Lunes 7 de Mayo de 2001 

Juicio por la Verdad, Mar del Plata.

 

 

En la ciudad de Mar del Plata prestaron declaración testimonial el Dr. Raúl Pedro Begué y el Sr. Eduardo Jorge Britos en la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata ante sus integrantes los Dres. Mario Alberto Portela, Roberto Atilio Falcone y Néstor Rubén Parra, y el Sr. Secretario del Tribunal Oral, Dr. Facundo Luis Capparelli.

 


Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. 
y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata
 

 

El Dr. Raúl Pedro Begué integró la Comisión Gremial de Abogados en carácter de Secretario. Esta comisión, que había sido creada entre los años 1970/1971 para defender los derechos de las víctimas del sistema represivo, pretendiendo hacer efectivos los derechos y garantías individuales, buscó que en su integración se respetara el pluralismo político.

En el año 1974 se decretó el estado de sitio y el Dr. Begué fue detenido y alojado en la delegación de la Policía Federal de Mar del Plata junto con el Dr. Fertita, la Dra. Intelisano, el Dr. Romanín y el Sr. Ríos entre otros. En esas circunstancias fue visitado por muchos jueces que le expresaron su apoyo como los Dres. Spinelli, Isaach, Dartiguelongue y Vallejo. Según autoridades policiales las detenciones habían sido consultados previamente con la Justicia Federal de Mar del Plata. Luego estuvo tres días preso en Coordinación Federal en la ciudad de Buenos Aires donde observó que todos los días torturaban a hombres y mujeres. Luego lo trasladaron a Villa Devoto donde estuvo cuarenta y cinco días detenido hasta que fue liberado en enero de 1975, junto a la Dra. Intelisano. El Dr. Fertita fue liberado tres meses después mientras que el Dr. Romanín hizo uso de la opción para irse del país. A partir de ese momento suspendió su actividad profesional en Mar del Plata porque no la podía ejercer, y durante todo 1975 hizo gestiones ante las autoridades gubernamentales a favor de los colegas detenidos, actuando institucionalmente en el ámbito de la Federación Argentina de Colegios de Abogados (F.A.C.A). En 1976 la situación se agravó porque ya no se podía saber donde estaban los detenidos. El 19 de marzo de 1976 personal del ejército lo fue a buscar al domicilio de su madre en Mar del Plata con ametralladoras, pero él ya no estaba en esta ciudad. En esa ocasión, quien dirigía el procedimiento le entregó a su madre una constancia por el secuestro de un arma, cuya copia simple hizo entrega al Tribunal. Desde la F.A.C.A., en su carácter de delegado suplente por Mar del Plata e integrante de la Comisión de Defensa del Abogado realizaba gestiones por la libertad de los colegas detenidos en ésta. En una de esas audiencias fue a una unidad militar, que no recuerda exactamente cual era pero estima que podría tratarse del comando en jefe del ejército en Capital Federal y fue atendido por el Coronel Marco Antonio o Marco Aurelio Cuneo. Con este militar tuvo varios encuentros y paulatinamente se fue mostrando confidente, incluso amistoso y le aconsejó que insistiera por determinados colegas respecto de los cuales podría lograr la libertad, pero que por otros cesara su intervención. Estima que Cuneo sabía del destino de estos últimos. En las entrevistas con el Coronel Cuneo, éste le manifestó que cada zona de mando funcionaba autónomamente, y que tener garantías en una zona no aseguraba garantías en otras. En una reunión a fines de 1976, el citado oficial le preguntó por el Dr. Centeno, específicamente si pertenecía a la Gremial de Abogados. Recuerda que preguntaba insistentemente por él en las diversas ocasiones en las que se ecncontraron. Begué advirtió esto al mismo al Dr. Centeno en una reunión que mantuvieron en marzo de 1977 en un café de esta ciudad. En esa ocasión Centeno no le dio mucha importancia a esta información, manifestando que tenía cierta protección y que era difícil que le pasara algo.

Las gestiones que Begué efectuó por la desaparición de los abogados marplatenses durante la llamada noche de las corbatas fue a través de la comisión de defensa de los abogados, en el ámbito de la F.A.C.A. También tuvo entrevistas con un ayudante del General Viola. La visión de los militares era que en realidad la Gremial de Abogados era una organización de superficie al servicio de las organizaciones armadas. El Coronel Cuneo le dijo que otros abogados habían dado información de que la misma estaban financiada por las organizaciones armadas, y que esos informantes señalaban a su vez que Centeno financiaba a los Montoneros. El citado militar tenía una especie de memorandum escrito con toda esta información y le mostró la lista de los abogados de Mar del Plata que habían manifestado que Centeno era pernicioso ideológicamente en el ámbito de la CGT y que financiaba a Montoneros. En ese momento el Sr. Presidente del Tribunal le informó al testigo que tal como fuera manifestado por la Comisión Interamericana de Derecho Humanos, los hechos sin nombres no son la verdad, y que precisamente la verdad era el objeto de este juicio, por lo que que si él conocía y recordaba los nombres de los abogados que figuraban en esa lista se encontraba obligado a aportarlos. El Dr. Begué manifiestó que no estaba en su ánimo reavivar enfrentamientos con la derecha, pero que sin embargo iba a aportar los nombres de los que tenía plena seguridad: en la lista figuraban muchos abogados, pero sólo recordaba al Dr Cincotta, a quien no conocía pero que su apellido le sonaba por una propaganda de neumáticos de la época, al Dr Fantoni a quien conocía como socio del Dr. Bernal y a su padre como empleado de ese estudio, y al Dr. Demarchi, al que si conocía perfectamente. Con respecto al resto de los nombres no lo recordaba bien, por lo que, al no estar completamente seguro, no se atrevía a crucificar a nadie. Aunque a dos o tres luego los vio como docentes en la Facultad de Derecho local.

En aquellas reuniones a las que hiciera referencia, a los Dres. Fresneda, Bozzi, Alais, Ricci y Arestin, ni se los había mencionado, ya que preguntaban únicamente por los abogados que pertenecían a la Gremial e insistentemente por el Dr. Centeno.

En 1978 se anunció la visita al país de una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ante lo cual propuso en una asamblea de la F.A.C.A. que se denunciara la existencia de campos de concentración y aplicación sistemática de torturas a detenidos políticos. En esa asamblea sus colegas se mostraron agresivos con él y empezaron efectuar reivindicaciones a favor de la dictadura. Su propuesta sólo obtuvo el apoyo del Colegio de Abogados de La Pampa, cuyo representante era el Dr. Oporto. El secretario del Colegio de Abogados de Mar del Plata le requirió al Presidente que desautorizara su opinión. El Presidente del Colegio soportó la presión y abstuvo el voto del Colegio local. El Colegio de Abogados de Mar del Plata, luego de ello, dictó una resolución cancelándole el mandato. Recién en 1999 el Colegio revió la medida, dejando sin efecto aquella sanción, con consideraciones, a su juicio, demasiado generosas hacia su persona. Seguidamente el compareciente fue interrogado por el Tribunal, el Ministerio Público y los representantes legales de los denunciantes. Se dejó expresa constancia que ya desde 1974 el Poder Judicial estaba subordinado al Poder Ejecutivo, al cual se le informaba que abogados firmaban los habeas corpus. Durante la dictadura de 1966/1973 los habeas corpus tramitaban y eran útiles. El Dr. Begué quizo destacar el coraje del magistrado Dr. Martijena en esa época, con quien los miembros de la Gremial de Abogados ubicaron lugares de tortura y detención clandestinos en Mar del Plata. Esta situación cambió en 1976: los habeas corpus no funcionaban, no servían. Supone que esa intervención del Dr. Martijena hizo que fuera destituído durante el gobierno militar de 1976. A partir de esa época el Dr. Begué sólo interpuso tres o cuatro habeas corpus, pero éstos no tenían resultado e incluso los jueces recibieron comunicación de las autoridades militares ordenándoles que no tenían que preguntar a las unidades militares. El Dr Begué se fue en marzo de 1975 de la Universidad por una resolución que lo dejó cesante junto con el licenciado Carri, quien luego desapareció entre otros docentes.

 
 

Luego de un cuarto intermedio se reanudó la audiencia con la declaración testimonial del Sr. Eduardo Jorge Britos, director de planeamiento estratégico de la Municipalidad de General Pueyrredón. El Sr. Britos manifiestó que en 1974 comenzaron los ataques de grupos parapoliciales o paramilitares de la derecha peronista con secuestros y golpizas a los dirigentes estudiantiles. En 1975 en la Universidad había preceptores que controlaban todo, podían revisar los útiles y las pertenencias, también podían palpar de armas y muchos de ellos figuraban como empleados administrativos. En 1975 la organización a la que él pertenecía, pasó a la clandestinidad y quedó sin respaldo político, por lo que continuó su vida normal, estudiando y frecuentando amistades. En marzo de 1976 se produjo el golpe y en abril rindió contabilidad de segundo año; los preceptores habían desaparecido de la facultad. El 24 de abril de 1976 estaba durmiendo en su casa, ubicada en Chacabuco 5154, cuando fue despertado por gente armada apuntándolo. Revolvieron todo, lo ataron, lo taparon y lo subieron a un auto Ford Falcon junto con cuatro personas. Entre estas personas había gente del ejército y también conscriptos. A bordo del auto comenzó la tortura psicológica: Britos manifestó ignorar el lugar adonde fue llevado, pero lo sentaron en una silla y comenzaron a interrogarlo. Lo desnudaron, lo pusieron sobre una mesa, le aplicaron tortura con picana mientras su cabeza golpeaba sobre la mesa lastimándose. También le aplicaron golpes. Durante las cinco horas de interrogatorio, el único interés de los torturadores era saber donde estaba Julio Pomponio. Luego lo hacieron vestir y pararase y efectuaron simulacros de fusilamiento mientras se reían. Luego lo subieron al auto, lo llevaron hasta un lugar donde lo dejaron atado, y le dijeron que contara un minuto y luego se fuera a la casa. Al desatarse y descubrirse la cabeza sorpresivamente percibió que había sido dejado en un banco de la plaza España. Durante 1976 siguió estudiando. El 8 de octubre de 1976 matan a Cativa Tolosa y se produjeron varios procedimientos como represalia. El 8 de noviembre de 1976 a las 20 horas al llegar a su casa encontró a su madre en una crisis de nervios y toda la casa revuelta, previamente había caído una patota del ejército. En esas circunstancias escucha los frenos del camión del ejército que había vuelto, e intentó escaparse por los fondos del terreno, pero comenzaron a dispararle con fusiles Fal. Pudo esconderse en el entretecho de su casa, mientras sentía los pasos en el techo, hasta que la patota se fue. En esa época su padre trabajaba en la radio, que estaba intervenida y a cargo del Coronel Berisso. Su padre se entrevistó con Berisso y éste le dijo que su hijo estaba imputado por actos de terrorismo de estado y por la muerte de Cativa Tolosa. Berisso le garantizó por su autoridad y por su nombre que no lo iban a torturar, y concertó una entrevista con el Coronel Arrillaga. El padre Dolgamayo se ofreció a acompañarlo a él y a su padre al GADA, pero en esa ocasión no los recibieron. Volvió al día siguiente pero sólo con su padre. Estando en la sala de espera su padre notó que él se había puesto pálido: ello porque reconoció a una persona de civil que entraba allí y era de la CNU, se llamaba Eduardo Ullúa. Su padre mantuvo una breve entrevista con Arrillaga y luego lo mandaron afuera, quedando él con Arrillaga quien lo sometió a un interrogatorio. En esa oportunidad también estaba un militar de apellido Fernández, aparentemente destinado a actividades de inteligencia. El negó toda su actividad política posterior a 1974. Concluida su declaración Arrillaga manifestó "hacé pasar a los muchachos". A sus espaldas se abrió una puerta e ingresaron personas a las que él no pudo ver, pero estima que uno de ellos era Ullúa, quien examinando las constancias de su declaración manifestó "está bien". Cree que en ese momento funcionó lo que podía llamarse un código barrial, porque con Ullúa se conocían de enfrentarse en partidos de fútbol en el barrio donde él vivía, en la zona del club deportivo español. Arrillaga le dijo "queda en libertad vigilada, tiene que venir acá cada jueves por medio". El primer jueves siguiente lo vio a Ullúa en un Falcon en las instalaciones del GADA, quien le dijo "yo soy personal civil afectado a tareas de inteligencia del ejército". Al jueves siguiente le dijeron que no tenía que ir más al GADA. En el año 1978 dos personas fueron a su trabajo en la empresa Faidutti y mientras le mostraban armas le volvieron a preguntar por Julio Pomponio. Se deja expresa constancia que en 1993 ó 1994 tomó un taxi en Tejedor y Estrada y el chofer le empezó a preguntar por su vida personal hasta que en un momento le dice "vos y yo volvimos de la muerte, tus hijas tienen que estar orgullosas de vos. Yo estuve esa noche..." Britos ni preguntó a que noche se refería porque sabía perfectamente de que noche estaba hablando. Esa persona se mostró como quebrada. El la conocía de tiempo atrás y aportó su nombre, pero por escrito, al igual que el de otras personas que pueden aportar datos importantes haciendo entrega al Sr. Presidente de un sobre del Poder Judicial de la Nación. El Sr. Britos prefirió hacerlo de esta forma porque a su criterio es la mejor manera de preservarlos y lograr que vengan a prestar declaración a este juicio, porque sólo les falta terminar de decidirse. 

 

 

 

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