visto años después en la casa de un
familiar. Pero no sabe de quién se trata.
Ex detenido
Por último, declaró Justo Romelio Palacio, quien fue secuestrado el 20 de
noviembre de 1976 y estuvo en cautiverio en uno de los centros clandestinos de
Arana y en un segundo lugar que no pudo identificar.
"Yo pertenecía a una Unidad Básica en La Plata, era el secretario", contó el ex
detenido, que fue detenido ilegalmente en su casa por un grupo de secuestradores
que se presentó como "del Ejército Argentino". "Me ataron los brazos para atrás,
me vendaron los ojos y me llevaron", recordó, y añadió que ese día también
fueron secuestrados varios trabajadores del sindicato de Luz y Fuerza que
estaban en huelga.
Todos fueron llevados a uno de los campos de concentración que funcionó en la
zona de Arana. "Cuando llegamos nos dieron una paliza, nos pegaron bastante —señaló
el sobreviviente—. Cuando no daba más, me sentaron en una silla en un corredor,
y cada uno que pasaba me daba un cachetazo o me ajustaba más las vendas".
Palacio indicó que constantemente escuchaba gritos de personas que estaban
siendo torturadas, y que sufrió varios simulacros de fusilamiento. Estuvo una
semana en ese centro clandestino, y luego fue trasladado a un segundo lugar que
no pudo identificar. "Estuve diez días en una celda, solo, sin nada de comer.
Después me pasaron a otra celda con otras diez personas, y allí nos dieron algo
de comida. En 30 días, bajé 20 kilos", remarcó.
El testigo contó que en aquel sitio los represores "pegaban como especialistas,
eran profesionales". "Nos hacían piquete de ojos a través de la venda para ver
si veíamos, o nos mareaban y nos golpeaban contra la pared", relató.
Después de ser liberado, Palacio siguió bajo la vigilancia de los represores,
que hasta lo seguían cuando iba a trabajar. "Adentro (del centro clandestino)
decíamos que cuando saliéramos nos íbamos a comer un asado. Pero no, afuera era
otra la realidad, estábamos vigilados", contó, y agregó: "Hasta ahora tenemos
miedo, y a veces no salgo de mi casa"
Participantes
De las audiencias de hoy participaron los jueces Leopoldo Schiffrin y Julio
Reboredo; el representante de la Unidad Fiscal Federal, Hernán Schapiro; los
abogados de la APDH La Plata Alicia Peralta y Jaime Glüzmann; y el representante
de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Emanuel Lovelli.
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